Capítulo 12

Conduje hasta el motel lenta y cuidadosamente. Sentí como si me hubieran

amputado la mano derecha, o uno de mis pies. Me sentí tan expuesta y vulnerable como si tuviera un cartel en la espada, igual de discreto que si una jirafa recorriera las calles de Sarne.

Cuando regresé a la habitación, cerré la puerta con llave y me sentí cerca del abismo. Mi pierna derecha, maltrecha por el impacto del rayo, temblaba y casi no podía soportar mi peso. Pero conseguí sujetarme a algo, con las uñas. Me miré en el espejo por encima del lavabo.-Voy a soportarlo-Me dije a mí misma en voz alta.-Voy a aguantar porque soy lo único que tiene Tolliver-Me sentí mejor después de mirarme al espejo un minuto y ver mi propia determinación. Parecía una persona capaz de soportar cualquier cosa.

Llamé a Art Barfield. Art no era un abogado muy famoso a nivel nacional, ni era miembro de una gran firma. Era respetado en el sur por su vieja y adinerada familia, y bien conocido en Atlanta por sus excentricidades. Estaba con dos abogados más, abogados que eran ligeramente más tradicionales que Art.

Su secretaría era como una flecha, y no le gustó mucho que le dijera que quería hablar con Art. Pero después de hablar con su jefe, escuché su voz sureña y la tensión que me había creado desapareció al instante.

—¿Dónde estás, querida?-Art preguntó.

—Sarne, Arkansas.

—Dios mío, ¿Qué demonios haces allí?

Casi sonreí.-Tenemos un caso aquí. Pero hubo complicaciones. Cuando salimos de una tienda, apareció un imbécil oficial esperando para arrestar a Tolliver-Le expliqué la orden de búsqueda y la luz rota.

—Hmm. ¿Así que Tolliver está en la cárcel?

—Sí-Eso se pareció demasiado a un gemido. Sujeté el teléfono tan firmemente que mis dedos se pusieron blancos.

—¿Ahora estás sola, cielo?

—Sí.

—Eso no es bueno. Por supuesto que no quieren a Tolliver en Montana. Aclaramos todo eso. No puede ser arrestado por una luz rota, así que el policía lo arrestó por otra razón.

Eso no era lo que diría yo para liberar a Tolliver, pero me alegré de hablar con alguien que diera por sentada la inocencia de Tolliver.

—¿Vas a ser capaz de manejar esto, querida?-La voz de Art era amable, pero también brusca, como si esperara una respuesta rápida.

—Sí, estaré bien-Dije, segura de que estaba mintiendo.

—Eso quiere decir que lo intentarás-Art tradujo.

—Sí.

—Bien por ti, cielo. Te diré algo, conozco un abogado en Little Rock que puede ir allí y apañar todo esto. Su nombre es Phyllis Folliette. Escribe eso, ahora.

No había nada malo con mi memoria, pero lo escribí, junto con su número de teléfono.

—La llamaré en cuanto colguemos, y ella contactará contigo de inmediato, o al menos lo antes posible.

—Eso está bien-Dije.-Eso es bueno. Escucha, ¿Art? No pueden abrir paquetes que hemos enviado por mensajería, ¿Verdad?

—No-Dijo.-Supongo que necesitarían una orden para eso-Entonces me dijo que llamara si necesitaba algo más y colgó.

Esperaba que Bledsoe no supiera lo que estábamos haciendo en la tienda; no había entrado para preguntar qué hacíamos allí, y no me preguntó. Así que quizás el envío de la muestra de pelo no era el motivo para el arresto de Tolliver. Quizás había algo más.

Harvey Branscom, aunque no era mi tipo favorito, me había parecido un tipo independiente, uno que conocía el negocio. ¿Por qué consentiría formar parte de esta charada? ¿Quién podría causarle tanta influencia? Él debía de saber lo que había hecho el oficial.

¿Qué ganaba con encerrar a Tolliver? Esa era la pregunta crucial. ¿Cuál era el resultado de eso?

Bueno, lo primero que se me ocurrió es que así nos tendríamos que quedar más tiempo en Sarne. Pero no podía comprender por qué eso sería una ventaja para nadie. Un salvaje pensamiento pasó por mi mente, y lo consideré. ¿Podría Hollis haberse vuelto tan loco por mí en un tiempo tan corto como para desear encerrar a Tolliver para mantenerme allí? No podía creerme eso. A decir verdad, era mucho más sencillo imaginarme ese escenario con Mary Nell haciendo eso con Tolliver, porque la orden de búsqueda y el faro roto parecían pasos de aficionado. Pero parecía improbable que Mary Nell supiera que habíamos tenido problemas en Montana hace un tiempo, y aunque lo supiera, no podría meterse en el ordenador de la policía para falsear los datos.

Traté de imaginar una progresión creíble de causas y efectos, oportunidad y motivos, sentada sola en la habitación del motel. Cuando mi mente se quedó en blanco, abrí la puerta de la habitación de Tolliver y fui a sentarme allí. Ya habían hecho las camas y puesto toallas limpias, así que no quedaba rastro de Tolliver en la habitación, al menos a simple vista. Por un rato, estar allí me hizo sentirme mejor; pero después, me sentí tonta y como una intrusa, así que volví a la mía.

Llamaron a la puerta, y casi salté al techo. Miré el reloj. Había estado sentada ahí, con mis pensamientos corriendo por mi mente como un hámster en una rueda, por más de una hora.

En la puerta, Hollis dijo-Lo siento.

—Has... ¿No has tenido nada que ver con esto, verdad?

—No-Dijo, sin sonar ofendido. Sonaba casi amable, el tono de voz que pones cuando tienes miedo de que un perro se vuelva contra ti.-Marv Bledsoe y Jay Hopkins, solían beber juntos.

Recordé la mirada de Jay Hopkins, y estaba segura de que había llamado a Marv para decirle donde podía encontrarnos. Normal que no le importara darnos muestras. No creía que tuviéramos tiempo de enviarlas por correo.

—Nunca confié en Jay, ni en Marv. Por desgracia, Harvey sí, o al menos actúa como si lo hiciera. Y los estatales se han ido. Se fueron para ver otro asesinato que creen que pueda estar relacionado con el de Teenie y Dell. Así que no hay nada que frene a Marv, como debería ser.

—Así que, ¿Has visto la orden?

—No, no yo. Escuché que tuvisteis algunos problemas en Montana el año pasado mientras trabajabais.

—Sí, pero se resolvió todo. No piden fianza por Tolliver. Lo sabría. Y no teníamos una luz rota esta mañana cuando salimos.

—¿Le viste hacerlo?

—No, no le vi.

—Si Marv se ha inventado todo esto, tendrá alguna forma de deteneros-Hollis dijo, sentándose pesadamente sobre el borde de mi cama.-Pensé que sería mejor venir a ver como estabas. Tengo la impresión de que dependes mucho de tu hermano.

—Así es-Dije simplemente.-Pero estaré bien. Ya he llamado a un abogado de Little Rock. Va a llamarme.

—Eso es bueno-Dijo Hollis de corazón.-Lo estás haciendo muy bien-De nuevo, los ánimos eran demasiado falsos.

Sabía que no era, ya sabes, la Sra. Estabilidad. Pero hay una diferencia entre saberlo y que te lo pasen por la cara.-No puedes ocultar lo rara que eres-Era el mensaje entre líneas.-Necesitas cuidados especiales y tratamiento-Empecé a tensarme de nuevo.

—Hollis-Dije, escuchando como mi voz salía en forma de gruñido.-Asegúrate de que no le pase nada a Tolliver mientras esté en la cárcel. ¿Vale?

Podía ver su resentimiento con lo que eso implicaba, pero en ese momento, no me importaba eso. Lo que me importaba era ver en su cara que nada le pasaría a mi hermano en la cárcel, que sería tratado bien.

No encontré en Hollis esa expresión.

—Hollis, escúchame-Dije, con la voz más tranquila que pude encontrar.-Sabes que adoro esta ciudad y la vida que tenéis aquí. Pero algo está pasando en Sarne, hay una manzana podrida en la cesta. Hay mucho que no sabemos sobre esas muertes. Alguien que conoces asesinó a Dell Teague y a Teenie Hopkins. Alguien mató a tu mujer Sally y mató a Helen Hopkins de una paliza. Y alguien que conoces no quiere que mi hermano se marche, por algún motivo. Ahora, tenemos que averiguar quién es esa persona. Vine aquí, hice mi trabajo, y lo hice rápido y bien. Ahora, Tolliver y yo deberíamos poder irnos y dejaros que resolvierais vuestros malditos problemas.

—Estaba empezando a importarte yo cuando todo esto sucedió-Hollis dijo, ante mi total sorpresa. Parecía el tipo de cosa que los hombres creen que diría una mujer.

—Sí-Dije.-Así era.

—Se que alguien es responsable de todas las muertes-Dijo.-Lo sé. Y sé que es alguien que conozco. Pero no puedo imaginarme el porqué. Sally era una buena mujer, amable, y la quería-Hollis estaba teniendo problemas en mantener el hilo de sus pensamientos igual que yo.

—Sabía algo-Dije.-Conocía un secreto, uno grade. Murió la primera-

Lo pensamos unos segundos.

—¿Puedes recordar algo de ella, de los días antes de que muriera? ¿Estaba excitada, triste, preocupada?

Hollis pareció profundamente deprimido. Quise tocar su pelo, acariciarlo, pero mantuve mis manos en mi regazo.-Parecía como una persona que guardaba un secreto-Dijo pesadamente.-Me hablaba de casi todo, pero algunas cosas sobre su familia y el caos en el que se había metido su madre— supongo que no sorprende mucho que no quisiera hablar de sus problemas de bebida y peleas, y su divorcio, o de su madre y padre...bueno, de sus infidelidades.

Pensé en esa frase.-Entonces, era abierta y sincera contigo con casi todo excepto con su familia-Dije.

Dudó.-Sí— Dijo finalmente, firme.-Todo excepto su familia.

—¿Crees que tenía un secreto porque acaba de descubrir algo— tipo ¡Aha! ¡Eureka!— o porque su madre o Teenie le habían dicho algo?

Hollis trató de recordar, mientras yo trataba de no parecer impaciente. Me daba pena tener que hacerle pasar por el dolor de nuevo, pero era necesario. Una parte de mí estaba preguntando-¿Por qué no hizo esto antes?-Por supuesto, había pensado que su mujer había muerto accidentalmente. Ahora que sabía que había sido asesinada, seguramente le habría estado dando vueltas en su cabeza.

—Creo que averiguó algo-Dijo.-Es casi imposible decir lo que pasa por la cabeza de alguien, ¿Sabes? Y estoy pensando que quizás no conocía a Sally tanto como creía. Si hubiéramos estado casados más tiempo, confiado más uno en el otro, me hubiera contado qué le preocupaba, en lo que pensaba. Podríamos haberlo arreglado juntos. Pero no llevábamos tanto tiempo casados. No habíamos sido puestos a prueba-

Esto no nos llevaba a ninguna parte.-¿Pasó algo justo antes de que ella muriera?-Pregunté, notando que quizás sonaba insensible.-¿Algo que hubiera podido provocar su muerte?

—Solo la muerte de Dick Teague-Dijo Hollis.

—¿Cuándo murió?-Pregunté. Lo había leído en las noticias del periódico, pero no había apuntado la fecha.

—Creo que en febrero. Me parece-Dijo Hollis después de pensarlo un rato.-Cuando Sybil le encontró, no pudo ocuparse de todo el funeral, así que contrató a Helen ya Sally para limpiar la casa. ¿Sabías que Sybil solía hacer que Helen le limpiara la casa antes de que empezara a beber tanto? Sybil contrató a Barb Happ después d eso. Yo tampoco quería que Helen limpiara para nadie, pero Sally disfrutaba limpiando y dijo que podría hacerlo en su día libre, no solo porque le daba pena Sybil, si no porque quería algo de dinero extra para navidad. Sally llamó ese día preocupada por algo.

—¿Pero no te dio ninguna pista?-Había asumido que Sally había descubierto el embarazo de su hermana, pero Sally había muerto meses antes del hecho.

—Por supuesto, le pregunté cómo fue el trabajo. Dijo que limpió el piso de abajo mientras su madre se ocupaba del piso de arriba, y eso es todo lo que dijo. El estudio estaba igual que antes de que Dick cayera muerto, y eso le hizo gracia, dijo. Pero esa noche, buscó en uno de sus libros de la escuela. Dejaron de usarlo en la escuela, así que les dejaron llevárselos si querían, y eso hizo ella. Sally estaba interesada en algo que me sorprendió.

—¿Qué libro era?

—Tenía varios. No puedo recordarlos ahora. Solo lo recuerdo porque parecía tan... como si estuviera pensando mucho en algo, y cuando Sally encontró el libro, lo estudió un largo tiempo. Eso era inusual.

—¿Crees que podrías recordarlo?

—Quizás. Miraré esta tarde, a ver si puedo encontrarlo. Me parece que tenía la cubierta roja...-Hollis parecía distante, como si sus ojos estuvieran repasando la escena, supongo que así era.

El teléfono sonó. Salté como un metro sobre el suelo.-¿Hola?-Dije.

—¿Srta. Connelly?-Era una voz de mujer, del sur y de alguna forma sonaba inteligente.

—Sí.

—Soy Phyllis Folliette. De Huff, Moon y Green.

—Cierto. Oh, bien-Hollis señalaba la puerta, indicando que tenía que irse, y asentí con la cabeza y le despedí con la mano mientras volvía a poner mi atención en la abogada.

—Vale-Dijo ella, y su voz se volvió cuidadosamente suave.-Escuché que están en algún tipo de problema, en Sarne.

—Si.

—Solo quería decirle, que llamé a la oficina del sheriff y dijo que su hermano no estará retenido más de dos días. No puedo sacarle hasta que lo diga el juez, ¿Entendido?

—Sí, lo comprendo.

—Y el juez no llegará hasta pasado mañana.

Vale, no era estúpida.-Comprendo que dos días son pasado mañana-Dije claramente.

—Um. Lo sé... Siento si le ha molestado-Se disculpó la abogada.-La costumbre.

—Um.. .

—Entonces, iré a Sarne, pasado mañana, para sacar a su hermano de la cárcel-Dijo. Los cargos suenan como un montón de basura, pero llamaré a Montana a primera hora de la mañana para aclarar esto. Mientras tanto, no haga nada brusco, y no se preocupe. Art me ha encargado que le diga eso. ¿Vale?

—Sí.

—Vale. Ahora voy a pasarle con su contable, para que se pueda ocupar de esa parte.

Todo el mundo quiere cobrar, hasta yo— especialmente yo, ya que en cualquier momento mi don podría desaparecer. Quería usarlo mientras lo tuviera, y es mi única cosa valiosa. Debería ayudarme a vivir, supongo. Ya que me impedía tener una vida normal.

Después de arreglar algunas cosas con el contable, colgué el teléfono y pensé qué era lo siguiente que tenía que hacer. Recogí las cosas de Tolliver y las metí en mi habitación. Fui hacia la recepción del motel y le dije al horrible y viejo Vernon McCluskey que no íbamos a utilizar la segunda habitación de momento. Dijo que estaba listo para que nos fuéramos, y le dije que tenía que quedarme en Sarne un par de días más. No podía echarme, no legamente— aunque hoy era un día en el que la legalidad no estaba muy clara en Sarne. Si trataba de hacerme marchar, iría a la siguiente ciudad, que estaba en un estado diferente.

Mientras pensaba en ello, regresé a la habitación. Me encontré agitando los brazos al aire como hacen los niños, para centrarme. Necesitaba algo más que eso, comida mejor, pero no quería salir yo sola. Era una cosa saber que Tolliver me esperaba en el motel o que estaba en algún lugar de la misma ciudad; y otra totalmente diferente saber que estaba encerrado en la cárcel. Me preguntaba qué le darían para cenar, y cuando podría verle. Me preguntaba si tendría compañero de celda. Me preguntaba como de rudo podría ser su compañero.

La persona más importante que conocía en Sarne, dejando a un lado el sheriff, era Sybil Teague. No sabía si le importaría, y dudaba que me fuera a ayudar, pero la llamé de todas formas.

—Mi hermano está en la cárcel, Sybil-Dije, después de que me dijera que se alegraba de escucharme.

—Paul Edwards me lo ha mencionado esta tarde-Dijo Sybil, con su voz fría de mujer rica.-Lo siento mucho.

Eso no sonaba prometedor.-La policía no busca a Tolliver-Dije, lo más tranquilamente que pude.

—Sé que mi hermano es el sheriff, pero debe darse cuenta que no puedo interferir en asuntos legales-Sybil Dijo, y su voz era heladora más que fría.

—Tolliver es mi hermano, y el oficial de tu hermano le ha encerrado, por razones que solo sabe él

—¿Qué oficial?-Dijo Sybil, y eso me sorprendió.

—Uno llamado Bledsoe. Que coincidencia, ¿Eh?-Quería que Sybil confesara que me había echado encima al oficial, para saber quién era mi enemigo.

—Ese es Marv-Dijo lentamente, y ahora parecía algo menos feliz, porque había tratado de culparla o por otra cosa.-El primo segundo de Paul. Pero eso no quiere decir nada.

¿Todo el mundo relacionado con el caso estaba emparentado o qué?

Sybil no quería hacer nada para ayudarme, y no estaba segura de si quería que hiciera algo concreto. No estaba feliz, y pude notar que no pensaba que Tolliver fuera culpable. Pero tampoco quería o podía interferir con el sheriff. Colgamos, las dos igual de infelices.

Pensé mucho un largo rato. Entonces llamé a Mary Nell Teague al móvil. Le había dado el número a Tolliver, y lo había sacado del bolsillo de su chaqueta cuando recogí sus cosas. Lo había escrito bajo su nombre lleno de florituras.

Mary Nell no se alegró de escuchar mi voz al otro lado de la línea.

—Tolliver no puede llamarte-Dije.-Ya que tu tío Harvey le ha metido en la cárcel-Eso no era del todo exacto, pero no quería ser justa.

Pegó un grito y siguió así durante un minuto mientras yo esperaba pacientemente al otro lado de la línea.

—Por supuesto, que no le busca la policía de Montana-Dijo ella.-Es una locura.

Aunque Mary Nell basaba su opinión en su atracción sexual por Tolliver más que en hechos, era bueno escuchar que alguien estaba de su lado. Para poner a la adolescente en el buen camino, le dije que su madre se había negado a ayudarme. No lo dije tan bruscamente, pero me aseguré de que captara la idea. Eso aseguraba que la vida de Sybil sería desagradable al menos durante veinticuatro horas, cosa que era justo lo que se merecía. No soy muy rencorosa.

Llamé después a Hollis, y no obtuve respuesta. Considerando su salida anterior, como si tuviera que irse urgentemente a otro lugar, me pregunta si había vuelto a patrullar. ¿O quizás solo estaba siendo una rata cobarde? ¿Quizás el sheriff le había dicho que se mantuviera alejado de mí si quería mantener su trabajo? Hollis probablemente quería mantenerlo. Traté de no culparle, pero era suficientemente miserable en ese momento como para pensar que era una rata cobarde.

Consideré mi siguiente acción. La posibilidad de romper a llorar cruzó el horizonte, temblando y estremeciéndome. Pero eso sería contraproducente, y había algo más que tenía que poder hacer, aparte de quedarme sentada en la cama del maldito motel. Podría ir a darle una paliza a Bledsoe; y en ese momento sentí que podría sacar su hígado con mis uñas. Pero seguramente había algo más constructivo que hacer... consideré todo lo que sabía, y entonces se me ocurrió. Llamé a Hollis de nuevo y dejé un mensaje en su contestador.

—Si no lo coges es porque no quieres hablar conmigo, me parece bien, pero quiero que sepas esto: Voy ahora mismo a tu casa y voy a rebuscar en tus estanterías-Me arrepentí de haberle devuelto el dinero la otra vez, ya que lo podría haber usando como incentivo si todavía lo tenía.

Corrí hasta la casa de Hollis, ya que necesitaba hacer ejercicio. Quizás me ayudara a mantenerme tranquila más tiempo. La pierna me dolió un par de veces, pero no fue nada horrible. No había coches aparcados en el exterior. Había planeado entrar estuviera Hollis dentro o no, así que no me importaba. Pero no quería ser arrestada mientras lo hacía. Por suerte, la puerta trasera estaba apartada de la mirada de curiosos por espesos arbustos. Ya que era un día entre semana, los posibles vecinos estarían fuera.

Para ser policía, tenía muy poca seguridad. Encontré la llave de repuesto en el tercer lugar en el que busqué— colgando de un clavo por encima de la puerta en el poche. Era una esquina oscura, ligeramente oculta de la vista, pero mis dedos palparon hasta que sentí el clavo, y en un segundo tuve la llave en la mano. Me alegró encontrarla; esto me evitaría tener que romper una ventana para entrar— un gran riesgo, como cualquier policía debería saber.

Ya que el día estaba de nuevo nublado, tuve que encender la luz del comedor. Solo había pasado por delante la otra vez, cuando fuimos a su habitación, así que no me era muy familiar. La pequeña habitación era confortable y... acogedora, con un sillón reclinable y esponjoso. Había una inusual mesa de café delante de la mecedora, y una mesa con una lámpara, revistas y un libro, junto a varias notas. Justo al lado había una estantería llena de libros, la mayoría de suspense, y novelas de Jayne Anne Krent, Sandra Brown, Nora Roberts y demás. Tres eran de misterio— Lee Child y Thomas Cook— que seguramente pertenecían a Hollis.

Hice una revisión general de la casa para asegurarme que estaba buscando en el lugar adecuado. La habitación no tenía estanterías, y la segunda habitación (usada ahora como sala para el ordenador) solo tenía el ordenador y guías de video juegos. En la cocina había un par de libros de recetas, y en el baño una cesta con revistas. Volví al comedor, y revisé los estantes.

Hollis me había dicho que había sacado sus viejos libros de la escuela. Estaba dispuesta a apostar que todavía no los había guardado, y tenía razón. Sally Hopkins Boxleitner se había quedado con un libro de poesía inglesa, una copia de Julio Cesar y El mercader de Venecia, y un libro de historia americana. Había un libro de biología básica también, bastante desgastado.

Según Hollis, el libro tenía una portada roja. Tanto el libro de historia como el de biología eran de color rojizo, al menos el lomo.

—¿Qué demonios estás haciendo aquí?-Supongo que parte de mí asumió los sonidos de Hollis entrando, porque no me sobresalté. Sonaba bastante enfadado.

—Estoy tratando de buscar lo que Sally buscaba esa noche-Dije.-Encontré tu llave de repuesto en menos de dos minutos. Toma. El libro de historia. ¿Este era suyo?

—¿Por qué no has esperado a que regresara a casa?-Quizás sonaba algo menos molesto ahora.

—Pensé que me estabas evitando, así que pensé que no me ibas a dejar entrar

—¿Así que decidiste entrar sin más? ¿Sabes que es ilegal?

—Igual que meter a un hombre en la cárcel por algo que no es cierto. ¿Este era el libro que tenía en las manos?

—Quizás-Dijo, distraído.-¿Hay otro rojo?

—Sí, el de biología, este.

—Quizás fuera ese.

—Vale. Mira tú en el de historia. Yo miraré el de biología.

Giré el libro, lo sacudí y cayó un trozo de papel. Supuse que sería una vieja lista de la compra o una nota que le había escrito a un chico que se sentaba junto a ella en la cuarta hora en la escuela. Pero era algo mucho menos obvio.

Era media hoja de papel blanco, y en él había escrito-SO, YO, DA, NO.

—Si lo hubieras dejado dentro, sabríamos en donde estaba-Señaló Hollis.

—Tienes razón-Dije ausentemente.-Lo he estropeado. ¿Te dice algo esto?

—No, no a primera vista. Pero esa es su letra... la de Sally.

Había un nuevo tono en su voz que penetró en mi sistema emocional.

—Lo siento-Dije, haciendo un gran esfuerzo.-Sé que esto es revolver lo que querías olvidar.

—No, no trato de olvidar a Sally-Dijo.-Pero trato de pensar en el resto de mi vida. Y las ideas de los últimos días, la idea de que Sally fue asesinada, de que el hijo de puta que lo hizo va por esta ciudad, hablándome, libre, no paran de rondarme la cabeza. Y el hecho de cada vez que te veo, me dan tantas ganas de follarte que me duele. Entras en mi casa sin permiso, en mi maldita casa, y quiero follarte ahora mismo sobre el suelo

—¿Si?

—Si.

Era como si hubiera encendido un interruptor. De pronto, yo también lo estaba pensando, pensando que sería bueno olvidarme de mis problemas unos minutos, y me giré quitándome la camiseta.

Fue rápido y violento y el encuentro más excitante que he tenido jamás. Uñas y dientes, piel contra piel, el sonido de un cuerpo contra otro. Después, se tumbó a mi lado en el suelo en el pequeño espacio que había y dijo-Tengo que limpiar-Estaba respirando agitadamente, y las palabras salieron lentamente.

—Un poco de polvo-Dije.-Pero eran una buena compañía.

Resolló al reírse, y me puse el sujetador de nuevo porque había corriente de aire en el suelo. Me giré de lado y me puse sobre un codo.

—Te hecho heridas en la espalda-Dije, mirando los arañazos y la sangre.-Lo siento.

—Se sintió bien cuando sucedió-Dijo, y estaba empezando a quedarse dormido.-No me importa.

Mientras se dormía, me giré de nuevo y ojeé el libro de biología. Era un libro muy básico, con capítulos sobre células y reproducción, el sistema nervioso de los humanos, cómo funcionan los ojos, y...

Miré las marcas de arañazos del hombro de Hollis y sacudí la cabeza. Miré de nuevo al gráfico de la página.

Me puse de nuevo los vaqueros.

—Hollis-Dije suavemente.

—¿Mmph?-dijo, abriendo los ojos.

—Tengo que irme.

—¿Qué? Espera un minuto. ¿Dónde está tu coche?

—Vine corriendo desde el motel hasta tu casa. Volveré andando.

—No, espera un minuto, te llevaré al motel. O puedes quedarte aquí. Sé que no te gusta estar sola.

No era estar sola lo que me ponía ansiosa. Era estar sin mi hermano. Pero no quería explicarle eso.-Necesito volver al motel-Dije, lo más apesadumbrada que pude.-Creo que el abogado podría volver a llamarme-Vale, eso era una mentira, pero estaba tratando de evitar herir sus sentimientos. Tenía que hacer algunas cosas, y tendría vía libre si Hollis no andaba cerca. Se puso su uniforme.

—¿Has comido ya?-Preguntó Hollis, mientras íbamos por la calle principal.

—Ah... no. Creo que no-No había ni siquiera terminado la barra de cereales.

—Entonces al menos deja que te lleve a comprar un bocadillo o algo.

—Eso estaría bien-Dije, de pronto notando que tenía hambre.

El coche se llenó del olor de pollo frito; mi boca estaba salivando.

Cuando Hollis aparcó ante la puerta de mi habitación salí del coche con la bolsa que contenía el bocadillo; quería usar la luz de sus faros para poder meter la llave en la cerradura. El motel era de todo menos bien iluminado. Hollis empezó a retroceder mientras abría la puerta. Me giré para despedirle con una mano mientras en la otra llevaba la bolsa. Casi no pude ver como él me despedía mientras cambiaba de marchas.

De pronto, desde dentro de la habitación me cogieron del brazo y me agitaron, entonces me encontré en el suelo de la habitación a una velocidad increíble.

Rodé y me tiré encima del atacante, empujándolo contra la puerta abierta. Nunca te dejes acorralar. Tienes que pelear al instante, lo había averiguado siendo una adolescente, o tu oponente tendrá el poder; o te duelen las heridas o te aterras. Y tienes que atacar con todas tus fuerzas. Empuja, muerde, araña, patea, aprieta; déjate llevar. Si estás dedicada a herir al otro, tus propias heridas no duelen tanto. Casi no sentía los golpes del hombre en mis costillas cuando le cogí de los testículos y tiré hacia abajo, y entonces le mordí en el cuello lo más fuerte que pude. Estaba gritando y tratando de defenderse cuando Hollis entró.

Me senté con la espalda contra la pared del motel, gimiendo y temblando con la emoción de la pelea, y miré mi atacante, quién Hollis estaba esposando con pocos movimientos. Era Scott, por supuesto, el admirador adolescente de Mary Nell, Scott, el que había tratado de atacarme antes. Ahora estaba sollozando, pequeño mocoso bastardo.

—¿Estás loco?-Le gritó Hollis.-¿Estás chiflado? ¿Atacando así a una mujer?

—Ella es la que está loca-Dijo Scott. Escupió algo de sangre.-¿La has visto?

—Scott, ¿Por qué demonios decidiste hacer esto?-Podía ver que Hollis estaba totalmente asombrado.-¿Quién te dejó entrar en la habitación?-Sacudió al chico.

El adolescente se mantuvo en silencio, mirando a Hollis.

Vernon McCluskey salió de su oficina y bajó por la acera hacia donde estábamos.

—Vernon, ¿Le has dejado entrar en la habitación de Harper?

—Nah-Dijo Vernon. Miró al chico despectivamente. Sabía que no era por haber atacado a una mujer, pero porque había fallado en su ataque.-Yo le alquilé la habitación de al lado. La que antes ocupaba su hermano. Si dejó sin cerrar la puerta que las une es cosa suya. Yo no sabía que Scott iba a hacer esto-Vernon sacudió la cabeza con falso pesar.

Hijo de puta.

Si me sentía paranoica, tenía mis buenos motivos.

—Levántate, Scott-Dijo Hollis.-Vas a ir a la cárcel. Harper ¿Vas a poner cargos?

—Oh, claro que sí-Necesitaba una mano, pero Hollis estaba escoltando a Scott a su coche, y no se lo hubiera pedido a Vernon por nada del mundo. Temblorosa, me puse de pie. Mis músculos tensos estaban temblando, y me sentí débil y enferma. Odiaba a casi todo el mundo.-Quizás tenga que esperar hasta mañana, pero voy a poner cargos. Estaba dispuesta a perdonarle la primera vez, cuando parecía un adolescente loco de celos, pero esto va mucho más allá.

¿Qué demonios había inducido a este chico, que tenía tanto miedo de sus padres y del entrenador, a intentar algo como esto? ¿Qué le habían ordenado hacer? ¿Matarme, darme una paliza?

—Pagado-Dije. Hollis se detuvo, a medias de meter al chico en el coche.-Seguro que alguien le pagó para hacer esto.

Y por la cara de Scott vi que había dado en el clavo.-¿Tenias que romperme algún hueso?-Le pregunté.-¿O matarme?

—Cállate-Dijo, girando su cara de mí.-No me hables más.

—Cobarde-Dije, y recordé que Harvey Branscom le había dicho lo mismo la mañana anterior. Harvey tenía razón.

—Que te den-Dijo Scott, y entonces Hollis cerró la puerta tras él.

Vernon todavía estaba de pie cuando se fueron.

—Si haces algo más aparte de coger mi llave el día que nos vayamos, pondré tantas denuncias que te irás a la bancarrota-Dije. Sabía muy bien que había dejado cerrada la puerta que había entre las habitaciones.-Si me sucede algo, mi hermano vendrá a ajustar cuentas. Si le pasa algo a él, nuestro abogado lo hará.

No dijo nada, pero me miró con hostiles ojos mientras cerraba la puerta y ponía el pestillo. Cogí la bolsa del bocadillo. Por suerte, no había pedido nada de beber, ya que tenía botellas en el frigorífico de la habitación. Vernon probablemente me hubiera arrestado por deterioro de material si tiraba una coca-cola en su verde moqueta.

Puse una silla bajo el manillar de la puerta y puse el frigorífico contra la puerta que unía ambas habitaciones. No sujetaría la puerta, pero retrasaría la entrada y podría escucharlo. Usé mi teléfono móvil para llamar a Art en Atlanta, y le dejé un mensaje en su contestador detallando lo que acababa de suceder. Solo para que lo supiera.

Estaba tan sola que lloré.

Entonces me comí lo de la bolsa, no porque quisiera (ya estaba frío para entonces) pero porque necesitaba energías. Me quité la ropa con dedos temblorosos. Estaba hecha un asco; había tenido sexo y una pelea en la misma tarde, y necesitaba una ducha. Me miré al espejo que había sobre el lavabo. Mis costillas ya se estaban poniendo moradas en el lado en que Scott me había dado un par de buenos golpes. Respiré profundamente, tratando de ver si tenía costillas rotas. No lo creía, después de unos movimientos experimentales.

Me aliviaba un poco pensar que si había sido un día malo para mí, sería peor para Scott. Había pasado de ser el capitán del equipo de fútbol y adecuado para Mary Nell a un delincuente. Su dolido orgullo lo había hecho; eso y un soborno. Suponía que estaría avergonzado de los acontecimientos de la mañana. El entrenador probablemente le habría hecho quedar como un tonto, después de que el sheriff le hubiera llamado cobarde. En vez de tomarse esas palabras en serio, se había enfadado y cuando le habían ofrecido dinero había saltado para recuperar su autoestima. Era una de esas situaciones donde aprendes de qué estás hecho. Por desgracia para Scott, averiguo que era algo más débil de lo que se pensaba.

Hollis llamó después de meter a Scott en la cárcel. Quería saber cómo estaba y decirme que no habría nada por la noche que me fuera a molestar.-Ya averiguaremos que significaban las iníciales-Dijo.-Conocía a mi mujer, y lo comprenderé antes o después.

No creo que tuviéramos hasta-después´-y no sabía si conocer a Sally ayudaría o no. Ella sabía exactamente lo que ella quería decir, y se refería a algo sencillo y obvio. Con todos mis respetos a Sally, si una chica que se había graduado en Sarne podía descubrir algo después de mirar un libro de biología, yo sería capaz de hacerlo también. Igual que un gran número de gente, y eso era lo que me preocupaba.-SO YO DA NO-escribí en la libreta que había junto al teléfono. Lo escribí como una sola palabra. Lo escribí del revés. Traté de hacer palabras con las letras. Me dormí con el lapicero en la mano.