Capítulo 5
No teníamos nada que hacer al día siguiente, que otra vez amaneció grisácea y mustia. Salí a correr después de levantarme, vio como Tolliver corría en dirección opuesta cuando casi había llegado al motel. Después de darme una ducha, y de que él hubiera regresado, comimos en un lugar diferente.
A media mañana, estaba tan aburrida que le dije a Tolliver que me llevara al viejo cementerio, el que había sentido la mañana que encontré a Teenie. Lo encontré con mi otro sentido, en vez de preguntar la dirección. Este cementerio tenía tumbas de hace ciento cincuenta años— bien conservado, al menos en términos Americanos. La presencia de tantas viejas muertes produce un constante y tenue murmullo, casi relajante; como ruido de tambores en la distancia. Aunque el suelo estaba bien cuidado, la sección que miramos que era la más vieja tenía las lápidas algo oscurecidas. Esas piedras pertenecían a las familias que habían muerto; no había descendientes vivos para cuidarlas. Me divertí yendo de tumba en tumba, acercándome para ver qué información me proporcionaba cada montón de huesos. Los vistazos que obtenía de las caras eran frecuentemente borrosos u oscuros, como si los muertos hubieran olvidado quienes eran. De vez en cuando veía rasgos claros, escuchaba un nombre, veía un poco más de la muerte del pasado.
—En el parto-Le dije a Tolliver, que estaba sentado con medio cuerpo fuera del coche mientras hacía un crucigrama.
—Otro más-Dijo, sin levantar casi los ojos de la página. Era el tercero que veía.
—Es algo aterrador-Pasé a la siguiente tumba. Como esto era solo para pasar el tiempo así y mantenerme en forma, me había dejado las zapatillas puestas. Era un día fresco y no quería resfriarme, ya que solo estaba tonteando.-Sabes, Tolliver, los hombres no solían morir de ataque al corazón
—¿Ah no?
—Eso es lo que escuché en las noticias el otro día. ¡Oh! Este tipo fue aplastado por un árbol que estaba cortando él mismo.
Tolliver no se molestó en levantar la mirada.-Um-Dijo, así que supuse que no estaba escuchando. Me moví hacia la derecha.-Ataque de asma-Murmuré.-Sangre envenenada por un corte con un cuchillo, Fiebre escarlata, Viruela, Resfriado, Neumonía-Sacudí mi cabeza. Tantas cosas de esas podían ser curadas, o al menos controladas, ahora. No podía entender a la gente que le gustaba los tiempos pasados. No pensaban en la falta de antibióticos, eso seguro.
La siguiente tumba era una de las más antiguas. La lápida estaba rota en dos, y alguien había tratado de pegarla. No podía leer el nombre.
—Hey, herida de bala-Le dije a Tolliver.
—Ese es el teniente Pleasant Early-Dijo Hollis Boxleitner, a unos metros detrás de mí.-Le dispararon durante la guerra Civil.
Si hubiera habido una tumba abierta, hubiera saltado dentro. Tolliver miró hacia arriba y dejó la revista.-¿De dónde sale?-Preguntó, en un tono no muy amistoso.
—Estaba quitando la maleza de la tumba de mi bisabuela-Hollis señaló con la cabeza hacia la parte norte del cementerio; obviamente, había un cubo lleno de malas hierbas y una pala junto a la tumba.
—Durante la investigación de un crimen ¿Tiene tiempo para esto?-La voz de Tolliver era más afilada de lo necesario.
—Me relaja-La amplia cara de Hollis se mantuvo tranquila.-Y ha venido la policía estatal-
Una ráfaga de viento movió las hojas secas sobre las tumbas. Mientras cruzaban el cementerio, emitieron un siseo. Me gustaba.
—Entonces... ¿Esto es una diversión para usted?-Preguntó Hollis, señalando las tumbas de alrededor.
—Sí. Para mantenerme en forma-La gente siempre espera que me avergüence de lo que hago. ¿Por qué?
—¿Ha ido a algún cementerio realmente viejo? ¿Cómo en Inglaterra por ejemplo?-
Incliné mi cabeza.-No muy a menudo. Hay enterramientos indios, por supuesto, y a veces alguno más antiguo. Esos suelen ser interesantes. Y una vez fuimos a uno de los primeros de América. En Massachusetts.
—¿Era igual? ¿El tiempo que ha pasado desde la muerte importa?.
Me gustó la pregunta. No mucha gente quiere saber algo sobre lo que hago.-Sí, importa-Dije.-Obtengo imágenes más débiles, algo menos exactas. Algún día me gustaría ir a la abadía de Westminster y a Stonehenge-Mucha gente vieja muerta ahí, seguro.
—¿Cree que podría obtener más información si regresara a la casa de Helen Hopkins?-el policía había aparecido de nuevo, terminando nuestra conversación.
—No-Dije.-Tendría que estar con el cuerpo-No quería pasar por eso, para nada. Era muy desagradable, ver la muerte de alguien que conoces.
—La policía estatal se ocuparán de la investigación-Dijo Hollis, después de haber recuperado su cubo de malas hierbas.-Ahora solo respondo al teléfono durante mi turno. Han puesto una línea directa.
Me llevó un segundo darme cuenta de que le habían excluido de la investigación.
—Eso apesta-Dije. Había conocido suficientes policías como para saber que a los mejores les gustaba estar al mando. Los mejores tienen esa confianza.
Se encogió de hombros.-En cierta forma. Solo soy medio-policía, es cierto.
—Era tu nuera.
—Sí-Dijo pesadamente.-La están esperando.
Por un segundo, como estaba sobre una tumba, estaba segura de que hablaba de los muertos; y ya sabía que esa así. Después me di cuenta de que lo que quería decir era mucho más simple. El abogado, Paul Edwards, y un hombre uniformado que nunca había visto, estaban junto al coche hablando con Tolliver. Me alegré de haberme dejado puestos los zapatos. Respiré y fui hacia los hombres.
—Buena suerte-Dijo Hollis, y asentí. Sabía que estaba mirando, y que lo vería.
Pasamos un rato terrible en la comisaría. La policía estatal pensaba que yo era una
aprovechada. Me anticipé a su actitud mientras íbamos hacia el centro de la ciudad, pero me cansé. Las caras de hombre se sucedieron lentamente. Delgado, gordo, blanco, negro, inteligente, tonto; todos tenían una opinión de mí y ninguno trató de esconderla. Supongo que pensaban que Tolliver era el que permitía que le sacara el dinero a la gente.
No me gusta que me traten como a una embustera, y estoy segura de que a Tolliver tampoco. Me meto dentro de mí misma, y no dejo que me afecten. Tolliver también intenta hacer eso, pero con menos éxito. Se enfada mucho cuando la gente apela a nuestra honradez.
—Hemos revisado sus archivos-Dijo un hombre delgado con una cara fría y ojos pequeños. La sala de interrogatorios era pequeña y estaba pintada de color beige. Habían llevado a Tolliver a la habitación de al lado.
Respiré, dentro, fuera, miré la pared que había detrás.
—Usted y su ‘hermano’ han sido interrogados muchas veces-Dijo. En su chapa ponía que se llamaba Green. Esperó para asegurarse de que me había dado cuenta de las comillas en la palabra hermano.
Como no tenía nada que responder, esperé también.
—Nadie les ha puesto nunca entre rejas-Dijo.
Ese era otro hecho irrefutable, así que esperé algo más.
—Por supuesto, deberían haberlo hecho.
Opinión. Eso no necesitaba respuesta, mis padres no habían sido abogados por nada.
—Sabe lo que dicen los de por aquí-Dijo Green.-¿De la gente que va a las reuniones familiares para buscar una cita?
Green era de otro lugar, supuse. Me deslicé sobre la silla de plástico.
—Supongo que usted y su hermano son así-Dijo, con la sonrisa más desagradable que pudo encontrar.
Otra opinión, y una que sabía que estaba basada en información incorrecta.
—No es realmente su hermano, ¿Verdad?
—Hermanastro-Dije.
Se sorprendió.-Pero le presenta como su hermano.
—Así es más fácil-Dije. Cruzando mis piernas de otra forma, para cambiar un poco. Estaba lista para comer. Tolliver y yo iríamos a un restaurante, o cogeríamos algo del supermercado y prepararíamos algo en el microondas que llevamos en el coche en la habitación del motel. Habíamos hablado de comprar una pequeña casa fuera de Dallas. Podríamos tener un microondas más grande allí, o quizás podría aprender a cocinar. Me gustaba limpiar; es decir, no me gustaba el proceso exactamente, pero me gustaba el resultado. Quizás podría suscribirme a una revista, algo que nunca había hecho. Quizás National Geographic. El mes de Diciembre después de mudarnos, prepararíamos un árbol de navidad. No habíamos tenido un árbol la navidad desde hace diez años.
—¿... escuchando algo de lo que digo?-la cara del sabueso Green estaba llena de ira.
—No, no lo he hecho, estoy lista para irme, sabe que no maté a esa pobre mujer, sabe que tampoco fue Tolliver, no hay motivos para que quiera escuchar lo que me cuenta. Simplemente no le gusto, pero no puede arrestarme por eso
—Se aprovecha del dolor de otros.
—¿Cómo?
Me miró.-Están de luto, quieren pasar página, y usted y su hermano aparecen como cuervos sobre los restos.
—No es así-Dije bruscamente, ahí estaba sobre terreno seguro.-Encuentro el cuerpo, entonces pueden pasar página, son más felices-Me puse de pie, sintiendo que mis piernas me hormigueaban al haber pasado tanto rato en la misma silla.-Nos quedaremos en la ciudad el tiempo que quieran. Pero no le hicimos daño a Helen Hopkins y lo sabe-
Se levantó también, tratando de buscar algo que decir para detenerme, culparme de algún crimen. Pero no había nada, y tuvo que ver cómo me iba. Llamé a la puerta de la habitación de al lado.-Tolliver-Dije.-Vámonos.
Después de una pausa, Tolliver abrió la puerta y salió fuera. Le miré, y vi que sus ojos estaban llenos de ira. Puse amablemente una mano sobre su mejilla, y cuando pasó un momento, se relajó un poco. Juntos, salimos de la comisaría de Sarne y fuimos hacia el coche. La hierba que rodeaba el edificio estaba empezando a ponerse marrón, y las hojas de los robles caían sobre él.
Siguiendo el camino de una hoja, mis ojos se toparon con Mary Nell Teague. Estaba esperándonos, con cara ansiosa. No, estaba esperando a Tolliver. Yo era claramente una sombra a su lado. Había aparcado su pequeño coche junto al nuestro, cosa que debió de ser difícil. Era sábado y había mucha gente en la ciudad.
Un grupo de adolescentes rodeaban el monumento a la guerra. Podrían haber sido adolescentes de cualquier lado de Estados Unidos— vaqueros, camisetas, deportivas. Quizás sus cortes de pelo no eran la última moda, pero eso no le importaba a nadie aquí. Les hubiera dedicado un segundo vistazo si no me hubiera dado cuenta de que nos estaban mirando. No parecían muy amigables. El más alto miraba a Nell y a Tolliver.
—Hmm-Dije, asegurándome de que Tolliver los había visto.
—Los psíquicos son basura-Dijo el chico más alto, suficientemente alto para que lo escucháramos. Por supuesto, esa era su intención. Probablemente estaba en el equipo de fútbol, probablemente era el representante de la clase. Era el macho alfa. Guapo y fuerte, llevaba deportivas que seguro eran más caras que mi conjunto entero.-El demonio está dentro de la gente que dicen hablar con los muertos-Dijo todavía más alto. Mary Nell estaba quizás demasiado lejos para escucharle, pero estaba mirando a los chicos y a nosotros, y parecía, a su vez, indignada, aterrada y excitada. Pensé que teníamos un pequeño triángulo amoroso entre manos: macho alfa, Mary Nell y Tolliver. Solo que Tolliver no lo sabía.
Me ponía más ansiosa por momentos. Los chicos se nos acercaban. Tolliver había sacado las llaves de su bolsillo y había apretado el botón para abrir las puertas.
Mary Nell, moviéndose rápidamente nos alcanzó justo antes que los chicos.-¡Hey, Tolliver!-dijo alegremente, abrazándole.-Oh... hola, Harper-Traté de no sonreír ante mi evidente inferioridad. Era fácil no sonreír cuando veía que no había forma humana de evitar una confrontación con los chicos. El macho alfa puso sus manos sobre los hombros de Nell, parándola en seco, y a nosotros.
—No deberías estar con esta gente-Le dijo a Mary Nell. Podía notar por su tono de voz que la conocía desde hace tiempo, y que probablemente le interesaba.
El macho alfa la conocía desde hace mucho, pero no bien. La cara de ella se llenó de rabia. La había avergonzado delante de su nueva fijación, un exótico hombre más mayor de fuera.-Scotty, no tienes poder sobre mí-Dijo ella.-Tolliver, vamos al Sonic a tomar algo.
Tolliver estaba entre la espada y la pared, y esperé a ver cómo salía de esa. Mientras se lo pensaba, miré las caras de los demás chicos, tratando de captar sus miradas y sonreír, la típica sonrisa de presentadora de televisión. Solo dos de ellos asintieron hacia mí; el resto o me ignoraron o me gruñeron. Esto no era bueno.
—Mary Nell, me gustaría, pero Harper y yo tenemos que volver al motel para hacer unas llamadas-Dijo Tolliver. Podía ver como buscaba algo que decir que al mismo tiempo mantuviera su orgullo, le sacara del apuro y apaciguara a los chicos que nos miraban. No había nada que pudiera servir para las tres cosas.
—Quizás a Mary Nell le gustaría cenar hoy con nosotros-Dije a mi pesar. No era que tratara de mostrarle mi piedad al a chica; si se enfadaba con nosotros, su ira le daría permiso a los chicos para atacar.
Vi el conflicto pasar por la cara de Mary Nell; era yo quién había preguntado, lo que le restaba valor a la invitación, pero más o menos le salvaba la cara.-Eso estaría genial-Dijo, mirándome.-Os veré a las seis en la taberna Ozarks Valley-
No sabía dónde estaba eso, pero dije-Nos vemos luego-Y Nell se fue andando rápidamente hacia du coche, con la cabeza alta. Igual de rápido, Tolliver y yo nos metimos al coche y nos alejamos, parando en el siguiente semáforo para abrocharnos los cinturones de seguridad.
Tolliver parecía furioso y avergonzado.-Qué lástima que no quieras estar en una banda de chicos-Dije, después de un minuto de ir en silencio.-Obviamente tienes el carisma
—¡Oh, cállate!-Dijo.-¿Y tú? ¿Vas a ser una de las chicas de un agente de la ley?
—Bueno, al menos Hollis es mayor de edad...-Empecé, pero no pude evitar sonreír.
Tolliver consiguió curvar ligeramente los labios.
—¿Dónde está la taberna Ozark Valley?-Dijo.-Ni idea, pero será mejor que la encontremos antes de las seis. Dios, me duele la cabeza. Espero que no sea tan malo que tenga que saltarme la cena
—Hazlo y morirás.
Cogimos unas ensaladas para comer, y las llevamos al motel. El teléfono sonó justo cuando nos preparábamos para leer. Estábamos en mi habitación, así que respondí yo.
—Soy Hollis. ¿Quiere venir a cenar conmigo esta noche?
¿Podríamos tener una doble cita con Mary Nell y Tolliver? ¿No sería divertido? Me mordí el labio para evitar sugerirlo.-Ya tengo planes-Dije dudando, sabiendo que debería negarme en rotundo, pero estaba tentada.
—¿Algo para beber después?
—Sí-Dije cautelosa, después de haberlo pensado.
—La recogeré en el motel. ¿A las ocho?
—Vale, nos vemos.
—Está bien. Adiós.
Yo también dije adiós y colgué. Tolliver me estaba mirando sarcásticamente.-Deja que lo adivine, el poli.
Asentí.-Hemos quedado para tomar algo a las ocho, así que tendremos que acortar un poco tu cita romántica con Mary Nell. Estoy segura de que no quieres estar a solas con ella
—Si hubiera algún lugar aquí en el que se tarde más de dos horas para comer, me sorprendería mucho-Dijo Tolliver, secamente.
Asentí, y abrí el libro de nuevo. Pero durante unos pocos minutos, leí la misma página una y otra vez.
Cuando pasamos por la recepción del motel para preguntar la dirección de la taberna Ozarks Valley, nos dimos cuenta de que el viejo hombre que lo manejaba no estaba muy contento de ayudarnos. Aprendimos que su nombre era Vernon, y que tenía la descastada y arrugada cara de un basset. Vernon había sido amable hasta ahora, aunque no le habíamos visto mucho. Pero esta noche estaba distante, con mirada de reproche.-¿Van a mudarse allí?-Preguntó, casi deseoso.
—No-Dije, sorprendida.-Solo vamos a cenar con alguien allí.
—Porque quería decírselo, voy a necesitar esas habitaciones pronto. Espero que no penséis quedaros mucho tiempo.
—Seguro que tiene mucho trabajo por aquí-Dije, quizás algo fríamente.-y no nos quedaremos más de lo necesario.
—Me alegra saberlo.
—Supongo que nadie nos dirá que hagamos de jurado para la fiesta del pueblo-Le dije a Tolliver cuando entramos al coche.
Sonrió, pero era una sonrisa pequeña.-Cuanto antes nos marchemos de Sarne, mejor.
Mary Nell llegó siete minutos después que nosotros a la taberna, que estaba al sur del pueblo. Su cara estaba sonrojada y llevaba el teléfono en la mano. Estaba segura de que le había mentido a su madre sobre su paradero y sobre con quién iba a estar. Casi odié a esa chica en ese momento, por los problemas que nos podría causar.
—Siento llegar tarde-Dijo Mary Nell, mientras cogía una silla.-Tenía cosas que hacer en casa. Mi madre es una paranoica.
—Ha perdido a tu hermano-Dije.-Seguro que eso la hace más protectora-Pensé que ni siquiera una adolescente egocéntrica no podría no haber notado eso.
La chica se sonrojó más.-Claro-Dijo tensa.-Es que, no parece saber qué edad tengo-Se había vestido con cuidado, con unos vaqueros nuevos y una camiseta verte. Llevaba una chaqueta y botas.
—Eso pasa con las madres-Dije. Mi propia madre se había olvidado de mi edad, después de que empezara con las drogas y el alcohol. Había decidid que era mucho más mayor y que necesitaba un novio. Había escogido a un amigo suyo que estaba dispuesto a darle muestras gratis si él era mi primera-cita-Tolliver se había marchado a clase por entonces, y tuve que pasar el día entero encerrada en mi habitación. Sabía que en algún momento se irían a dormir y que podría salir de la casa, pero tenía hambre y sed y no tenía acceso a un baño. Después de eso, siempre tuve una botella de agua, galletas y una cacerola en mi habitación.
—¿Has vivido en Sarne toda tu vida?-Tolliver le preguntó a Mary Nell.
Se sonrojó cuando le habló directamente a ella.-Sí-Dijo.-Los padres de mis padres también nacieron aquí. Papá murió poco antes que Dell-Me sorprendió. Cuando Edwards me dijo que Sybil era viuda desde hace poco, no me había dado cuenta de lo reciente que era eso.-Dell, echaba de menos a papá... Era más cercano a él que yo-Sonaba algo resentida.
—Quiero hacerte una pregunta, Mary Nell-Dije.-No quiero que te entristezcas más de lo necesario, pero cuando viniste a hablar con nosotros la otra noche, dejaste a medias la última frase. Dijiste algo como ‘Sabía que él no podía matar a Teenie y...’ y entonces te callaste. ¿Qué ibas a decir?
Mary Nell me miró. Se podía ver que tenía un conflicto de sentimientos.-Por favor, dínoslo, Nell-Dijo Tolliver, y ella se derrumbó cuando le miró con sus ojos marrones. La había llamado de forma especial.
—Vale-Dijo, acercándose para contarnos su gran secreteo.-Dell me dijo, la semana antes de que él y Teenie... la semana antes de morir, que Teenie iba a tener un hijo-Su excesivo maquillaje la hacía parecer un mapache. La chica estaba claramente asombrada de que su hermano hubiera tenido sexo con su novia, y consideraba que el embarazo era un secreto de estado.
—¿Nadie lo sabía?
—No se lo dijo a mi madre. Le hubiera matado-Entonces, al darse cuenta de lo que había dicho, Mary Nell se puso tan roja como un ladrillo, y las lágrimas llenaron sus ojos.
—Está bien-Dije.-Sabemos que tu madre no haría eso.
—Bueno, a mamá nunca le ha gustado la madre de Teenie demasiado. No sé porqué. La Sra. Helen solía trabajar para nosotros hace unos años, y pensé que era una buena mujer. Siempre cantando-
Podía notar que se acababa de acordar de que habían asesinado también a Helen Hopkins. Había una expresión en su cara, una mirada perdida, como si se estuviera ahogando.
—Si yo matara a todos los que no me caen bien, les arrancaría el pelo.
Mary Nell se rió y se tapó la boca con su pequeña mano.
Después de este tiempo, ¿La autopsia podría determinar que Teenie estaba embarazada?
—¿No se lo dijo a nadie más?-Pregunté.
—Nadie excepto yo lo sabía-Dijo Mary Nell orgullosa.
Mary Nell estaba segura de que su hermano no se lo había contado a nadie, ¿Pero y Teenie? ¿Se lo había dicho a alguien? ¿Quizás a su madre?
Su madre, que... er, deja que piense... estaba muerta.