11

UN ESPÍA EN CASA

Antes de acabar, me gustaría compartir con vosotros lo que he aprendido después de atravesar todo este sinsentido.

  • «El resentimiento es como ingerir un veneno y esperar que sea otra persona quien se muera.»
  • Decir que eres alcohólico y adicto es como decir que eres de Los Ángeles y de California.
  • Parte de lo que me ha hecho más sabia procede de mi abuela materna, la que cerraba los armarios con llave, que me decía: «La mosca tiene las mismas posibilidades de aterrizar sobre mierda que sobre una tarta». (Eso parece cierto). También me decía: «¡Llora todo lo que quieras, mearás menos!». (Esto no sé si es cierto.)
  • Lo más importante lo he aprendido sola, sin necesitar ayuda. He aprendido que no he de ponerme un piercing en la lengua. Porque si pensabais ponéroslo por la razón que yo me imagino que os lo pensabais poner, y resulta que tampoco se os da muy bien esa actividad en primer lugar, no hay joya pequeña que obre milagros.

Hace poco estuve con un sacerdote amigo mío (lo normal) y le contaba que tenía cita con mi hija y mi psiquiatra la semana siguiente.

—Va a ser difícil —me quejé.

—Has pasado por cosas difíciles en el pasado —respondió, encogiéndose de hombros.

¿Quién no ha pasado por cosas difíciles en el pasado?

Como ya he dicho, este año he cumplido cincuenta y dos años. (No sé si os habéis enterado, pero han dicho que cincuenta y dos es ahora como treinta y uno antes. Como el color negro).

Y me gusta verme a mí misma como guardiana de ciertos límites. Y ahora, en mi nombre, te toca a ti.

Si me he olvidado de contar algo en estas páginas podría deberse a la terapia electroconvulsiva, a la mala memoria propia de la edad o al hecho de tener demasiadas cosas en la cabeza.

Sherlock Holmes pensaba que el cerebro sólo puede albergar una cantidad limitada de información, y cuando se enteraba de algo que consideraba completamente inútil para su actividad profesional, intentaba olvidarlo sistemáticamente.

¡Me gusta citar a personajes de ficción porque yo misma lo soy un poco! En fin, lo que quería decir es que tengo algo que se me ha quedado atascado en la cabeza, y por esa razón suelo perderme de camino a casas de amigos, me olvido de los nombres de la gente y voy dejando objetos a mi paso, que mi marido, Dick Tater, se ve obligado a recoger. Y a veces, no recuerdo parte de mi espectáculo, que es como empezó todo esto. Por lo menos ya lo he escrito.

Lo que sigue es ese «algo» que se me ha quedado atascado en la cabeza y que estoy intentando sistemáticamente olvidar en estas páginas dirigidas al público. (Si habéis comprendido esto, es que necesitáis medicaros desesperadamente).

Es un poema. Sí, tal como habréis imaginado, un poema de George Lucas:

General Kenobi, hace años serviste a las órdenes de mi padre en las guerras clónicas; ahora él pide que lo ayudéis en su lucha contra el imperio. Siento no poder trasladaros la petición de mi padre en persona, pues mi nave ha sido atacada y mi misión de llevaros a Alderaan ha fracasado. He grabado información vital para la supervivencia de la rebelión en la memoria de esta unidad R2. (Proper Copper Coffee Pot). Mi padre sabrá cómo recuperar la información. Debéis asegurar que este droide le sea entregado a mi padre en Alderaan… Éste es nuestro momento más desesperado. Ayudadme, Obi-Wan Kenobi, sois mi única esperanza.

No consigo olvidarme de ese estúpido discurso holográfico. ¡Por eso he tomado tantas drogas!