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«POR LO QUE VEO DE LA GENTE COMO YO, MEJORAMOS, PERO NUNCA NOS CURAMOS»
(Paul Simon)
Años atrás las tribus poblaban el mundo, y todas ellas tenían un miembro mágico. Ahora, como sabéis, las tribus han desaparecido, pero de vez en cuando uno conoce una persona mágica, y de vez en cuando, uno conoce a otra persona de la misma tribu. Eso es lo que sentí cuando conocí a Paul Simon. Paul y yo compartíamos sensibilidad como si fuera un saludo secreto. Por supuesto, no siempre estábamos de acuerdo, pero entendíamos los términos de nuestros desacuerdos.
Mi madre solía decir: «Paul puede ser encantador, cuando quiere».
Y mi padre quería que Paul le escribiera letras para grabar un disco.
En fin, Paul y yo salimos durante seis años. Estuvimos casados dos años, divorciados uno. Como teníamos buenos recuerdos el uno del otro, ¿qué creéis que hicimos?
No, no volvimos a casarnos. Volvimos a salir juntos. Que exactamente lo que te apetece hacer después de estar casado y divorciado.
Samuel Johnson dijo una vez que volver a casarse (y no se refería a volver a casarse con la misma persona sino a volver a casarse en general) es «el triunfo de la esperanza sobre la experiencia». Para mí, volver a casarme con la misma persona fue el triunfo de la nostalgia sobre el buen juicio.
Paul y yo estuvimos juntos durante doce años (de forma intermitente) y viajamos a un montón de sitios, por todo el mundo, El último lugar que visitamos fue el Amazonas, que por cierto os recomiendo mucho, si os gustan los mosquitos. Cuando regresamos Paul grabó un disco inspirado en la música de Suramérica que tituló The Rhythm of the Saints, y que contiene la última canción que escribió sobre mí. Se llama «She moves on», «Ella se aleja», irónico título. Si podéis conseguir que Paul Simon escriba una canción sobre vosotros, no lo dudéis, porque lo hace maravillosamente bien. En un momento dado, la letra dice:
Es como una peonza, / no se puede parar…
Pues, sí. Me conocía a fondo.
Pero el fragmento que quería reproducir es el siguiente:
Temo ser hecho cautivo, / abandonado y olvidado /en sus ojos de frío café…
Ajá. Soy una cabrona.
Aunque Paul no escribía sólo canciones crueles sobre mí.
Ha vuelto para decirme que se ha ido / como si yo no lo supiera ya, / como si yo no viera mi propia cama, / como si no me diera cuenta de cómo se aparta el flequillo de la frente.
¿Me reconocéis ahora?
Escribió otras cosas agradables sobre mí y sobre el tiempo en que estuvimos juntos, pero ya sabéis qué pasa con los ex, uno tiende a recordar las cosas negativas.
¿O es que me pasa sólo a mí? Debe de ser eso.
En una canción titulada «Allergies», decía:
… mi corazón es alérgico / a la mujer a la que quiero, / me está cambiando la forma de la cara…
¿Os parece halagador? La verdad es que a mí no.
Pero Paul grabó otro disco; un disco precioso. Bueno, todos lo son, pero éste en particular, que se titulaba Hearts and Bones («Corazones y huesos») tiene una canción sobre… nosotros, que se llama igual y dice:
Dos judíos errantes, uno entero y el otro medio, / regresaron a sus costas /a rehacer el trato con su gente. / Salían de casa en ocasiones, / y especulaban sobre cuál de ellos había sufrido más daño…
Pero no podía ser, porque no me dieron permiso para reproducir estas letras. Eso estaría muy mal, ¿no?
No, no está tan mal, porque no le pedí pensión alimenticia a Paul. Consideradlo como mi pensión. Mi estupenda pensión es:
Dos judíos errantes, uno entero y el otro medio… especulan sobre cuál de ellos había sufrido más daño.
A ver si adivináis quién ganó ese concurso.
Pobre Paul. Aguantarme a mí fue mucho. En último término fui un poco lo que se dice buena anécdota, mala realidad. Le ofrecía buen material, pero en el día a día era más de lo que podía soportar.
Una vez tuvimos una pelea (durante nuestra luna de miel) en la que dije: «No sólo no me gustas, sino que no me gustas tú personalmente». Quisimos continuar la discusión, pero no pudimos, porque nos estábamos partiendo de risa.
Así que a los veintiséis años me casé con Paul. A los veintiocho, nos divorciamos, y a los veintinueve, hice una cura de desintoxicación. No porque me hiciera falta, sino porque estaba documentándome para escribir mi novela Postales desde el filo, y necesitaba conocer a unos cuantos alcohólicos y drogadictos para dar veracidad al relato.