El Rosenborg Slot, uno de los monumentos más importantes de Copenhague, es un castillo con foso y torrecillas que alberga una colección enorme de retratos, tapices, atuendos y joyas de la monarquía. Se erigió entre 1606 y 1633 por orden de Cristián IV, que lo concibió como su residencia de verano. Posteriormente, el uso del edificio quedó limitado a la celebración de ciertos actos oficiales y la conservación de las reliquias reales. Se abrió al público en la década de 1830 como museo, función que aún ejerce en la actualidad.
Indispensable
El salón de invierno de Cristián IV
La sala 1 es la que mejor se conserva del edificio original. El revestimiento de madera luce varios cuadros flamencos engastados y es obra de Gregor Greuss, ebanista de la corte, que lo completó en 1620. Pieter Isaacsz, pintor holandés de origen danés, se encargó de adornar el techo original con temas mitológicos en torno a 1770. Una de las piezas más destacadas es la mesa florentina del s. XVII, que se hizo con incrustaciones de piedras semipreciosas. Igual de fascinante resulta el reloj astronómico, que tiene figuras decorativas y música: lo fabricó el famoso relojero suizo Isaac Habrecht en 1594.
El dormitorio real de Cristián IV
La sala 3 es la que vio morir al famoso rey Cristián IV –apodado el Constructor– el 28 de febrero de 1648. Allí se guarda su gorro de dormir, sus zapatillas y el uniforme que llevó durante la batalla naval de Kolberger Heide en julio de 1644, que aún conserva las manchas de sangre. Las paredes, las puertas y el techo de estuco datan de la época del monarca. El techo del cuarto de baño adyacente también es de aquel período, pero los azulejos azules y blancos se colocaron durante la remodelación que llevó a cabo el rey Federico IV en 1705: algunos son los originales holandeses, mientras que otros se fabricaron en Copenhague en 1736. Antaño, el retrete tenía cisterna, y las deposiciones reales iban a parar directamente al foso.
El gabinete de los espejos
Esta habitación no es la más lujosa del primer piso, pero sí la más curiosa. Se trata de un espacio barroco inspirado en el palacio francés de Versalles con el techo, el suelo y las paredes forradas de espejos. Data de principios del s. XVIII y se diseñó por expreso deseo de Federico IV. Las estancias de este tipo fueron el último grito en su día y estaban conectadas con el dormitorio del rey, como ocurre en este caso. La alcoba de Federico IV se halla en la sala 4 –o sea, en el piso inferior– y queda unida al gabinete mediante una escalera de caracol. Tanto espejo parece un poco perverso, sobre todo cuando uno se entera de que el monarca tenía su colección de literatura erótica en la sala de al lado.
El salón de los caballeros
Esta estancia se diseñó para acoger los bailes de la corte. Se terminó en 1624 y fue la última sala del castillo que se amuebló. De las paredes cuelgan los 12 tapices de Rosenborg, que relatan de manera gráfica las batallas que Dinamarca libró con Suecia durante la Guerra Escanesa (1675-1679). Las telas las encargó Cristián V para presumir de la destreza de su ejército. Además, el salón alberga los tronos de coronación y luce un techo de estuco con pinturas de Hendrick Krock que representan los cuatro símbolos del rey: la corona, el orbe, la espada y el cetro. En un lateral hay dos salas más pequeñas: en una se expone un juego de cristalería veneciana, y en la otra, la vajilla Flora Danica de porcelana original, que tiene una decoración exquisita de motivos botánicos.
Las bodegas y la sala verde
Lo mejor del Rosenborg Slot es, sin duda, el sótano, que alberga una colección extraordinaria de joyas y otras piezas de la casa real. Entre la enorme cantidad de botellas que se conservan en la bodega hay varias del s. XVIII, que se lucen en las ocasiones más especiales. Sin embargo, como el contenido ya no hay quien se lo beba, el gesto de abrirlas es meramente ceremonial. La bodega del extremo norte luce algunos objetos decorativos bastante curiosos, como la araña de ámbar que Lorenz Spengler fabricó en el s. XVIII. Por otro lado, en el extremo opuesto del sótano se halla la sala verde, donde se expone una serie de objetos interesantes, entre los que destacan los jaeces empleados durante la coronación de Cristián IV en 1596.
El tesoro
Al lado de la sala verde se encuentra el tesoro, la sala donde se custodian los objetos más valiosos del castillo. El más notable es la corona de Cristián IV, una pieza de oro, perlas y piedras preciosas que pesa casi tres kilos y fue fabricada expresamente para la coronación del rey por el orfebre Dirich Fyring, oriundo de Odense. Entre los elementos que la decoran, cabe destacar la figura de un pelícano alimentando a su prole con su propia sangre, una representación simbólica del soberano sacrificándose por sus súbditos. Igual de impresionantes resultan la espada de Cristián III (1551) y el cuerno de Oldenburg. De esta pieza de plata de mediados del s. XV se dice que fue un regalo de Cristián I a la catedral de Colonia, aunque volvió a caer en manos danesas tras la Reforma.
Kongens Have
Delante del Rosenborg Slot se extiende Kongens Have, el parque más antiguo de la capital. Fue construido a principios del s. XVII por orden de Cristián IV, que lo tenía como su huerto particular. En la actualidad, se trata de un espacio con caminos románticos entre parterres inmaculados. También hay un teatro de marionetas que ocupa una caseta neoclásica del arquitecto danés Peter Meyn; se halla en el extremo nororiental del parque, y las actuaciones son gratuitas en verano (14.00 y 15.00 de martes a domingo).