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Expansión, fragmentación y desaparición:
el Imperio tras Gengis Kan
La elección de Ogodei como nuevo gobernante del Imperio mongol se produjo en un kuriltai celebrado en Mongolia en 1229. El nuevo emperador adoptó el título de qaghan o, lo que es lo mismo, Gran Jan. Los pueblos de pastores nómadas de las estepas euroasiáticas, y los mongoles no fueron una excepción, combinaban simultáneamente varios mecanismos de sucesión al trono. Este podía pasar al hijo mayor del difunto jan, o al más pequeño, o a cada uno de los hermanos del jan antes de pasar a la siguiente generación. En la práctica, esto servía para justificar la legitimidad de prácticamente cualquier candidato, siempre que este procediese del clan real. El sistema permitía escoger a un candidato competente a costa de correr el riesgo de provocar una guerra civil entre las diversas facciones. En el caso de Ogodei, el inmenso prestigio de su padre, que lo había nombrado heredero, aseguró una sucesión tranquila. Sería la única en toda la historia del Imperio. Por su parte, los otros hijos de Gengis Kan recibieron territorios en herencia: Chagadai el valle del Ili, Tolui Mongolia, los hijos de Jochi las estepas occidentales, mientras que el propio Ogodei recibió tierras en el Altai y el curso superior del Yenisei.
El mapa representa el Imperio mongol en su momento
de
máxima extensión. La línea punteada marca las dimensiones
del mismo en la época de la muerte de Gengis Kan.
LOS GRANDES JANES
Ogodei era el tercer hijo de Gengis Kan y Borte, su mujer principal. De carácter afable y generoso, probablemente fue escogido por su padre al tratarse del único hermano que resultaba aceptable como heredero para sus otros tres hijos. Durante su reinado, se llevó a cabo la consolidación de la administración que había creado su padre y la continuación de las guerras de conquista. Su primer objetivo fue completar la destrucción del Imperio yurchen, lo que consiguió entre 1230 y 1234. Paralelamente, otro ejército mongol ocupó el Jorasán, expulsó a Jalal al-Din, que intentaba reconstruir el Imperio jorasmio, y obtuvo la sumisión de Armenia, que se convirtió en un estado satélite. En 1234 Ogodei convocó un kuriltai en el que se fijaron dos nuevos objetivos: Corea y las estepas europeas. La invasión de Corea, donde de hecho los mongoles habían intervenido de manera intermitente desde 1216, fue una operación secundaria, pero el ataque contra occidente se organizó como una empresa colectiva de todas las ramas de la familia imperial. Participaron varios príncipes gengiskánidas pero no el propio Gran Jan que, a partir de ese momento, dejó de tomar parte activa en las expediciones para poder dedicarse a su principal afición, el consumo inmoderado de bebidas alcohólicas. Entre 1237 y 1240 un enorme ejército mongol, puede que de unos ciento treinta mil hombres, conquistó el reino de los búlgaros de Volga, los diversos grupos de nómadas kipchak de las estepas europeas y los principados rus. Al año siguiente, los mongoles se presentaron en Europa oriental y, mientras un ejército penetraba en Polonia, otro lo hacía en Hungría, derrotando a sus adversarios en las batallas de Liegnitz y Mohi. Un año más tarde, la muerte de Ogodei probablemente impidió un ataque mongol a Europa central y durante cuatro años la regencia del Imperio fue ejercida por Toregene, la viuda del difunto Gran Jan.
Durante este periodo, los gobernadores locales, especialmente Batu, el hijo del difunto Jochi, aprovecharon que Toregene estaba ocupada en intrigas palaciegas con el objetivo de conseguir la elección como Gran Jan de su hijo Guyuk, para aumentar su autonomía. El reinado de Guyuk fue muy breve y su prematura muerte en 1248, mientras se dirigía a enfrentarse con Batu, salvó al Imperio de la guerra civil. Una nueva regencia, esta vez ejercida por Oghul Qaimish, la viuda de Guyuk, dio paso en 1251 a la elección de Mongke, el hijo mayor de Tolui. Mongke, que debía el trono, al menos en parte, al apoyo de Batu, debió hacer frente a un complot para derrocarle. Su reinado estuvo marcado por su comedido carácter y por sus reformas para restaurar el poder central y acabar con su endeudamiento. Volvió a reactivar las guerras de conquista, casi paralizadas desde la muerte de Ogodei, y mientras dirigía en persona la guerra contra los Song en el sur de China, envió a su hermano Hulagu a conquistar Oriente Próximo. Hulagu comenzó su campaña en 1256 atacando a los nizaríes, una secta perteneciente a la corriente ismaelita del shiísmo, que aterrorizaba la región desde hacía un siglo con sus asesinos drogados con hachís. Tras capturar sus castillos de montaña, en 1258 se dirigió contra el califa de Bagdag, el teórico dirigente del islam suní, pero que en la práctica solo controlaba parte del actual Irak. La alegría generalizada de los musulmanes, ante la destrucción de los odiados ismailíes, se trocó en indignación al ejecutar Hulagu al califa de Bagdaq, Al-Mustasim. A continuación invadió Siria y cuando, en 1260, se proponía atacar al Egipto de los mamelucos, los peculiares soldados esclavos islámicos, las noticias de la muerte de Mongke le hicieron abortar la campaña.
TÁRTAROS: LOS JINETES DEL INFIERNO
La invasión de Rusia puso en contacto directo a la cristiandad occidental con el Imperio mongol. Curiosamente, los europeos no utilizaron el término mongol para referirse a este nuevo pueblo, sino que los llamaron tártaros. La palabra deriva del nombre tatar y de su parecido con el tartarus, una especie de «infierno» de la mitología grecorromana. La relación es evidente, para los occidentales estos, a sus ojos, salvajes y crueles jinetes solo podían haber salido del mismo infierno. Lo que no está tan claro es por qué calificaron de tatar a los mongoles. Como vimos con anterioridad, los tatar eran una confederación tribal que ocupaba parte de Mongolia oriental, que tenía una profunda rivalidad con los mongoles y a los que Gengis Kan había exterminado, al menos en parte. Se han propuesto varias explicaciones, como que serían tatar supervivientes de la destrucción de su pueblo, e integrados en el ejército mongol, los que habrían transmitido el nombre a los europeos, o que tatar podría ser un término utilizado por los autores musulmanes del momento para calificar a todos los habitantes de las estepas europeas; pero ninguna es completamente satisfactoria.
La cuarta sucesión al trono mongol provocó la primera guerra civil entre los descendientes de Gengis Kan. Desde 1260 hasta 1264 dos de los hermanos del difunto Mongke, Ariq-Boke y Kublai lucharon entre sí tras proclamarse los dos Gran Jan. En la guerra no se enfrentaron solo dos hermanos, sino también dos formas diferentes de entender el futuro del Imperio. Ariq-Boke era lo que en la actualidad llamaríamos un tradicionalista, partidario de mantener inalterado el estilo de vida nómada. Mientras que Kublai, seducido por la cultura china, quería incorporar aspectos de su civilización. Kublai salió vencedor de la contienda, pero debió pagar un alto precio al tener que dividir el Imperio para ganarse el apoyo o la neutralidad de otros príncipes gengiskánidas. Su hermano Hulagu recibió los territorios que acababa de conquistar en Irán, que constituirían el Iljanato. El príncipe Alghu, descendiente de Chagadai, los territorios entre el río Syr Darya y el Altai: el janato chagadai. El propio Kublai se reservó China y Mongolia, mientras que Berke, hermano de Batu, gobernó las estepas europeas del janato kipchak.
Ilustración de la batalla de Liegnitz en un manuscrito medieval. En ella los mongoles destruyeron un ejército conjunto formado por polacos, alemanes y caballeros teutónicos dirigido por el duque Enrique II de Silesia.
LOS JANATOS SUCESORES
Kublai trasladó la capital de su Imperio de Karakorum, en la estepa, a Janbalik, en la actual Pekín, en China. La nueva ciudad se erigió en el emplazamiento de la antigua capital central jin, Zongdu. En 1271 adoptó el nombre dinástico chino de Yuan, convirtiéndose además de en jan mongol en emperador chino, algo que a su abuelo Gengis Kan ni se le había pasado por la cabeza. Kublai finalizó la destrucción de los Song y la conquista del sur de China en 1284. Pese a presidir la desmembración del Imperio mongol, Kublai continuó las guerras expansivas enviando varias expediciones al Sureste asiático, con resultados diversos, y dos expediciones fracasadas a Japón. También reformó la administración mongola en China, racionalizándola. La historia de la dinastía Yuan tras su muerte en 1294 está plagada de conspiraciones, asesinatos y luchas internas, lo que unido al hecho de que ninguno de los sucesores de Kublai alcanzara su talla llevó a que el poder efectivo acabara en manos de ministros y generales. En 1344 el río Amarillo cambió su curso, con los acostumbrados y catastróficos efectos para la agricultura del norte de China, lo que provocó un aumento de la inestabilidad social. Siete años después, se produjo la rebelión campesina de los Turbantes Rojos que tenía como objetivo expulsar a los mongoles de China y, en 1368, un campesino rebelde, llamado Zhu Yuanzhang, ocupó Janbalik, obligó a huir al último emperador mongol y fundó la dinastía Ming.
El Iljanato, que significa «Janato subordinado», se creó gracias a los territorios obtenidos en la campaña de conquista dirigida por Hulagu pero, irónicamente una vez creado, su expansión se frenó en seco. Tradicionalmente, se ha explicado el brusco freno a la expansión mongola en Oriente Próximo por la batalla de Ayn Yalut, que se libró en 1260 en el sur de Palestina y que significó una rotunda victoria para los mamelucos de Egipto. En realidad, Ayn Yalut fue una derrota menor ya que el ejército mongol solo contaba con unos diez mil efectivos y no estaba dirigido por Hulagu, que había abandonado la zona para participar en la elección del nuevo Gran Jan, tras la muerte de Mongke. Es cierto que forzó a los mongoles a evacuar la recién conquistada Siria pero, tras el regreso de Hulagu, la ofensiva contra los mamelucos hubiese continuado.
La guerra civil de 1260 significó la disolución del Imperio mongol y su fragmentación en una serie de janatos sucesores. La división del Imperio y, sobre todo, las luchas fratricidas entre los janatos resultantes significaron el fin de la expansión mongola.
El verdadero motivo que impidió a Hulagu continuar con sus conquistas fue su enfrentamiento con el jan mongol del janato kipchak, Berke. Los dos lucharon por el control de los pastos de Azerbaiyán y de las rutas caravaneras que los atravesaban. Peor aún Berke, que se había convertido al islam, buscó una alianza con los mamelucos egipcios en contra de Hulagu. La causa del fin de la expansión mongola en Oriente Próximo fue el cambio en el juego de equilibrios estratégicos en la zona y, en definitiva, la fragmentación del Imperio mongol que lo había permitido, y no la derrota de Ayn Yalut. Rodeado de estados hostiles, pronto entraría en guerra con el janato chagadai, el Iljanato se vio obligado a adoptar una postura defensiva y a buscar, infructuosamente, una alianza con los reinos cristianos contra el poder del islam. Los sucesores de Hulagu, con la excepción de Ghazan (1271-1304), el iljan reformador que se convirtió al islam y trató de corregir los excesos del gobierno mongol en Persia, no fueron unos grandes gobernantes. En 1335, al morir sin herederos el último iljan, Abú Said, ninguna de las facciones que lucharon por el trono fue capaz de imponerse y el Iljanato se disolvió.
El janato kipchak, también conocido como janato de la Horda de Oro, tuvo su origen en los territorios concedidos en herencia al hijo de Jochi, Batu. Este se convirtió en una figura de primera fila dentro del Imperio, dirigió el ataque a Rusia y Europa y tuvo un papel determinante en la elección de Mongke como Gran Jan. Aunque Batu actuó de facto como un jan cuasiindependiente, siempre mantuvo una fidelidad nominal al Gran Jan reinante. Fue durante el reinado de su hermano Berke, en el contexto de la guerra civil entre Kublai y Ariq-Boke, cuando se oficializó la independencia del janato. El nombre de este refleja su composición étnica, en la que una minoría de mongoles fue rápidamente absorbida por una mayoría de kipchak, como evidencia la sustitución en las monedas del janato de la lengua mongola por la turca, a partir de una fecha tan temprana como 1280. El janato mantuvo su dominio sobre los principados rus, pero desde mediados del siglo XIV lo hizo cada vez con más dificultad, aunque recuperó, brevemente, parte de su antiguo poder durante el reinado del jan Tojtamish (1376-1396). A lo largo del siglo XV su decadencia fue inexorable y entre 1438 y 1441 se dividió en los janatos de Kazán, de la Gran Horda, de Astraján y de Crimea que, en la siguiente centuria, comenzaron a caer bajo el control del expansionista estado moscovita. El zar Iván el Terrible conquistó el janato de Kazán en 1502 y el de Astraján dos años más tarde. El de Crimea no fue conquistado por los rusos hasta 1783, durante el reinado de Catalina la Grande, pero eso fue porque desde finales del siglo XV los janes de Crimea se habían convertido en vasallos de los sultanes otomanos y gozaban de su protección.
Por su parte, el janato chagadai tuvo su origen en los territorios concedidos en herencia al tercer hijo de Gengis Kan, que dio nombre al janato. Alghu, que comenzó apoyando a Ariq-Boke en la guerra civil de 1260, pero que finalmente se pasó al bando de Kublai, fue el primer jan independiente. A los pastos en el Ili, el «territorio nómada», el nuevo janato sumó la zona sedentaria de Mawarannar, con lo que su extensión se correspondía bastante con la del antiguo Imperio kara-kitai. La historia del nuevo estado fue tan convulsa como la de los otros janatos mongoles, con los que a menudo estuvo en guerra. En el último tercio del siglo XIII cayó bajo la dominación de Kaidu, otro príncipe mongol chagadaida que luchó casi cuarenta años contra Kublai y que creó un efímero Imperio, tras cuya disolución en 1301 el janato chagadai recuperó su independencia. En 1334 el janato se dividió en dos, por una parte, la zona sedentaria de Mawarannar y, por la otra, las estepas del Ili y el Issyk-kul, conocidas a partir de ese momento como el Mogholistán. El janato fue reunificado quince años más tarde por el jan Tugluq, pero la creación durante el último tercio del siglo XIV de un nuevo Imperio por Timur i-Lenk, más conocido como Tamerlán, que tendría su centro en Mawarannar, dividió definitivamente los territorios originales del janato. Los janes chagadaidas continuaron reinando en Mogholistán hasta ser absorbidos por la China manchú en el siglo XVIII.
Retrato de Hulagu, el primer iljan. Hulagu fue un gran jefe militar, pero las divisiones internas del mundo mongol le impidieron extender sus conquistas al Egipto mameluco.
El destino de los diferentes janatos sucesores vino determinado por muchos factores, como el diferente nivel de integración con las poblaciones conquistadas, pero la existencia, o no, de grandes extensiones de pastos que permitieran a los mongoles mantener el estilo de vida nómada fue muy importante. No es casualidad que el Iljanato, con pocos pastos y mezclados con las zonas agrícolas, cayese tras solo setenta y cinco años, mientras que los janatos kipchak y chagadai, con extensas partes de la estepa euroasiática, sobrevivieran de una forma u otra hasta el siglo XVIII. El caso de la dinastía Yuan en China es diferente porque, pese a contar con toda la estepa mongola, los mongoles fueron expulsados por una rebelión china de corte nacionalista y xenófobo.
La aportación de Gengis Kan y sus sucesores a la historia es agridulce. Su Imperio puso en contacto, de manera directa o indirecta, a la totalidad del continente euroasiático y permitió el tránsito de mercancías, personas e ideas. El precio a pagar fue un nivel de destrucción y de pérdida de vidas humanas inusualmente alto. Los mongoles también representaron, en cierta manera, el canto de cisne de los pueblos de pastores nómadas. El suyo fue el Imperio nómada más importante de la historia y tras ellos solo Tamerlán fue capaz, brevemente, de crear otro gran Imperio nómada. La imagen de la corte Yuan evacuando Jambalik y refugiándose en la estepa mongola en 1268 era premonitoria. Desde el siglo XVII la mejora de las armas de fuego, y especialmente de una artillería de campaña mínimamente efectiva, acabaron con la superioridad militar de los pastores nómadas. A partir de ese momento, no solo dejaron de ser una amenaza para sus vecinos sedentarios, sino que estos últimos serían los que comenzaran, cambiando las tornas, la conquista y colonización de la estepa.