Capítulo 18

 

Llevo un mes encerrada en casa. Mi vida se ha reducido a dormir y llorar. Por Blake... porque no puedo olvidarle. Y por Max, porque no he sido capaz de evitar herirle. Me alimento porque Sophie me obliga a comer, pero me siento vacía.

Perdí mi trabajo por culpa de la depresión. A pesar de que era un trabajo que me encantaba, no supe ser lo suficientemente responsable como para levantarme cada mañana para ir a trabajar.

Definitivamente Blake no me quería tanto como quería hacerme creer. De ser así ahora estaríamos juntos. Ni siquiera me ha llamado. Ni una sola palabra en los cuatro meses que llevamos separados, y yo me siento como una muñeca rota. Creía que había sufrido por amor, pero eso no fue nada comparado con ésto. Supongo que cuando encuentras al amor de tu vida y no te corresponde es cuando realmente se sufre por amor.

Mis amigos han intentado animarme, sin éxito, pero no tengo fuerzas para seguir adelante. Mi vida terminó cuando decidí alejarme de su lado.

En mis peores días pienso que lo mejor hubiese sido compartir a Blake con Adele, porque así al menos estaría en mi vida, pero en el fondo sé que no es verdad.

Necesito sobreponerme. El mundo no ha dejado de girar porque Blake Taylor no esté en mi vida, y tengo que seguir adelante. Me levanto despacio de la cama y me meto en la ducha. El agua caliente me transmite el calor que me falta por dentro.

He perdido más de diez quilos, y la ropa me queda muy grande, así que opto por ir al armario de Sophie, que tiene un par de tallas menos, y ponerme un chándal. En la cocina me encuentro una musaka que me ha dejado mi mejor amiga, como todos los días, por si me animo a comer. Tengo el estómago cerrado, pero me obligo a comerme la mitad, más o menos.

Me preparo un café cargado y me pongo a buscar trabajo por Internet. Al cabo de un par de horas he seleccionado varios anuncios, y en un par de días tendré las entrevistas. Recojo la ropa sucia y me bajo a la lavandería del edificio. Hace demasiado tiempo que lo hacen todo por mí, y no puedo seguir permitiéndolo.

Estoy doblando la ropa en la cocina y me extraño cuando escucho que llaman a la puerta. Ray tiene sus propias llaves desde que terminé con Max para poder venir a vigilarme, así que no sé quién podrá ser.

Abro la puerta... y me encuentro en la alfombra un ramo de dalias amarillas, rosas, rojas y violetas. Me dejo caer en el suelo llorando a lágrima viva. Blake...

Alguien me acaricia la espalda. Levanto la vista... y ahí está Blake, tan guapo como recordaba. Se le nota cansado. Tiene ojeras y sus ojos no brillan como antes... pero es él. Estoy en shock. ¡No puedo creerlo... está aquí! Ni siquiera me he dado cuenta de lo intensos que son mis sollozos hasta que me aprieta fuerte entre sus brazos.

‒Shh... Tranquila. Se acabó, estoy aquí. No llores, mi vida... ya se acabó.

Me levanta en brazos y se sienta sin soltarme en el sofá, mientras toda mi angustia y mi pena escapan en forma de llanto. No sé cuánto tiempo pasa cuando por fin puedo respirar.

‒¿Por qué? ‒digo entre hipidos‒ ¿Por qué tardaste tanto?

‒Dijiste que me deshiciera de mi pasado, ángel. No ha sido fácil hacerlo. Cuando te fuiste me emborraché hasta perder el sentido, y cuando se me pasó la borrachera y empecé a pensar en todo lo que me dijiste, me puse en tu lugar y comprendí cómo te sentías. Así que fui a hablar con los padres de Adele para contarles todo lo que su hija estaba haciendo. Si he tardado tanto en volver ha sido porque me pidieron que les ayudase a internarla en un centro para que su hija recibiese atención siquiátrica.

‒¿En un siquiátrico? ‒pregunto sorprendida. Sabía que era una mala pécora, pero no creí que estuviese loca.

‒Sus padres me confesaron que su hija padeció un trastorno maníaco-compulsivo cuando era niña y habían creído que era agua pasada.

‒Pero no era así.

‒Ni mucho menos. Hemos necesitado el diagnóstico de cuatro sicólogos para que la acepten en el centro. Y es demasiado lista, sabe cómo engañar a los médicos menos experimentados. 

‒También te engañó a ti.

‒Lo sé ‒me besa dulcemente en la frente‒. Me moría sin ti, ángel, pero no quería volver contigo sin demostrarte que mi pasado no significa nada para mí. Ahora soy libre para dedicarte la atención que te mereces ¿Aún sigues queriéndome?

‒Más que a mi vida.

Blake se levanta y me acerca el ramo de flores que ha quedado relegado en el olvido tirado en la entrada.

‒¿Recuerdas nuestro juego, ángel? ¿Sabes qué flores son?

‒Dalias. Mi madre tiene plantadas varias clases en su jardín.

‒La Dalia amarilla ‒susurra acariciando los pétalos de la flor‒ significa fidelidad. Es mi forma de decirte que jamás volveré a traicionar tu confianza, ángel. Jamás volveré a interponer a nadie antes que a ti.

Su mano acaricia suavemente mi mejilla antes de pasar a acariciar los pétalos de la siguiente Dalia.

‒La violeta significa que mi amor por ti es fuerte y crece día a día. Eres el amor de mi vida, ángel, y tengo la intención de demostrártelo. La roja ‒continúa acariciando la flor‒ significa que te amaré siempre. No importa las veces que discutamos, mi amor por ti jamás desaparecerá.

‒¿Y la rosa? ‒Pregunto en un susurro.

‒La rosa... significa que voy a intentar hacerte siempre feliz. Quiero pasar el resto de mi vida contigo, ángel, compensándote por todo lo que has pasado por culpa de mi ceguera respecto a Adele. Pero para eso debes casarte conmigo ‒El aire abandona mis pulmones ¿He oído bien?

‒¿Cómo? ‒se pone de rodillas frente a mí y saca de su bolsillo una cajita que contiene una sencilla alianza de oro con lirios grabados.

‒Cásate conmigo, ángel. Sé que no soy perfecto, pero te amo más que a mi propia vida,  y te juro que voy a dedicar lo que me queda de vida a hacerte feliz.

‒¡Oh, Blake!

¡Dios, cuánto amo a este hombre! Le abrazo con fuerza mientras le doy el beso que llevo anhelando desde que le he visto delante de mi puerta. Mi lengua se enreda con la suya, y sus manos recorren mi cuerpo con desesperación, igual que las mías hacen con el suyo. Antes de darme cuenta, estamos desnudos y Blake está entrando en mi interior.

‒Dios, cariño, cómo te he echado de menos ‒gime en mi oído.

Empieza a moverse sin dejar de besarme. Blake no puede dejar de tocarme, y sus envestidas son intensas, como todo él. Mi amor... ha sido insoportable vivir sin él, pero ahora sé que la espera ha valido la pena.

Sus envestidas aumentan de ritmo, nuestros cuerpos se tensan, y Blake me aprieta fuerte contra su pecho cuando ambos culminamos  en un orgasmo abrasador.

‒¿Eso es un sí? ‒pregunta sin aliento tras besarme en la sien.

‒Debes saber algo antes de que te conteste, Blake... Yo...

‒Solo contéstame, ángel.

‒Pero Blake, hay algo que es importante que sepas...

‒No quiero saber nada, ángel. He sido un auténtico gilipollas contigo, y me merezco que me eches de aquí a patadas. Sé que tu amigo aprovechó la oportunidad, yo también lo hubiese hecho. Y entiendo que después de todo el daño que te he hecho te refugiases en sus brazos. Pero sé que ahora él no forma parte de tu vida, y eso es suficiente. ¿Te casarás conmigo, ángel?

‒Si, Blake. Se acabó el juego.