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Hacer El Trabajo sobre cualquier pensamiento o situación
No existe ningún pensamiento ni situación que no sea susceptible de ser sometido a la indagación. Todo pensamiento, toda persona, todo problema aparente está aquí por el bien de tu libertad. Cuando experimentas algo que te parece inaceptable o que provoca un sentimiento de separación, la indagación te conducirá de nuevo a la paz que sentías antes de creer en ese pensamiento.
Si no te sientes totalmente cómodo en el mundo, haz El Trabajo. Para eso están los sentimientos incómodos, para eso está el dolor, para eso está el dinero y para eso están todas las cosas que existen en el mundo: para que te descubras y te comprendas a ti mismo. Todo es un reflejo de tu propio pensamiento. Si lo que buscas es tu libertad, juzga, investiga tus afirmaciones, inviértelas y libérate. Es bueno sentir enfado, miedo o tristeza. Siéntate, identifica la historia y haz El Trabajo. Hasta que no consideres que todas las cosas que existen en el mundo son tus amigas, tu Trabajo no habrá finalizado.
La inversión hacia «mi pensamiento»
Una vez que te sientas competente realizando El Trabajo sobre la gente, podrás indagar en cuestiones como el hambre en el mundo, el fundamentalismo, la burocracia, el gobierno, el sexo, el terrorismo o cualquier otro pensamiento incómodo que aparezca en tu mente. A medida que indagas en esas cuestiones e inviertes tus juicios, llegas a comprender que todos los problemas que parecen estar «ahí fuera» no son otra cosa que una percepción errónea que tiene lugar en tu propio pensamiento.
Cuando lo que escribas en tu Hoja de Trabajo aborde una cuestión de este tipo, en primer lugar indaga utilizando las cuatro preguntas como de costumbre. Después, cuando llegues a la inversión, substituye la cuestión por las palabras «mi pensamiento», siempre que parezca adecuado hacerlo. Por ejemplo, «No me gusta la guerra porque me aterroriza» se invierte de la siguiente manera: «No me gusta mi pensamiento porque me aterroriza» o «No me gusta mi pensamiento —en especial sobre la cuestión de la guerra— porque me aterroriza». ¿Es eso igual de verdadero o más verdadero para ti?
Aquí tienes algunos ejemplos más de la inversión hacia «mi pensamiento»:
Afirmación original: Estoy enfadado con los burócratas porque me complican la vida.
Inversión: Estoy enfadado con mi pensamiento porque me complica la vida.
Afirmación original: No me gusta mi desventaja porque hace que la gente me evite.
Inversión: No me gusta mi pensamiento porque hace que la gente me evite. No me gusta mi pensamiento porque hace que me evite a mí mismo.
Afirmación original: Quiero que el sexo sea delicado y afectuoso.
Inversión: Quiero que mi pensamiento sea delicado y afectuoso.
Cuando resulta difícil encontrar la historia
En ocasiones, cuando te sientas perturbado, quizá te resulte difícil identificar el pensamiento que se oculta tras tu sentimiento de incomodidad. Si tienes problemas para aclarar con exactitud cuáles son los pensamientos que te perturban, tal vez quieras probar el siguiente ejercicio:
Empieza con seis hojas en blanco y busca algún lugar en el que puedas colocarlas por separado.
Numera la primera hoja con un 1 y en la parte superior escribe: triste, decepcionado, avergonzado, asustado, irritado, enfadado. Debajo de eso, escribe: porque __________. Hacia la mitad de la hoja escribe: y eso significa que ____________.
Numera la siguiente hoja con un 2 y escribe en la parte superior la palabra quiero.
Numera la siguiente hoja con un 3 y escribe en la parte superior la palabra debería.
Numera la siguiente hoja con un 4 y escribe en la parte superior la palabra necesito.
Numera la siguiente hoja con un 5 y escribe en la parte superior la palabra juzgo.
Numera la siguiente hoja con un 6 y escribe en la parte superior las palabras nunca más.
Extiende las seis hojas y permite que tu mente se concentre en la cuestión que te perturba. Utiliza los pensamientos a fin de intensificar tu sentimiento de disgusto y advierte cuáles son los que mejor lo hacen. Si no hay ningún pensamiento que funcione particularmente bien, exagéralos o prueba con otros nuevos. Escribe esos pensamientos de la manera más simple posible. No es necesario seguir una secuencia determinada. Aquí tienes una guía para utilizar las seis hojas:
En la primera página escribe lo que aparece como un «hecho», por ejemplo: «No se presentó a la cita que teníamos para comer, me tuvo esperando en el restaurante y ni siquiera me llamó». Escribe los «hechos» en el espacio que sigue al porque. Entonces, subraya las emociones pertinentes: enfadado, triste, etcétera. Después de y eso significa que, escribe tu interpretación del «hecho». Intenta incluir tus peores pensamientos; por ejemplo: «Ella ha dejado de amarme» o «Se está viendo con otro hombre».
Si adviertes que estás pensando: «Yo quiero_________», escríbelo en la hoja 2. Por otra parte, utiliza esta hoja para inspirarte centrándote exactamente en cómo mejorarías esa situación o a esa persona. ¿Qué haría que fuese perfecta para ti? Escríbelo utilizando la frase: «Yo quiero_________». Juega a ser Dios y crea tu propia perfección: por ejemplo, quiero que aparezca puntual e infaliblemente pase lo que pase, quiero saber con exactitud qué está haciendo en cada momento, etcétera. (Cuando casi hayas acabado de completar esta hoja, pregúntate si has escrito lo que realmente quieres, y si no es así, escríbelo en la parte inferior de la hoja).
Los pensamientos del tipo: «Fulanito debería o no debería_________», pertenecen a la hoja 3. Si no eres consciente de ningún «debería», piensa qué restituiría la justicia y el orden a esa situación, a tu modo de ver. Escribe todos los «debería» que enmendarían la situación.
En la hoja 4 escribe lo que «necesitas», y te brinda la oportunidad de volver a armonizar la situación con tu sentido de la comodidad y la seguridad. Escribe lo que necesitas para tener una vida feliz. Escribe los ajustes que harían que las cosas fuesen como se supone que deberían ser, por ejemplo: «Necesito que ella me ame» o «Necesito tener éxito en el trabajo». Cuando hayas escrito algunas afirmaciones en esta hoja, puede resultarte útil preguntarte qué es lo que tendrías si todas tus necesidades estuviesen satisfechas. Escríbelo en la parte inferior de la hoja.
En la hoja 5, escribe tu evaluación despiadada de la persona o de la situación. Haz una lista de sus características tal como las has percibido a través de tu perturbación.
En la hoja 6, escribe el aspecto de la situación que esperas no tener que volver a experimentar nunca más.
Ahora, subraya todas las afirmaciones que contengan una mayor carga emocional y haz El Trabajo sobre ellas. Cuando acabes, haz El Trabajo con el resto de las afirmaciones.
Si, tras completar estos pasos, descubres que no eres capaz de esperar con ilusión lo que escribiste en la hoja 6, o que la historia problemática parece eludirte todavía, hay otro ejercicio que puede resultar muy efectivo. Coge varias hojas de papel en blanco y un reloj o un cronómetro. Concéntrate en el contratiempo y escribe sin parar sobre él durante cinco minutos, sin preocuparte de seguir un formato determinado. Si sientes el deseo de pararte, vuelve a escribir la última frase que has escrito una y otra vez hasta que estés listo para continuar. Después, examina lo que has escrito y subraya las frases que sean más dolorosas o embarazosas. Transfiere cada una de las frases subrayadas a la hoja en la que más encaje de las seis anteriores. Aléjate de las hojas unas horas, tal vez una noche, y entonces léelas de nuevo, subrayando todas las afirmaciones que parezcan tener un peso mayor. Ahora sabes por dónde empezar a hacer El Trabajo.