HELLINGER ¿Tuvo hijos de ese matrimonio?
RITA No.
HELLINGER ¿Por qué se separó?
RITA El motivo que yo conozco es que, en el fondo, no congeniaban. Por parte de mi marido —y sólo conozco su versión—, se llegó al matrimonio por una cuestión de responsabilidad.
HELLINGER ¿Ah sí?
RITA Así lo dice.
HELLINGER Sí, así lo dice.
Risas en el grupo.
HELLINGER Bueno, las personas que en un principio necesitamos son la primera mujer, tu marido, tú, la hija adoptiva y los padres de ésta. Éste es el sistema. ¿Qué edad tiene la niña?
RITA Cinco años.
Rita comienza a configurar su familia.
HELLINGER al grupo Vosotros comprobad interiormente si ella ha colocado a las personas de una manera centrada, o si únicamente seguía una idea preconcebida. Hay que mirar si la persona lo hace con seriedad; si no, hay que interrumpir la Constelación. En ningún momento se pueden admitir medias tintas. Se trata de un asunto muy serio, y sólo funciona si se hace con seriedad. En seguida se puede ver cómo la persona lo hace.
HELLINGER a Rita Ahora vuelve a configurarlo, pero centrada y con seriedad.
Abreviaciones:
Mar marido
lMuj primera mujer
2Muj segunda mujer (= Rita)
NA niña adoptada
P padre de la niña
M madre de la niña
HELLINGER al grupo ¿Notáis adónde se dirigen las miradas de las personas en esta Constelación? Todos miran al padre excluido. Allí está la clave para la solución. ¿Cómo se encuentra el marido?
MARIDO Hacia allí, hacia mi primera mujer, siento una cierta tensión. Tengo la sensación de que debería tenerla aquí delante.
HELLINGER También puedes ponerte tú a su lado. Hazlo.
HELLINGER al marido ¿Qué tal así?
MARIDO Mejor. En la otra posición estaba demasiado cerca.
HELLINGER ¿Qué tal la primera mujer?
PRIMERA MUJER Me encuentro mejor. Antes me sentía muy indignada por esta familia.
HELLINGER a la representante de Rita ¿Qué tal la segunda mujer?
SEGUNDA MUJER Estoy totalmente fascinada por la persona que está allá. Indica al padre de la niña. Hay algo a mis espaldas que no percibo. Curiosamente, no es desagradable que mi marido esté allí atrás ahora.
HELLINGER ¿Cómo se encuentra la niña adoptada?
NIÑA ADOPTADA Un poco apagada, sin energías.
HELLINGER ¿Cómo se encuentra la madre de la niña?
MADRE Siento el impulso de alejarme, es decir, quisiera marcharme, pero aún no se me ha dispensado. Me siento atada.
Hellinger modifica la imagen.
HELLINGER Ésta es la solución.
Al padre de la niña ¿Cómo se encuentra el padre?
PADRE En un principio, la sensación era que no formaba parte del grupo. Después, cuando el otro hombre se fue hacia atrás, se desarrolló una relación con la mujer que adoptó a la niña. Sólo ahora, al venir la niña a mi lado, comprendí realmente que era mi hija.
HELLINGER ¿Qué tal ahora la madre de la niña?
MADRE Me encuentro mucho mejor y me gustaría alejarme aún un poco más.
HELLINGER Hazlo, tranquilamente.
La madre da unos pasos hacia delante, alejándose de los demás.
HELLINGER al grupo Esta mujer ha perdido sus derechos. La madre que da a un hijo en adopción pierde sus derechos. Aquí, los únicos que tienen un derecho sobre la niña son el padre y su familia. Ya que la niña no sólo pertenece al padre, sino también a su familia: a sus padres y a sus hermanos. Allí es donde pertenece la niña. No simplemente al lado de él. Es un punto a tener en cuenta. No se puede buscar solamente al padre. También hay que buscar a los padres y a los hermanos del padre. Con ellos, la niña tiene un lugar seguro. Así pertenece a todo un sistema y no solamente al padre. Pero este sistema, indica a la madre el sistema materno, ha perdido todos los derechos.
También podéis ver que el marido de Rita no está libre. Está clarísimo: este hombre no está libre; no está separado de la primera mujer.
PRIMERA MUJER Cuando la segunda mujer se giró, tuve la sensación de que yo ya no debía estar aquí. Éste no es el lugar adecuado para mí.
HELLINGER al marido ¿Cómo te encuentras tú allí?
MARIDO De las tres posiciones, ésta es la mejor para mí. Me encuentro muy bien. En la primera posición tuve el contacto más débil con mi segunda mujer. Aquí, al lado de mi primera mujer, ya fue notablemente mejor. Ahora, al darse ella la vuelta, puedo establecer un contacto directo. Me encuentro bien así. Pero sobre todo me va bien con relación a la niña. El hecho de que esté al lado de su padre me alivia muchísimo.
HELLINGER Es allí donde pertenece. Está claro. Ahora ponte al lado de tu segunda mujer.
HELLINGER a la representante de Rita ¿Cómo te encuentras?
SEGUNDA MUJER Mucho mejor desde que mi marido está aquí. Antes me encontraba terriblemente sola. Lo único que me irrita es la primera mujer.
HELLINGER a la primera mujer Cuando él pasó al lado de su segunda mujer, tú te retiraste un poco. Ahora prueba a ver cuál es el lugar adecuado para ti.
PRIMERA MUJER Me gustaría alejarme aun un poco más.
HELLINGER al grupo Cuando hay una segunda relación, cuando, como en este caso, el hombre tiene una segunda mujer, ésta tiene que ponerse entre él y la primera mujer. Este paso exige auténtico valor. Sólo si la segunda mujer se interpone de esta manera, la otra se retira. En cambio, si el hombre se encuentra entre las dos mujeres, tiende hacia la primera.
HELLINGER ¿Cómo se encuentra la niña ahora?
NIÑA ADOPTADA Bien. Me sorprende que no me moleste estar tan lejos. Aquí me encuentro mejor que antes.
HELLINGER a Rita Lo de la adopción no fue una buena opción.
RITA ¿Qué quieres decir?
HELLINGER Acabamos de ver lo que significa. Para arreglarlo hay que hacer lo que aquí acabas de ver. Si quieres, puedes ponerte tú misma en tu lugar.
RITA después de ocupar su lugar Yo no me encuentro bien en esta posición.
HELLINGER ¿No?
RITA Porque no tengo ningún contacto con la niña.
HELLINGER Contigo no hay nada que hacer.
Pausa prolongada.
HELLINGER Así es.
RITA ¿Cómo es?
HELLINGER ¡Pues así! Dije que no había nada que hacer contigo. De acuerdo, ya está.
El precio
HELLINGER al grupo Cuando pasa algo así, una adopción tan a la ligera, en la que ni siquiera se intenta encontrar al padre, ni se le conceden a éste derechos y responsabilidades, el precio que se paga es muy alto. De la manera que ella lo configuró, lo visteis en seguida: por la niña sacrifica a su marido. Él estaba apartado. Éste es el precio que ella paga. El marido no tiene ninguna posibilidad en esta familia. Se marchará.
O se paga con un cónyuge, o con un hijo propio. Eso también existe. Por ejemplo, existe la situación perversa de una pareja que adopta a un niño a la ligera y que, después, al quedar la mujer embarazada, acaba abortando. Éste es el precio de la adopción. Más tarde, como expiación, un hijo muere o se suicida.
La jerarquía de la responsabilidad
HELLINGER Una adopción únicamente es admisible cuando el niño lo necesita porque no tiene a nadie más. Pero al nacer un niño, no sólo tiene un padre y una madre. Aquí se actuó como si la niña únicamente tuviera una madre. La niña tiene también unos abuelos y tíos, y éstos son los primeros que entran en cuestión. Sólo en caso de que realmente no haya nadie más se puede recurrir a otras personas. En esas condiciones, la adopción es buena y grande; por lo demás, no.
Objeciones
HELLINGER Cuando sea mayor, esta niña se vengará de sus padres adoptivos porque le quitaron sus padres y su red familiar, y lo hará con razón.
PARTICIPANTE Simplemente no puedo oír estas profecías. Porque son profecías que vas profiriendo, y eso es sumamente peligroso.
HELLINGER Te contaré una historia:
Dos personas entran en una habitación, ven un cuadro, y uno de ellos dice:
—El cuadro está torcido.
El otro contesta:
—El cuadro está torcido porque tú lo dijiste.
Entonces el otro replica:
—Si es por eso que está torcido, ya puedes colocarlo bien.
Es una historia un poco confusa, pero no importa.
LA MISMA PARTICIPANTE La madre ha perdido sus derechos sobre esta niña. Eso lo comprendo. Pero ¿por qué no los perdió el padre, que no quiso saber nada de esta niña, que abandona a la madre, que ni siquiera deja su nombre? Según mi opinión, en este sistema también el padre ha perdido sus derechos. Por tanto, la niña estaba totalmente sola. Y en esa situación aparece Rita y la acoge.
HELLINGER al grupo Ella aporta informaciones que nosotros no recibimos. Nosotros recibimos otras informaciones de Rita. Por eso, tampoco quiero entrar en detalles aquí. Es absolutamente hipotético. Rita dijo que la madre no dio el nombre. Eso es algo totalmente diferente. Desde luego puedo hacer ver que no lo sé. Así la engaño. También puedo hacerlo. Si alguien lo quiere, lo hago. Cuando realmente quiero engañar a alguien, cedo a sus objeciones.
OTRA PARTICIPANTE Puede ser que el orden esté trastornado, pero eso no significa que para siempre tenga que ser así. ¿Qué posibilidades hay de restablecer el orden ahora?
HELLINGER Ya lo he mostrado. Ésta sería la posibilidad.
LA MISMA PARTICIPANTE Pero aún tiene que haber otras posibilidades.
HELLINGER No. El orden no puede ser manipulado.
OTRA PARTICIPANTE Aquello del engaño no lo he comprendido; ¿si cedo...?
HELLINGER Cuando cedo ante una persona que hace una objeción de este tipo, la engaño. De la misma manera que el sastrecillo valiente engañó al unicornio, dando un paso a un lado.
PARTICIPANTE ¿Piensas que es posible que la niña busque al padre en cuanto tenga la posibilidad de hacerlo?
HELLINGER No tendrá la posibilidad si los padres adoptivos están en contra.
PARTICIPANTE ¿Ni cuando tenga quince o veinte años?
HELLINGER No. De esta manera se transfiere a la niña algo que sólo pueden hacer los adultos.
PARTICIPANTE Quieres decir que es tarea de los padres adoptivos buscar al padre.
HELLINGER Sí, y no sólo buscarlo, sino llevar a la niña con él y con su familia.
PARTICIPANTE ¿Y si éstos no quieren tener a la niña?
HELLINGER Eso se verá. Entonces se actúa desde una perspectiva nueva.
OTRA PARTICIPANTE Eso es lo que quería decir cuando dije que aún tenía que haber una posibilidad de restablecer el orden.
HELLINGER al grupo Decir esto ahora es justamente la clase de hipótesis que ella me reprochó antes. Ésta es realmente una hipótesis. No se sabe nada, pero se dice: «¿Qué pasa si...?» Pero que el padre fue excluido, eso sí que lo sé. Que no querían tener a ese hombre, lo he visto.
El derecho del niño de tener a sus padres
OTRA PARTICIPANTE Por tanto, según los datos que conocemos, para la solución no tiene ninguna importancia saber el motivo por el que la madre no revela el nombre.
HELLINGER No tiene ninguna importancia. No hay ninguna razón que lo justifique. Si partimos de la existencia de unos derechos fundamentales, uno de ellos es el derecho del niño de tener a sus padres y a toda su familia. En Alemania, este derecho está asegurado por la Ley: la niña debe tener la posibilidad de saber quién es su padre. La madre tiene que revelar el nombre del padre. La niña tiene derecho a conocerlo.
¿Qué orden jurídico es éste si uno se arroga el derecho de privar a un niño de sus padres y de ponerse en el lugar de éstos? O cuando a una madre en apuros se le da el consejo «bienintencionado» de que entregue al niño en adopción, o cuando una pareja sin hijos espera con ilusión que se dé algún niño en adopción. Es perverso, pero muchos lo consideran normal.
Al igual que el niño tiene derecho a sus padres, también tiene derecho a su red familiar.
Mirar a las víctimas en vez de a los perpetradores
PARTICIPANTE Desde mi perspectiva, la constelación de Rita fue un primer paso, fuera cual fuera el resultado posterior. La información fue que la madre no quería decir el nombre del padre, y yo pienso que también hay algo detrás. Desde entonces habrá habido un desarrollo y una dinámica, y ¿quién sabe qué se encontrará esta niña cuando vaya a vivir con su padre?
HELLINGER Quisiera prevenirte. El peligro está en que con tales reflexiones dispensemos a los adultos, pasando la carga a la niña, que de por sí es la más débil, en vez de dejarla con los verdaderos responsables, exigiéndoles que asuman su responsabilidad.
Si busco justificaciones para la madre, no puedo enfrentarla con toda la gravedad de la situación. Si hago ver que existen justificaciones o desagravios, quizás mantenga una larga conversación con ella, pero el resultado será nulo. Sólo si la madre encara de lleno su responsabilidad se dará cuenta de lo que corresponde y, quizás, haga algo con ello. Tú misma debes llevar esta seriedad en tu interior, así podrás dejar la carga de la responsabilidad con los fuertes, en vez de agobiar al niño, como también lo hacen muchas entidades de protección de menores, o terapeutas.
Aún quisiera responder a tu pregunta sobre las consecuencias de la Constelación de Rita. No debes hacer ninguna objeción contra la Constelación. Allí se mostró la realidad. No fui yo quien configuró la Constelación; fue Rita. Yo sólo busqué la solución. Ahora bien, si dices que también podría ser de otra manera, que aún habría que hacer otra cosa más, reduces el impacto, y te arrogas el derecho de saberlo mejor que ella.
Sólo si reconoces plenamente la realidad, tal como se presenta, esta misma realidad puede seguir actuando. Así, de ella resulta el siguiente paso. En cambio, si dices que más tarde aún puede haber otra cosa, le quitas seriedad y fuerza. Por eso, al hacer una Constelación, siempre voy hasta el límite.
Le hice ver a Rita la gravedad de sus implicaciones, abiertamente, para que viera toda la seriedad. Sólo entonces se puede hacer otra cosa después. Son la gravedad y la seriedad las que realmente actúan. Si se intenta mitigarlas, se les resta fuerza. En todo momento tenía la mirada puesta en la niña y en su padre. Con ellos estaba aliado, porque ellos llevan la carga y ellos son las víctimas. Con la atención puesta en ellos encuentro la solución. En cambio, apartando la mirada de ellos y centrándola en la madre y en la pareja, que se une a ella en contra del padre, malogro la solución. Así, únicamente justifico al perpetrador y el problema, en vez de ayudar a las víctimas.
El paso siguiente
RITA Cuando la niña vino con nosotros, quise hacer algo. Rompe a llorar. Fui a la iglesia para poner un ramo de flores y rezar por la madre de la niña. Nunca tuve la sensación de que hubiera una culpa por mi parte que nos separara. Ni siquiera pensé en el padre. Pero que tenía que hacer algo ya lo sabía en aquel entonces.
HELLINGER Uno de los problemas principales en psicoterapia es que muchas mujeres actúan como si los padres no tuvieran derechos. Ni siquiera se cuenta con ellos, como si todo lo que afectara a los hijos sólo fuera asunto de las mujeres. Asimismo, llama la atención que muchos terapeutas varones apenas muestren comprensión para con los hombres. Se fían de lo que las mujeres dicen cuando éstas los condenan, y toman partido a favor de ellas. Así, sin embargo, ya no puede haber ninguna solución. Sólo si el terapeuta, en su corazón, le concede un lugar al que fue excluido, tiene fuerza. Yo tengo la fuerza para la solución porque el padre de la niña tiene un lugar en mi corazón. En seguida lo tuvo. Por tanto, también sé y encuentro la solución.
A Rita Aún se puede arreglar, ¿de acuerdo?
Rita asiente con la cabeza.
HELLINGER Ahora se aclara un poco tu cara.
RITA Se hace más llevadero.
UNA PARTICIPANTE Por una parte, estoy realmente impresionada por lo que dices. Hay en tus palabras una sabiduría tan increíble que me conmueve y me emociona, y en mi interior siento que se sacia ese anhelo que tantos otros seguramente conocerán también: aquí, por fin, hay alguien que nos dice por dónde va el camino, que sabe lo que está bien y lo que está mal. Al mismo tiempo, sin embargo, surge un inmenso malestar porque lo considero peligroso. Una y otra vez aparecen afirmaciones generales, y justo en esta mezcla con verdades que dices, lo encuentro destructivo; por ejemplo, esa profecía de antes, de que todo está trastornado, de que todo está mal. Hace un momento, lo suavizaste un poco y le diste a Rita la posibilidad de encontrar una solución. HELLINGER Ese fue mi siguiente paso.
PARTICIPANTE Sí, sólo quería expresar que me siento confusa.
HELLINGER Sin el primer paso no puede darse el segundo. Pero te diré cómo se manejan la confusión y el malestar. Cuando te sientes tan afectada y notas que interiormente te resistes, mira en vez de quedarte reflexionando. Mira el asunto, mira hasta qué punto es acertado lo que digo al respecto, y hasta qué punto no lo es. Si tú lo percibes de otra manera y me lo dices, me sirve de corrección. Así sé: «Ajá, aquí hay un aspecto que no he visto.» De esta manera, entramos en un diálogo. Ya has visto que cuando una persona seriamente me dice algo que se basa en su propia observación, siempre lo tomo muy en serio. También Rita acaba de añadir algo que proviene de su propia observación. Ahora bien, si tus objeciones son puramente imaginarias, no podemos entrar en un diálogo. Si antes hubieras mirado siempre a Rita, habrías visto lo que se impulsó, los efectos que tuvo y lo que cambia.
Cuando una persona formula una objeción justificada, lo importante es que mire a la persona en cuestión. Así, centrando la atención en esa persona, se puede preguntar: ¿qué efectos tendrá mi objeción si la expreso? ¿Servirá para fortalecer o para debilitar a esta persona? ¿Será alimento o veneno? ¿De acuerdo?
PARTICIPANTE Sí.
La solución a través del desapego
UN PARTICIPANTE En mi interior se está moviendo algo. Durante la Constelación, estuve mirando a la madre de la niña, cómo una y otra vez se sonreía, sobre todo con la idea de alejarse aún más y de despedirse.
Lo que me da mucho que pensar es el vínculo con la red familiar del que hablas, es decir, que un hijo adoptivo, independientemente de los límites legales, pertenece al sistema familiar de sus padres. Hasta ahora lo veía como un gran mérito cuando unos padres acogían a un niño. Lo consideraba un acto de humanidad, y sólo al buscar a mi propio padre, que desde el divorcio de mi madre vivía muy lejos de nosotros, me di cuenta claramente de lo importante que me era el buscar y el encontrarlo, a pesar de que mi madre hablara muy mal de él. Puedo imaginarme que este paso sería un alivio para la niña. Pero aún no sé qué hacer con todo esto, porque creo que no es ninguna solución definitiva. HELLINGER No comprendo lo que quieres decir.
PARTICIPANTE No sé qué entiendes exactamente por solución. Lo que acabamos de ver aquí, no puede ser ninguna solución en el sentido de un punto final.
HELLINGER Es una solución en el sentido de un punto final; ¡exacto!
PARTICIPANTE ¿Cómo?
HELLINGER La solución en este caso es definitiva.
PARTICIPANTE ¿Sí?
HELLINGER La palabra «solución», en su sentido original, tiene un doble sentido. La solución a través del desapego.
PARTICIPANTE ¿En el sentido de una disolución?
HELLINGER Dije: la solución a través del desapego.
Al grupo Ha vuelto a minimizarlo.
Pausa prolongada.
HELLINGER Quería expresar exactamente lo que dije. No fue ningún juego, ni ninguna intervención paradójica, ni nada similar.
Lo espantoso
RAIMUND Ahora estoy más tranquilo. Antes me encontraba mareado. Tenía la sensación de que en mi barriga se iba formando todo un conglomerado de un montón de cosas. Y aún siento una especie de terror que me entró al oír tus palabras de: «No hay nada que hacer contigo.» Me parecía demasiado apodíctico y me sonaba a: «Ahora te dejo caer; ya no quiero tener nada que ver contigo.» A lo largo de la ronda, esta impresión se fue disolviendo.
HELLINGER El terror sólo puede vencerte si apartas la mirada. Si te hubieras fijado en Rita y en mí, habrías percibido algo diferente. Pero algunos cierran inmediatamente los ojos cuando oyen una frase así, y empiezan a elaborar sus propias imágenes. Y ésas son las terribles.
RAIMUND Aún me hice otra imagen que fue terrible. Me imaginé...
HELLINGER ¿Te das cuenta de como acabas de apartar la vista?
RAIMUND Sí, es cierto.
HELLINGER Prueba a ver si puedes decir lo que querías decir, manteniendo la mirada puesta en mí. Es muy difícil, ¿lo ves? Las «grandes ideas» sólo se pueden tener con los ojos cerrados.
Risas en el grupo.
HELLINGER al grupo Ahora mismo acaba de apartar otra vez la vista.
A Raimund Se puede ver en seguida si estás en contacto o no. Este mantenerse en contacto y el limitarse a la percepción inmediata son muy difíciles. Es una gran renuncia a la libertad; a la libertad para lo terrible.
RAIMUND Realmente eres bastante fuerte.
HELLINGER Sí, lo soy. ¿Sabes por qué? Porque el mundo me parece bien tal como es, también lo espantoso. Puedo asentir a ello, tal como es. Así, también puedo decir estas cosas, porque asiento a ello. Todo lo grande saca su fuerza de lo espantoso; y quien pretende apartar la vista de este hecho hace castillos en el aire.
RAIMUND Creo que cuando aparto la vista, interiormente busco el impulso de decir algo más.
HELLINGER De esta manera te debilitas, ya que así no apareces como una persona íntegra ante el otro. Sólo tienes fuerza si conservas tu integridad. ¿Cómo te encuentras ahora?
RAIMUND Tengo más energía.
HELLINGER Aún te diré otro secreto: el terapeuta es un guerrero. Y necesita el valor del guerrero. El guerrero va hasta el límite, porque sólo allí se toman las últimas decisiones. En el último extremo, las posibilidades parecen ser cincuenta a cincuenta, pero en la práctica, para el que osa ir hasta el límite, son noventa y nueve a uno. Ya que la realidad que se toma en serio es bondadosa. Recompensa a la persona que la toma en serio. Si no se le toma en serio, se venga.
La realidad también comprende las consecuencias de nuestros propios actos. Por tanto, el terapeuta ayuda a las personas que le piden consejo a que asuman estas consecuencias, aunque les exija el máximo esfuerzo, ya que así les sigue el bien. No les hace creer que podrían evitar las consecuencias a la ligera, porque los efectos serían nefastos, sobre todo para otros, totalmente inocentes.
Compasión y olvido
UNA PARTICIPANTE Este tema me hace pensar mucho, porque, por una parte, me he dado cuenta de la imprudencia que puede cometerse en la tramitación de muchas adopciones. Esto por un lado. Por el otro, también vi las reacciones de Rita, y no puedo imaginarme que la solución sea la de desprenderse de la niña.
HELLINGER Te contaré una historia sobre la compasión.
Hubo una vez un tal Job que lo había perdido todo, estaba lleno de llagas desde la planta de los pies hasta la cabeza y se encontraba sentado en el estiércol. Cuando sus amigos se enteraron, vinieron para consolarlo. ¿Sabes lo que hicieron? Se sentaron en el suelo, a una cierta distancia y, durante ocho días, no dijeron ni una palabra. Aquéllos eran amigos con fuerza.
Los terapeutas quizás hubieran ido a verlo, diciendo: «No es para tanto, ya mejorará», o algo por el estilo. Esa actitud, sin embargo, no corresponde a la profundidad del dolor. El intento de minimizarlo con palabras no corresponde a la magnitud del dolor. Además, aún hay otro punto importante que hay que tener en cuenta: cada persona tiene la fuerza para su problema y para su solución. Sólo ella y nadie más. Cuanto más te preocupes por ella, más la debilitarás.
Te daré un ejemplo de cómo manejarlo. Yo me he olvidado de Rita, en gran parte. Sólo cuando vuelva a tratar con ella, vuelvo a pensar en ella. Antes no.
Una vez, en un grupo, hubo una mujer que, el segundo día, salió del seminario toda alterada, en grave peligro de suicidio, y muchos temían que se suicidaría realmente. Yo me olvidé de ella. No pensé más en ella. Simplemente me olvidé.
El último día del seminario, algunos dijeron que la habían visto ir al bosque con una manta. Otra vez, muchos tuvieron la fantasía de que se suicidaría. Yo, sin embargo, me olvidé de ella. No la echaba en falta en el grupo. Diez minutos antes de acabar el seminario, entró por la puerta, y en diez minutos arregló todo lo que había que arreglar. Tuvo la fuerza de hacerlo porque yo me había olvidado de ella.
Toda preocupación por ella le hubiera restado fuerza. Sin embargo, a pesar de todo, estaba en sintonía con ella. El hecho de que me olvidara fue el mayor respeto hacia ella. Ya que, olvidándome de ella, la confío a su alma. No hay nada mejor. Pero eso requiere mucha fuerza. El preocuparse de los demás es más fácil. A veces el pecho se infla; de tanto aire.
Oír y ver
OTRA PARTICIPANTE Me encontraba en un tira y afloja entre el terror y el asombro, y no podía relacionar lo uno con lo otro. Creo que ahora lo tengo un poco más claro: el terror se refiere a las palabras que oí, y el asombro se refiere a lo que vi, y noto que tengo que confiar más en lo que veo que en lo que oigo.
HELLINGER Las palabras son el impulso; las palabras justas.
La misma culpa tiene los mismos efectos
UNA PARTICIPANTE Dijiste que si una mujer da sus hijos en adopción, pierde su derecho sobre los hijos. Hasta aquí estoy de acuerdo, pero ¿qué ocurre cuando un hombre lo hace? ¿Hay alguna diferencia?
HELLINGER Es exactamente lo mismo. No hay ninguna diferencia.
La solución exige renunciar a las objeciones
UN PARTICIPANTE Sigo teniendo la idea de que el final para Rita aún es un interrogante y que la Constelación sólo mostró el siguiente paso. También podría ser que el padre abandonara a la niña de la misma manera que lo hizo la madre.
HELLINGER Sobre este punto quisiera decirte algo. Cuando dije que no había nada que hacer con ella, para mí estaba clarísimo que era así. No hice ninguna objeción. Lo encaré plenamente. Si al final resultó ser diferente, fue porque lo tomé absolutamente en serio. Renuncié a todo tipo de preguntas y objeciones hipotéticas, y si hubiera sido de otra manera, también estaría de acuerdo. Ésta es la diferencia. La renuncia a este tipo de pensamientos es la verdadera disciplina espiritual y exige dar un paso hacia la oscuridad.
PARTICIPANTE A pesar de todo, me surgió la imagen, y te lo quería decir.
HELLINGER El hecho de que te surgiera no quiere decir que ya de por sí sea cierta. Algunos piensan que si tienen una imagen, ésta ya es cierta, o si sienten algo, es cierto. Pero no es así. Sin embargo, existen imágenes que provienen de una mirada centrada en la oscuridad, sin intenciones, sin objeciones, sin temor. De repente surge una imagen de la solución. Ésta tiene otra cualidad que las imágenes que yo me hago o que simplemente me sobrevienen. Cuando surge y se comunica una imagen de ese tipo, da en el blanco.
Comprensión y realización
RITA He ganado un montón de cosas que hace tiempo que sabía que me incumbían, y, si puedo, me gustaría describir esto. Últimamente estoy haciendo una terapia individual...
HELLINGER Quisiera interrumpirte.
Al grupo ¿Veis cuánta más fuerza tiene ahora en comparación con antes? ¿Lo veis? ¿Lo centrada que está? Nada de lloros o así, todo eso ya no está. Eso muestra la efectividad de la intervención. Por los efectos se reconoce la calidad de la intervención.
Rita se ríe.
HELLINGER a Rita ¿Lo ves? ¡Exacto! Ésta es la fuerza buena. De acuerdo, sigue.
RITA Sí. De mi terapia sé que lo que aún debo trabajar es el tema del desprendimiento, y veo aquello que me dijiste más bien en un sentido simbólico. En el momento en que me aparto de la niña para dirigirme a mi marido, le doy a la niña la posibilidad de librarse de mí, y creo que éste es nuestro conflicto, que también me agobia bastante. Lo que es la solución lo describo con el concepto de «coauténtico».
HELLINGER Deja el concepto. Lo que acabas de describir estaba totalmente claro.
RITA Creo que la solución consiste en permitirle a la niña que sea libre. Si lo logro...
HELLINGER No, no, la niña no es libre. La niña pertenece a sus padres, y allí donde pertenece, también se la debe llevar. Y tú tienes que ayudarla y llevarla con su padre y con su familia. Allí puede crecer. En cuanto das este paso, la niña se dirigirá a ti llena de gratitud. Éste es el otro lado. Porque así se la respeta.
RITA Aún tengo dificultades con la realización de algo así; me pregunto cómo podría hacerse.
HELLINGER Ahora tienes una imagen, y esta imagen actúa por ti. No debes actuar inmediatamente. Debes esperar hasta que de la imagen interior te brote la fuerza. De repente, cuando sea el momento, todo va rápido y de una manera muy sencilla. La comprensión aún no es la realización. La comprensión y la realización muchas veces van separadas. Cuando una persona actúa inmediatamente después de llegar a una comprensión, frecuentemente hace justo lo contrario de lo que la comprensión le exige. Después de llegar a la comprensión, muchas veces no se puede ni se debe actuar, aunque la comprensión sea correcta. Lo mismo ocurre en este caso. Ahora aún te quedas con la imagen, vas gestando la imagen hasta que surja la fuerza. ¿De acuerdo?
RITA Lo que me crea dificultades es lo siguiente: no puedo seguir tus palabras acerca de que tomamos la decisión a la ligera, o que fue una adopción a la ligera. Lo siento, pero durante años estuve dando vueltas a estas preguntas y estuve buscando, y no me lo hice fácil, en absoluto.
HELLINGER Toma mis palabras como una descripción objetiva. Es decir, subjetivamente fue absolutamente serio para ti, pero si se mira la situación desde fuera, fue a la ligera. Desde luego es cierto que, desde tu punto de vista, no tenías otra opción. Por tanto, tampoco tienes que arrepentirte de nada. Eso no lleva a ninguna parte. Aunque fuera equivocado, y justamente porque fue equivocado, de allí nace una fuerza que antes no había. El desvío no fue ningún desvío. Fue un camino en el que ganaste un sinfín de experiencias que más tarde te servirán. Por tanto, no fue en vano, tampoco para la niña. ¿Puedes tomarlo así?
RITA Sí, pero aún no puedo descubrir el sentido, pero ya vendrá.
HELLINGER En uno de los libros de Carlos Castaneda sobre el chamán Don Juan, hay un pasaje precioso sobre los enemigos del saber. El primer enemigo del saber es el miedo. Quien supera el miedo, gana claridad, y la claridad se convierte en su siguiente enemigo. Quien vence la claridad, gana poder, y ahora el poder se convierte en su siguiente enemigo. Quien supera también al poder, casi ha alcanzado la meta, pero entonces viene el enemigo más difícil: la necesidad de tranquilidad. Este enemigo nunca se deja vencer del todo. Pero al final, para un momento, se puede echar una mirada al saber, y para ese momento valió la pena todo lo demás. ¿De acuerdo?
RITA Sí.
Niños heredados
ALBERT Tengo tres hijos propios y vivo en una relación de pareja desde hace veinte años. Ahora, por un testamento, me fueron entregados formalmente los cuatro hijos de una familia en la que el padre y la madre murieron. Para mí se trata de cómo solucionar este problema.
HELLINGER No debes aceptarlos. Eso no va. Para eso están los familiares. Sólo si no hubiera nadie más, podrías ofrecerte, pero si no, no. Es imposible dar unos hijos en herencia, ¡dónde se ha visto cosa igual! ¿Al menos recibiste dinero de ellos?
ALBERT No, no.
HELLINGER ¿Sólo los niños? Deben de considerarte un idiota.
ALBERT Es posible.
HELLINGER No debes acogerlos. Es un deber ante tu propia dignidad.
ALBERT Aún hay preguntas al respecto que me preocupan. Antes de que los familiares supieran de la existencia de este testamento, en seguida repartieron a los niños entre ellos, y en todo eso sí que hubo cosas que yo no veía claras.
HELLINGER Deja que ellos hagan como les parezca. Tienes que mantener libre tu alma de cualquier pensamiento sobre lo que está ocurriendo en esa familia. Ni siquiera lo debes saber. ¿Algo más, Albert?
ALBERT Puedo seguir tus palabras en dos partes. Una parte es...
HELLINGER No, no, no.
Al grupo Ahora comprobaré vuestra percepción: ¿de dónde viene la fuerza positiva? ¿De lo que dije yo o de su objeción? Mirándolo a él, podéis percibirlo en seguida.
La percepción y su fuerza inmediatamente se retiran de quien, mediante preguntas, pone en cuestión lo que acaba de percibir. Se venga por la objeción.
Constelación: El padre aceptó que su hija ilegítima fuese adoptada por el actual marido de la madre
RAIMUND Soy psicólogo, estoy casado y tengo dos hijos. De una relación anterior tengo una hija ilegítima que ahora vive en otro continente.
HELLINGER Se ha ido muy lejos. ¿Qué edad tiene?
RAIMUND Va a cumplir dieciséis años. Su madre emigró con un amigo.
HELLINGER ¿Cómo es tu relación con ella?
RAIMUND Hace seis años, pasó otra vez dos años en Alemania, y durante ese tiempo, tuvimos una relación muy buena. Ahora, la relación corresponde a su edad. Es decir, recibo una carta de agradecimiento por los regalos de Navidad, y otra para mi cumpleaños. De vez en cuando nos enviamos algún vídeo. Me gustaría configurar mi familia ahora.
HELLINGER De acuerdo, configúrala.
RAIMUND Empiezo con mi ex amiga.
HELLINGER ¿Cómo? ¿Con quién empiezas?
RAIMUND Con mi ex amiga.
HELLINGER Empiezas con tu primera mujer.
RAIMUND No estuvimos casados.
HELLINGER Empiezas con tu primera mujer.
RAIMUND De acuerdo, comprendo y me inclino con humildad.
HELLINGER He tomado la defensa de la persona menospreciada. ¿Quién más forma parte de la familia?
RAIMUND La hija que tuve con esta primera mujer. Después, mi segunda mujer, con la que tengo una hija y un hijo.
HELLINGER ¿Alguno de vosotros estuvo casado anteriormente o en una relación estable?
RAIMUND Mi primera mujer. Yo fui el motivo por el que se separó.
HELLINGER ¿Hubo hijos de ese matrimonio?
RAIMUND No. Ese también fue un motivo por el que se rompió el matrimonio. El marido no podía tener hijos.
HELLINGER Esta es una información importante, porque así no hubo ningún vínculo profundo. La parte legal tiene poca importancia en esos casos.
RAIMUND Inmediatamente antes de que nos conociéramos, mi mujer actual tuvo una relación durante dos años que acabó de una manera muy caótica.
HELLINGER Cuando la segunda mujer también estuvo casada, funciona mejor que si uno «sin usar» toma a otro «usado».
RAIMUND Mi primera mujer tiene una nueva pareja.
HELLINGER ¿Tienen hijos?
RAIMUND No, pero su compañero ha adoptado a mi hija. ¿Eso tiene alguna importancia?
HELLINGER Sí que tiene importancia. Se vengará gravemente de él. Eso no se debe hacer nunca. ¿Y tú no protestaste?
RAIMUND No, estuve de acuerdo.
HELLINGER ¿Estuviste de acuerdo? ¡Por Dios! Entonces, la hija se enfadará contigo. Tienes que decirle que te retractas y que ella sigue siendo tu hija, con todos los derechos. ¡No puedes entregarla nunca a otro hombre!
Abreviaciones:
Mar marido (= Raimund)
1Muj primera mujer de Raimund; madre de 1
1 primera hija
2Muj segunda mujer de Raimund; madre de 2 y 3
2 segunda hija
3 tercer hijo
HELLINGER a Raimund ¿Cómo fue tu sueño de esta mañana?
RAIMUND Soñé que mi hijo estaba delante de la puerta.
HELLINGER Desde luego quiere decir que tú estás delante de la puerta. Aquí lo puedes ver. ¿Cómo se encuentra la primera mujer?
PRIMERA MUJER Me duele la espalda. Aquí atrás tengo una sensación muy extraña, una especie de atracción. Al mismo tiempo, sin embargo, no puedo moverme en esa dirección. Es muy curioso.
HELLINGER ¿Cómo se encuentra la primera hija?
PRIMERA HIJA Cuando me encontraba sola con mi madre, me sentía bien. Ahora empiezo a notar una especie de retortijones en el estómago. Es como un cosquilleo. Desagradable, pero no amenazante.
HELLINGER al representante de Raimund ¿Qué tal el marido?
MARIDO Con mi familia actual me encuentro bastante bien. Pero aquello de allá, con mi primera mujer y con mi hija, es desagradable. Mis otros dos hijos protegen este espacio.
HELLINGER ¿Qué tal la segunda mujer?
SEGUNDA MUJER No muy bien. Es decir, de alguna manera, siento que hacia mi marido la relación no es buena. Es más bien como un enfrentamiento.
HELLINGER Lo es.
SEGUNDA MUJER Sí, y con los hijos tampoco es armónico. Tengo la sensación de que mi hija no debería estar así, de lado, detrás de mí. Con mi hijo todo parece un poco mejor porque hay cierto contacto a través de la mirada. Para entrar en contacto con mi hija, tendría que torcerme.
HELLINGER a la primera mujer, al ver que sus dolores de espalda van empeorando constantemente Date la vuelta para que te encuentres mejor. No puedo dejarte aquí dentro con estas reacciones.
Hellinger lleva a la primera mujer al lado de su hija.
HELLINGER ¿Qué tal la segunda hija?
SEGUNDA HIJA No me encuentro nada bien. Me siento expuesta, sin cobijo e indefensa.
HELLINGER a Raimund Ella tiene los sentimientos de la primera hija.
RAIMUND ¡Es asombroso! Ellas dos se escriben muchísimo.
HELLINGER Tiene los sentimientos de ella.
Al hijo ¿Qué tal el hijo?
TERCER HIJO Tengo la sensación de que debería respaldar a mi padre. Me siento utilizado.
HELLINGER a Raimund Estos dos están delante de la puerta: tú y tu hijo, vosotros dos. Ahora haremos el primer cambio importante.
Hellinger lleva a la primera hija al lado de su padre.
PRIMERA HIJA No es agradable estar aquí. Me gustaría apartarme un poco.
HELLINGER Prueba a ver.
La hija se aparta un poco del padre.
PRIMERA HIJA Sobre todo ella (la segunda mujer) me mira tan fijamente... Me parece una amenaza.
Hellinger introduce también al segundo marido de la primera mujer, colocándolo al lado de ésta.
Abreviaciones:
2Mar segundo marido de la primera mujer
HELLINGER ¿Qué tal ahora para la primera hija?
PRIMERA HIJA Es mucho más agradable cuando mi madre está a mi lado.
HELLINGER ¿Qué ha cambiado para el marido?
MARIDO Para mí fue agradable que viniera mi primera hija. Pero entonces me parecía que la relación con mi segunda mujer peligraba. Mi primera hija me atrae, pero no quiero dejar mi familia actual; es un tira y afloja.
HELLINGER ¿Qué ha cambiado para la segunda hija?
SEGUNDA HIJA Me siento en medio. O sea, hacia mi padre no hay nada; en ese aspecto sigo sin notar ningún cobijo. Preferiría girarme hacia mi hermana mayor. No sé adónde ir. Cuanto menos relación hay aquí, (con el padre) tanto más atractiva me resulta mi hermana mayor.
HELLINGER a Raimund Esta hija se siente como su hermana mayor. Aquélla también se siente en medio.
A continuación, Hellinger configura la imagen final en dos pasos: primeramente, los hijos del matrimonio de Raimund se encuentran enfrente de los padres, y, después, más cerca de la madre.
HELLINGER ¿Cómo se encuentra la segunda mujer?
SEGUNDA MUJER El hecho de que los hijos, en un principio, estuvieran enfrente de nosotros no me gustaba. Ahora que están a mi lado, me encuentro mejor.
HELLINGER ¿Qué tal ahora para la segunda hija?
SEGUNDA HIJA Mejor. Más resguardada.
TERCER HIJO Para mí también está bien.
HELLINGER a Raimund Los hijos no se fían de ti. Se fían más de la madre.
TERCER HIJO Cuando vino la primera hija, me sentí aliviado. De repente se me quitó una presión. Ahora tengo una sensación muy agradable.
HELLINGER a la primera hija Ahora prueba a ver hasta qué punto te atreves a acercarte al padre.
La hija se acerca primero al padre, después, sin embargo, vuelve al lado de la madre.
PRIMERA HIJA No me atrevo a dar ni un paso. Prefiero quedarme aquí, al lado de mi madre. Me agrada ver a mis hermanos. Lo divertido es que cuando mi hermana se alejó, por una parte estaba triste de que se fuera, pero por otra parte también me alegré de ver a mi hermano. Él es totalmente nuevo para mí. No me encuentro mal. Al lado de mi padre, también necesito verlos a ellos dos; eso es importante para mí.
HELLINGER ¿Cómo se encuentra la primera mujer?
PRIMERA MUJER Maravillosamente. Por primera vez no veo directamente a la otra familia. Antes veía mucho más a su segunda hija que a la mía.
HELLINGER ¿Qué tal el segundo marido?
SEGUNDO MARIDO Así está bien.
HELLINGER a Raimund Al autorizar la adopción de tu hija, has perdido los derechos sobre ella. Y ella reacciona en consecuencia.
RAIMUND Sí.
HELLINGER En un segundo matrimonio nunca deben adoptarse los hijos de un primer matrimonio o de una primera relación de uno de los cónyuges. Es fatal para los hijos y destruye el orden.
RAIMUND Pensaba que sería mejor para ella.
HELLINGER Estos son razonamientos puramente racionales. Pero puedes arreglarlo en parte, diciéndole que lo sientes y que ella puede fiarse de que seguirás siendo su padre, pase lo que pase. Que siempre podrá contar contigo y que tendrá todos los derechos, al igual que tus otros dos hijos, por ejemplo en la herencia u otros asuntos similares. Así, habrá una distensión. ¿Quieres ponerte tú mismo en tu lugar?
Raimund ocupa su lugar y mira a su alrededor.
RAIMUND Pacífico, es totalmente pacífico.
HELLINGER Una vez encontrado el orden, todo se vuelve pacífico. Entonces cada uno tiene su lugar. Acércate un poco más a tu hija, a ver qué tal.
A la hija mayor ¿Quedas reconciliada si se acerca a ti?
PRIMERA HIJA ¡Ay sí! Me lo puedo imaginar muy bien. Se ríe.
HELLINGER a Raimund Este sería el siguiente paso. (La hija mayor de Raimund fue representada por Rita.)
Al grupo En relación al tema de la adopción aún os contaré una historia. Está muy poco cifrada y se titula:
La vuelta a casa
Al lado de un gran bosque vivían un leñador y su mujer. Tenían una única hija, una niña de tres años, pero eran tan pobres que muchas veces no sabían ni qué darle de comer. Un día vino a verlos la Virgen María y les dijo:
—Vosotros sois demasiado pobres para cuidar a la niña. Traedla conmigo; yo me la llevaré al Cielo, seré su madre y la cuidaré.
Al oír estas palabras, el corazón se les encogió, pero se dijeron:
—¿Quiénes somos nosotros al lado de la Virgen María?
Así, pues, obedecieron, cogieron a la niña y se la entregaron a la Virgen María. Ésta se la llevó al Cielo. Allí comía pan blanco, bebía leche dulce y jugaba con los ángeles. Secretamente, sin embargo, añoraba a sus padres y la bella tierra.
Cuando la niña tenía catorce años, la Virgen María nuevamente quiso salir de viaje, ya que también ella a veces sentía nostalgia de la tierra. Así, llamó a la niña y le dijo:
—Guarda tú las llaves de las trece puertas del Cielo. Doce puertas puedes abrir y admirar las maravillas que encierran, pero la decimotercera, a la que pertenece esta llavecita, te está vedada. No se te ocurra abrirla; ¡de lo contrario, ocurrirá una desgracia!
Entonces la niña prometió:
—¡Nunca pisaré la decimotercera sala!
En cuanto partió la Virgen María, la niña se fue a ver las moradas celestiales. Cada día abrió una de las puertas, hasta llegar a la duodécima. Detrás de cada una de ellas se hallaba un hombre, un apóstol, rodeado de gran esplendor, y en cada ocasión la niña se deleitaba de la hermosura que percibía. Finalmente, la única puerta cerrada era la prohibida, y la niña se sentía intrigada por saber qué se escondía detrás de ella. Así, pues, en un momento que se encontraba sola, pensó: «Ahora estoy sola y podría entrar; nadie lo sabrá si lo hago.» Cogió la llavecita, la introdujo en la cerradura y le dio la vuelta. Inmediatamente se abrió la puerta y la niña se sintió atraída por una incandescencia dorada. Éste debió de ser el santuario sacrosanto. La niña misma se enardeció, impetuosamente entró en la sala, rozó el oro con su dedo y se estremeció de placer como nunca antes lo había conocido. En ese momento recordó la prohibición de la Virgen María; salió corriendo por la puerta y la volvió a cerrar. Pero ahora su dedo parecía convertido en oro. La niña quería lavarse las manos para quitar el oro, pero por mucho que lo intentara, no había manera de sacarlo. Así, pues, esperaba la vuelta de la Virgen María, llena de temor.
Ésta, sin embargo, se tomaba su tiempo. Se sentía a gusto en la tierra, y cuando volvió al Cielo estaba muy contenta. Llamó a los ángeles y a la niña y les contó las novedades de la tierra. Allí, los hombres tenían unas cajas extrañas: bastaba con apretar un botón para ver lo que ocurría en la tierra.
Un día, así contaba, había visto de esta manera a una mujer que osó seguir a los gorilas de montaña. Fue muy peligroso porque los gorilas eran ocho veces más fuertes que los hombres. Pero los gorilas permitieron que se les acercara y, un día, un macho gorila llegó a estar tan cerca de ella que pudo acariciarlo en la espalda. Era totalmente manso y dejó que le tocara.
Después, unos indígenas le trajeron un bebé gorila que había perdido a sus padres y estaba extenuado. La mujer lo acogió como una madre, le daba leche dulce para beber y lo cuidaba tan bien que pronto se recuperó. Pero vio que, por mucho que amaba a aquel bebé que no era suyo, éste echaba de menos a los demás gorilas. Así, un día se lo llevó en una de sus excursiones, y, cuando encontró al grupo de gorilas, les tendió al bebé en sus brazos. En cuanto el mayor de los gorilas vio al bebé, saltó hacia ella gritando, le arrebató el bebé, volvió corriendo a su grupo y entregó el pequeño a una hembra que se puso a amamantarlo en seguida. La mujer, sin embargo, no había sido atacada en ningún momento, y vio que el pequeño gorila se encontraba bien entre los suyos.
Muchas otras historias contó la Virgen María, de manera que se olvidó de preguntar por las llaves. Sin embargo, a la mañana siguiente llamó a la niña para que le trajera las llaves.
—¿Realmente no estuviste en la decimotercera cámara? —inquirió.
—No —contestó la niña—, como lo prohibiste...
—¿Y por qué escondes tu mano detrás de tus espaldas?
Y le ordenó:
—¡Enséñame también la otra mano!
La niña se avergonzó, pero como no servía de nada negarlo, sacó la otra mano de detrás de sus espaldas y le enseñó el dedo dorado. Al verlo, la Virgen María suspiró diciendo:
—En algún momento debía suceder.
Y se quitó sus guantes blancos y—¡qué sorpresa!— también ella tenía un dedo dorado.
Así, pues, le dijo a la niña:
—Ya que sabes lo uno, también sabrás todo lo demás. Vuelve a la tierra, donde hay padres y hermanos, y hombres y mujeres y niños.
La niña se alegró y le dio las gracias. La Virgen María le ayudó a preparar su hato y, para proteger la prueba de su conocimiento, al despedirse le entregó un par de guantes blancos.
«Te acompaño con amor»
De un curso, realizado en junio de 1997, para adultos adoptados, sus familias adoptivas y sus padres carnales, se eligió el siguiente caso con la intención de documentar los cambios de enfoque que, durante los últimos años, se han dado en el trabajo de Bert Hellinger con relación a la temática de la adopción.
HELLINGER a Hanna ¿Cuál es tu problema?
HANNA ¿Mi problema actualmente?
HELLINGER Sí, ¿por qué estás aquí?
HANNA Hace catorce años, di mi hija a otros padres. Ahora estoy aquí porque tengo mucho miedo de tener más hijos.
HELLINGER Comprensible. ¿Y el padre de la hija?
HANNA Siempre que sé algo de mi hija se lo cuento. Él lo escucha y ya está.
HELLINGER ¿Él estuvo de acuerdo en aquel entonces?
HANNA En el fondo, le daba igual. Me dijo que hiciera como me pareciera.
HELLINGER ¿Ah sí? De acuerdo, entonces haz la Constelación: tú, el hombre, tu hija y los padres adoptivos. ¿Tienes más hijos?
HANNA No.
HELLINGER ¿Qué edad tenías entonces?
HANNA Dieciocho años.
HELLINGER ¿Por qué diste a la hija?
HANNA No vi ninguna otra posibilidad para nosotras dos. No tenía ningún apoyo.
HELLINGER ¿Cómo actuaron tus padres?
HANNA Mis padres me dijeron que abortara. Si no, ya no recibiría más dinero de ellos.
HELLINGER ¿Y los padres del padre?
HANNA Sus padres están divorciados. En el fondo, estaba su madre; ella sí nos apoyaba, pero nunca ofreció nada concreto.
HELLINGER ¿Estás en contacto con tu hija? ¿Te conoce?
HANNA Tengo cartas de ella. Ella tiene fotos mías y yo le puedo escribir. Pero de momento no me quiere ver. Tiene catorce años.
HELLINGER ¿No te quiere ver?
HANNA No.
HELLINGER Bien, empezaremos contigo, con tu pareja, la hija y los padres adoptivos. Configúralo.
Abreviaciones:
P padre
M madre (= Hanna)
HA hija de Hanna, adoptada por otros padres
PA padre adoptivo
MA madre adoptiva
HELLINGER ¿Estás casada?
HANNA No.
HELLINGER ¿El padre de la hija está casado?
HANNA Sí.
HELLINGER ¿Tiene hijos?
HANNA No.
HELLINGER ¿Cómo se encuentra la hija?
HIJA ADOPTIVA Me duele la espalda. Noto el contacto aquí, en mi cuerpo, pero me siento totalmente extraña. Miro hacia allá, hacia mi madre, y eso me interesa, pero no puedo explicarme quién es.
HELLINGER ¿Cómo se encuentra la madre?
MADRE Me siento sola. Veo a aquellos tres juntos y tengo la sensación de que mi hija está bien integrada allí. Pero pienso que se encuentra sola. Está tan lejos de mí; me gustaría que tuviéramos más contacto. También es doloroso. Por una parte, es tranquilizante saber que está segura, pero al mismo tiempo también duele.
HELLINGER ¿Para el padre?
PADRE Tengo poco que ver con todo este asunto. Este capítulo está cerrado. Remotamente lo tengo presente y pienso que mi hija está en buenas manos. Sí, eso es.
Hellinger le pide a Hanna que introduzca también a representantes de sus padres.
Abreviaciones:
PM padre de la madre
MM madre de la madre
HELLINGER a la representante de Hanna ¿Qué ha cambiado para ti?
MADRE En el fondo, nada. Sigo viendo lo mismo que antes.
HELLINGER a la hija adoptiva ¿Y para ti?
HIJA ADOPTIVA Cuando vinieron sus padres y miraron hacia aquí, me hubiera gustado atraer a mi madre hacia aquí. Siento una gran desconfianza hacia sus padres. Ahora que se apartan así, ya no es tan fuerte.
HELLINGER ¿Qué tal para el padre de la madre?
PADRE DE LA MADRE Empiezo a sentir náuseas. El lado derecho está muy caliente. Quisiera huir de aquí.
HELLINGER ¿Para la madre de la madre?
MADRE DE LA MADRE Me siento mal y totalmente vacía.
Hellinger gira a la madre hacia sus padres.
HELLINGER ¿Qué tal así?
MADRE Estrecho, pero por otra parte tampoco estoy sola; ahora veo a ambos. Parecen tan rígidos e inmóviles. No hay mucha confianza.
Hellinger pone a la hija al lado de la madre.
HELLINGER a la representante de Hanna Diles: «Vosotros no la quisisteis.»
MADRE Vosotros no la quisisteis.
HELLINGER al padre de la madre ¿Qué tal?
PADRE DE LA MADRE suspira Empiezo a notar tristeza. Cuando ella apareció, mi posición aquí cambió. Cuando se acercó, volví a ser hombre y, ahora, cuando se dijo eso, empecé a sentir una gran tristeza.
HELLINGER ¿Y para la abuela?
MADRE DE LA MADRE Surgió un gran anhelo y un gran dolor.
HELLINGER a la hija adoptiva ¿Cómo te encuentras tú?
HIJA ADOPTIVA Me siento bastante bien así, como diciendo: aquí estoy. Un poco orgullosa.
HELLINGER Díselo.
HIJA ADOPTIVA Aquí estoy.
HELLINGER a la representante de Hanna Diles: «Aquí está.»
MADRE Aquí está, vuestra nieta. También es una parte vuestra.
HELLINGER No, no tantas lecciones.
A la hija adoptiva ¿Cómo te encuentras?
HIJA ADOPTIVA Ha desaparecido el orgullo. Puedo sentir amor.
HELLINGER a la representante de Hanna Gírate hacia ella y dile: «Lo siento mucho.»
MADRE Lo siento mucho.
HELLINGER a la hija adoptiva Espera, mírala.
MADRE Siento mucho haberte dado en adopción.
HELLINGER No, no. Cogeré a la verdadera madre ahora.
HANNA al encontrarse en su lugar Lo siento de todo corazón.
HELLINGER «Te he perdido.»
HANNA Te he perdido.
HELLINGER «Pero quiero decirte que soy tu madre.»
HANNA Pero quiero decirte que soy tu madre.
HELLINGER «Y ahora quiero hacer todo por ti.»
HANNA Y ahora quiero hacer todo por ti.
HELLINGER a la hija adoptiva ¿Qué tal al oír eso?
HIJA ADOPTIVA En un principio sentía un anhelo inmenso. Hubiera querido decir: «Mamá.» Al oír aquello de «perdido», me asusté un poco, pero así también es más fuerte. Es así. Y hay cercanía y también respeto.
HELLINGER Dile: «Te respeto como madre.»
HIJA ADOPTIVA Te respeto como madre.
HELLINGER «Y tomo lo que me diste.»
HIJA ADOPTIVA Y tomo lo que me diste.
HELLINGER «Y lo guardo con respeto.»
HIJA ADOPTIVA Y lo guardo con respeto.
HELLINGER «Pero ahora me voy con mis nuevos padres.»
HIJA ADOPTIVA Pero ahora me voy con mis nuevos padres.
HELLINGER ¿Qué tal al decir eso?
HIJA ADOPTIVA Surge una sensación de fuerza cuando lo digo.
HELLINGER a Hanna ¿Y para ti?
HANNA Desaparece la tristeza.
HELLINGER Dile: «Te despido con amor para que te vayas con tus nuevos padres.»
HANNA Te despido con amor para que te vayas con tus nuevos padres.
HELLINGER «Y sigo acompañándote desde lejos, con amor.»
HANNA Y sigo acompañándote desde lejos, con amor.
HELLINGER «Y si me necesitas, estaré.»
HANNA Y si me necesitas, estaré.
HELLINGER Ve hacia ella.
Madre e hija se abrazan cariñosamente. Al cabo de unos instantes, Bert Hellinger lleva a la hija al lado de sus padres adoptivos, y a la madre, algo más hacia atrás.
HELLINGER a la hija adoptiva ¿Qué tal ahora?
HIJA ADOPTIVA Es importante saber que estará si la necesito; que siempre podré verla, que seguirá así. Y esto de aquí está en orden.
HELLINGER ¿Qué tal la madre adoptiva?
MADRE ADOPTIVA Estoy contenta de tener a esta hija. Simplemente es bonito.
HELLINGER ¿Y el padre adoptivo?
PADRE ADOPTIVO Yo también me encuentro bien ahora. Antes, mientras se encontraba entre nosotros dos, no fue tan bueno.
HELLINGER ¿Cómo le fue al padre durante todo este tiempo?
PADRE Me sentía amenazado por mis ex suegros. Creo que están terriblemente enfadados conmigo.
HELLINGER Realmente no tienes nada que hacer aquí. El padre asiente con la cabeza. Gírate hacia fuera.
HELLINGER a la hija adoptiva Despídelo de tu corazón, con renuncia.
HIJA ADOPTIVA No me afecta tanto. En realidad, me fijé en él cuando se giró. Antes no era tan interesante.
HELLINGER Hay dos movimientos importantes: el primero, que lo tomes como tu padre; y, después, que renuncies a todo lo demás.
HIJA ADOPTIVA Sí. Es lo que se está preparando ahora. Tengo la sensación de que así debe ser.
HELLINGER a Hanna ¿Para ti está bien así?
HANNA Mientras estaba aquí y la veía, estaba bien. Mi corazón estaba colmado. Mientras su padre miraba en mi dirección, no era correcto. Ahora es más llevadero. Es más acertado.
HELLINGER Ahora dales las gracias a los padres adoptivos.
HANNA Os agradezco de todo corazón que seáis padres para mi hija. Sí.
HELLINGER De acuerdo, ya está.
Al grupo Esta ha sido una oportunidad de sintonizar con el otro lado, con lo que allí ocurre. Se podía ver dónde se encontraba la primera responsabilidad: con los padres de la madre. Lo importante de este trabajo es que la responsabilidad siempre llegue allí donde realmente pertenezca, que no sea transferida a los más débiles. En este caso, los fuertes, que hubieran podido actuar, eran los abuelos. Estaba clarísimo.
A Hanna Tus padres habrían podido actuar muy fácilmente si hubieran querido. No quiere decir que tú quedes totalmente disculpada; pero para la hija resulta más inteligible cuando ve el apuro en el que se encontraba la madre.
¿Hay comentarios al respecto?
REPRESENTANTE DEL PADRE DE HANNA Mis sensaciones físicas eran tan fuertes que no podía actuar. Es decir, en ningún momento estaba presente. Sólo cuando la madre estaba al lado de la niña, percibí a mi mujer. Al padre de la niña no lo vi en absoluto. Me encontraba tan cogido que no existía para mí.
HELLINGER Uno de los problemas fundamentales en la adopción es que se tiene una visión sumamente estrecha. Así, por ejemplo, únicamente se ve a la madre y a la hija. El hecho de que también hay unos abuelos, tíos y tías a quienes habría que considerar, no es tenido en cuenta. Es un punto importante, también para aquellas personas que traten y tramiten casos de adopción. Frecuentemente, tampoco esas personas tienen presente que el niño forma parte de un gran sistema y que ese sistema también proporciona y puede proporcionar apoyo si uno se dirige a él.
FUENTES DE ENFERMEDAD Y DE SANACIÓN
EN LA FAMILIA
De un curso para enfermos y médicos durante una Conferencia
Internacional sobre «Medicina y Religión»
Cielo y tierra
Lo que aquí se dice del cielo, describe lo que en la familia y en la red familiar, como comunidades de personas unidas por el destino, conduce a enfermedades graves, a accidentes o al suicidio; y lo que se dice de la tierra, pretende describir lo que, a veces, logra dar otro rumbo a estas suertes.
Enfermedades graves, o accidentes y suicidios, en el seno de la familia o de la red familiar, son desencadenados por procesos que se entrelazan con imágenes del cielo, de sufrimiento y de expiación en lugar de otras personas, de un reencuentro después de la muerte, y de inmortalidad personal. Estas imágenes inducen a un pensar, desear y actuar mágicos en los que el enfermo o el moribundo cree que, a través del sufrimiento deliberadamente aceptado, puede redimir a otros de su sufrimiento, aunque éste forme parte de su destino.
La comunidad unida por el destino
A esta comunidad de personas unida por el destino —en la que obran estas ideas fatales— pertenecen: los hermanos, los padres y sus hermanos, los abuelos, a veces algún bisabuelo, y todos los que hicieron sitio para uno de estos miembros de la familia.
Entre los que hicieron sitio cuentan: los cónyuges anteriores de los padres y de los abuelos, o las relaciones comparables a un matrimonio, por ejemplo, los noviazgos anteriores. Asimismo forman parte de esta categoría todos aquellos por cuya desaparición o desgracia otros pudieron acceder a esta comunidad o tuvieron alguna ventaja en otro ámbito.
El vínculo y sus consecuencias
En esta comunidad unida por el destino todos se hallan atados a todos. El vínculo creado por el destino es más fuerte de los hijos hacia los padres, entre hermanos, y entre marido y mujer. Asimismo, se crea un vínculo especial entre las personas que entraron en el sistema posteriormente y aquellos que les hicieron un sitio, especialmente si éstos tuvieron una suerte difícil: por ejemplo, un vínculo así puede desarrollarse entre los hijos del segundo matrimonio de un hombre y su primera mujer, muerta de parto. El vínculo es menos fuerte de padres a hijos, y más débil de aquellos que hicieron un sitio a los que les siguieron en ese lugar: por ejemplo, de una novia anterior del marido a su mujer posterior.
Similitud y compensación
Por este vínculo, pues, los posteriores y más débiles pretenden sujetar a los anteriores y más fuertes para que no se vayan, o, si ya se fueron, desean seguirles.
Por este vínculo, los que tienen ventaja pretenden asemejarse a los que sufren la desventaja. Así, pues, los hijos sanos quieren parecerse a sus padres enfermos, y los pequeños e inocentes, a los grandes y culpables. Por este vínculo, los sanos se sienten responsables de los enfermos; los inocentes, de los culpables; los felices, de los desdichados, y los vivos, de los muertos.
Por tanto, los que reciben la ventaja están dispuestos a arriesgar y a ofrecer tanto su salud como su inocencia, tanto su vida como su felicidad, por la salud, la inocencia, la vida y la felicidad de otros. Ya que albergan la esperanza de poder asegurar o salvar la vida y la felicidad de otros miembros de esta comunidad renunciando a su propia vida y a su propia felicidad. Y esperan poder recuperar y restablecer la vida y la felicidad de otros, aunque ya estén perdidas.
Así, pues, del vínculo, y del amor que este vínculo comporta, en la comunidad de la familia y de la red familiar nace la necesidad imperiosa de llegar a un equilibrio entre la ventaja de unos y la desventaja de otros, entre la inocencia y la felicidad de unos y la culpa y la desdicha de otros, entre la salud de unos y la enfermedad de otros, y entre la vida de unos y la muerte de otros. Es esta necesidad la que lleva a una persona a desear también la desdicha cuando otro miembro de su sistema fue desdichado. Cuando alguien cae enfermo o contrae una culpa, una persona sana o inocente también enferma o se hace culpable; y cuando una persona querida muere, otra persona próxima a ella desea morir también.
En el seno de esta comunidad tan estrechamente unida por el destino, el vínculo y la necesidad de compensación llevan a la participación y a la imitación de la culpa y de la enfermedad de otros, de su destino y de su muerte. Asimismo, se intenta pagar la salvación de otros con la desgracia propia; la curación de otros, con la propia enfermedad; la inocencia de otros, con la culpa o la expiación propia; y la vida de otros, con la propia muerte.
La enfermedad sigue al alma
Dado que esta necesidad de semejanza y compensación anhela la enfermedad y la muerte, por así decirlo, la enfermedad sigue al alma. Por tanto, aparte de la ayuda médica en un sentido más estricto, la sanación requiere también la ayuda de personas que conocen las necesidades del alma, bien sea que el médico mismo reúna ambos aspectos, bien sea que otra persona complemente el trabajo médico, atendiendo la psique. Ahora bien, mientras el médico se esfuerza por curar la enfermedad a través de su tratamiento, el psicoterapeuta más bien se contiene, ya que, lleno de asombro, se halla ante fuerzas con las que le parecería arrogante competir. Así, pues, intenta cambiar un destino fatal estando en sintonía con estas fuerzas, convirtiéndose más bien en su aliado que en su enemigo.
A este respecto quisiera referir un ejemplo:
«Mejor que sea yo que tú»
Durante una hipnoterapia, una joven paciente de esclerosis múltiple se vio a sí misma de niña, arrodillada delante de la cama de su madre paralítica, formulando interiormente este propósito: «Querida mamá, mejor que sea yo que tú.»
Para los demás participantes del grupo fue una experiencia profundamente conmovedora ver cuánto una hija ama a sus padres, y la mujer joven se sentía en paz consigo misma y con su suerte. Una participante, sin embargo, no pudo soportar ese amor dispuesto a tomar sobre sí enfermedades, dolores e incluso la muerte por el bien de la madre. Le dijo al terapeuta:
—¡Deseo de todo corazón que puedas ayudarle!
El terapeuta se quedó perplejo; para él fue como si lo hubiera deshecho todo.
Ya que ¿cómo es posible que alguien trate el amor de la hija como si fuera algo malo? ¿Acaso no heriría el alma de la hija, agravando su sufrimiento en vez de aliviarlo? ¿Acaso la hija no guardaría aún más celosamente su amor a la madre, aferrándose aún más apasionadamente a su esperanza y a su propósito, surgido en aquel momento, de salvar a la madre amada a través de su propio sufrimiento?
Aún quisiera presentar otro ejemplo más. En un grupo, una mujer joven, que también padecía de esclerosis múltiple, configuró su familia de origen y la trama relacional que reinaba en su seno. Así, pues, estaba la madre y, a su izquierda, el padre. Enfrente de ellos se encontraba la paciente, como hija mayor; a su izquierda, el hermano siguiente, que murió de un paro cardíaco a los catorce años, y, a la izquierda de éste, el hermano más joven.
Abreviaciones: P padre
M madre
1 primera hija (= paciente)
+2 segundo hijo, murió a la edad de 14 años
3 tercer hijo
Partiendo de esta Constelación, el terapeuta le pidió al representante del hermano muerto que saliera por la puerta, lo cual, en una Constelación Familiar, significa morir. En el momento en el que salió por la puerta, la cara de la hija se iluminó de golpe, y también la madre se sintió mucho mejor. Después, el terapeuta envió fuera al hermano menor y, después, al padre, porque había notado que también ellos tendían a salir del sistema. En cuanto salieron todos los hombres —lo cual significa que estaban muertos—, la madre se enderezó con un gesto triunfante, y así quedó claro que era ella la que se sabía presa de la muerte —cualquiera que fuera el motivo— y, también, que se sentía muy aliviada al ver que otros estaban dispuestos a tomar sobre sí la muerte en lugar de ella.
A continuación, el terapeuta volvió a llamar a los hombres y, en su lugar, envió fuera a la madre. De repente, todos se sintieron librados de la obligación de participar en el destino de la madre, y se encontraban bien.
El terapeuta, sin embargo, sospechaba que también la esclerosis múltiple de la hija estaría relacionada con el hecho de que la madre se sintiera obligada a morir. Por tanto, hizo entrar nuevamente a la madre, la puso al lado del padre, y llevó a la hija al lado de ella.
A continuación, le dijo a la hija que mirara a la madre con amor y que le dijera, mirándola a los ojos: «Mami, yo lo hago en tu lugar.» Al pronunciar estas palabras, la cliente se puso radiante, y el significado y la finalidad de su enfermedad quedaron claros para todos los presentes.
¿Qué puede hacer, pues, un médico o un psicoterapeuta, y de qué se debe abstener?
El amor consciente
Sacar a la luz el amor del hijo es, frecuentemente, todo lo que puede y debe hacer un terapeuta que conoce la envergadura de ese amor. Cualquiera que sea la carga que haya tomado sobre sí por este amor, el hijo tiene la seguridad de estar siguiendo fielmente a su conciencia, sintiéndose noble y bueno.
Ahora bien, en cuanto, con la ayuda de una persona entendida, haya podido salir a la luz el amor del hijo, quizás se haga patente también que la meta de ese amor permanece inalcanzable. Ya que ese amor alberga la esperanza de poder sanar a la persona amada a través de sus sacrificios, de poder protegerla de la desgracia, de poder expiar su culpa, y aunque haya muerto la persona amada, llega al extremo de pensar que incluso podría recuperarla de entre los muertos.
Por tanto, si junto con el amor infantil también se hacen patentes sus fines infantiles, el hijo, ahora adulto, quizás se dé cuenta de que con su amor y con sus sacrificios no puede superar ni la enfermedad, ni el destino, ni la muerte de otros, sino que debe encararlos con impotencia y con valentía, tomándolos tal como son.
Así, pues, las metas del amor infantil y los medios para alcanzarlas son «des-engañados» en cuanto salen a la luz, ya que forman parte de un concepto mágico del mundo que resulta insostenible ante el conocimiento del adulto. El amor, sin embargo, perdura. Una vez descubierto, el mismo amor que en otros momentos llevaba a la enfermedad, ahora se une al conocimiento para buscar otra solución, una solución consciente, neutralizando las influencias enfermizas allí donde aún es posible. En este sentido, el médico y otros terapeutas quizás puedan señalar determinados pasos; pero sólo si el amor del hijo, porque ellos lo vieron, sigue estando a la vista, y sólo si este amor, por su reconocimiento, puede dirigirse a algo nuevo y más grande.
Anorexia
En muchos casos descubrimos como condición previa de una enfermedad mortal la decisión del hijo o de la hija ante una persona amada: «Prefiero desaparecer yo antes que tú.»
En una anorexia, la decisión es ésta: «Prefiero desaparecer yo antes que tú, querido papá.»
En la esclerosis múltiple de nuestro ejemplo, el propósito fue: «Prefiero desaparecer yo antes que tú, querida mamá.»
Una dinámica similar se encontraba antes en los casos de tuberculosis y sigue siendo actual en los casos de suicidio y de accidentes mortales.
«Aunque tú te vayas, yo me quedo»
¿Cuál sería, pues, la solución que realmente ayuda y sana cuando esta dinámica aparece en la conversación con el enfermo?
Toda buena descripción de un problema siempre contiene ya su solución, y ésta obra ya a través de la misma descripción. La solución comienza en el momento en el que se descubre la frase nociva y el paciente la pronuncia y la afirma ante la persona amada, con toda la fuerza del amor que le impulsa: «¡Prefiero desaparecer yo antes que tú!» En este punto es importante que la frase se repita hasta que la persona amada aparezca realmente como persona y, a pesar de todo el amor, se perciba y se reconozca como separada del propio yo. De lo contrario, se mantienen la simbiosis y la identificación, malográndose la distinción y la separación fundamentales para una solución.
En cuanto se logra pronunciar esta frase con amor se trazan unos límites claros, tanto alrededor de la persona amada como alrededor del propio yo, separando así el propio destino del de la otra persona. Además, la frase obliga a la persona a ver no sólo su propio amor, sino también el amor de la persona amada. Y la obliga a darse cuenta de que aquello que pretende hacer en lugar de la persona amada supone para ésta más una carga que una ayuda.
Entonces también es el momento de decirle otra frase más a la persona amada: «Querido padre, querida madre, querido hermano, querida hermana —quienquiera que sea—, aunque tú te vayas, yo me quedo.»
A veces, sobre todo si la frase se dirige al padre o a la madre, el paciente aun añade: «Querido padre, querida madre, bendíceme, aunque tú te vayas y yo aún me quede.»
Contaré un ejemplo:
El padre de una mujer tenía dos hermanos disminuidos, el uno sordo, el otro, psicótico. Él mismo sentía la necesidad de unirse a sus hermanos para compartir su suerte y mostrar su lealtad hacia ellos, ya que no podía soportar su propia felicidad al lado de la desdicha de ellos. Su hija, sin embargo, notó el peligro y saltó a la brecha: en lugar de su padre, se puso ella al lado de los hermanos, y en su corazón le decía al padre: «Querido papá, prefiero irme yo con tus hermanos antes que tú.» Y: «Querido papá, prefiero compartir yo su desgracia antes que tú.» La hija desarrolló una anorexia.
¿Pero cuál sería la solución para ella? Tendría que pedirles a los hermanos del padre, aunque sólo fuera en su interior: «Por favor, bendecid a mi padre si se queda con nosotros, y bendecidme a mí si me quedo con mi padre.»
«Te sigo»
Detrás del deseo del padre, o de la madre, de desaparecer, deseo que el hijo pretende evitar con la frase de «mejor que sea yo que tú», por parte de los padres frecuentemente se halla otra frase que ellos pronuncian como hijos hacia sus propios padres o hermanos, cuando éstos murieron pronto o estuvieron seriamente enfermos o disminuidos. La frase es ésta: «Te sigo.» O, más concretamente: «Te sigo en tu enfermedad», o: «Te sigo en la muerte».
Así, pues, la primera frase que obra en la familia es: «Te sigo.» También en este caso se trata de la frase de un niño; pero más tarde, cuando estos niños ya se hayan convertido en padres ellos mismos, sus hijos, a su vez, evitan que la cumplan, diciendo: «Mejor que sea yo que tú.»
«Aún viviré un poco»
Donde aparece la frase de «te sigo» como trasfondo de enfermedades graves, de accidentes o de intentos de suicidio, la solución que ayuda y que sana sería también que el hijo le diga y le prometa a la persona amada, con toda la fuerza del amor que le mueve: «Querido padre, querida madre, querido hermano, querida hermana —o quien sea—, te sigo.» También aquí es importante que la frase se repita todas las veces necesarias hasta que la persona amada sea vista como una persona real y, a pesar de todo el amor, pueda ser percibida y reconocida como separada del propio yo. Así, el hijo se da cuenta de que su amor no supera la frontera que lo separa de la persona amada que ha muerto, y de que tiene que detenerse ante estos límites. También aquí, la frase obliga a reconocer tanto el propio amor del hijo como el amor de la persona amada, y a comprender que ésta puede llevar y cumplir su destino con más facilidad cuando no le sigue nadie, sobre todo, no su propio hijo.
Así, pues, el hijo puede decirle también una segunda frase a la persona amada que murió, la frase principal que le libera y le redime de la obligación de imitar su suerte fatal: «Querido padre, querida madre, querido hermano, querida hermana —o quien sea—, tú estás muerto/a, yo aún viviré un poco, después moriré también.»
Cuando el hijo ve que uno de sus padres quiere seguir a alguien de su propia familia de origen en la enfermedad o en la muerte, tiene que decirle: «Querido padre, querida madre, aunque tú te vayas, yo me quedo.» O: «Aunque te vayas, te recuerdo con cariño, y siempre seguirás siendo mi padre / mi madre.» O, cuando uno de los padres se suicidó: «Respeto tu decisión y tu destino. Siempre seguirás siendo mi padre / mi madre, y yo siempre seguiré siendo tu hijo.»
La fe que lleva a la enfermedad
Ambas frases, «mejor que sea yo que tú» y «te sigo», se dicen y se cumplen con la conciencia tranquila y con la convicción de ser inocente. Al mismo tiempo, se corresponden con el mensaje y el ejemplo cristianos, por ejemplo, con las palabras de Jesús en el Evangelio según San Juan: «Nadie tiene mayor amor que el que da su vida por sus amigos», y también se corresponden con la exhortación a sus discípulos para que lo siguiesen en el camino de la cruz hasta la muerte.
La doctrina cristiana de la redención a través del sufrimiento y de la muerte, y el ejemplo de santos y héroes cristianos afirman la convicción y la esperanza del niño de poder tomar sobre sí la enfermedad, la desgracia y la muerte en lugar de otros. Asimismo, afirman la idea de que, pagándole a Dios y al destino con su propio sufrimiento y con su propia enfermedad, podría librar a otros de su sufrimiento y de su enfermedad, o salvarlos de su muerte muriendo él mismo. Y si en la tierra no lograra su salvación, nuevamente podría encontrar a las personas amadas que la muerte le arrebató, perdiendo como ellos la vida y volviendo a encontrarla, según cree, a través de la muerte.
El amor que sana
Cuando se dan estas circunstancias, la sanación y la salvación se hallan más allá de la mera intervención médica o terapéutica. Exigen una realización religiosa, una conversión a algo más grande, que supera todo pensar y desear mágicos y los despoja de su poder. Este algo más grande sería —a diferencia de la promesa engañosa del cielo— la tierra. Quien afirma la tierra, con ello afirma tanto su plenitud como su principio y su final. A veces, el médico u otra persona que acompaña a la persona afectada puede preparar y apoyar esta realización. Ésta, sin embargo, no está a su disposición ni responde a ningún método, como si de una relación de causa y efecto se tratara. Cuando se logra, se pide lo último y se experimenta como una gracia.
Como ejemplo de esta conversión a algo más grande presento otra vez una historia que ya aparece, en otro contexto similar y bajo el título de «La Fe Mayor». Su tema, sin embargo, me parece esencial para la comprensión de las ideas expuestas.
Fe y Amor
Un hombre, en sueños, oyó una noche la voz de Dios, que decía: «Levántate, toma a tu hijo, a tu único y bienamado hijo, llévalo al monte que te señalaré, y allí ofrécemelo en holocausto.»
Por la mañana, el hombre se levantó, miró a su hijo, su hijo único y bienamado, miró a su mujer, la madre del niño, y miró a su Dios. Cogió al niño, lo llevó al monte, construyó un altar, le ató las manos al niño y sacó el cuchillo para sacrificarlo. Pero en ese momento oyó otra voz, y en lugar de su hijo sacrificó un cordero.
¿Cómo mira el hijo al padre?
¿Cómo el padre al hijo?
¿Cómo la mujer al hombre?
¿Cómo el hombre a la mujer?
¿Cómo miran ellos a Dios?
¿Y cómo Dios —suponiendo que exista— los mira a ellos?
También otro hombre, por la noche, oyó en sueños la voz de Dios, que decía:
«Levántate, toma a tu hijo, tu único y bienamado hijo, llévalo al monte que te señalaré, y allí ofrécemelo en holocausto.»
Por la mañana, el hombre se levantó, miró a su hijo, su hijo único y bienamado, miró a su mujer, la madre del niño, y miró a su Dios. Y le respondió, cara a cara: «¡No lo haré!»
¿Cómo mira el hijo al padre?
¿Cómo el padre al hijo?
¿Cómo la mujer al hombre?
¿Cómo el hombre a la mujer?
¿Cómo miran ellos a Dios?
¿Y cómo Dios —suponiendo que exista— los mira a ellos?
La enfermedad como expiación
Otra dinámica que conduce a enfermedades y al suicidio, a accidentes y a la muerte, es el deseo de expiar una culpa.
A veces, se concibe como culpa lo que sobrevino de forma imprevista o lo que se sustrajo a toda influencia humana, por ejemplo, un aborto, o la enfermedad, la minusvalía o la muerte temprana de un hijo. En estos casos es de gran ayuda mirar a los muertos con amor, encarar el dolor y dejar en paz lo que ya esté pasado.
Asimismo, cuando el destino de una persona encierra incidentes que a otros les causaron algún daño, mientras que para él resultaron ser ventajosos, o incluso les debe su salvación o su vida, también estos hechos se viven como una culpa; por ejemplo, si la madre de un niño muere en el parto.
Pero también existe la culpa real, responsabilidad personal de una persona; por ejemplo, cuando alguien abortó o dio a su hijo en adopción sin que hubiera ninguna necesidad auténtica, o si, sin escrúpulos, exigió o hizo algo grave a otra persona.
Frecuentemente se pretende reparar la culpa personal, o la que forma parte de un destino, a través de la expiación, pagando el daño hecho, dañándose a sí mismo, «saldando» la culpa a través de la expiación y, según se cree, compensándola de esta manera.
También estos procesos, por muy perjudiciales que sean para todos los implicados, son fomentados por enseñanzas y ejemplos religiosos, por ejemplo, la fe en el sufrimiento y la muerte redentores, y la fe en la purificación del pecado y de la culpa a través del autocastigo o del sufrimiento sobrevenido desde fuera.
La compensación a través de la expiación causa un doble sufrimiento
La expiación sacia nuestra necesidad de compensación. Pero si la compensación se busca a través de enfermedades, de accidentes o de la muerte, ¿qué se logra realmente? En lugar de un perjudicado hay dos, y en lugar de un muerto aun hay otro más. Aún peor: para las víctimas de la culpa, la expiación significa un doble daño y una doble desgracia, puesto que su desgracia nutre otra desgracia, su daño aun causa más daño, y su muerte aun trae la muerte a otras personas.
Pero también hay que tener en cuenta otro aspecto más: la expiación es fácil. Ocurre en el caso del pensar y el actuar mágicos —en que la salvación de otros únicamente se gana a través de la propia desgracia, pues se supone que el propio sufrimiento bastaría para redimir al otro— lo mismo que en el de la expiación: se cree que basta con sufrir o morir, sin tener en cuenta la relación con el otro, sin sentir el dolor por su desgracia teniéndolo presente como persona, y sin que, después, con su asentimiento y con su bendición, haya que hacer algo por los demás.
Por tanto, también en la expiación se intenta pagar una deuda devolviendo exactamente lo mismo. También aquí, el actuar se sustituye por el sufrir, la vida, por la muerte, y la culpa, por la expiación, de manera que también aquí bastan el sufrimiento y la muerte sin actuar ni esforzarse. Y así como la desgracia, el sufrimiento y la muerte aumentan cuando frases como «mejor que sea yo que tú» y «te sigo» se han realizado, también lo hacen cuando se realiza la expiación.
Un hijo, cuya madre murió al darle la vida a él, siempre se sentirá en deuda, ya que ella pagó su vida con su propia muerte. Ahora bien, si el hijo expía dicha muerte haciéndose sufrir a sí mismo, es decir, si se niega a tomar su vida al precio de la vida de su madre, o si, como expiación, incluso se suicida, la desgracia resulta doblemente grave para la madre. Así, el hijo no toma el obsequio de la vida que ella le dio, ni respeta su amor ni su voluntad de dárselo todo. Su muerte, por tanto, habrá sido en vano; aun más: en vez de dar vida y felicidad, produciría más desgracia, y en lugar de un muerto habría dos.
Si pretendemos ayudar a un hijo en esta situación, debemos tener en cuenta que en su interior siente tanto el deseo de expiación como el que se expresa por medio de las frases «mejor que sea yo que tú» y «te sigo». Así, pues, únicamente podemos influir positivamente sobre el deseo nefasto de expiación si logramos también encontrar una solución positiva al deseo manifestado en esas frases.
La compensación a través del tomar y de los actos de reconciliación
¿Cuál sería, pues, una solución para este hijo, adecuada para él y para su madre? El hijo tendría que decir: «Querida mamá, ya que pagaste un precio tan alto por mi vida, que no haya sido en vano; le sacaré provecho, en tu memoria y en tu honor.»
En consecuencia, el hijo tiene que actuar en vez de sufrir, dar frutos en vez de fracasar, y vivir en vez de morir. De esta manera, su unión con la madre será muy diferente que si pretende seguirla en la desgracia y en la muerte.
Pereciendo en una unión simbiótica con la madre, su vínculo es tan sólo ciego y despersonalizado. En cambio, si realiza algo que fomente la vida, en memoria de su madre y de su muerte, si toma su vida haciendo que también otros participen en ella, su unión con la madre es totalmente distinta: se encuentra delante de ella mirándola con amor. Si toma su vida de esta manera, conduciéndola a su plenitud, el hijo tiene presente a su madre y la lleva en su corazón. Así, de la madre al hijo fluyen la bendición y la fuerza, porque por amor a ella convierte su vida en algo especial.
A diferencia de la compensación procurada a través de la expiación, que no es más que una compensación a través de la fatalidad, del daño y de la muerte, ésta sería la compensación positiva. Sin embargo, a diferencia de la compensación a través de la expiación, que resulta fácil y perjudicial, que toma sin llegar a la reconciliación, la compensación positiva es más difícil de alcanzar. Pero ella aporta la bendición, permitiendo que la madre se reconcilie con su destino, y el hijo con el suyo. Ya que lo positivo que realiza el hijo en memoria de su madre se logra a través de ella; a través de su hijo, la madre participa en ello. Ella sigue viviendo y actuando en los actos de su hijo.
A diferencia de la compensación mágica, ésta sería la compensación que corresponde a la Tierra. Se basa en la comprensión de que nuestra vida es única, que, al pasar, hace sitio a la vida futura y que, aunque ya haya pasado, nutre la vida presente.
La expiación sustituye la relación
Mediante la expiación evitamos encarar la relación, ya que a través de la expiación tratamos la culpa como un asunto en el que se paga el daño con algo que nos cuesta. Pero ¿qué puede conseguir esta expiación cuando he cometido una injusticia con una persona, llevándola a la desgracia y causándole daños irreparables? Sólo puedo procurar mi propia descarga a través de la expiación dañándome a mí mismo y perdiendo de vista al otro. Puesto que si centro mi atención en el otro, tengo que reconocer que con mi expiación pretendo borrar algo que no puede desaparecer.
Lo mismo se aplica a la culpa como responsabilidad personal. Frecuentemente, una madre pretende expiar un aborto o la pérdida de un hijo por otras razones, contrayendo una enfermedad mortal, o abandonando la relación con el marido y el padre del niño, o renunciando a relaciones posteriores. También la expiación de una culpa personal se realiza de manera inconsciente, incluso a pesar de su negación o de su explicación en un nivel consciente.
A veces, aparte de la necesidad de expiación, las madres desarrollan el deseo de seguir al hijo muerto, de la misma manera que un hijo desea seguir a su madre muerta. Pero —según podemos suponer— también un hijo que murió por culpa de la madre le dice: «Mejor que sea yo que tú.» Así, pues, si la madre, para expiar su culpa, cae enferma o muere, la muerte del hijo que ella ha ofrecido habrá sido en vano.
También en la culpa personal la solución consiste en sustituir la expiación por actos de reconciliación. Esto se logra mirando a los ojos a la persona a la que se trató injustamente o a la que se causó un daño grave. Así, por ejemplo, la madre debe mirar al hijo abortado, o no reconocido, o abandonado, hasta que aparezca ante ella como una persona real, y decirle: «Lo siento», o «ahora te doy un lugar en mi corazón», «lo repararé hasta donde aún pueda hacerlo», «quiero que participes en lo bueno que hago en tu memoria, pensando en ti». Así, la culpa no sería en vano, ya que lo bueno que la madre —o quienquiera que sea— realiza en memoria de este hijo, teniéndolo presente, se realiza con el hijo y a través de él. Éste tiene parte en los actos de la madre y, durante un tiempo, permanece unido a ella.
En la Tierra, la culpa pasa
Y aún otro aspecto merece especial atención en el tema de la culpa: ésta pasa, y debe tener la posibilidad de pasar. Sólo ante el cielo existe la culpa eterna; en la Tierra es efímera y, como todo en la Tierra, realmente pasa al cabo de un tiempo.
La enfermedad como expiación realizada en lugar de otra persona
Frecuentemente, la culpa y la expiación son asumidas en lugar de otros miembros de la familia o de la red familiar. Así, también con relación a la culpa o a la expiación, un hijo o un cónyuge dicen: «Mejor que sea yo que tú», tomando sobre sí la culpa y sus consecuencias si otros se niegan a hacerlo.
En un grupo, una madre contó que se había negado a acoger en su casa a su madre anciana y la había llevado a una residencia. La misma semana, una de sus hijas desarrolló una anorexia, empezó a ponerse de negro y a visitar una residencia geriátrica para cuidar a personas ancianas dos veces a la semana. Pero nadie, ni siquiera la hija, se había percatado de la relación entre ambos hechos.
La enfermedad como consecuencia de la negación de tomar a los padres
Otra actitud que conduce a enfermedades graves es la negación del hijo de tomar a sus padres con amor y de honrarlos como sus padres. Tales hijos se elevan sobre la tierra porque ante un cielo u otra instancia superior se consideran mejores y elegidos. Así, por ejemplo, existen casos de enfermos de cáncer que prefieren morir antes que inclinarse ante su madre o su padre.
Honrar a los padres significa honrar la tierra
Quien cree en el cielo, quizás cree que con su ayuda podría elevarse sobre la tierra y sobre sus padres. Honrar a los padres, sin embargo, significa honrar la tierra. Honrar a los padres significa tomarlos tales como son, y honrar la tierra significa tomarla y amarla tal como es: con la vida y la muerte, con la salud y la enfermedad, con el principio y el final. Ésta, sin embargo, es la realización auténticamente religiosa, que antes se llamaba entrega y adoración. La experimentamos como último desprendimiento, que da todo y toma todo, y que toma todo y da todo, con amor.
A este respecto aún contaré una historia. Podría titularse «Felicidad dual», pero aquí la llamo:
Ser y No-Ser
Un monje, que estaba buscando,
pidió a un mercader
una limosna.
El mercader, por un momento, lo miró
y preguntó al dársela:
—¿Cómo puede ser que tú
me tengas que pedir a mí
aquello que te falta para tu sustento,
y, al mismo tiempo, me menosprecies a mí
y también mi vida,
cuando nosotros te concedemos lo que necesitas?
El monje respondió:
—Comparado con lo Último que busco,
todo lo demás parece poco.
El mercader, empero, volvió a preguntar:
—Si un Último existe,
¿cómo puede ser algo
que pueda buscar o encontrarse,
como si al final de un camino se hallara?
¿Cómo podría uno
salir a su encuentro y,
como si entre otras muchas cosas fuera una,
apoderarse de ello?
¿Y cómo, por otra parte,
podría uno volverle las espaldas
y, menos que otros,
ser llevado por ello
o estar a su servicio?
El monje contestó:
—Lo Último encuentra
el que renuncia
a lo cercano y lo presente.
El mercader, empero, siguió razonando:
—Si un Último existe,
es próximo a cada uno,
aunque, como en todo Ser un No-ser
y en todo Ahora un Antes y un Después,
esté escondido
en aquello que aparece
y permanece.
Comparado con el Ser,
que experimentamos como pasajero y limitado,
el No-ser nos parece infinito,
igual que el De Dónde y el Adónde
comparado con el Ahora.
El No-ser, sin embargo,
se nos revela
en el Ser,
igual que el De Dónde y el Adónde
en el Ahora.
El No-ser, como la noche
y la muerte,
es principio sin conocimiento,
y sólo brevemente,
igual que un relámpago,
nos destella su mirada
en el Ser.
Así, lo Último
también a nosotros
se nos acerca sólo en lo próximo,
y resplandece
ahora.
Ahora también el monje preguntó:
—Si lo que dices fuera la verdad,
¿qué quedaría aún
para ti y para mí?
El mercader le dijo:
—Aún nos quedaría
por un tiempo
la Tierra.
Constelación: «Te sigo.»
HELLINGER Supongo que corresponde a la temática de estas jornadas que, durante las tres tardes previstas para ilustrar mi ponencia «Cielo y tierra», primeramente trabaje con participantes que tengan una enfermedad mortal o estén en peligro de suicidio.
A Astrid, en silla de ruedas ¡Ven aquí a mi lado! Tranquila, tráete la silla de ruedas. ¿Cuál es tu enfermedad?
ASTRID Soy diabética. A causa de la diabetes también tengo que someterme a diálisis, y ya tuve un transplante renal.
HELLINGER Yo pondré a tu disposición todo lo que sé, y si tú colaboras conmigo fiándote de tu alma y del alma de tu madre y de tu padre, quizás encontremos lo que puede ayudarte. ¿De acuerdo? Bien. Entonces dime algo de tu situación familiar. ¿Sucedieron en tu familia hechos significativos? Por ejemplo, ¿hubo personas que murieran pronto o que se suicidaran?
ASTRID Después de mí nació una tercera hija, que murió al cabo de tres días.
HELLINGER Eso es importante. Este es un suceso al que los hermanos reaccionan intensamente. ¿Pasó algo más en tu familia?
ASTRID La aparición de mi diabetes estuvo relacionada temporalmente con la muerte de mi abuelo, que padecía un cáncer y que vivía con nosotros.
HELLINGER ¿De quién era el padre?
ASTRID De mi madre.
HELLINGER ¿Sucedieron otros hechos especiales en la familia de tu madre? ¿Alguien que muriese pronto, por ejemplo?
ASTRID Durante la guerra, el hermano de mi madre murió de difteria a los catorce años.
HELLINGER ¿Alguno de tus padres o abuelos estuvo casado anteriormente, o tuvo una relación estable?
ASTRID No.
HELLINGER Configuraremos este sistema con la ayuda de representantes elegidos de entre los participantes de este grupo. Primeramente elígelos. Es decir, necesitamos a alguien que represente a tu padre, y a alguien para tu madre. ¿El primer hijo?
ASTRID Es un hermano mío.
HELLINGER ¿El segundo o la segunda?
ASTRID Soy yo.
HELLINGER También para ti cogemos a alguien que te represente. Y también para la niña muerta. ¿De qué murió?
ASTRID No se sabe claramente.
HELLINGER ¿Qué quiere decir que no se sabe?
ASTRID Mi madre me contó que no mamaba. No conozco otra causa.
HELLINGER ¿Se murió de hambre?
ASTRID Esta es la única explicación que se me dio. Por lo demás, su existencia fue silenciada totalmente.
HELLINGER ¿Se han reprochado tus padres el hecho de que la niña muriese?
ASTRID Nunca se habló de esta niña.
HELLINGER De acuerdo, ahora configuraremos a las personas. ¿Puedes moverte lo suficiente para posicionar a los representantes?
ASTRID Sí.
HELLINGER ¿Sabes cómo se hace una Constelación Familiar?
ASTRID No.
HELLINGER Bien. Ahora, uno por uno, coge a cada uno de los representantes elegidos, con ambas manos, y colócalos en sus respectivas posiciones, de acuerdo con las relaciones que tú percibas. Cuando veas que has encontrado la posición justa, para. Hazlo siguiendo únicamente tu intuición, tal como sientas que es. Luego compruébalo una vez más para ver si todo está correctamente y, después, siéntate.
Abreviaciones:
P padre
M madre
1 primer hijo
2 segunda hija (= Astrid)
+3 tercera hija, murió tres días después de nacer
HELLINGER ¿Cómo se encuentra el padre?
PADRE Me siento cogido entre estas dos, y amenazado por detrás. Es inquietante esto de aquí detrás. Siento el impulso de darme la vuelta para mirar.
HELLINGER ¿Qué tal la madre?
MADRE Para mí hay demasiadas cosas invisibles aquí atrás. Me parece inabarcable lo que hay a mis espaldas.
HELLINGER ¿Qué tal el hijo?
PRIMER HIJO Me siento muy vinculado a mi hermana, y muy lejos de mis padres.
HELLINGER a la representante de Astrid ¿Qué tal la hija mayor?
SEGUNDA HIJA Me siento realmente observada por mis padres. Es bueno estar a una cierta distancia.
HELLINGER ¿Qué tal la hija muerta?
TERCERA HIJA † No puedo reconocer a nadie, no siento ninguna pertenencia.
HELLINGER Ahora pondré a la hija muerta a la vista.
HELLINGER ¿Qué ha cambiado para los padres?
PADRE Me siento mucho más libre, aunque aquí, hacia mi mujer, aún noto una cierta estrechez. Puedo respirar con mucha más facilidad.
HELLINGER ¿Cómo se encuentra la madre?
MADRE Me siento aliviada.
SEGUNDA HIJA Yo también me encuentro mejor.
Las hermanas se miran sonrientes.
HELLINGER ¿Qué ocurrió entre vosotras dos hace un momento?
SEGUNDA HIJA Es bueno tener a otra persona más.
HELLINGER al grupo Las imágenes que tengo de esta familia son varias. La primera imagen es que la madre quiere salir de la familia; ella quiere seguir a la hija muerta. La segunda imagen es que la hija mayor quiere impedirlo, marchándose ella misma. La tercera imagen es que también la hija mayor pretende seguir a la hermana muerta. ¿Visteis la sintonía entre las dos? ¿Ese amor?
Las hermanas vuelven a mirarse y a sonreírse.
HELLINGER ¿Lo veis? No lo pueden ocultar.
Risas en el grupo.
HELLINGER Exacto. Ahora pondré a la madre al lado del padre.
HELLINGER ¿Qué tal así?
PADRE Noto una atracción hacia la derecha.
HELLINGER Es posible que el padre quiera desaparecer. Algo le atrae y le saca de la familia. Intenta ponerte al lado de la hija muerta, a ver qué tal.
PADRE Sí, está bien.
HELLINGER a Astrid ¿Qué ocurrió en la familia de tu padre?
ASTRID Durante la guerra, un hermano menor de mi padre se murió de pulmonía, repentinamente.
HELLINGER al padre Vuelve a ponerte al lado de la mujer. Ahora introduciré también a tu hermano menor muerto.
Abreviaciones:
+HoP hermano menor del padre, murió joven
HELLINGER ¿Qué ha cambiado?
PADRE Está bien así; la tendencia de moverme hacia la derecha ha desaparecido.
Para la hija y para los demás miembros de la familia no ha cambiado nada.
HELLINGER al grupo Probablemente, el padre se ve tentado de decirle al hermano muerto: «Te sigo.»
A la madre ¿Qué tal ahora para la madre?
MADRE Creo que sí que ha cambiado algo desde que entró el hermano. Antes, el estar aquí los dos no parecía del todo correcto. Eso ha cambiado ahora. Pero no debe ponerse demasiado cerca.
HELLINGER Sí; de lo contrario, la mujer pierde al marido.
A Astrid ¿Quieres ponerte tú misma en tu lugar ahora? ¿Cómo se llamaba tu hermana muerta?
ASTRID María.
HELLINGER Mírala y dile: «¡Querida María!»
ASTRID ¡Querida María!
HELLINGER ¡Repítelo!
ASTRID ¡Querida María!
Pausa prolongada.
HELLINGER Dile: «Te sigo.»
ASTRID Te sigo.
HELLINGER «Con amor.»
ASTRID Con amor.
HELLINGER ¡Repítelo!
ASTRID Te sigo con amor.
HELLINGER ¿Es correcta la frase?
ASTRID Sí.
HELLINGER ¿Qué tal se siente la hermana muerta al oírlo?
TERCERA HIJA † No tan bien.
HELLINGER Exacto.
TERCERA HIJA † No la necesito.
HELLINGER al grupo Éste es el des-engaño.
A Astrid Ahora apartaré a tu hermana y la llevaré donde debe estar.
A la representante de la hermana muerta Siéntate en el suelo delante los padres y apóyate en los dos.
HELLINGER a los padres Poned cada uno una mano en su cabeza; ¡ambos padres!
A la hija muerta ¿Cómo se encuentra la hija muerta aquí?
TERCERA HIJA † Me encuentro mejor.
HELLINGER ¿Cómo se encuentran los padres?
Ambos padres se sonríen y asienten con la cabeza.
HELLINGER a Astrid Dile a tu hermana: «¡Querida María!»
ASTRID ¡Querida María!
HELLINGER «¡Ése es tu lugar!»
ASTRID Ése es tu lugar.
HELLINGER «Y yo me quedo aquí.» ¡Abre los ojos!
ASTRID Y yo me quedo aquí.
Pausa prolongada.
HELLINGER ¡Respira profundamente! Mira a la madre y dile ¿Cómo solías decirle a tu madre?
ASTRID Mamá.
HELLINGER Dile: «¡Querida mamá!»
ASTRID ¡Querida mamá!
HELLINGER «Yo me quedo.»
ASTRID Yo me quedo. Rompe a llorar con mucha emoción.
HELLINGER Sí. Mírala y dilo con amor: «¡Querida mamá!»
ASTRID después de unos momentos de duda ¡Querida mamá! Solloza.
HELLINGER «Yo me quedo.»
ASTRID Yo... yo... yo...
HELLINGER «Yo me quedo.»
ASTRID Yo me quedo.
HELLINGER Repítelo con toda sencillez: «¡Querida mamá!»
ASTRID Querida mamá, yo me quedo.
HELLINGER Ahora mira al padre. ¿Cómo le decías a él?
ASTRID Papá.
HELLINGER Di: «¡Querido papá!»
ASTRID ¡Querido papá!
HELLINGER «Yo me quedo.»
ASTRID Yo me quedo.
HELLINGER Con él es más fácil. ¡Vuelve a mirar a la madre! Ahora te llevaré con ella. ¡Ponte al lado de la madre! ¡Así, muy cerca!
HELLINGER ¡Mírala! Mírale a los ojos y dile: «¡Querida mamá!»
ASTRID ¡Querida mamá!
HELLINGER «Me quedo.»
ASTRID Me quedo. Lo dice con firmeza.
HELLINGER Exacto. ¡Repítelo!
ASTRID Querida mamá, me quedo.
HELLINGER a la madre ¡Cógela en tus brazos!
A Astrid Di: «Querida mamá, me quedo.»
ASTRID Querida mamá, me quedo. Lo dice con voz fuerte.
HELLINGER Exacto. «Querida mamá, me quedo.»
ASTRID Querida mamá, me quedo. Solloza.
HELLINGER ¡Respira! ¡Respira hondo! ¡Espirar! ¡Inspirar y espirar profundamente! ¡Abre la boca! ¡Inspirar y espirar profundamente! Así, sí. Y repítelo, tranquilamente: «¡Querida mamá!»
ASTRID ¡Querida mamá!
HELLINGER «Me quedo.»
ASTRID Me quedo.
HELLINGER al grupo Ahora el tono es tranquilo. Ahora sí que es auténtico. Sólo ahora está la fuerza plena.
HELLINGER Lo has hecho muy bien. ¿Y lo cumplirás? ¡Mira a la madre! Mírala a los ojos y dile: «Sí, lo asumo.»
ASTRID Sí, lo asumo.
HELLINGER Bien, ya está.
Hellinger la acompaña a su lugar. Al ver que una mujer a su lado quiere ponerle el brazo al hombro, le dice a ésta: ¡No, no! Eso perturbaría su alma. Ella está en las mejores manos consigo misma. Tu consuelo únicamente la distraería.
Al grupo Ahora tengo que respirar un poco, después de un trabajo así. Pero creo que hemos podido ver cuáles son las fuerzas que obran y que llevan a la enfermedad, y cuánta fuerza se necesita para encontrar el camino a la sanación. Y hemos podido ver que el mismo amor que lleva a la enfermedad también nos saca de ella. Sólo que ahora tiene otra meta. El amor en sí no varía. Si alguien quiere decir o preguntar algo al respecto, puede hacerlo ahora.
PARTICIPANTE ¿No hubo algo con el padre que quedó sin solucionar? Porque también éste quería buscar la muerte.
HELLINGER Un principio importante en este trabajo es: no se hace más de lo estrictamente necesario para el cliente. Para ella no era necesario nada más. Estaba clarísimo, y ahí termino. De lo contrario, se le restaría fuerza. En el punto culminante del trabajo se para inmediatamente. Es decir, nada de seguir trabajando o de preguntar: «¿Cómo te encuentras ahora?», u otras preguntas similares. Eso sólo restaría fuerzas. ¿Lo notas?
PARTICIPANTE Sí.
Cuatro meses más tarde recibí la siguiente carta de esta cliente:
... desde hace semanas y días, en mi interior están luchando el deseo sincero de escribirle sobre los cambios que nuestro encuentro ha desencadenado en mi vida y un respeto y una reserva ante el propósito de realizarlo.
La muestra más obvia y palpable de un «éxito» se manifiesta en la interrupción inmediata de una serie de infecciones renales y de vías urinarias, ininterrumpida durante los últimos tres años.
Para mí, esto significa mucho más de lo que a primera vista pueda parecer. Estas infecciones no sólo estaban ya a punto de poner en peligro el éxito de mi trasplante renal, sino que, además, interiormente ya me habían llevado a aceptar otra intervención quirúrgica, complicada y dura por diversas razones, cuyo resultado hubiera sido muy incierto.
El «me quedo», que hace ya tiempo ha perdido toda la obstinación que en un principio sentía hacia mi madre, se me ha convertido en la seguridad aliviadora de tener el derecho de vivir.
Las implicaciones que se mostraron con tanta claridad —«te sigo» y «mejor que sea yo que tú»—, y que repetidas veces se entrelazan en nuestra familia como en una red, pudieron aclararse y mitigarse, al menos con relación a mi hermana menor muerta.
De repente tengo la libertad de poner fin a una «carrera de enfermedades» y a una escalada de síntomas que me acompañaron casi toda mi vida. La continua tendencia indirecta al suicidio ha perdido su fuerza impulsora y su legitimación...
Constelación: La madre sigue a su hija disminuida en la muerte
HELLINGER a Bruno ¿Hay alguien que quiera empezar a trabajar?
BRUNO Yo sí. No me siento libre y no tengo claro hacia dónde me puedo mover.
Mi madre murió hace cuatro años en una excursión de montañismo con mi padre.
HELLINGER ¿Fue un accidente? ¿Un accidente en la montaña?
BRUNO Se resbaló. Algo más tarde —y con eso tiene que ver todo esto—, supe por mi padre lo que, en el fondo, tendría que haber sabido desde hacía tiempo: es decir, que desde hacía mucho tiempo tenía una relación con otra mujer que, en aquel entonces, trabajaba en la misma empresa.
HELLINGER No debía contártelo. Esas cosas no les interesan a los hijos. Eso pertenece al nivel superior de un sistema, al nivel antepuesto de los padres. Los miembros del nivel pospuesto, es decir, los hijos, no deben saber nada de eso; nada que forme parte de los secretos de los padres. Por tanto, en terapia guardo los secretos de los padres. De todos modos, esta información no tiene ninguna importancia para ti. ¿Alguien de tu familia murió antes que tu madre?
BRUNO Mi hermana murió antes que mi madre.
HELLINGER ¿Qué edad tenía?
BRUNO Dieciocho años; yo tengo dos años más. Mi hermana era mongólica.
HELLINGER ¿Mongólica? Esta sí que es una información importante. Cuando hay un hijo disminuido en una familia, los hermanos sanos se sienten aventajados, pero sin merecérselo. Ellos no hicieron nada para tener la ventaja, al igual que los otros sufren la desventaja sin ninguna culpa. Frecuentemente, los sanos posteriormente se limitan porque, a la vista de un hermano disminuido, no se atreven a tomar su vida como lo que es: su vida. Por tanto, sería aquí donde primeramente habría que buscar lo que te mueve.
Al grupo ¿Veis? Cuando profundizamos en este contexto, no hay nadie malo. Es un destino. Aquí actúan fuerzas que van más allá de la inocencia y de la culpa. Por tanto, no buscamos culpables, sino que miramos a estas fuerzas, buscando la solución que esté en sintonía con ellas.
A Bruno ¿Hubo otros sucesos importantes en tu familia? ¿Cuántos hermanos erais?
BRUNO Sólo nosotros dos.
HELLINGER ¿Sólo vosotros dos? Así, aun es más intenso. ¿Alguno de tus padres estuvo casado anteriormente o tuvo una relación estable?
BRUNO No.
HELLINGER ¿Se han reprochado tus padres el hecho de que tu hermana fuese disminuida? ¿Acaso el uno le reprochaba al otro alguna culpa?
BRUNO Mi madre era bastante mayor.
HELLINGER ¿Qué edad tenía?
BRUNO Cuarenta.
HELLINGER ¿Cuarenta? ¿Hubo algún reproche por parte de tu padre o de tu madre por este motivo? ¿Cuál es tu impresión?
BRUNO Por parte de mi padre, no. Pero creo que mi madre se sentía culpable y buscaba una causa.
HELLINGER Eso basta. Ahora configuraremos tu familia de origen, es decir, sólo tu padre, tu madre, tú y tu hermana.
Abreviaciones:
P padre
+M madre, murió en un accidente
1 primer hijo (= Bruno)
+2 segunda hija, disminuida; murió a la edad de 18 años
HELLINGER ¿Qué tal el padre? ¿Qué siente?
PADRE Un poco pesado.
HELLINGER ¿Pesado? ¿Puedes definirlo más concretamente?
PADRE Me encuentro apartado de la familia, lo cual es bastante desagradable.
HELLINGER ¿Qué tal la madre?
MADRE † Me siento agobiada. No tengo ninguna posibilidad de relacionarme, ni con mi marido, ni con mi hijo. Tengo la sensación de que no hay ninguna posibilidad.
HELLINGER Sí, exacto.
Al representante de Bruno ¿Qué tal el hijo?
PRIMER HIJO Me siento partido en dos. Mi hermana me quita a mi madre.
HELLINGER al grupo Quisiera hacer una advertencia: algunos, al encontrarse en una de estas Constelaciones, deducen de la imagen cuál debería ser la sensación o el sentimiento. Lo que él acaba de decir de la hermana fue una deducción de este tipo.
Al representante del hijo Es mejor que permanezcas centrado en ti mismo y simplemente sientas lo que en este momento está ocurriendo en tu interior, independientemente de la imagen exterior.
PRIMER HIJO Me siento partido en dos.
HELLINGER ¿Cómo se encuentra la hermana?
SEGUNDA HIJA † Me siento muy incómoda y cogida, y muy dependiente.
HELLINGER Sal por la puerta y ciérrala detrás de ti.
Al grupo Cuando una persona sale por la puerta, significa que muere o se suicida. En este caso significa que se muere.
HELLINGER ¿Qué ha cambiado para la madre? ¿Es mejor o peor así?
MADRE † Más bien me siento peor, muy sola.
HELLINGER ¿Qué tal para el padre? ¿Mejor o peor?
PADRE Peor.
HELLINGER ¿Qué tal para el hermano? ¿Mejor o peor?
PRIMER HIJO Ambos. Por una parte, veo mejor a mi madre; eso es un alivio...
HELLINGER al grupo Eso es algo que cuesta mucho expresar, que uno se siente aliviado cuando otro ha muerto. Pero frecuentemente es así. Cuando dice: «Por un lado..., por otro lado...», para mí significa: se siente aliviado.
PRIMER HIJO Sí.
HELLINGER Ésta es la verdad. Es así, y no hay nada malo en ello. Uno no es malo por eso.
A la madre ¡Ahora sal tú por la puerta! Porque tú eres la siguiente en morir. Sal por la puerta y ciérrala desde fuera.
HELLINGER ¿Cómo se encuentra el padre ahora?
PADRE Horrible.
HELLINGER al grupo ¿Cuál es vuestra impresión? ¿Es cierto lo que acaba de decir?
El representante del padre se ríe.
HELLINGER ¡Ajá! ¿Lo veis? ¿Sí? Éste es el sentimiento prohibido. Se siente mejor, así es. En esta familia no tuvo ninguna salida. ¿Qué hubiera podido hacer en su posición si no buscarse una amiga? ¿Vosotros quisierais reprocharle algo cuando lo tienen aquí, así? Es imposible.
Al hijo ¿Cómo te encuentras tú ahora?
PRIMER HIJO Mal. Me siento solo.
HELLINGER Ahora te encuentras solo.
Al grupo Desde luego, esta no es una solución buena; pero es la solución que el sistema se ha buscado. Ahora miraremos a ver si encontramos una solución mejor.
A la hija y a la madre, que se encuentran del otro lado de la puerta Podéis volver a entrar. Poneos otra vez en vuestros lugares.
HELLINGER a la hija ¿Cómo te fue allá fuera? ¿Mejor o peor?
SEGUNDA HIJA † Primeramente tuve que respirar hondo, y después me encontré mejor.
HELLINGER a la madre ¿Y cómo te fue a ti allá fuera? ¿Mejor o peor?
MADRE † Mejor. Es decir, estaba contenta de encontrarla.
Madre e hija se ríen.
HELLINGER a Bruno Estaba contenta de encontrarla. ¿Ves la dinámica que hay detrás de la muerte de tu madre? Ella siguió a su hija. Es una dinámica honrosa, pero no es buena.
HELLINGER al padre ¿Cómo te encuentras ahora?
PADRE Mejor.
HELLINGER a Bruno Tus padres abandonaron su relación con el nacimiento de esta hija. ¿De quién partió esa decisión? ¿Cuál de ellos dos abandonó la relación?
BRUNO Mi madre.
HELLINGER La madre abandonó la relación. Por tanto, también era ella la que tenía la clave para un cambio. Ahora miremos qué pasa si la ponemos al lado del padre, de su marido.
HELLINGER al padre ¿Qué tal así? ¿Cómo te encuentras ahora?
PADRE En el fondo, bastante bien. Sí.
HELLINGER a la hija ¿Cómo te encuentras tú? ¿Mejor o peor?
SEGUNDA HIJA † Mejor. Me dan ganas de vivir y tengo más espacio a mi alrededor.
HELLINGER al grupo Curioso. Precisamente cuando los padres son una pareja y ya no se preocupan tanto de los hijos, éstos se encuentran mejor; aunque sean disminuidos.
Al hijo ¿Y cómo te encuentras tú?
PRIMER HIJO Me encuentro bien.
HELLINGER ¿Y cómo se encuentra la hija?
SEGUNDA HIJA † Bien, también.
HELLINGER ¿Cómo se encuentra la madre?
MADRE † Estoy muy aliviada.
HELLINGER Exacto. Ésta hubiera sido la solución buena. Pero lo que no reconocieron ni la madre ni el padre es que, cuando engendraron a la niña, lo hicieron conociendo el riesgo. Pero no asumieron la dignidad de este acto. De lo contrario, también habrían reconocido que fue duro para ellos que la hija naciera disminuida. Si se hubieran apoyado mutuamente en vez de abandonar su relación, la hija quizás aún estaría con vida. Sea como fuere, le hubiera ido mejor.
a Bruno Cuando ves a los padres así, tan unidos, también tú puedes tomar tu vida de ellos. Ponte tú mismo en tu lugar para que sientas cómo es.
cuando Bruno se encuentra en su lugar Ahora mira a tu hermana. Mírala y dile: «¡Querida hermana! Yo soy tu hermano mayor.» ¡Díselo! ¿Cómo se llamaba? BRUNO María.
HELLINGER Di: «Querida María, yo soy tu hermano mayor.» ¡Díselo!
BRUNO Querida María, yo soy tu hermano mayor.
SEGUNDA HIJA † Te tengo mucho cariño.
HELLINGER a Bruno Y dile: «Respeto tu destino.»
BRUNO Respeto tu destino.
HELLINGER «Y estoy a tu lado, cualquiera que sea tu destino.»
BRUNO Y estoy a tu lado, cualquiera que sea tu destino.
HELLINGER «Y también asumo mi propio destino.»
BRUNO Y también asumo mi propio destino.
HELLINGER Ahora haré un ejercicio contigo, un ejercicio duro pero sano. Id un poco hacia delante, los dos, tú y tu hermana, un poco más cerca, e inclinaos ante los padres. De acuerdo con vuestro sentimiento. ¡Con amor! Inclinaos ante los padres y ante lo que tomaron sobre sí por vosotros. ¡Inclinaos!
Se inclinan y Bruno rompe a llorar.
HELLINGER a Bruno Éste es el sentimiento que sana; exacto. Di: «Querido papá y querida mamá» — o como les decías de niño. ¡Respira profundamente! ¿Cómo les decías de niño?
BRUNO Querido papi.
HELLINGER «Te honro.» ¡Dilo así!
BRUNO Te honro.
HELLINGER Y di: «Querida mami» — ¿o cómo le decías de niño?
BRUNO Mami.
HELLINGER «¡Querida mami!»
BRUNO ¡Querida mami!
HELLINGER «Te honro.»
BRUNO Te honro.
HELLINGER Ahora enderézate y míralos, simplemente míralos a los ojos, a tu madre y a tu padre.
A los padres ¿Cómo os sentís al ver esto?
Ambos padres asienten.
HELLINGER Exacto. Ahora podéis asumir vuestra dignidad.
A Bruno También tú puedes asumir tu dignidad. Y puedes asumir tu dignidad como padre ante tus propios hijos. De acuerdo, ya está.
Al grupo Ya veis que ésta es una manera muy respetuosa de trabajar, con respeto por todos los implicados. Y siempre orientada a la solución. No se dan vueltas innecesarias sobre el pasado, sino que se procura una solución que le dé fuerzas para su vida y que también tenga efectos sobre su familia actual.
UN PARTICIPANTE Aún estoy pensando por qué no le dejaste dar explicaciones más extensas, sino que estructuraste fuertemente la conversación. ¿Para ti estaba claro desde un principio que ibas a trabajar sobre su familia de origen?
HELLINGER No. Busqué a ver si había algo en lo que podía estar implicado. En el momento en que nombró a la hermana disminuida, supe que era eso.
Que en una familia haya un hijo disminuido siempre es un hecho significativo. Eso aún se reforzó cuando contó que su hermana disminuida murió pronto y que, después, también su madre murió en un accidente. Estas fueron informaciones importantes para mí, y con ellas trabajé. Y si hubiera sido otra cosa, lo habríamos encontrado más adelante. Empiezo con lo llamativo, y lo llamativo siempre son sucesos. La madre murió; éste es un suceso. La hermana murió; también es un suceso. Era mongólica; otro suceso. No se necesita saber más para hallar la solución.
Si, en vez de buscar directamente la solución, permites que la persona que busca tu ayuda aún te cuente más cosas, te confunde. Si dejáis que estos sucesos penetren en vuestro interior, inmediatamente podéis percibir la fuerza que encierran. Únicamente hay que preguntarse: ¿llevan fuerza o no? Cuando él nombró esos sucesos, todos pudimos percibir la carga de fuerza y de energía que llevaban. Y con esta fuerza trabajo.
REPRESENTANTE DE LA HERMANA Aún estoy totalmente impresionada por la intensidad de este trabajo.
HELLINGER Naturalmente. Tú participaste y pudiste experimentar de manera inmediata cómo actúa este proceso; los sentimientos y sensaciones tan diferentes en una posición y en la otra. No puedo explicaros por qué es así. En estas Constelaciones, los representantes participan en el destino y en sentimientos ajenos, sin que sepamos por qué. Ahora imaginaos: si nosotros ya podemos sentir y percibir todo eso, ¡cuánto más ligado a los sentimientos y destinos en su familia se encontrará un niño!
OTRO PARTICIPANTE Me asombra la seguridad con la que abordas los asuntos importantes, sin dejar que los menos importantes te confundan.
HELLINGER Puedo decirte cómo se aprende.
EL MISMO PARTICIPANTE Me gustaría saberlo.
HELLINGER Uno se olvida de todo lo que ha aprendido hasta el momento. Eso es lo primero. Después, se dirige la mirada a todos los implicados, con amor y con respeto. Es decir, con amor a Bruno, a su madre, a su hermana. Éstas eran las personas principales. Y después, se espera a ver si se vislumbra una solución. Con esta actitud de fondo, muchas veces se muestra rápidamente dónde se halla la solución. Naturalmente pueden aprenderse también unas cuantas técnicas. Así, por ejemplo, en una situación así es importante probar qué ocurre si alguien en el sistema muere. Para hacer la prueba se le pide al representante de la persona muerta que abandone la sala. La muerte de algunos miembros de la familia fue la solución que este sistema intentó. Ésta, sin embargo, no es una solución buena. Por tanto, se busca otra solución mejor.
Bruno nos mostró el intento de solución de su familia. Él tenía una imagen interior de las relaciones en su familia. El intento de solución de la familia fue nefasto, pues resultó en la muerte de la hermana y de la madre. Bruno exteriorizó su imagen, de manera que nosotros pudiéramos verla. Una vez exteriorizada, pudo ser cambiada y dirigida a una solución mejor. Para que esta solución se haga efectiva para Bruno, en su familia no tiene que cambiar absolutamente nada. Su padre no tiene por qué cambiar, ni siquiera tiene por qué saber lo que ha ocurrido aquí. Y los muertos siguen estando muertos. Bruno, sin embargo, tiene ahora la posibilidad de llevar esta imagen nueva y buena a su alma, con cariño, y así, esta imagen obrará en su favor, para bien.
A Bruno Cuando vuelvas a casa con esta nueva imagen, tus hijos estarán radiantes. Es así como se desarrolla este trabajo: de una manera muy simple y cerca de lo esencial.
OTRO PARTICIPANTE Tengo una pregunta práctica: si Bruno viniera a consultarte individualmente, ¿trabajarías así con él desde la primera sesión? Y si así fuera, ¿le ofrecerías más sesiones posteriores?
HELLINGER Sí, ya en la primera sesión trabajaría así, pero no ofrecería más sesiones posteriores. Ya visteis que todo lo que era necesario para Bruno ocurrió en esta sesión. Ahora bien, aún tendría que tener en cuenta otro hecho más, y eso ya se lo comenté durante la pausa: desde el punto de vista de la dinámica sistémica, habría que suponer que su hija imitaría la suerte de su hermana; es decir que su hija estaría implicada en el destino de su hermana, porque ésta, hasta ahora, no había sido valorada en un sentido pleno. Así, pues, cuando vuelva a casa podrá ver lo que ha cambiado en su familia y para su hija, porque ahora valora a su hermana plenamente. Simplemente por el hecho de que él ahora reconozca a su hermana con amor, su hija se encontrará mejor.
El curso de una terapia se parece a una curva balística: en un principio, la energía sube rápidamente hasta alcanzar un punto máximo y, después, vuelve a caer. Y exactamente en ese punto, en el clímax, se interrumpe. Todo lo que se hace posteriormente exige un esfuerzo. Entonces, la energía se encauza hacia el saber en vez de hacerlo hacia el actuar.
EL MISMO PARTICIPANTE Es decir, ¿que ya en la primera sesión trabajarías así?
HELLINGER Sí. Y no haría nada más con Bruno. Por supuesto, también confío en su fuerza y en la fuerza de sus padres, que acaba de tomar. Ahora está en las mejores manos: con su padre, con su madre y con su hermana. No hay manos mejores que éstas. En cuanto lo entrego a ellos, me retiro.
OTRO PARTICIPANTE Durante la pausa seguimos hablando, y me di cuenta de cómo los hechos pierden fuerza en cuanto se comentan y analizan demasiado.
HELLINGER Exacto. Éste sería un ejemplo de los efectos del «volver a preguntar una vez más». En la antigua China hubo un tal Lao Tsé que escribió un librito, el Tao Te King. En ese libro se encuentra una frase que sería como un lema para toda persona que se dedique a ayudar a otros. Dice: «Así también el Sabio, cuando termina la obra, no se aferra a ella.» Así también actúo yo como terapeuta: una vez acabado, todo ha pasado.
REPRESENTANTE DEL PADRE Para mí fue bastante fatigoso, sobre todo hacia el final.
HELLINGER Quisiera advertir algo importante:
Primero, cuando uno se ofrece como representante para una de estas Constelaciones Familiares, es un servicio que se le presta a aquel que configura su sistema. Por amor a él lo hiciste, aunque fuera fatigoso.
Lo segundo es que en cuanto te encuentras ahí, percibes sentimientos ajenos. Por tanto, no debes referir a ti mismo aquello que sientes durante la Constelación. Eso es sumamente importante. Así, no debes decir: «Si acabo de sentir todo eso, ¿qué relación tienen estos sentimientos conmigo mismo?» De lo contrario, todo se trastorna.
Por tanto, después de una Constelación tienes que salir enteramente de aquel sistema y volver al tuyo propio.
Para volver sobre lo último: ¿qué fue lo fatigoso? ¿Cuando se inclinó ante ti?
REPRESENTANTE DEL PADRE Sí, creo que sí.
HELLINGER Me permito dar una interpretación de por qué te resultó tan duro. A veces es difícil aceptar la reverencia que a uno le corresponde. Por ejemplo, si en ese papel de padre te hubieras acercado al hijo para levantarlo cuando él se inclinó ante ti, habría sido un corte. Habría sido demasiado pronto para él. Tienes que permitirle que te honre, ya que sólo entonces el amor entre vosotros dos puede volver a fluir.
A Bruno Por sus sentimientos deduciría que tu padre difícilmente podría aceptar la reverencia, ¿verdad?
Bruno asiente con la cabeza.
HELLINGER Él lo sintió.
Al representante del padre A pesar de todo, soportarlo fue también un buen ejercicio para ti. El tomar la reverencia que te corresponde, y el hecho de permitirle a tu hijo que te honre tal como te lo mereces como padre, es humildad, por muy extraño que suene. Ya que uno no es padre por un mérito personal, sino por realizar un acto determinado. Uno no se convierte en padre por ser bueno o malo, sino por comprometerse en esta realización, con todo el riesgo que comporta. Y esto lo trato y lo considero con reverencia.
UNA PARTICIPANTE Al principio esperaba que surgiera la pregunta por el problema; es decir: ¿cuál es el problema? Y me asombró ver que no fue necesario.
HELLINGER Te confiaré un secreto: la intuición únicamente funciona si me fijo en la solución. Quien mira el problema, limita su campo de visión y se queda atrapado. Se dedica a observar detalles, perdiendo de vista el conjunto. Quien enfoca la solución, con su mirada siempre lo abarca todo y, de repente, en alguna parte descubre la salida —que le está guiñando el ojo—, e inmediatamente se dirige a ella. Después, ya puede olvidarse de todo lo demás, ya no lo necesita. ¿De acuerdo?
OTRA PARTICIPANTE A mí me impresionó mucho la idea de que por nacer la hija disminuida haya terminado la relación matrimonial entre los padres, es decir, que la mujer, como expiación de su presunta culpa, sacrificase la relación. En ese momento pensé: ¿se me ocurriría hacer algo así? ¿O es una hipótesis? Pero después, a través de la representación, se verificó.
HELLINGER Se veía; por tanto, ya no hace falta preguntar nada más. Estaba claro que ya no había ninguna relación entre ellos dos, y eso tenía que ver con el nacimiento de esa hija. Cualquiera que fuera la manera en que la madre lo asimilara, no tenía otra salida. Le faltaba la ayuda y le faltaba el reconocimiento de que había aceptado un riesgo y de que, finalmente, lo había asumido con todas sus consecuencias.
LA MISMA PARTICIPANTE Eso me impresionó mucho.
Constelación: Morirse antes que inclinarse profundamente ante el padre
HELLINGER Aprovecharemos el tiempo, así que en seguida cogeré al siguiente, es decir, a alguien que esté realmente enfermo. Es lo que más ayuda y donde más aprendemos.
HERMANN Yo quisiera trabajar, tengo cáncer de médula.
HELLINGER Entonces te cogeré a ti, porque eso es agudo. Ponte aquí a mi lado. ¿Cuánto tiempo hace que lo tienes?
HERMANN Un año.
HELLINGER ¿Y qué se ha hecho mientras tanto?
HERMANN Quimioterapia, y después también participé en varios grupos psicoterapéuticos.
HELLINGER ¿Estás casado?
HERMANN Sí.
HELLINGER ¿Tienes hijos?
HERMANN No.
HELLINGER ¿Hay algún motivo especial por el que no pudisteis tener hijos?
HERMANN Queríamos tenerlos, pero no vinieron.
HELLINGER ¿Hay algo especial en tu familia de origen?
HERMANN Lo único que se me ocurre es que mi padre tiene una relación pésima con sus hermanos. Estaban juntos en una empresa, se separaron, y después nunca más tuvieron ningún contacto.
HELLINGER ¿Qué pasó con el padre del padre?
HERMANN No lo llegué a conocer. Mi padre tampoco cuenta mucho. Es un ámbito muy oscuro para mí.
HELLINGER Es muy extraño que tu padre no cuente nada sobre ese punto. Configuraremos tu sistema de origen, es decir, tu padre, tu madre, tú y tus hermanos. ¿Cuántos hermanos tienes?
HERMANN Sólo una hermana menor.
HELLINGER Tu padre o tu madre, ¿estuvieron casados anteriormente o tuvieron una relación estable?
HERMANN No sé nada; creo que no.
HELLINGER ¿Murió o nació muerto algún niño en la familia?
HERMANN No.
Abreviaciones:
P padre
M madre
1 primer hijo (= Hermann)
2 segunda hija
HELLINGER ¿Cómo se encuentra el padre?
PADRE Se dice que vivo.
Risas en el grupo.
HELLINGER ¿Cómo te encuentras?
PADRE Sin ningún compromiso, muy... suspira.
HELLINGER al grupo Éste tiene que marcharse, ¿lo veis? Éste tiene que marcharse. La pregunta es: ¿a quién tiene que seguir? ¿Qué tal la madre?
MADRE Estoy encantada de los hijos tan maravillosos que tengo, sólo que estoy un poco lejos de ellos. Mi marido puede quedarse aquí o también puede marcharse.
HELLINGER Ni pizca de amor, ¿os dais cuenta? Nada. Cuando ocurre esto, supongo que es la madre quien tendría que marcharse, y que el marido se marcha en lugar de ella. Eso es muy frecuente: en el fondo tendría que marcharse la mujer, y el marido lo hace por ella. Es lo que se llama amor o algo así. ¿Sí? ¿Veis la expresión de su cara? Ella es absolutamente mala. Triunfa si él se va. No puede ocultarlo. Desde luego, su representante es una buena mujer y no tiene nada que ver con todo esto. Pero aquí representa a una persona que es mala. En una Constelación Familiar, si realmente se entrega al proceso, no puede controlarlo.
PADRE ¿Y cómo puede ser que yo aquí no sienta nada?
HELLINGER Os daremos la vuelta: a ti, encarando a la familia, y a la mujer, apartada de la familia, y veremos qué tal entonces.
PADRE a la mujer Girémonos otra vez (es decir, el marido apartado de la familia, y la mujer mirando hacia los hijos).
HELLINGER Mantente serio; de lo contrario, no podemos hacerlo bien para él. ¿Qué tal ahora los hijos?
PRIMER HIJO Protesto si él se da otra vez la vuelta.
HELLINGER Exacto. ¿Qué tal la hija?
SEGUNDA HIJA Bueno, en un principio tenía la sensación de que mi hermano y yo éramos el matrimonio.
HELLINGER ¿Cómo se encuentra la mujer ahora? ¿Mejor o peor?
MADRE Aún no quiero que se me envíe fuera. Aún quisiera estar con mis hijos y darme la vuelta.
HELLINGER ¿Adónde estabas mirando?
MADRE En dirección al marido.
HELLINGER ¡No, no! ¿Quién estaba delante de ti? ¿Quién es? ¿Qué miras?
MADRE Mi propia vida, mi propia historia.
HELLINGER Eso no son más que palabras.
A Hermann ¿A quién mira tu madre cuando quiere marcharse? ¿A quién sigue?
HERMANN Su hermana murió hace tres años, pero...
HELLINGER No, eso es demasiado poco.
HERMANN Su madre murió hace unos años.
HELLINGER No. Debe ser algo grave.
Hellinger lleva a la madre más lejos de la familia.
HELLINGER ¿Qué tal para ti aquí? ¿Mejor o peor?
MADRE Mejor.
HELLINGER Exacto. Ésta es la verdad. ¿Cómo se encuentra el marido ahora?
PADRE Cuando me giré hacia la familia, de repente sentí un gran peso y un gran dolor.
HELLINGER Ahora ponte enfrente de tus hijos, y los hijos se ponen enfrente del padre.
HELLINGER a Hermann Ahora ponte tú mismo en la imagen y en tu lugar. ¿Qué tal para ti?
HERMANN Nuevo. Muy nuevo.
HELLINGER Ponte a la izquierda del padre y míralo, con amor. Gira la cabeza y míralo. ¿Cómo le decías a tu padre?
HERMANN Papi.
HELLINGER Di: «Querido papi».
HERMANN Querido papi.
HELLINGER «¡Por favor, quédate!»
HERMANN ¡Por favor, quédate!
HELLINGER «Y bendíceme si me quedo contigo.»
HERMANN Y bendíceme si me quedo contigo.
Pausa prolongada.
HELLINGER ¿Cuál sería la frase acertada? HERMANN Que estoy furioso. HELLINGER Dile: «Yo lo hago por ti.» HERMANN Yo lo hago por ti. HELLINGER Dilo fuerte. HERMANN Yo lo hago por ti. Lo dice furioso.
HELLINGER Más fuerte. HERMANN ¡Yo lo hago por ti!
Pausa prolongada.
HELLINGER al grupo Se morirá. No se desprende de la implicación.
A Hermann Para ti, tu rabia es más importante. ¿Qué le has hecho a tu padre?
HERMANN porfiado No lo sé.
HELLINGER ¿Le has hecho algo?
HERMANN No lo sabría decir.
HELLINGER ¿Lo despreciaste?
HERMANN con voz segura Sí.
HELLINGER Eso es.
HERMANN Él me...
HELLINGER Lo que hizo tu padre no importa aquí. Lo decisivo es lo que tú haces. Ahora vuelve al lado de tu hermana.
Al grupo Lo que ahora corresponde es que se arrodille y haga una profunda reverencia ante su padre. Pero no lo logra. Prefiere morir antes que hacerlo.
A Hermann ¿Es así?
HERMANN ¡No!
HELLINGER ¿Quieres hacerlo?
HERMANN Quiero intentarlo.
HELLINGER ¡Nada de intentarlo! ¿Quieres hacerlo?
HERMANN con voz segura Sí.
HELLINGER De acuerdo, entonces lo haré contigo y te ayudaré. Arrodíllate, baja la cabeza hasta el suelo, hasta abajo del todo, y estira los brazos hacia adelante, las palmas de las manos hacia arriba. Así. ¡Respira hondo! Di: «¡Querido papi!»
HERMANN ¡Querido papi!
HELLINGER «Te honro.»
HERMANN Te honro.
HELLINGER Repítelo, tranquilamente.
HERMANN Querido papi, te honro.
HELLINGER Exacto. Ésta es la frase. Respira hondo. «¡Querido papi!»
HERMANN ¡Querido papi!
HELLINGER «Te honro.»
HERMANN Te honro.
HELLINGER «Te respeto como padre...»
HERMANN Te respeto como padre...
HELLINGER «... y tú puedes tenerme como hijo».
HERMANN ... y tú puedes tenerme como hijo.
HELLINGER «Te honro.»
HERMANN Te honro.
HELLINGER Sigue así un poco más, tranquilamente, inspirando y espirando profundamente. Relájate. Así. Después, cuando notes que es el momento justo, levántate y vuelve a tu lugar.
Tras una pausa prolongada ¡Respira profundamente, con la boca abierta! Es lo mejor para que pueda fluir, entrando y saliendo, que acojas a tu padre en tu interior y que el amor fluya hacia él.
Tras otra pausa prolongada Ahora vuelve al lado de tu hermana y mira al padre. Inclina la cabeza ligeramente, con respeto; después, enderézate otra vez. ¿Qué tal para el padre?
PADRE Aún cuesta creer que suceda.
HELLINGER ¿Qué cuesta creer? ¿Que realmente te honre?
PADRE Sí.
HELLINGER Sí, es posible.
Al grupo Aquí no es posible hacer trampas, ¿os dais cuenta? Aquí no hay trampa posible. Mi hipótesis en relación al cáncer es que el enfermo de cáncer prefiere morir antes que hacer una profunda reverencia ante los padres, ante el padre o la madre. ¡Prefiere morir! Por eso, muchos de ellos se enderezan tanto. Van así, con la cabeza bien en alto, en vez de inclinarse.
A Hermann Ahora vuelve a mirar al padre y dile: «Por favor...»
HERMANN Por favor...
HELLINGER «...dame todavía un poco de tiempo».
HERMANN ...dame todavía un poco de tiempo.
HELLINGER «Por favor...»
HERMANN Por favor...
HELLINGER «...dame todavía un poco de tiempo».
HERMANN ...dame todavía un poco de tiempo.
HELLINGER Ahora confía en tu alma.
Al grupo Aún no puede ponerse al lado del padre. Tampoco debería abrazarlo. Todo eso sería como un juego. Eso no va.
A Hermann De acuerdo, así lo dejo. También yo me fío de tu alma. ¿Puedo hacerlo?
HERMANN Sí. Se sonríe.
HELLINGER No puedo hacerlo. Tu sonrisa me dice que no debo hacerlo.
HERMANN ¡Que sí!
HELLINGER Escúchame: no quiero discutir contigo, quiero ayudarte. Por tanto, tomo en serio cualquier señal. De lo contrario, estaría jugando contigo y eso sería fatal. Con una enfermedad de este tipo ya no se juega. De acuerdo, ya está.
HERMANN Gracias.
HELLINGER al grupo Quisiera decir algo sobre lo espantoso. Lo espantoso sostiene. Sólo quien está en sintonía con ello y asiente a ello tal como es, está en sintonía con la Tierra. A veces lo espantoso, para aquel que está en sintonía con él, dispone algo para bien mucho más de lo que el amor podría hacerlo. Por eso, el terapeuta está en sintonía también con la fatalidad, la acepta y está de acuerdo con ella, sea como sea. Puedo estar de acuerdo si él sigue como está y muere; puedo estar de acuerdo. Estoy en sintonía también con lo espantoso, y porque estoy en sintonía con lo terrible, puedo tomarle en serio, y él puede tomarme en serio a mí. Y puede tomar en serio su enfermedad. Sólo entonces se ve ante la alternativa; antes, no.
UN PARTICIPANTE ¿Y cómo continuaría este trabajo?
HELLINGER No hay continuación. Eso ya es todo.
EL MISMO PARTICIPANTE Quiero decir, la semana que viene, quizás, o...
HELLINGER No. Eso ha sido todo. Él tiene claro lo que hay que hacer. Si ahora se pretendiera seguir trabajando, se ridiculizaría lo que se acaba de hacer. Eso ha sido todo.
UNA PARTICIPANTE ¿Cómo se te ocurrió que no se trataba del padre, sino de la madre? Porque en un principio fue al revés.
HELLINGER Lo deduje de la expresión de su cara, y después lo probé. Aunque ya antes he podido hacer la experiencia de que tales casos existen. Pero aquí se podía ver que era así.
OTRA PARTICIPANTE ¿Cómo te explicas el fenómeno de que las personas que participan en una Constelación Familiar puedan sentir algo que personalmente no les atañe?
HELLINGER Yo no me explico nada. Veo que es así, que así ocurre y que se puede comprobar que los participantes de una Constelación Familiar realmente pueden percibir lo que ocurre en esa familia; y eso me basta para mi trabajo. Bien, ¿cogemos todavía otro caso más antes de la pausa?
VARIOS PARTICIPANTES Sí.
Constelación: Secuelas tardías de una poliomielitis y de un embarazo y un parto difíciles
HELLINGER Christa, ahora te cogeré a ti. ¿Puedes venir aquí delante?
Al marido de Christa Ponte a su lado para que también puedas participar.
A Christa ¿Cuál es tu enfermedad?
CHRISTA La energía se me escapa, probablemente por mi poliomielitis. No puedo hablar más fuerte por una parálisis de las cuerdas vocales, que tengo desde hace cuarenta años. Se supo, hace poco, que fue desencadenada por la polio. Toda la parte de la laringe está paralizada, y también el diafragma. En aquel entonces no se descubrió.
HELLINGER ¿Desde cuándo lo tienes?
CHRISTA Desde que tenía catorce años.
HELLINGER ¿Pasó algo en la familia en aquel entonces?
CHRISTA Mi confirmación.
HELLINGER Eso no debería tener consecuencias tan graves. ¿Cuál es tu problema actual?
CHRISTA Cuando mi hija celebró su confirmación, mi energía se derrumbó por completo. Medio año antes ya no podía mantenerme en pie y, después, la energía sufrió tal bajón que ya no podía aguantarme. Empezó con una pielitis y, desde entonces, apenas llego a recuperarme.
HELLINGER Configura primero tu sistema actual. Después buscaremos a otras personas importantes de tu familia de origen. ¿Quién pertenece a tu familia actual?
CHRISTA Mi marido, yo y mi hija.
Christa elige a representantes para estas personas.
HELLINGER ¿Qué pasó en el parto con tu hija?
CHRISTA Tuve una gestosis muy grave y por poco me hubiera muerto. Los médicos me daban un quince por ciento a mí, y a la niña, nada. Lo que también es importante mencionar es que mi bisabuela murió de parto.
HELLINGER Eso es significativo. Hace poco, tuve un curso en el que participó una mujer con psicosis de gestación. Su madre había muerto al nacer ella. Más tarde puse a la mujer, junto con su hija, enfrente de la madre y le pedí que presentara a su hija a su madre muerta, y que le pidiera su bendición. De repente surgió una unión muy entrañable a través de las generaciones, con amor. Después también trabajaré así aquí. Ahora configura primero la familia de origen.
Abreviaciones:
Mar marido
Muj mujer (= Christa)
1 única hija
HELLINGER ¿Cómo se encuentra el marido?
MARIDO Percibo un vínculo hacia adelante, hacia mi hija, pero siento la necesidad de girarme hacia mi mujer.
HELLINGER ¿Qué tal la mujer?
MUJER Tengo mucho frío. Desde un principio, cuando ella me llamó, estuve tiritando, y aún lo noto. Pensé que sentiría una mejora estando al lado de mi marido, pero no mejora.
HELLINGER a Christa ¿Tú tienes esta sensación de frío?
Christa afirma con la cabeza.
HELLINGER al grupo ¿Veis con qué inmediatez su representante lo percibe, sin saber nada? ¿Cómo se encuentra la hija?
HIJA Me siento desamparada con estos padres. No sé con quién tengo realmente una relación.
HELLINGER a Christa ¿Qué pasó con tu bisabuela?
CHRISTA Se murió de parto, al nacer el séptimo hijo. Era la abuela materna de mi padre.
HELLINGER Introduciré a esa mujer en la Constelación. La pondré a la vista, y después miraremos a ver qué cambia.
Abreviaciones:
+MMPMuj madre de la madre del padre de la mujer; murió de parto
HELLINGER ¿Qué ha cambiado?
MUJER Me siento apoyada. Ahora hay otra persona más. Antes me sentía muy sola.
HELLINGER ¿Qué tal la hija ahora?
HIJA A mí también me ayuda. Ahora la miro a ella; los padres continuamente apartan la vista.
HELLINGER a Christa Ahora introduciré también a tu padre y a la madre de éste.
Abreviaciones:
PMuj padre de la mujer
MPMuj madre del padre de la mujer
HELLINGER al padre de la mujer ¿Qué tal así para ti?
PADRE DE LA MUJER Siento algo a mis espaldas.
HELLINGER ¿Es agradable o desagradable?
PADRE DE LA MUJER Desagradable.
HELLINGER ¿Qué tal para la madre de su padre?
MADRE DEL PADRE DE LA MUJER Para mí está demasiado cerca.