Capítulo 4
Sooz las condujo por la zona de los despachos hasta una sala general, destinada para los profesores. A través de una rendija entre la puerta y el marco divisaron parte de una enorme mesa oval. La sala era luminosa, con ventanales que ocupaban toda la pared del fondo, pero en esos momentos estaban parcialmente cubiertos por persianas blancas.
Sooz empujó la puerta sin molestarse en anunciar su llegada. Un hombre de unos cuarenta y tantos, de piel morena y pelo canoso, estaba sentado en una de las mesas y no se percató de su presencia porque estaba concentrado en una mujer rubia que descansaba inclinada sobre su mesa. Parecían estar compartiendo algún secreto, por la cercanía de sus rostros.
Sooz se volvió para señalar a los dos profesores con un movimiento de cabeza.
—Parece que los rumores son ciertos —susurró con malicia.
En ese momento la mujer se dio cuenta de la presencia de las chicas. Elevó el tono y haciéndolo más profesional se despidió de él, y después de saludarlas, salió de la habitación.
El hombre estaba tan pálido como si las creyera muertas y resucitadas en forma de fantasmas.
—Tesk, esta es Driamma Sandoval.
Él se levantó de golpe y balbuceó algo que sonaba como «acompañadme a mi despacho». Les señaló una de las varias puertas que cubrían la pared derecha de la sala y avanzó para abrirla.
La estancia era agradable, arquitectónicamente similar a la de Lozis; sin embargo, mientras que la del director contaba con un ligero desorden, ésta estaba pulcramente organizada. Una amplia ventana que daba al jardín iluminaba el cuarto sin necesidad de luz artificial.
—Driamma llegó a la Academia anoche y…
—¿Ayer? —exclamó Tesk, girándose de golpe y tirando una taza de té frío que descansaba sobre su escritorio. Se apresuró a recoger la bebida derramada con una pala de líquidos que sacó de uno de sus cajones.
Ash miró a Sooz, preguntándose si ésa era la actitud normal del hombre, pero esta última lo observaba con el entrecejo fruncido.
—No la esperábamos hasta esta tarde —explicó, forzando una sonrisa.
—Pues ya está aquí, pero no entiende muy bien por qué. Y ella es Ash —se limitó a decir, quizá vengándose por la forma en que se había presentado el día anterior.
Tesk la miró por primera vez, como si el resto del tiempo ella hubiera sido invisible para él.
—¡Claro!—exclamó animado—. Tú eres…
—Ashling Barrott —espetó, confundiendo al hombre y enrojeciendo bajo su mirada.
Era muy atractivo. Las ligeras arrugas de expresión no habían hecho mal alguno; de hecho, era posible que le hubieran dado más atractivo del que tenía en su juventud
Tan pronto como acabaron las presentaciones, el profesor volvió a posar su extasiada mirada sobre la bella Driamma.
—¿Os importaría dejarme un momento a solas con Sandoval? —pidió sin prestarles atención.
Sooz miró a Ash, decepcionada, y luego a Driamma, indicándole con la mirada que quería todos los detalles más tarde, y se levantó para salir del despacho.
—Preferiría que se quedaran —intervino Driamma.
Tesk sopesó la idea por un instante, para luego acceder ante lo inevitable.
—Qué unidas estáis en tan poco tiempo —dijo con cierto tono de mofa, pero pareció extrañamente complacido con ello.
A Driamma no le gustó el comentario, la hizo sentirse estúpida. Ella no era una niña que hacía amigas inseparables de la nada. Pero ya era tarde para retractarse.
—Supongo que te habrás preguntado por qué te han traído aquí.
Driamma asintió, demasiado tensa para decir nada.
—Tengo entendido que el español es tu lengua materna —continuó Tesk, cogiéndola totalmente por sorpresa. Había barajado varias posibilidades, pero ninguna de ellas tenía que ver con el español. Si lo que necesitaban era a alguien que hablara español, lo único que tenían que hacer era dar una patada a una piedra y aparecerían miles. Sin ir más lejos, apostaba a que la mitad de la población de Noé lo hablaba en alguna medida. Era una de las lenguas más extendidas antes de la destrucción de la Tierra.
—El caso es que necesitamos tus conocimientos. Y a cambio, tienes la oportunidad de estudiar y vivir aquí. —Se detuvo, observándola con intensidad como si esperara alguna reacción por su parte. No obstante, ella guardó silencio, limitándose a cruzar los brazos sobre el pecho y enarcar una ceja.
—Por supuesto, si no te gusta el trato puedes decidir volver a... —se detuvo por un instante, echando un rápido vistazo a las otras dos chicas—. A tu lugar de procedencia. Sin embargo, teniendo en cuenta que eras una muy buena estudiante allí, creo que deberías aprovechar la oportunidad de formarte en la academia, ya que es la mejor escuela de la nación y te podría abrir muchas puertas.
Driamma se mordió el labio con nerviosismo.
—Obviamente prefiero quedarme aquí —contestó—. Pero no tengo dinero para pagar mi matrícula en éste lugar —acentuó, casi arrepintiéndose de decirlo. Prefería dejarlo claro desde el principio a enfrentarse a cobros futuros.
—Tenemos constancia de ello —la tranquilizó–. Pagarías tu matrícula con tus servicios a la Academia. Tu matrícula, tu estancia aquí, y las tutorías diarias conmigo, donde aprenderías todos los conceptos básicos de la informática.
—¿Aprendería a usar mi Secbra? —preguntó entre entusiasmada e incrédula.
Tesk le sonrió abiertamente y asintió.
—¿Y cuáles serían esos servicios exactamente? —inquirió Sooz con la mirada clavada en Tesk.
La expresión del profesor se tornó seria y se miró los dedos que jugaban con un micro-ordenador. Parecía estar librando una batalla interior.
—¿Profesor? —insistió la muchacha con impaciencia.
Tesk suspiró, observándolas por un instante.
—Esta información todavía no ha sido revelada al cuerpo estudiantil, y es un código verde —advirtió.
Driamma se volvió hacia Sooz, preguntándose que significaría eso. La chica había abierto los ojos con entusiasmo al escucharlo.
—Un código verde quiere decir que es información que no puede llegar a los civiles —resumió Sooz—. Adelante, guardaremos el secreto.
El hombre la observó sin mucha confianza, pero acabó por resignarse.
—De todas formas, no creo que falte mucho para que se haga oficialmente público. Además, opino que será una buena propaganda para realimentar las esperanzas.
Sooz se había inclinado sobre la mesa para no perderse ni una sola palabra.
—Hemos recibido un mensaje procedente de la Tierra —explicó Tesk al fin, marcando las palabras con cuidado.
—¿Un mensaje del enemigo? —exclamó Sooz.
—Tenemos razones para pensar que los remitentes pueden ser aliados nuestros.
—¿Qué? —Gritó la chica, pasando rápidamente de la incredulidad a la sospecha—. Pero, ¿cómo? ¿Cómo sabéis que no son espías haciéndose pasar por los nuestros?
Driamma quería decir algo, pero estaba demasiado impactada para articular palabra. No entendía por qué Sooz no hacía las preguntas correctas, como por ejemplo: ¿Cómo era posible que hubiera alguien vivo en la Tierra si era inhabitable? Tampoco entendía por qué había preguntado si eran del enemigo, ¿acaso no sabía que estaban todos muertos?
—La frecuencia y la forma del código en que ha sido enviado es una clave militar de nuestro bando, la cual en principio no tenemos razones para pensar que haya sido pirateada por el enemigo.
—¿Cómo pueden estar tan seguros? —Continuó Sooz, escéptica—. Un paso en falso puede acabar en la destrucción de Noé. Y entonces, ¿adónde iremos? No existe un plan C. No podemos arriesgarnos.
—Es muy posible que sean espías progresistas. Pentace tiene eso claro, Sooz —razonó él, una vez que logró recomponerse—. Pero también existe la posibilidad de que sean de los nuestros, así que merece la pena intentar llegar al fondo de esta cuestión.
—¿De qué demonios estáis hablando? —gritó Driamma, enmudeciendo a Tesk de inmediato. Los tres la miraron con atención.
Ahora que había logrado salir de su estado de estupor y confusión, y había conseguido su total atención, podría descubrir de qué trataba todo aquello.
—¿Por qué decís que habéis recibido un mensaje de la Tierra cuando la Tierra está destruida y es inhabitable?
Examinó las tres caras que tenía delante, y no podía creer lo que veía. Los tres la observaban como si se hubiera vuelto loca.
—¿De dónde has sacado esa idea? —preguntó Tesk con suavidad.
—Ya sabes de dónde —le espetó. Cada día se lo recordaban en Friarton. Y entonces notó cómo un nudo le cerraba la garganta—. ¿No es cierto?
—La Tierra salió mal parada de la guerra, pero nunca ha dejado de ser habitable.
—¿Y por qué estamos aquí? ¿Por qué huimos al espacio? —exclamó con una voz extraña. Sentía tantas cosas a la vez que no lograba concentrarse.
—La Tierra está bajo el mando del enemigo. No ganamos la guerra, Driamma; la perdimos. Si intentáramos regresar, nos eliminarían tan pronto como cruzáramos su escudo protector.
Se dejó caer sobre la silla, apoyando la cabeza entre las manos. Sentía cómo la habitación daba vueltas a su alrededor, pero si mantenía la cabeza allí y los ojos cerrados esperaba no desmayarse. Se obligó a sí misma a parar el tren de pensamientos y dejar la mente en blanco hasta recuperarse.
—¡Nos han echado de la Tierra! ¿Vosotras ya lo sabíais? —farfulló, notando al hablar que estaba llorando—. No tenéis ni idea de las historias que nos han contado.
—¿De dónde vienes? Todo el mundo en Noé sabe eso —aclaró Sooz.
—Vengo de un lugar muy diferente a Noé. Tanto que si hubiéramos sabido que la Tierra aún es habitable, nos hubiéramos quedado allí aunque significara unirnos a los Progresistas.
—No puedes hablar en serio —dijo Sooz, con manifiesta indignación.
Driamma respiró profundamente antes de responder.
—Es muy fácil mantenerse fiel a tu facción política viviendo en un lugar como este —se limitó a decir. Decidió no dar más explicaciones sobre Friarton y el sufrimiento que había supuesto para ella sobrevivir un año en aquel lugar. En cambio, se decidió a hacer la pregunta que le estaba atravesando el alma.
—Si aún quedan supervivientes en la Tierra… Entonces, ¿cómo puedo localizar a mi familia?
La expresión en los ojos de Tesk le puso la piel de gallina.
—¿Cómo puedes saberlo? —susurró, entendiendo por sus ojos lo que sus labios no se habían atrevido a decir—. No puedes saber cuántos de los nuestros quedan.
—Driamma, tú no eres la única que ha perdido a gente amada en esta guerra. Todo está más que investigado.
—Pero, ¿y ese mensaje?
—Lo más probable es que sea una trampa progresista para descubrir nuestro paradero. Llevan un año buscándonos por el espacio. Es prácticamente imposible que queden Naturalistas en la Tierra.
—Yo tampoco me lo creo —recalcó Sooz—. Es obvio que se trata de una trampa.
—Podrían ser muchas cosas: un mensaje antiguo, espías Progresistas, un renegado... —Tesk se encogió de hombros, dando a entender que aún quedaba mucho que investigar—. El caso es que el mensaje está en español. Y por eso estás aquí. Creemos que es importante que los alumnos reciban una formación en lengua española lo más rápido posible. Solo por si acaso.
—¿Por qué? —preguntó Driamma, sin entender qué relación guardaban ambas cosas.
—Si el mensaje resulta ser real, ese aliado puede ayudarnos a entrar en la Tierra de nuevo. Y si una expedición así se organizara, los mejores alumnos de esta Academia estarían en ella, y es conveniente que puedan comunicarse en español con los aliados.
—¿Tú no hablabas español, Tesk? —Inquirió Sooz, pensativa.
—No lo suficientemente bien —replicó él de forma un tanto cortante—. Además, tengo demasiadas obligaciones como para ocuparme de otra clase.
Sooz parpadeó varias veces.
—Supongo que ahora que está todo aclarado, te sentirás más tranquila. Y estoy seguro de que en un par de días estarás totalmente habituada a tu nueva situación.
«¿Cómo no estarlo?», pensó. Aún no se creía la suerte que había tenido. Que la seleccionaran a ella para hacer aquel trabajo, para vivir y estudiar en un lugar tan elitista. Para tener un ordenador conectado a su cerebro que solo poseían unos pocos. Le tomaría meses creer que todo aquello no tenía, como el encantamiento de la Cenicienta, fecha de caducidad.
Además, desde Noé, y con los privilegios de sus habitantes, le sería mucho más sencillo rastrear a su hermano.
Driamma observó a Tesk con intensidad por un instante. Había algo en él que la hacía querer confiar a ciegas. Un sentimiento que creía haber desterrado para siempre de su vida.
—¿Qué planes tenéis para hoy? —Le oyó preguntar.
—Tenía pensado enseñarles el terreno que colinda con el perímetro de la Academia —contestó Sooz, con un halo de misterio.
Tesk sonrió, complacido con la idea.
Driamma suspiró y se mordió el labio con ansiedad, sin saber bien cómo comenzar.
—Me preguntaba si me puedes ayudar a encontrar a una persona —soltó al fin, retorciéndose las manos.
Tesk frunció el entrecejo, confundido.
—¿Algún amigo?
—Su nombre es Bronte Ponce —concretó ella.
Él la contempló de una forma un tanto extraña. Después, pestañeó varias veces y se miró las manos; gesto, al parecer, habitual en el hombre.
—¿Es tu novio? —preguntó sin posar los ojos sobre ella.
—Es mi hermano —lo corrigió—. Su nombre no figura en el Manifiesto de Supervivientes, pero tengo razones para creer que hay supervivientes que no están en él —dijo, echando una mirada de soslayo a las chicas.
—¿Cómo? —exclamó Sooz.
—Lo sé —le aseguró él sin hacer caso a la curiosa muchacha. La observó con tal intensidad que supo al instante que él estaba al corriente de que ella tampoco figuraba en el Manifiesto.
—Tal vez tú, que tienes más contactos, puedas buscarle para mí —rogó ella con tal desesperación que el hombre enrojeció.
—Si doy con algún tipo de información, te lo haré saber —musitó, como el que promete sin intención de cumplirlo.
Driamma suspiró. Estaba aburriendo al hombre, que ya había sentenciado el caso como perdido. Sin duda, iba a tener que utilizar otros medios.