HISTORIA DE THORSTEIN EL FUSTEADO

Había un hombre llamado Thorarin que vivía en el Valle de Sunna; era viejo y casi ciego. Había sido un gran vikingo en su juventud. Era más bien intratable aunque fuera ya viejo. Tenía un solo hijo, que se llamaba Thorstein. Era un hombre grande, fuerte, tranquilo, y trabajaba tanto por la granja de su padre, que no le superaban tres hombres trabajando. Pero Thorarin era más bien pobre, aunque poseía muchas armas. Tenían también el padre y el hijo caballos sementales, y como más dinero ganaban era vendiendo los caballos, porque ninguno de ellos decepcionaba por su capacidad o su temperamento.

Había también un hombre llamado Thord. Era sirviente de Bjarni de Hof. Cuidaba los caballos de silla de Bjarni, y por eso le llamaban «el caballerizo». Thord era un hombre muy inicuo, y no dejaba que nadie pasara por alto que él era sirviente de un jefe importante. Pero él mismo no valía mucho y tenía pocas amistades. Había unos hombres que se alojaban en casa de Bjarni; uno se llamaba Thorhall y el otro Thorvald. Eran muy charlatanes, contaban todo aquello de lo que oían hablar en la comarca[65].

Thorstein y Thord acordaron celebrar un combate de potros[66]. Los azuzaron, y el caballo de Thord llevaba la peor parte. Thord golpea entonces con gran fuerza al caballo de Thorstein en la mandíbula, pensando que su caballo llevaba la peor parte. Thorstein lo vio, y golpea a su vez al caballo de Thord con más fuerza aún, y el caballo de Thord echó a correr, y la gente gritaba con apasionamiento. Thord golpea entonces a Thorstein con la fusta, con tanta fuerza que le rompió una ceja y ésta quedó colgando sobre el ojo. Thorstein rasgó los faldones de su camisa y se vendó la frente, y no dijo nada, sino que pidió a la gente que no se lo dijera a su padre. Y el asunto quedó en esto. Thorvald y Thorhall tomaron el asunto a burla y llamaron a Thorstein «el fusteado».

Un día, poco antes del solsticio de invierno, en el Valle de Sunna, las mujeres se levantaron para ir a su trabajo. Thorstein se levantó también y acarreó el heno, y luego se tumbó en un banco. Llega entonces el viejo Thorarin, su padre, y pregunta quién estaba allí tumbado. Thorstein dijo que era él.

«¿Por qué estás en pie tan temprano?», pregunta el viejo Thorarin.

Thorstein responde:

«Creo que tenemos que compartir el trabajo por hacer».

«¿No te duele la cabeza, hijo?», dice el viejo Thorarin.

«Pues no», respondió Thorstein.

«¿Qué me cuentas, hijo, del combate de caballos que hubo el verano pasado? ¿No te golpearon como a un perro, hijo mío, hasta dejarte casi atontado?».

«No me beneficia que lo llames golpe —dijo Thorstein— en vez de accidente».

Thorarin dijo:

«Nunca llegué a pensar que mi hijo fuera un cobarde»[67].

«Padre —dijo Thorstein— no digas ahora cosas que más tarde te puedan parecer inconvenientes».

«No voy a decir todo lo que realmente pienso», dijo Thorarin.

Thorstein se puso en pie y tomó sus armas para marcharse de casa: y fue hasta la cuadra donde Thord cuidaba los caballos de Bjarni; estaba allí. Thorstein se acercó a él y le dijo:

«Quiero saber, amigo Thord, si fue accidental el que me golpearas el verano pasado en la lucha de caballos, o si lo hiciste intencionadamente, y si estás dispuesto a compensarme».

Thord responde:

«Si tuvieras dos bocas, podrías usar tus lenguas para afirmar ambas cosas: con una lo llamarías accidente, si quieres, y con la otra dirías que es deliberado. Esa es la compensación que conseguirás de mí».

«Prepárate entonces —dijo Thorstein— porque no lo volveré a preguntar».

Entonces Thorstein le ataca y asesta a Thord un golpe mortal. Luego se va a la casa, en Hof, y fuera se encontró a una mujer, y le dijo:

«Dile a Bjarni que un toro ha corneado a su caballerizo Thord, y no tiene más remedio que quedarse en la cuadra hasta que llegue»[68].

«Vete a casa, hombre —dijo ella— se lo diré en cuanto pueda».

Thorstein se va a su casa, y la mujer a sus ocupaciones. Bjarni se levantó por la mañana, y cuando estuvo sentado a la mesa preguntó dónde estaba Thord: y le dijeron que había ido con los caballos.

«Creo que ya debería haber vuelto a casa —dijo Bjarni—, si no le ha pasado nada».

Entonces, la mujer que Thorstein había interpelado, habló:

«Es cierto lo que se suele decir de las mujeres, que poca inteligencia se puede encontrar en nosotras. Thorstein el fusteado vino aquí esta mañana y dijo que un toro había corneado a Thord, y que no podría ocuparse de sí mismo, pero no me atrevía a despertarte, y luego se me fue de la cabeza».

Bjarni se levantó entonces de la mesa, fue a las cuadras y encontró allí a Thord muerto, y lo hizo enterrar. Bjarni promueve un pleito y hace que Thorstein sea declarado fuera de la ley por asesinato. Pero Thorstein se quedó en su casa del Valle de Sunna, trabajando para su padre, y Bjarni no volvió a tocar el asunto.

Un día de otoño, estaba la gente cocinando cabezas de cordero al fuego, en Hof, mientras que Bjarni estaba en el altillo de la cocina y desde allí escuchaba la conversación. Ahora empezaban a hablar los hermanos Thorhall y Thorvald:

«Nunca hubiéramos pensado, cuando vinimos a vivir con Bjarni el Criminal, que estaríamos cocinando cabezas de cordero mientras su desterrado cocina cabezas de carnero llano. Habría sido mejor que hubiera perdonado la vida a sus parientes en el Valle de Bödvar, en lugar de permitir que su desterrado siguiera en el Valle de Sunna como si fuera su igual, pero también los dispuestos se pierden si antes les hieren, y no sabemos cómo podrá limpiar alguna vez esta mancha en su honor».

Un hombre respondió:

«Mal hablas, y es probable que un trol[69] te haya tirado de la lengua. Pensamos que no querrá dejar indefenso al padre, ciego, y a la otra gente que vive en el Valle de Sunna. Y no creo que vosotros dos guiséis muchas más cabezas de cordero aquí, o que sigáis murmurando sobre lo que pasó en el Valle de Bödvar».

Los hombres van a comer y luego a dormir, y Bjarni no dejó traslucir que hubiera oído la conversación. Por la mañana, Bjarni despertó a Thorhall y a Thorvald y les pidió que fueran al Valle de Sunna y trajeran la cabeza de Thorstein en una fuente, antes de la comida principal del día.

«Y creo —dijo— que vosotros sois más capaces que yo de limpiar la mancha de mi honor, ya que yo no tengo valor para ello».

Thorhall y Thorvald pensaron que, sin duda, habían hablado demasiado, pero se marcharon. Cabalgaron hasta llegar al Valle de Sunna. Thorstein estaba a la puerta afilando una espada corta. Y cuando llegaron, les preguntó qué querían y ellos dijeron que querían ver los caballos. Y Thorstein les dijo que no tendrían que buscar lejos, porque estaban allí cerca, en los prados.

«No estamos seguros de encontrar los caballos, si tú no nos enseñas dónde están».

Thorstein sale entonces. Y cuando llegan a las tierras altas de la granja, Thorvald levanta el hacha y corre hacia él. Pero Thorstein le empujó con la mano, tan fuerte que le hizo caer. Thorstein le atravesó entonces con su espada. Thorhall quiso atacarle y le sucedió lo mismo que a Thorvald. Entonces, Thorstein ata a los dos a las grupas y deja las bridas en el cuello de los caballos, y los azuza hacia el camino, y los caballos se vuelven a Hof.

Los criados estaban en Hof, fuera de la casa, y entraron a decirle a Bjarni que Thorvald y su hermano habían vuelto. Dijeron que su viaje no había carecido de resultados[70]. Sale entonces Bjarni y ve lo que ha sucedido, y no dice nada más; los manda enterrar. Y todo se queda tranquilo hasta que pasa el solsticio de invierno.

Una noche, Rannveig empezó a hablar cuando Bjarni y ella se iban a la cama.

«¿De qué crees que se habla últimamente en la comarca?», dijo.

«No lo sé —respondió Bjarni— creo que muchos dicen sólo tonterías».

«Se rumorea últimamente que la gente no sabe ya lo que tiene que hacer Thorstein el fusteado para que te decidas a vengarte. Ya ha matado a tres de tus hombres. Tu gente piensa que no pueden estar seguros de ti así, si no te vengas ahora, y si sigues haciendo justo lo contrario de lo que deberías».

Bjarni responde:

«Esto es lo que suele decirse siempre, que nadie quiere aprender de lo que a otros sucede, pero escucharé lo que me has dicho. Thorstein no ha matado sin motivo».

Dejan de hablar y duermen toda la noche. Por la mañana despierta Rannveig cuando Bjarni estaba descolgando su escudo, y le preguntó que a dónde pensaba ir. Bjarni responde:

«Es hora de que el destino se incline por mí o por Thorstein del Valle de Sunna».

«¿Cuántos hombres llevarás?», pregunta Rannveig.

«No llevaré hombres conmigo para atacar a Thorstein —dice— sino que iré solo».

«No hagas eso —dice ella—. No te pongas tú solo al alcance de las armas de ese maldito».

Bjarni repuso:

«No irás a hacer ahora como esas mujeres que a una hora provocan y a la siguiente lloran. Tolero muchas veces tus reproches y los de los otros, pero no permito que me disuadan cuando quiero partir».

Bjarni viaja entonces al Valle del Sunna; Thorstein está a la puerta, e intercambiaron algunas palabras. Bjarni dijo:

«Irás a batirte conmigo hoy, Thorstein, en la colina que hay más allá de la explanada».

«No tengo lo que hace falta para pelear contigo —dijo Thorstein—. Me marcharé del país, porque conozco tu hombría, y sé que atenderás a mi padre si me marcho».

«De nada sirve ahora hablar», replica Bjarni.

«Permíteme entonces que vaya antes a ver a mi padre», dijo Thorstein. Bjarni aceptó.

Thorstein entró en la casa y le dijo a su padre que había llegado Bjarni a retarle a duelo. El viejo Thorarin respondió:

«El hombre que trata a un hombre más rico y vive en su distrito, puede estar seguro, si le ha causado algún daño, de que no estrenará muchas camisas, y yo no puedo excusarte, pues pienso que has hecho cosas graves. Toma ahora tus armas y defiéndete lo mejor que puedas, pues cuando yo era joven no me habría doblegado ante alguien como Bjarni. Pero Bjarni es un gran luchador. Prefiero perderte que tener un hijo cobarde».

Thorstein sale, y van entonces a la colina y empiezan a pelear con valor, y ambos asestaban enormes golpes. Y cuando llevaban largo rato luchando, Bjarni le dijo a Thorstein:

«Tengo sed, pues estoy menos acostumbrado que tú al esfuerzo».

«Ve entonces al arroyo —dijo Thorstein— y bebe».

Así lo hizo Bjarni, y dejó la espada a su lado. Thorstein la levantó, la miró y dijo:

«No debe ser ésta la espada que usaste en el Valle de Bödvar.»[71]

Bjarni no respondió. Vuelven a la colina y luchan otro rato, y Bjarni piensa que el hombre es un hábil guerrero, y que las cosas parecen más difíciles de lo que había imaginado.

«Hoy me sucede de todo —dijo—. Se me ha desatado el cordón del zapato».

«Átatelo entonces», respondió Thorstein.

Bjarni se agacha y mientras, Thorstein entra en la casa, y sale llevando dos escudos y una espada. Va a la colina junto a Bjarni y le dice:

«Aquí tienes un escudo y una espada que te envía mi padre; ésta no se abollará tanto al golpear como la que tú tenías. Y prefiero no seguir aguantando tus golpes sin protección: pero querría que interrumpiéramos esta pelea, porque me temo que tu buena suerte valga más que mi mala suerte, y todos ansían la vida cuando están en dificultades, y así lo quisiera yo también, si es que es posible».

«No te librarás rogando —dijo Bjarni—. ¡Sigamos peleando!».

«No estoy tan ansioso por golpear yo», respondió Thorstein.

Entonces, Bjarni asestó un golpe y le rompió el escudo a Thorstein, y a su vez Thorstein rajó el escudo de Bjarni.

«¡Buen golpe!», dijo Bjarni.

Thorstein respondió:

«¡No fue peor el tuyo!».

Bjarni dijo:

«Tu espada hiere ahora mejor que antes».

A lo que Thorstein respondió:

«Querría salvarme de mi mala suerte si pudiera hacerlo, me da miedo pelear contigo. Quisiera que decidieses tú qué hacer en este asunto».

Entonces tenía que golpear Bjarni, y los dos estaban ya sin protección. Bjarni dijo entonces:

«Sería mala cosa cambiar buena suerte por crimen. Me consideraría perfectamente compensado por mis tres hombres si tú ocupas su lugar y te comprometes a serme fiel».

Thorstein dijo:

«He tenido hoy oportunidades de superarte, si no hubiera sido porque mi mala suerte vale menos que tu buena suerte: no te decepcionaré».

«Veo que eres un hombre excelente —exclamó Bjarni—. Has de permitirme que vaya a hablar con tu padre, para decirle cuáles son mis intenciones».

«Por mí puedes ir, si quieres —dijo Thorstein—, pero ve con cuidado».

Entonces entró Bjarni en el aposento donde estaba acostado el viejo Thorarin. Thorarin preguntó quién era y Bjarni se lo dijo. Entonces preguntó Thorarin.

«¿Qué noticias me traes, amigo Bjarni?».

«Que tu hijo Thorstein ha muerto», le respondió Bjarni. El viejo siguió preguntando:

«¿Se defendió bien?».

«No he conocido hombre mejor en la lucha que tu hijo Thorstein».

«No es extraño —dijo el anciano— que fuera tan difícil luchar contigo en el Valle de Bödvar, ya que has vencido a mi hijo».

Entonces dijo Bjarni:

«Quiero invitarte a Hof, donde estarás en el lugar de honor mientras vivas, y yo ocuparé el lugar de tu hijo».

«Me sucederá ahora —dijo el anciano— igual que a quienes no poseen nada: sólo el tonto se alegra con las promesas. Pero las promesas de vosotros los jefes son siempre iguales cuando os ofrecéis a aliviar a un hombre tras sucesos semejantes. El consuelo dura un mes, y luego se nos trata como a los otros pobres miserables, aunque nuestro dolor no haya disminuido por eso. Pero el hombre que estrecha la mano de otro como tú puede estar contento, suceda lo que suceda. Yo también quiero estrecharte la mano, pero acércate al lecho, ven más cerca porque sólo soy un viejo, y la edad y la enfermedad me hacen temblar las piernas, y también es que, ciertamente, la muerte de mi hijo me ha afectado mucho».

Bjarni se acercó entonces al lecho y le cogió la mano al viejo Thorarin. Se dio cuenta entonces de que estaba cogiendo una espada y que intentó clavársela a Bjarni. Le sujetó la mano y gritó:

«¡Ah, bribón miserable! Ahora nos trataremos como mereces. Tu hijo Thorstein vive, y se vendrá conmigo a mi casa de Hof: y a ti te enviaré esclavos para que hagan el trabajo, y no te faltará nada mientras vivas».

Thorstein se marchó entonces con Bjarni a Hof, y estuvo con él hasta su muerte, siendo considerado hombre muy valeroso y fuerte. Bjarni conservó su reputación y se hizo más popular y más tranquilo según envejecía. Era persona magnífica en todas las cosas. En los últimos años de su vida se convirtió en cristiano fervoroso. Bjarni se fue al extranjero como peregrino, y murió en el viaje. Está enterrado en una ciudad llamada Sutri, al norte de Roma.

… y así termina la historia de Thorstein el fusteado[72]