PRESENTACIÓN

Última etapa, primera etapa

Es probable que al lector le haya parecido un tanto pretencioso el título, o mejor dicho el subtítulo de este libro. ¿Cómo puede nadie intentar hacernos creer que ha llevado a cabo una antología «definitiva», y menos en un campo tan esencialmente abierto y evolutivo como la ciencia ficción?, se preguntarán algunos. Si la ciencia ficción es, por definición, la narrativa que siempre va un paso (o varios, o muchos) más allá de las borrosas fronteras de la realidad presente, que siempre se aventura más allá de la mudable línea de nuestro horizonte, ¿no es un contrasentido el mero hecho de hablar de ciencia ficción «definitiva»?

De ahí el entrecomillado irónico, pues si la ciencia ficción no ha llegado a su cúspide evolutiva, a su «última etapa» en sentido literal, sí que ha alcanzado ya, por lo menos, la suficiente madurez como para cuestionarse a sí misma y, eventualmente, reírse de sí misma.

Tal vez esta antología debería titularse, o mejor dicho subtitularse «autoanálisis de la ciencia ficción» o, como concesión a los amantes de indiscreciones y sensacionalismos, «la ciencia ficción se confiesa», o, en plan más académico (si la ciencia ficción tuviera algún interés en ponerse en plan académico, que afortunadamente no lo tiene), algo así como «aproximación a un examen autorreflexivo del estado evolutivo actual de la ciencia ficción a través de sus temáticas fundamentales».

«Definitiva» es más corto, más sutil, casi igual de pedante y si se leen atentamente las comillas, más expresivo (y, en cualquier caso, más comercial). Es una forma de decir precisamente que en la ciencia ficción no hay nada definitivo, que cada «última etapa» es siempre la primera de otra cosa. Y es, sobre todo, un excelente pretexto para que once de los más destacados escritores de ciencia ficción actuales se enfrenten con los temas clásicos del género y nos ofrezcan, de paso, sus reflexiones sobre los mismos.

De modo que si no se trata de una antología «definitiva» en el sentido literal (y alegrémonos de que una tal antología sea imposible), de lo que sí puede estar seguro el lector es de que tiene en sus manos una antología «definitoria», que, con todos los riesgos e imperfecciones de cualquier definición (y, sobre todo, con su inevitable —y estimulante— provisionalidad), le suministrará una visión autorizada, sugestiva, inquietante y bastante amplia del estado actual del género, a través de sus grandes temas y sus grandes autores.

CARLO FRABETTI