18 y 19 de agosto. Entreacto, como en los largometrajes

ALBERTO RABADÁ

De estos dos días el recuerdo ya es más fugaz. Salir del circo del Sardinero por una cresta que lo limita con la canal de los Tiros de la Torca con ayuda de algún clavo. Descenso por la Canal de la Celada hasta alcanzar el refugio desde donde podremos contemplar a nuestro placer el camino recorrido, y el por recorrer, por esta pared que vista ahora desde aquí parece imponer más respeto. Con el fin de mercar más provisiones, nos dirigimos al parador de Áliva. Aquí nos encaminan a la mina donde podremos adquirirlo a precios más «montañeros» siendo a la vez acogidos con un gran trato por los muchachos de ésta, al cual nosotros procuramos corresponder, naciendo pronto una sana corriente de simpatía. Aquí pernoctamos.

Nuevo contacto con bilbaínos en Cabaña Verónica y apacible paseo hasta hallarnos de nuevo en el refugio Delgado Úbeda donde me las valgo (modestia a un lado) para que Navarrico me felicite por el soberbio condumio que preparo, el cual tengo que repetir a petición suya pues le ha sabido a poco.

Mientras ascendemos por la canal de los Tiros de la Torca, ante la visión que aquí se nos ofrece de la pared, llegamos a la conclusión de que… ¡qué miedo!… Y si nos fuéramos a la «playuca» de San Vicente de la Barquera… pero ¡no! que diría Villarig, apunta Navarrico. ¡Por eso!

En el mirador de Fuente De, cuando hicieron el descanso el 18 y 19 de agosto para reponer comida y moral.

ERNESTO NAVARRO

Nos despertamos con el nuevo día y al mirarnos nos damos cuenta de que estamos completamente cambiados y de acuerdo en todo. Dejaremos aquí todo el material que no necesitamos para bajar, junto con el de vivac y el fotográfico, disfrutaremos de un descanso a la vez que observamos de nuevo la pared y concretaremos su punto débil que buscamos.