16 de agosto. Artesanía riglense
ALBERTO RABADÁ
Mientras nos acomodamos en este «aéreo lecho» sobre la incómoda llambría que para este segundo vivac nos ha tocado en suerte comentamos/repasamos la labor del día.
Al igual que ayer, también hoy ha habido que «bregar». La culminación de la entosta tras dos largos no muy difíciles… El arranque de ella por un tramo de pared lisa donde entre algún que otro buen clavo hay que buscar de nuestra «artesanía riglense» a base de ferretería corta… pitochas… pitonisas con taquetes de madera…
Saliendo de la lastra hacia la cicatriz. Para esta escalada llevaban bota tipo cleta en lugar de las espardiñas que habían usado el año anterior en Riglos para abrir la «Félix Méndez» del Firé.
El corto desprendimiento al intentar forzar en diagonal una placa de unos 6 u 8 metros (más bien escasa en posibilidades) que nos separaba del principio de esta gran cicatriz en cuyo centro ahora nos encontramos, ¡eso sí!, dispuestos a pesar de lo incómodo de la postura a apurar las pocas horas de descanso que nos brinda esta neblinosa noche.
ERNESTO NAVARRO
A la mañana siguiente, aún tiritando, arranco yo de este estrecho agujero que, por su incomodidad, no duele mucho dejar, y tras este largo de cuerda a libre mi compañero se planta en la cima de la entosta, y es aquí donde al arrancar de nuevo siente una gran sensación de desamparo, al verme colgado de los primeros clavos cortos y no muy seguros que me sacan encima de un enorme extraplomo liso. Pronto consigo meter un buen pitón y ya paso a disfrutar de una doble cuerda muy aérea que me conduce a una cornisa de escaso saliente, unos metros a la izquierda de la grieta diagonal, que desde abajo hemos visto era el único sitio practicable, y de la que nos separa un trozo de pared de lo más dificultoso por lo imposible de pitonar y su verticalidad. Tras un desprendimiento sin consecuencias mi compañero vuelve a intentarlo y con algunas pitonisas, todas inseguras, alcanzará el principio de la fisura donde, con algún clavo ya mejor y tacos de madera, llega hasta una cornisa muy inclinada que se forma a la mitad de la fisura. Al llegar ya anochece y nos dedicamos a colocar seguros y pasamanos con cuerdas y estribos ya que allí se escurre uno con mucha facilidad. Sacamos nuestros plumíferos, cenamos con buen apetito y a descansar.