EL
PLANETA
CLEOPATRA gira alrededor de
César en una órbita ligeramente excéntrica a una distancia promedio
de 1,24 unidades astronómicas. Su año es 1,26 veces el de la
Tierra, es decir, de unos quince meses de duración, y el sol
correspondiente en su cielo tiene apenas 0,87 del nuestro. Sin
embargo, debido a su brillo, César da a Cleopatra 1,33 veces la
radiación que recibe la Tierra. Hay mayor proporción de esta
energía en longitudes de onda menores; para el ojo humano César es
un poco más blanco azulado que blanco amarillento. La aparente
menor medida no es particularmente notable puesto que ninguna
persona prudente mira siquiera sus inmediaciones sin protección
ocular. Las sombras del suelo tienden a ser más profundas que las
de la Tierra y tienen un tinte más azulado. Naturalmente todos los
valores de color son sutilmente diferentes, aunque uno se
acostumbra a ello.
Teóricamente, en una latitud dada de
Cleopatra la temperatura media debería ser de unos 20 grados
centígrados más elevada que lo que correspondería para la Tierra.
Sin embargo en la práctica la diferente distribución espectral y la
atmósfera e hidrosfera modifican considerablemente esto. Cleopatra
es un planeta más cálido y carece de los casquetes glaciares
polares. Pero entonces, lo mismo sucedió con la Tierra a lo largo
de la mayor parte de su existencia. Aun en el ecuador, algunas
regiones son moderadamente templadas en vez de cálidas, mientras
que las latitudes de clima cómodo para el hombre se extienden más
al norte y al sur que en la Tierra de nuestros días. La gente
simplemente evita los desiertos calientes
como hornos que hay aquí y allá.
También saben tomar precauciones contra el
elevado nivel de luz ultravioleta, especialmente en los trópicos.
Una vez más, esto no ocasiona serios problemas. En las zonas
templadas es posible tomar banos de sol con tranquilidad y hacer lo
mismo en las regiones polares durante el verano. Generalmente no
hay excesivo resplandor luminoso, pues el grosor de la capa
atmosférica (léase más adelante) contribuye a dispersar y suavizar
la luminosidad. Es muy común que hermosas auroras fantásticamente
brillantes adornen las noches invernales aun en latitudes mayores
de lo que sucede homólogamente en la Tierra —a pesar del fuerte
campo magnético de Cleopatra—. Por cierto que la interferencia
solar atmosférica puede ser bastante perjudicial, especialmente en
el tope del ciclo de manchas solares (para César, más o menos
catorce años terráqueos de duración, en contraposición con el Sol,
de once). Pero una vez instalados, los transceptores láser no
resultan afectados.
Cleopatra es más pequeña que la Tierra.
Referido en términos de esta última, su masa es de 0,528; su radio,
0,78 (ó 4960 kilómetros en el ecuador); su densidad media, 1,10 (o
sea 6,1 veces la del agua) y su gravedad de superficie, 0,86. Esto
último significa que, por ejemplo, un ser humano que pesara 80
kilogramos en la Tierra pesa aquí 68,5; no es difícil adaptarse a
esto —aunque sería aconsejable ceñirse a un programa vitalicio de
ejercicios físicos para evitar varias atrofias y problemas de
circulación —pero la ingeniería sí se ve afectada (por ejemplo, los
aviones necesitan un área menor de ala y los vehículos de
superficie necesitan frenos más efectivos). Un objeto arrojado a
cierta distancia tarda 1,07 veces lo que tarda en la Tierra y gana
0,93 de velocidad; el período de un péndulo de largo determinado es
de 1,14; la velocidad de una ola en aguas profundas es 0,93 la de
la Tierra.
De pie sobre un terreno plano o sobre el
mar, un hombre de estatura normal observa que el horizonte está a
unos siete kilómetros de distancia, comparado con unos ocho en la
Tierra —no es una diferencia tremendamente notable, especialmente
en topografía accidentada o con tiempo nublado.
A, pesar de sus dimensiones menores,
Cleopatra tiene una atmósfera bastante terranoide. En realidad las
presiones a nivel del mar en ambos planetas son casi idénticas. Se
supone que esto se debe a la caliente y densa masa del planeta, que
exhaló más gases que la Tierra en la época primera de sus historias
respectivas, y al hecho de que, desde entonces, el fuerte campo
magnético ha evitado que demasiadas moléculas fueran arrojadas al
espacio por partículas solares y rayos cósmicos.
A mayor altura la presión del aire disminuye
en menor proporción que en la Tierra. Allí, a unos 5,5 kilómetros
la presión es la mitad que a nivel del mar, pero en Cleopatra es
preciso subir 6,35 kilómetros para encontrar las mismas
condiciones. Esto no sólo modera las condiciones en la superficie,
sino que extiende hasta un límite mayor la altura de las zonas
habitables y ofrece más posibilidades a los voladores, tanto vivos
como mecánicos.
De haber habido menos fricción de mareas
actuando sobre ella a través de casi toda su existencia, Cleopatra
giraría más rápidamente que la Tierra: una vez en 17 horas, 21
minutos, 14,8 segundos, o alrededor de 17,3 horas o 0,72 períodos
diurnos en la Tierra. Por lo tanto, su año dura 639 días de los
propios, poco más o menos, debido a la trepidación, precesión,
etc.
La inclinación del eje es de 28 grados, un
poco mayor que la de la Tierra. Sin embargo, a pesar de eso el
clima en las latitudes altas no es forzosamente más crudo. En
realidad los inviernos son menos fríos. Lo más importante es la
diferencia en la duración de las estaciones: otra vez un cuarto. De
forma parecida, la variación de la duración del día y la noche
según estaciones es mucho más marcada que en la Tierra, y los
círculos ártico y antártico están más cerca del ecuador.
El sol más fuerte, que proporciona más
energía; el año más prolongado, que da más tiempo para superar la
disparidad térmica; el tamaño menor, que acerca las distintas
zonas; la inclinación mayor del eje, que acentúa las diferencias
entre aquellas; el movimiento más rápido, que genera fuerzas
ciclónicas más potentes; las presiones más bajas pero la mayor
distancia hasta la estratosfera, que causa que masas más grandes de
aire se muevan en un determinado momento bajo ciertas condiciones,
todas las cuales contribuyen a formar un clima más 'vivaz' que el
de la Tierra. Las tormentas son más frecuentes y violentas, aunque
tienden a ser breves. Grandes tormentas eléctricas en las cuencas
de los rios, tomados en las praderas, huracanes en los trópicos y
tormentas de nieve cerca de los polos son condiciones que los
colonos deben esperar, por lo que deben erigir construcciones
fuertes y mantener un servicio meteorológico alerta.
Pero esta aparente desventaja tiene su lado
bueno. Con tanta variación climática, tanto las sequías como los
diluvios son raros; las nieblas heladas no permanecen demasiado
tiempo; capas de inversión se quiebran antes de acumular gases
desagradables; los diseños diurnos de las nubes pueden ser un
hermoso espectáculo, mientras las noches son más claras en casi
todas las zonas del planeta.
Volviendo otra vez al planeta en sí: su
densidad media mayor que la de la Tierra se debe a más elevados
porcentajes de elementos pesados, especialmente aquellos que están
por debajo del hierro en la tabla periódica. Esto da lugar a la
existencia de una corteza particularmente caliente que, combinada
con la rápida rotación, es la causa de que el campo magnético
proteja a la atmósfera del viento solar (naturalmente, el campo es
mucho más débil que en cualquier generador —aproximada —mente el
doble más fuerte que el de la Tierra-pero llega muy lejos). Al
tener no sólo más calor interno sino también un volumen más
pequeño, Cleopatra irradia con más fuerza.
Esto significa que, geológica o
planetológicamente hablando, es más activa. Hay muchas más
vertientes calientes, fuentes termales intermitentes, volcanes,
terremotos y tsunamis, especialmente a
lo largo de los bordes continentales y en medio del océano (ver
debajo). Las montañas se levantan más rápidamente, ayudadas por la
menor gravedad que permite elevaciones más altas y cuestas más
empinadas (lo mismo ocurre con las dunas de arena). La erosión
también actúa más rápidamente; de ahí que las tierras elevadas
espectacularmente esculpidas sean cosa común.
Siendo las placas de corteza más móviles que
en la Tierra, tenemos una situación general-con muchas excepciones
locales, por supuesto —como sigue: No hay continente tan grande
como Eurasia, y el mayor puede compararse con América del Norte.
Sus plataformas caen abruptamente hasta profundidades mayores que
las terrestres. Entre ellas definen —de la misma manera aproximada
que la Tierra— cuatro océanos mayores, cada uno rodeado por su
'anillo de fuego' y marcados en en el centro por archipiélagos, de
los cuales numerosas islas son volcánicas. En otras zonas hay mares
menores y menos profundos. Estos factores, sumados al curso de las
corrientes (ver debajo) tienden a inhibir la formación de grandes
corrientes oceánicas y, de esa manera, aislar un poco las latitudes
entre sí. Eso no es del todo malo; si 'Noruega' no tiene su
'corriente del Golfo' para que la caliente, tampoco el 'Pacífico
noroeste' tiene su 'Kuroshio' que lo enfríe, y la vida marítima es
incluso más variada que la de la Tierra.
La proporción de suelo respecto a la
superficie de agua es algo superior a la terrestre, sobre todo
debido a la poderosa erupción de masas de corteza, aunque mucho
tiene que ver con esto la separación de las moléculas de
H2O por quanta ultravioleta antes de
que existiera una capa protectora de ozono. Sin embargo, no hay
escasez de agua; en realidad, el tamaño más pequeño de los bloques
de tierra y la fuerte circulación de aire causan una mejor
distribución de este elemento y mantiene el interior de los
continentes razonablemente templados.
La abundancia de metales pesados constituye
un gran empuje para la industria, pero de todos modos no es una
bendición. Algunos de estos elementos y sus componentes son
venenosos para el hombre, y concentrados en ciertas zonas vuelven
al suelo, o a los organismos que en él viven, peligrosos. Pero, una
vez más, esto no es una regla general, y una vez que la gente ha
sido prevenida no resulta difícil tomar precauciones. Hay varios
hermosos minerales y bellas gemas que parecen ser exclusivos de
este planeta.