Capítulo Ocho

—Eres una chica mala, Callie. —Richard caminó hasta la cama y despojado la sabana del cuerpo de ella y entonces el delgado colchón. Tiró de ella de los brazos de Little Joe y al mismo tiempo, se desabrochó la bragueta y dejó que su erección saliera libremente de la parte delantera.

Las persianas estaban cerradas, pero ya que Marshall se dirigía a cruzar la calle, Richard decidió darle un espectáculo. Después de lo que había interrumpido y la forma en que descaradamente negociaba tiempo con Callie, él le dejaría ver lo que había perdido. Eso le serviría más tarde, porque algunas fantasías nunca se hacían realidad y Marshall no se acercaría de nuevo a Callie.

Después de abrir las cortinas, abrió la ventana de vidrio también. Él sonrió cuando él lo vio. La suerte quiso permitirlo, miró hacia ellos.

—Joe—, indicó que para que se mueva y lo hizo.

Richard tomó un paño de la cuenca y la tiró a ella. —Límpieme—, exigió.

Ella chasqueó los labios y sumergió la tela en sus bolas y pasó el material de un lado a otro antes de que ella lo corriera sobre su eje desde la base hasta la punta. Cuando estaba limpio, no importa duro, chupaba la punta en medio de los labios y lamió alrededor de la cabeza.

Richard gruñó antes de llegar a su espalda y apretó su cuerpo hacia adelante. Se puso de pie paralelo a la cama y ella se enganchó en su brazo alrededor de sus caderas y ávidamente absorbió lo que le ofreció.

—Le gustó, ¿no es así Callie? —Él follo la boca y con una mano aplico un poco de presión entre los omóplatos y la otra acariciaba sus pezones. Sus bolas golpeaban su barbilla y la pequeña muchacha sorbía mientras chupaba.

—Ah sí, ella te quiere lo suficiente, creo—, reconoció Little Joe.

Richard se alejó de golpe y miró la punta el líquido pre seminal en la cabeza de hongo. Con un guiño y un empujón, la fijo en la cama y vio sus tetas rebotar cuando la espalda choco con el colchón.

No era un hombre de mama, pero por unas llenas, como la suya, podría aprender a apreciarlos. Él separó sus piernas y acaricio su coño. —Me quieres dentro de ti aquí, ¿no Callie?

Ella negó con la cabeza y él estaba agradecido. Él quería de ella su lindo culo. Ella le dio permiso cuando tomo su miembro y la dirigió hacia sus nalgas.

Trabajando su cuerpo entre el espacio agradable que ella le indico, él empujó su polla entre sus mejillas. Él sostuvo las piernas de ella abiertas ignorando sus preciosos gritos cuando el encontró su lugar, uno reservado para su erección y para su placer.

—Richard— ella jadeó. —¡Más por favor!

—Bueno como el infierno, ella está apretada. Ah, sí—, murmuró. No quería hacerle daño, pero la forma en la que ella lo abrazaba, él no pudo evitarlo. Tuvo que ir más profundo, acariciar más duro. Él follo su culo tan duro como a Little Joe le permitió antes.

La expresión facial que ella sostenía mostró el elemento de dolor y le dio la vuelta, enrolló las mantas para ayudarla a sujetar el arco que ella necesitaba tener. Sosteniéndola por los hombros, él la levantó lo suficiente para que Joe se deslizase por debajo de ella y acariciara sus pechos.

Richard entro en su culo. Su saco lleno golpeó contra su trasero mientras acariciaba más allá de cualquier barrera de protección pasando el anillo interior. La experiencia le trajo una mayor satisfacción de lo que jamás imaginó.

Él estaba follando a una mujer. Había temido tomarla, porque no quería hacerle daño, no podía imaginar provocar que derramara alguna lágrima por la forma de como él follaba a Little Joe. Sin embargo, ahora tenía a Callie Matthews justo donde él la necesitaba y ella le acepto cada embestida, cada empuje. Ella se entrego a él y gritó su nombre. No el de Joe, el suyo.

—Richard— ella gritó y él vio a Little Joe cambiar su peso. La sensación ondulada alrededor de su eje al mismo tiempo que los dedos de Joe en su coño. Sus dedos a propósito encontraron su lugar y Richard condujo cada vez más duro.

—¡Dios sí! Esa es mi chica, mi buena mujer. Ah, sí, Callie. Dámelo, mi amor.

Ella se movió hacia atrás y adelante sobre sus rodillas y su mano vino abajo golpeando contra sus mejillas. Ella gimió y lloró, pero no impidió que la follara.

Él no podía detenerse. Los dos estaban gritando y aullando. Se frotó contra él y Little Joe empujó sus caderas dándole a Richard la oportunidad de ir tan profundo como el que podía alcanzar. Este fue un momento precioso que nunca olvidaría.

Richard encontró su camino a casa y le gustó lo suficiente como para quedarse un rato.

* * * *

Todos ellos estaban parados junto en la ventana completamente vestidos. Little Joe la abrazo por los hombros y la besó en la parte superior de la cabeza.

—No sé lo que ellos están pensando pero me parece que están esperando a alguien. —Señaló a través de la calle. — Lo mejor que puedo decir, a esa gente que está esperando parece gustarles.

—Sí—, dijo Richard. —Las dos cuerdas colgando de lado a lado en el centro de la ciudad son el elemento sorpresa también, ¿no lo creen?

—Claro que sí—, dijo Joe frotándose el cuello. —Hace a un hombre detenerse y revisar todas sus opciones, ¿eh?

Callie de pie en medio de ellos. Ella agarró la mano de Richard y la apretó y se acurrucó más cerca de Little Joe. —Voy con ustedes.

—No, —Joe le dijo con firmeza. —Quédate. No puede estar fuera de aquí. Creo que molestamos a Marshall.

—¿Qué lo hace diferente de los demás? —Ella preguntó.

—Tuviste sexo con él, —Little Joe fácilmente señaló.

—Y al parecer le gustó—, intervino Richard.

—¿Eso es todo? —Ella parpadeo.

—Mierda, Callie—, comenzó a Richard. —Hay que ir un poco más en serio. Se puede ver su erección desde aquí. Realmente espero que tú no hayas tenido sexo con todos los otros Marshall en el oeste.

—No la regañes—, Joe dijo: —¿Qué diablos estabas pensando de todos modos? Apuesto a que la segunda vez que gritaste el nombre de Callie, las sogas estaban colocadas y atadas.

—Tal vez. No me importaba en ese momento. Un hombre con una erección no tiene que preocuparse salvo por la mujer u hombre que está acariciando. —Richard miró hacia adelante. —Además, me parece que utilice el mismo cerebro que tu cuando decidió dejarnos por esos extraños al permitirles un pedazo de su culo. —Echó la cabeza hacia los vaqueros a la derecha.

Callie veía por la calle polvorienta y señaló hacia los tres jinetes esperando allí. —Déjame adivinar, ¿Pequeño, Mediano y Grande?

Richard estudió a Little Joe. —El infierno, con nombres como esos, se merece los problemas que ellos te causaron.

—Yo los nombre—, afirmó rotundamente.

Richard siguió observando hacia afuera, sin hacer un movimiento. —No quiero saber, Little Joe, no realmente.

—Ya has oído lo que querías escuchar de todos modos—, dijo, dándose cuenta de que Richard estaba a fuera de la puerta cuando le dijo a Callie sobre sus viajes.

—Aja, he escuchado todo sobre un hombre enamorado podría soportar. Ahora, también he visto todo lo que deseé ver. —Se dio la vuelta y se dirigió a la puerta.

—¿A dónde vas? —Preguntó Callie, tirando de su brazo.

—Él va a matarlos—, Little Joe le dijo.

—¡No! —Chilló. —No puede, Richard.

—Apuesto a que puedo. He matado antes.

—Eso fue antes de que decidiera acostarse conmigo—, respondió ella. —Y no me voy a la cama con asesinos.

Richard y Little Joe cruzaron miradas. Joe se aclaró la garganta. —¿Tú no?

—Eso es endemoniadamente bastante divertido cuando se piensa en la compañía que buscas, Callie. —Richard se acarició el mentón. —Teniendo en cuenta su profesión y todo lo que conlleva.

—No lo hago. —Ella se puso firme en sus creencias. —No hay asesinos que vengan a mi cama.

Se imaginó que muchos de ellos llegaron a su cama. No discutiría con ella. A veces, la lujuria era ciega y el dinero que debe de haber detrás de un pene erecto y listo para pagarlo era una estupidez también.

—Si me voy a follar a hombres de un tipo diferente, entonces creo que es justo establecer algunas reglas—, ella añadió rápidamente.

Richard le hizo gracia. —¿En serio?

—Sí—, dijo. —Para empezar, nos mantendremos juntos de aquí en adelante. No habrá más maneras de despedida y jugar a las escondidas. Nos mantenemos unidos, ya que—, ella dudó y luego dijo: —nos amamos.

Little Joe entrecerró los ojos. — ¿Por qué el repentino cambio?

Ella miró a Richard por debajo de sus largas pestañas. —Yo... yo...

Richard le dio una palmada en la espalda a Little Joe. —Debes entender.

—Sí, lo haré—, prometió. —Pero ella nunca se ha hecho daño por el sexo. Siempre le doy lo que ella quiere y algunos de esos tipos pagándole a ella, probablemente la lastimaron.

Nadie mencionó el hecho de que le tomó a Little Joe dos años para satisfacer sus necesidades.

—Así que, ¿por qué ahora? —Exigió Joe.

—Nunca he querido cambiar las cosas hasta que Richard... bueno, ya sabes.

Little Joe roía el interior de la mandíbula. —Le gustó en el culo, ¿verdad?

Se ahogó una respuesta y que sonaba como un —Sí—. Estrangulado.

—Uh - huh, y Richard aquí es el único capaz de dar lo que quieres tener, ¿eh?

Tímidamente miró al suelo y luego a ellos de nuevo. —Sí, el único y a ti, Little Joe, me da las otras cosas que necesito.

—¿Y no puedes vivir sin nosotros? —Preguntó Joe, con la lengua colocada en su labio superior mientras estudiaba las cosas por un maldito minuto.

—No—, admitió. —No puedo y no lo haré.

Richard tragó el nudo en su garganta y Joe se sentó en la cama. —Creo que tenemos un problema, ¿no?

—Sí, creo que lo tenemos—, ella dijo a sabiendas. —Nunca me has rechazado, Joe. Espero que no empiece ahora.

Se sentó en una profunda reflexión. Cuando miró a Richard, compartieron una mirada tranquila.

Ella volvió de nuevo a su historia pasada. Richard y Little Joe siempre tuvieron sus secretos. La mayoría de ellos nunca lo compartieron con ella.

Richard asintió con la cabeza. —Vamos, dile. Ya he descubierto la conexión en Tombstone, pero ella necesita escuchar la verdad de ti.

Little Joe se frotó la barbilla. —El Doctor Scott, contrato a esos tipos que te hablé, porque eh, así que los conoce bastante bien.

—¿Qué quieres decir? —Ella preguntó. —¿Qué tiene esto que ver con los hombres allá afuera esperando por ti ahora? ¿Crees que el Doctor Scott, los envió?

—Bueno, la verdad es, Callie, me parece que el doctor Scott quería una cosa bonita como tú en su brazo. Era para mostrar y nada más. Él uh, se encuentra con los tres en un par de veces al año para un hombre poco amado y algo semejante. El te necesitaba para los frentes sociales y buscó una excusa para deshacerse de mí y Richard de una vez por todas.

Su mentón cayó. —Me estás tomando el pelo.

Richard iba y venía por la habitación. —Dile todo.

—La verdad es, Callie. Había cuatro vaqueros y no tres. El cuarto era su amigo, el médico y esa es la razón por la que me quería muerto de la manera más rápidamente posible.

Callie lo miró con incredulidad. —Eso no es posible. El Doctor Scott es el hombre para una mujer. Le gustan las cosas de cierta manera. No creo que él sea un hombre de hombres de todas las maneras que usted podría pensar.

Little Joe sonrió. —¿Y tú no? Bueno, estás equivocada. Los tres hombres allí están esperando para animar a Richard y a mí ya sea para montar lejos de aquí o para pagar algún tipo de delito que lo más probable cometimos.

—No entiendo.

Little Joe dio un paso adelante y le acarició la mejilla. —El Doctor Scott, déjeme preguntarle algo acerca de él. ¿Alguna vez tuvo sexo con él sí o no?

—No— dijo.

—No lo creo—, dijo Richard.

—Pero éramos íntimos—, añadió rápidamente.

—Aja. Apostare. Le chupaba su polla y te tocó y eso era todo, ¿verdad?

—Él uh... hacía otras cosas para mí. Ya sabes, allá abajo. —Parecía casi orgullosa del hecho cuando ella señaló hacia su coño. —Él era muy hábil con la lengua.

Little Joe dio una palmada. —Bien indecente. Ahora me siento mucho mejor. Callie, pon atención también. Le dijo al Doctor Scott, demasiado y envió a sus compañeros a buscarme. Pequeño salió la primera noche como te platique cuando el dejaría saber al Doc. Scott que yo estaba en su campamento. El doctor regreso con Pequeño. Como él nos conocía a mí y Richard, hizo todo un poco más fácil. Ellos me invitaron a tomar esa noche, pero no era necesario. El Doctor sabía lo que yo quería y entendía como me gustaba eso más considerando que tú le contaste todo.

Callie se sentó en la cama. —Little Joe, lo siento.

—No hay necesidad de lamentarlo. La verdad es que disfrutamos de la mierda de unos a otros. En menos de un día, él quería huir conmigo sólo nosotros dos. Cuando se dio cuenta de que tengo sentimientos por ti y Richard, sentimientos que no podía ignorar, así que Callie, él completamente perdió la cabeza. Los celos son una cosa mala, me parece.

—¿Quieres decir, que le disparó porque no aceptaste estar con él?

—Sí, señora, él ciertamente lo hizo.

—Me parece un hombre peculiar—, dijo Richard, pensativo.

—De hecho—, coincidió Little Joe. —Creo que lo disfrutarías demasiado, no es así.

—Lo dudo—, se burló Richard. —Tengo todo lo que quiera con los dos. No necesito otro.

—No estoy sugiriendo—, comenzó Little Joe. —Que nosotros vayamos a visitarlo.

—Bien—, exclamó Callie. —No estoy a favor de toparme con él de nuevo después de lo que me has dicho.

Richard camino. —Tengo una idea— dijo, volviendo a la ventana. —Callie, vas a bajar y hablar con los vaqueros. Diles que vamos a viajar fuera de aquí. Deje que ellos sepan que va también. Es necesario explicarles que el buen doctor en Tombstone no quiere que regreses allí.

—Hay que hacerles creer que si regresa a Tombstone, no se casará con el Doc. Scott y que no lo hará con un hombre como él. Ya que él fue el que lo sugirió en primer lugar, para que veas, le va a llegar el mensaje. Entonces, les dice a los chicos que va a viajar con nosotros y por el bien de la conversación, dígales que estoy enojado porque ellos follaron a mi hombre. Hágales saber que no tengo problemas para conseguir un pedazo de su culo, ya que obtuvieron un pedazo de Little Joe. Asegúrese de que sepan que soy bueno disparando, independientemente de lo que dibujo. —Le guiñó un ojo, luego se rió.

Joe negó con la cabeza. —No quiero que ella baje sin nosotros para protegerla.

Callie acarició la culata de la pistola de Richard. —Estoy bastante segura de que tendrán mi culo cubierto.