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Los que buscan el amor solo ponen de manifiesto su propia carencia de
amor, y los que no tienen amor nunca lo encuentra, solo los que tiene
amor encuentran amor, y nunca deben buscarlo.
D.H. LAWRENCE
El que viene a hacer el bien llama a la puerta; el que ama encuentra la puerta abierta.
RABINDRANATH TAGORE
El amor es algo que deseamos, y ¿por qué no? Cuanto más amor recibimos, más amados nos sentimos y también nos sentimos mejor. Sentirnos bien (sentir a Dios) es sentirse equilibrado y en perfecta armonía con la Fuente de nuestro ser. Entonces es evidente que, uno de nuestros deseos más elevados y fervientes es ser el receptor de un flujo incesante de amor. ¿Qué crea ese enorme desequilibrio entre lo que deseamos y cómo nos sentimos? Existe una ironía respecto a la corrección de ese equilibrio, y la observación de D.H. Lawrence en el inicio de este capítulo lo describe perfectamente.
Al igual que todos los desequilibrios importantes que he descrito en este libro, reequilibrar siempre comporta una realineación de la energía, que no se obtiene simplemente memorizando estrategias o adoptando nuevos comportamientos. Por el contrario, es esencial saber qué clase de pautas de energía vibracional envía a sus deseos. En este caso, su deseo es sentirse bien teniendo tanto amor en su vida como pueda equilibrar. Eso no se consigue mediante la exigencia o la búsqueda fuera de uno mismo.
La parte clave de la cita de Lawrence es: ”solo los que tiene amor encuentran amor, y nunca tiene que buscarlo”. Más adelante, en este capítulo, volveré a estas significativas palabras. Sin embargo, antes de buscar formas de aplicar ese concepto en su vida, querría analizar la siguiente afirmación de Lawrence “los que no tienen amor nunca encuentran amor”. Si hay poco amor, ello significa, al menos en la interpretación de Lawrence, ¿Qué no tenemos amor? Estudiemos esta idea.
EL FACTOR DE LA FALTA DE AMOR EN ESTE DESEQUILIBRIO
Si no está recibiendo el amor que desea, es aconsejable explorar cuáles son las causas de ese estado. Evidentemente, la mayoría deseamos echar la culpa de esta falta de amor a algún factor externo a nosotros mismos. Es una pérdida de tiempo y de energía, pero a menudo sienta bien hacerlo porque la culpa parece aliviar el dolor, aunque brevemente. Sin embargo, la energía de la culpa hace que permanezcamos desequilibrados, tanto si nos culpamos a nosotros mismos como a otros. Estar equilibrado se basa en la premisa de que recibe en la vida aquello con lo que está alineado. Lo ha leído tantas veces a lo largo de este libro que ya sabe lo que quiero decir: ¡obtiene lo que piensa!
Aunque puede justificar su estado de carencia de amor con pensamientos de no ser apreciado, o elegir ver al mundo como un lugar sin amor, usted seguirá experimentando el desequilibrio de no sentirse bien porque no tiene suficiente amor en su vida. Esperar que cambien los demás, o que se produzca algún tipo de movimiento en el mundo que restablezca su equilibrio, no funcionará si usted no se compromete a asumir la responsabilidad de cambiar su forma de pensar. Si delega en los demás ese cambio, estará dando los mandos de su vida a alguien o a algo fuera de usted. Y eso le conducirá directo al desastre.
El punto que deseo resaltar ahora es que si los sentimientos de sentirse defraudado en el ámbito del amor forman parte de su vida, es porque ha alineado sus pensamientos y sus comportamientos con la carencia de amor. ¿Cómo lo hace? No siendo capaz de equiparar su deseo de amor con pensamientos que armonicen con la fuerza de su deseo, por ejemplo “Nunca he sido capaz de mantener una relación amorosa. No soy lo bastante atractivo para que alguien me ame como deseo ser amado. Las personas son crueles y se aprovechan de mí. Veo hostilidad y rabia por todas partes. Este es un mundo sin afecto con escasez de amor”.
Todos esos pensamientos (y otros parecidos) crean un punto de atracción que está que está desequilibrado con un deseo de recibir abundante amor. Atrae en su vida precisamente lo que está pensando, y se ha apuntado sin querer al “Club sin amor”, con una filiación que incluye a la mayoría de la población, es decir, personas que están defraudadas por la cantidad de amor que no consiguen introducir en sus corazones vacíos. Esto es reversible si cambia su alineación y elimina la resistencia a cumplir su deseo de amor. Empiece poniendo fin a su búsqueda del amor.
¿A qué se refiere el poeta con “los que buscan el amor solo ponen de manifiesto su propia carencia de amor”? Cuando busca algo, siente que lo que está persiguiendo es lo que le falta a su vida. Si es amor, por ejemplo, lo que está diciendo en realidad es: “Estoy experimentando una falta de amor y en mi búsqueda espero llenar ese vacío”. Pero ese planteamiento es erróneo puesto que en lugar de llenar el vacío de amor, solo conseguirá desequilibrarlo más, y la falta de amor sigue siendo su experiencia. ¿Por qué? Porque le pesa más la falta de amor que el amor. Sus pensamientos están concentrados en encontrar lo que falta, mientras que su deseo es que el amor fluya en su vida.
Esa falta de alineación sigue atrayendo más de lo que carece. Está pensando en el amor que no está allí. El Universo coopera, sintonizando vibracionalmente, precisamente con lo que usted está pensando. ¿Cómo puede hacerlo el Universo? Simplemente sintoniza esa vibración con sus pensamientos mediante la Ley de la Atracción.
Debe apagar las luces de búsqueda, despedir al equipo de rescate, y sustituirlo por una energía de pensamientos amorosos, una seguridad interior de recibir amor. Usted se originó en un lugar del Espíritu que se ha definido por el amor. Cuando reequilibre su vida para que su deseo, sus pensamientos y su actitud formen una sociedad amorosa, se dará cuenta de que su deseo es realmente un acto de Dios.
El anhelo de amor es un deseo de ser más como Dios en sus pensamientos. Con esa conciencia, enseguida se da cuenta de que buscar en el exterior lo que usted ya es supone una auténtica estupidez. Nadie más puede dárselo. Como dice D.H. Lawrence: “Los que no tienen amor nunca encuentra amor”. Y es porque los que no poseen amor están centrados en no tener lo que desean, en lugar de centrarse en lo que ya son.
Además, los que no tienen amor creen que no merecen ese amor que desean. Y ¿sabe qué? Siguen atrayendo más pruebas de su indignidad. Con las luces de búsqueda apagadas, y la partida de rescate de una persona en descanso permanente, puede dedicar su atención a equilibrar los auténticos medios a su disposición para recibir abundante amor. Esa es la ironía, resumida perfectamente en la conclusión del poeta cuando dice “solo los que tiene amor encuentran amor, y nunca tienen que buscarlo”.
CONVERTIRSE EN AMOR
Como sugiere el título de este capítulo, mi definición del amor va más allá de la vehemencia y de la excitación que se experimenta al principio del enamoramiento. En última instancia, esas pasiones desatadas se aplacan, y lo que queda es el amor auténtico, o el equilibrio que estaba buscando. ¿Cuál es el ejemplo fundamental para ilustrar esto último? Es amar como Dios ama, extender el cariño que define su propia creación al exterior, siempre que sea posible.
Esa clase de amor hace que olvide su propio ego, y que desee con más intensidad para los otros lo que quiere para si mismo. Así es cómo funciona el acto de la creación. Su Creador no le exige nada por haberle dado la vida; se la ofrece gratuita y abundantemente, y no se excluye a nadie. No debe pagar a Dios por darle la vida o por el aire que necesita para vivir o por el agua que bebe para asegurar su existencia o por el sol que le aporta energía vital. Sin alguno de esos ingredientes que se le dan gratuitamente, usted no podría seguir viviendo. Ese es el amor que Dios le ofrece.
Para equilibrar su vida con más amor, necesita ajustar sus pensamientos y comportamientos con los de su Fuente, siendo amor tal como Dios lo es. Eso supone ser consciente de cuándo se juzga a sí mismo o a los demás, como si usted o ellos fueran indignos de amor. Debe eliminar, por lo tanto, su necesidad de ser correcto a favor de ser bueno consigo mismo y con los demás, y extender esa bondad a todas partes. Ello implica darse amor a sí mismo y a los demás en lugar de exigirlo. Entonces su gesto amoroso de bondad es sincero porque siente que el amor fluye de su interior, ya no se trata de pedir algo a cambio. ¿Tan difícil es? No, al menos que a usted se lo parezca.
El amor pertenece a su estado natural, pero su ego no forma parte de ese estado. El ego domina porque se ha separado de su yo-Dios, el yo amoroso que llegó aquí desde un lugar de amor divino totalmente incondicional. Ha llevado tanto tiempo consigo esa idea del ego y de su propia importancia, su necesidad de ser correcto, que ha caído en el engaño de creer que el ego del yo representa lo que usted es. Puesto que hablamos del desequilibrio, ¡ha optado por una creencia basada en la ilusión! Ha permitido que esa ilusión sea la fuerza dominante, y ha creado así, mediante su yo centrado en el ego, un pesado desequilibrio en su vida.
Usted desea sentir amor, lo real, el amor que es la pura esencia de su ser, el amor que es usted, pero siente vacío en lugar de amor. ¿Por qué es así?
Porque el vacío solo puede llenarse con amor abriendo la conexión del corazón con el espíritu del amor que se origina quién sabe dónde, pero que se siente en su interior. Es su espacio vacío, y de nadie más. En consecuencia, solo usted puede llenarlo. Su objetivo es pedir que el amor se instale dentro de usted para dar a conocer su presencia, para que sea consciente de que está tan repleto de amor que no posea otra alternativa que ofrecerlo. Eso es todo lo que tiene que hacer, pedir y recibir. Si lo hace, atraerá más de lo que está dando.
SOLO PUEDE DAR LO QUE LLEVA DENTRO
La recuperación de ese desequilibrio depende de su voluntad de reconectarse con su Fuente del ser y convertirse en instrumento de amor. Debe jurar, desde este momento, verse a sí mismo exclusivamente en términos amorosos, e invitar al amor a acompañarlo las veinticuatro horas del día. Esa es una afirmación que le ayudará a mantenerse en el camino: “Espíritu Santo, guíame ahora”. Esta declaración simple y potente sintoniza con el amor. El desprecio o el rechazo hacia sí mismo no puede perturbar ese equilibrio; solo tiene amor para dar. Cuando se desprecia o se rechaza a sí mismo o a los demás, está sintonizando vibracionalmente con esas energías, y ellas continuarán apareciendo en su vida.
Muchas personas culpan a los demás (o a un mundo hostil y frío) del poco amor que reciben en comparación con lo que desean. Cualquier disparidad que exista entre el amor que desea y el que recibe es una imagen reflejada, un reflejo de lo que está pensando. Si da odio, recibirá odio: si da amor, el amor entrará a raudales en su vida.
Imagínese un contenedor de la medida de su corazón. Ese contenedor es el único origen de todos los pensamientos. Siempre que piense algo, debe acudir a ese contenedor, elegir un pensamiento y mandarlo al mundo. Siguiendo con la metáfora, lo realmente importante no consiste en elegir pensamientos positivos y cariñosos y hacer que su mundo recupere el equilibrio, sino lo que hay en el contenedor, es decir lo que hay en el depósito del corazón, que tiene en su interior, para dar a los demás. Ese contenedor interior está conectado a un suministro infinito de amor; solo debe devolver sus pensamientos a esa Fuente para llenarlos de amor; amor a sí mismo, amor al mundo, amor a la vida, amor a los demás, y, más importante aún, amor a la Fuente de su ser. De esa manera, eso es lo que tendrá para dar y, en consecuencia, lo recibirá.
Se ha dicho que la diferencia entre lo que vivimos en niveles ordinarios de conciencia humana y los que llamamos santos es que ellos nunca olvidan a Dios, ni siquiera un instante. Están alegres cuando la vida es difícil, son pacientes cuando los demás están impacientes, y son cariñosos cuando los demás responden con odio. ¿Por qué? Gracias a ese contenedor. Normalmente las personas tienen un contenedor del que extraen pensamientos cariñosos en ciertas circunstancias. El santo posee una vasija interior donde solo existen ese tipo de sentimientos, de la que fluye y en la que entra libremente el amor.
Así que en vez de trabajar para cambiar simplemente sus pensamientos con el fin de convertirse en un ser más apacible y cariñoso, ¿por qué no apuntar a la luna y pensar como el santo que es usted? Concéntrese en el contenedor interior. Cuando diga continuamente, “Espíritu Santo, guíame ahora”, verá cómo su contenedor rebosa con tantos pensamientos cariñosos que es imposible que ningún tipo de negatividad altere su equilibrio interior.
CÓMO SE VE EL AMOR A TRAVÉS DE LOS OJOS DE UN NIÑO
Estas son algunas perlas que describen qué es el amor, desde la perspectiva de un grupo de niños de cuatro a ocho años. Mientras usted trabaja para reiniciar el “haz del equilibrio amoroso” en su vida, tenga presentes estos refrescantes pensamientos sobre qué es el amor.
· Cuando alguien te ama, la forma como dice tu nombre es diferente. Sabes que tu nombre está a salvo en su boca.
· El amor es cuando sales a comer y das a alguien tus patatas fritas sin que él tenga que darte las suyas.
· Amor es cuando mi padre prepara café para mi madre, y toma un sorbo antes de dárselo para estar seguro de que está bueno.
· Amor es cuando mi madre de a mi padre el mejor pedazo de pollo.
· Durante mi recital de piano, yo estaba en el escenario muerto de miedo. Miré a todas las personas que me observaban y vi a mi padre saludándome y sonriendo. Era el único. Ya no tuve más miedo.
Y mi preferido es este:
· El amor es lo que está en la habitación contigo en Navidad si dejas de abrir regalos y escuchas.
Ahí está. Mire dentro y alrededor. Escuche. El amor es lo que queda cuando el enamoramiento desaparece, porque el amor es una fuente ilimitada. Ofrézcala a los demás. Comparta sus patatas fritas. Dele a alguien el mejor pedazo de pollo. Salude y sonría al Universo, y sabrá lo que quería decir Victor Hugo cuando observó que “El amor es la reducción del Universo a un único ser.
El amor no es solo lo que queda cuando el enamoramiento se desvanece, sino que además define la Fuente de la que procedemos. Elizabeth Barret Browning describe en una poesía el final de la vida como un retorno al amor puro:
¾ Adivina quién te sostiene.
¾ La muerte— dije. Pero, entonces, sonó la respuesta deslumbrante...
¾ La muerte no, sino el amor.
Así pues el amor es realmente lo que queda cuando incluso el cuerpo ha desaparecido.