ESCENA 2

SON casi las ocho de la misma noche. Allan emerge del dormitorio, corbata al cuello, y se acerca al espejo encima del bar. Mientras se esfuerza por dar a su pelo una caída satisfactoria, todo él es, por adelantado, un amasijo de nervios, culpabilidad y excitación.

ALLAN: No hay forma de aplastar este maldito pelo..., el calor le sienta como un tiro. No soy un tipo tan mal parecido..., la mandíbula un poco débil... ¡Qué demonios... no tiene por qué llevarse una desilusión! ¿Qué espera? ¿Rock Hudson? Soy un tipo normal, de buen aspecto..., quizás un poco por debajo de lo normal. Ojalá me hubiera visto antes..., odio estar ahí, en esos encuentros, cuando la chica te pone los ojos encima por primera vez. ¿Y si me mira y le da por reírse, o gritar? ¡Quieres tranquilizarte! ¿Acaso alguna chica ha reaccionado riéndose o chillando? Una vez. La niña aquella de Brooklyn College llegó a la puerta, me vio y se desmayó... pero estaba débil porque hacía régimen. Qué demonios... Bogart era bajo... y a nadie le importaba.

BOGART (apareciendo en el umbral): Empiezas con mal pie, muchacho.

ALLAN: ¿Negativo, quieres decir?

BOGART: Claro. Le estás dando ventaja antes de empezar el juego. ¿Qué porquería te estás poniendo en la cara?

ALLAN: Canoe. Es una loción para después del afeitado.

BOGART: ¿Y las otras porquerías?

ALLAN: Desodorante Mennen, Lavoris, y polvos para bebé de Johnson.

BOGART: Por el amor de Dios, vas a oler como una casa de putas francesa.

ALLAN: Los necesito.

BOGART: ¿Por qué? ¿Te da vergüenza sudar?

ALLAN: Quiero causar buena impresión.

BOGART: Mira, muchacho, en algún momento de tu vida te volvieron al revés. Es cosa de mujeres oler bien para ti. Y hagas lo que hagas, no le digas que no bebes. Te tomará por un boy scout. Y no te pongas nervioso... Lo único malo que te puede pasar es que resulte ser virgen, o poli.

(Sale.)

ALLAN: Con la suerte que tengo, será las dos cosas. Tiene razón. Un aire masculino, primario, excita a muchas chicas. No debería haberme puesto tanto Rexona en los sobacos. Lo que tengo que hacer es crear una buena impresión subliminal, sin pasarme de activo. Por cierto, si es ayudante de fotógrafo, mejor será que aprenda de memoria un poco de jerga fotográfica. (Cruza el salón hasta el revistero, saca una revista y regresa a la mesa de café leyendo.) «Entre mi Nikon y mis otras cámaras no sólo hay una gran diferencia cualitativa —dice el gran fotógrafo Greg Barnett—, sino que, además, mi Nikon es lo bastante robusta como para aguantar el tute que le doy cuando las tomas exteriores se ponen difíciles.» (Deja caer la revista sobre la mesa de café.) La dejaré encantada. No estaría mal que Sharon y yo tuviéramos un flechazo, ¿verdad? ¿Y por qué no? Dicen que las tías son simples. Nunca me topé con una que no entendiera un revés en la boca o un golpe con un cuarenta y cinco. Acércate, nena.

(La Sharon Soñada aparece por la trampilla, ligeramente desgreñada; no lleva zapatos ni medias. Del piano provienen suavemente las notas de As Times Goes By.)

SHARON SOÑADA: Oh, Allan, eres fantástico... Hasta esta noche, los médicos decían que era frígida. Quiero darte las gracias por haberme probado lo contrario.

ALLAN: Si tienes a alguna amiguita con el mismo problema, mándamela.

SHARON SOÑADA: Cuando Dick y Linda me hablaron de ti, emplearon palabras como genio y brillante. En ningún caso añadieron que eres también un animal.

ALLAN: Siento haber tenido que arrearte unas cuantas tortas, muñeca, pero, cuando dije «Se acabó», te pusiste histérica.

SHARON SOÑADA: Oh, Allan... Allan.

(Cambian las luces, la música se desvanece y al mismo tiempo suena el timbre. La Sharon Soñada desaparece.)

ALLAN:¿Sí?

LINDA (entre bastidores): Soy Linda.

ALLAN:¿Linda?

LINDA: Estoy sola. (Allan abre la puerta. Linda entra con un frasco de frutos secos metido en una bolsa.) Sharon está con Dick. Están aparcando. Me mandó por delante para asegurarme de que todo va bien.

ALLAN: Todo va perfectamente... No me daba cuenta de lo tarde que es.

LINDA (saca dos cuencos del armarito y pone los frutos secos en los dos): ¡Oye! ¿Qué has hecho? ¿Has roto un frasco de loción?

ALLAN: ¿Estás de broma? ¿Me he puesto demasiado?

LINDA: Es un poco fuerte... pero podía ser peor. En cuanto salgamos al aire libre, ni lo notarás.

ALLAN (cierra la puerta del dormitorio): Déjame ordenar un poco todo esto.

LINDA (pone un cuenco con frutos secos sobre la mesa de café): Esto está muy bien. Sólo vamos a tomar una copa rápida y nos vamos.

ALLAN (cogiendo un libro de la estantería del escritorio y llevándolo al banco debajo del descansillo): Unos pocos objetos cuidadosamente distribuidos crearán la atmósfera adecuada.

LINDA (pone el segundo cuenco de frutos secos en el reposapiés): ¿Vas a dejar libros medio abiertos por todos lados, como si los estuvieras leyendo?

ALLAN: ¿Por qué no? Crea cierta imagen.

LINDA: No necesitas ninguna imagen.

ALLAN (cogiendo una medalla del cajón del bar): Tengo lo más adecuado..., mi medalla de los cien metros lisos.

LINDA: ¡Estás de broma! Supongo que no vas a dejar por ahí una medalla de atletismo.

ALLAN (pone la medalla en el reposapiés giratorio): ¿Por qué no? ¡Me costó veinte dólares!

LINDA: Limítate a ser quien eres. Le gustarás.

ALLAN (coge un disco de Bartok de la estantería encima del escritorio): Tengo que tomar una decisión importante. ¿Qué va mejor, Thelonius Monk o el Cuarteto número 5 de cuerda de Bartok?

LINDA: ¿Por qué no pones el Thelonius Monk y dejas el Bartok descuidadamente tirado por algún sitio?

ALLAN (poniendo el Bartok en el banco, al pie de la barandilla): ¡Brillante idea! Eso precisamente voy a hacer.

LINDA (saca botellas del mueble-bar y las pone encima de la barra): En mi vida he visto a nadie preocuparse tanto por impresionar a su pareja. Sobre todo una pareja tan casual. Si le dedicabas el mismo interés y el mismo cuidado a Nancy, no entiendo por qué te dejó.

ALLAN (sacando un disco de Monk de la estantería): Sí que lo hacía. Solía escribirle poemas. Y llevarla a pequeños restaurantes con velas y pedir la comida en francés y entonces el camarero siempre lo traía todo equivocado.

LINDA (en una esquina del banco): Quizá si te hubieras inclinado sobre ella entre las velas para besarla...

ALLAN: Lo intentaba, pero ella decía: «Por el amor de Dios, aquí no, todo el mundo nos está mirando». Y una vez, en un maravilloso y pequeño bistró de la Segunda Avenida se me incendió la manga. (Pone el disco de Monk en el tocadiscos y enciende el aparato.) Así que te ríes. Es gracioso, ¿verdad? Pues ella lo tomó como señal de mi torpeza, me temo que con razón. (Suena el timbre. Allan se pone firme.) Finesse... Mucho aplomo... Soy todo un maestro.

LINDA: Muy bien. Voy a buscar hielo.

(Se mete en la cocina mientras Allan acude a la puerta. Entra Dick, con Sharon Lake, una chica muy guapa, atractiva, aunque no la máquina sexual de la visión de Allan. De todas formas, impresiona a Allan lo bastante como para dejarle mudo.)

DICK: Allan, te presento a Sharon.

SHARON: Hola.

ALLAN: Ah..., eee...

(Se queda estupefacto, con la mano en la puerta. Dick señala el salón a Sharon, da un golpe en la puerta para liberarla de la mano de Allan y la cierra.)

SHARON (sentándose en el lado izquierdo del sofá): Le estaba diciendo a Dick que tengo amigos en esta manzana. En la casa de enfrente, al otro lado de la calle. ¿Conoces a los Gibson?

ALLAN: ¿... los Gibson?... No...

SHARON: Hal y Eleanor Gibson. Son una gran pareja. Él es decorador de interiores.

ALLAN (en el sofá): ¿Sí? En cierto modo, es una de mis aficiones.

SHARON (mirando a su alrededor, no demasiado impresionada): Oh... Uh-um...

ALLAN: El truco en decoración está en evitar que parezca que has recurrido a un decorador.

DICK (en la barandilla): Tengo que hacer una llamada rápida.

LINDA (llegando de la cocina con una jarra de agua y cubitos de hielo; va hasta el bar): ¡Hola!

SHARON: ¡Hola! ¿Linda?

LINDA: ¿Sí?

SHARON: ¿Te has puesto Jazmín?

LINDA: ¿Yo? No... (Linda y Allan se dan cuenta simultáneamente de que el olor imperante proviene de Allan.) ¿Qué os apetece beber?

DICK: JB con hielo.

SHARON: Una copa de Harvey's Bristol Cream, por favor.

ALLAN: Lo de siempre. (Linda le mira, extrañada.) Bourbon con agua.

(Linda se acerca al bar y sirve las bebidas.)

SHARON: Oh... Eres de los que toman bourbon.

ALLAN: Sí, tengo que cortar un poco. Me estoy metiendo en el cuerpo casi un litro al día.

(Se sienta en el sofá.)

DICK (al teléfono): Hola, soy Mr. Christie. Ya no estoy en Lehigh 5-8343. Estaré en... ¿Qué? ¿Ha dejado algún recado?

(Dick se sienta en el escritorio para tomar nota.)

LINDA (entregando a Sharon una copa de jerez y regresando al bar): Sharon ha hecho una película.

ALLAN: ¿Ah, sí?

SHARON: Underground.

ALLAN: ¿Porno?

SHARON: Underground. Ya sabes..., muy artística, dieciséis milímetros.

LINDA (llevándole una bebida a Dick al escritorio y regresando al bar): A Allan le interesa el cine.

SHARON: ¿Qué haces?

ALLAN: Soy escritor. Nada muy importante. Para Film Quarterly, ya sabes..., ensayos, críticas..., impresiones...

SHARON: La película que hice tuvo muy buena crítica. Y me mencionaban muy especialmente. Claro que era la única chica, con nueve hombres.

ALLAN: No me digas. ¿Cómo se llamaba la película? A lo mejor la he visto.

SHARON: Una para todos. Les ponen títulos verdes, pero no era nada sexy...

DICK (termina en el escritorio y se une a Sharon y Allan): Esto es ridículo. Tengo que poner teléfono en el coche, por muy Volkswagen que sea.

ALLAN: ¡Volkswagen!

(El volumen de la música empieza a aumentar.)

LINDA (entregando un vaso a Allan): Se te había acabado el bourbon, así que te he puesto agua a palo seco. (Se une al grupo, sentándose con su bebida en el reposapiés.) Hay mucha humedad. Creo que va a llover.

SHARON: Quizá por eso tengo este dolor de cabeza; me tapona el sinus.

ALLAN: ¿De veras? Deberías drenártelo.

(Sube el volumen de la música.)

DICK (se sienta en la silla giratoria): Por eso es una tontería ir a la Taberna del Césped.

SHARON: ¿No podrías bajar un poco la música?

(Allan va al área de la oficina.)

DICK: ¿Qué sentido tiene ir a un restaurante al aire libre si va a llover?

LINDA: Antes me llevabas a pasear bajo la lluvia.

ALLAN: Me encanta la lluvia... Barre los recuerdos en la acera de la vida..

(Mientras la cursilería aún resuena en el aire, Allan se vuelve hacia el tocadiscos y golpea inadvertidamente el brazo, con lo que se produce un chirrido atronador. Todos se encogen. Dick gira en la silla giratoria.)

LINDA: Vaya..., tienes realmente mano de hadas.

DICK (levantándose y acercándose al reposapiés; coge una nuez): Allan está un poco tenso. Ha tenido una pequeña desaventura con su mujer...

SHARON: ¿Su MUJER?

(Allan vuelve a poner el disco de Monk, conservando la fonda en la otra mano.)

LINDA: Dick...

DICK: Ex mujer..., se ha ido...

ALLAN: Ha muerto.

SHARON: ¡Qué horror!

LINDA: Bueno, no, no ha muerto.

ALLAN: Técnicamente hablando, no ha muerto... pero ya no salimos juntos.

DICK: Le ha dejado.

SHARON: Lo siento.

DICK (acercándose al teléfono): ¿Por qué no llamo y reservo mesa en La Pasta Gorda de Hong, en el Barrio Chino?

LINDA (uniéndose a Dick): Mira, tengo el número de teléfono en el bolso.

ALLAN (uniéndose a Sharon en el sofá, con la funda del disco aún en la mano): No sé si te gustará o no Thelonius Monk, pero para mí tiene una cualidad adusta y alegre que no le pega en absoluto al oyente distraído, aunque sus concepciones armónicas sean a menudo fascinantes.

SHARON: Hablas como el texto en el dorso de la funda de un disco. (Allan tira la funda detrás del respaldo del sofá.) Eh... ¿hace mucho que conoces a Dick y a Linda?

ALLAN: A Dick, desde hace años. A Linda la conozco mucho menos. Dick es un gran tipo. Quizá se pasa un poco de ambicioso, pero siempre ha sido así. Para mí es como un hermano pequeño. Siempre le estoy sacando de algún lío. Confía en mí.

(Allan cruza las piernas, enganchando la mesa de café con un pie e inclinándola lo bastante para mandar rodando al suelo nueces y vasos. Dick y Linda acuden apresuradamente a solucionar la catástrofe. Allan se echa atrás, consternado.)

DICK (volviéndose hacia Allan): Todo listo en La Pasta Gorda de Hong.

ALLAN: Un momento, que cojo mi chaqueta de sport.

(Entra cojeando en el dormitorio.)

SHARON: ¿Está... drogado?

LINDA: Um... oh..., no.

DICK: Voy a llamar a mi servicio telefónico para decirles adónde voy.

LINDA (ordenando los destrozos): Espero que te guste la comida china.

SHARON: Claro que sí... Linda, no tendré más remedio que retirarme temprano... Mañana tengo un día espantoso.

LINDA: Oh, lo siento.

DICK (al teléfono): Hola soy Mr. Christie. Si llama Mr. Milton, del Chase Manhattan Bank, estaré en La Pasta Gorda de Hong, en el Barrio Chino, teléfono Canal 8-6321.

(Linda entrega a Sharon la revista de fotografía tirada en el suelo. Linda coloca su vaso y el de Sharon en el bar. Dick cruza hasta Linda y le da un vaso.)

SHARON: ¡Mira! ¡Mira esto! Greg Barnett. ¿Te acuerdas de Greg?..., el antiguo socio de Jack... (Lee.) «Entre mi Nikon y mis otras cámaras no sólo hay una gran diferencia cualitativa —dice el gran fotógrafo Greg Barnett— sino que, además, mi Nikon es lo bastante robusta como para aguantar el tute que le doy cuando las tomas exteriores se ponen difíciles.» Me pregunto cuánto le habrán pagado para decir eso.

ALLAN (viene del dormitorio y cruza hasta Sharon): ¡Ya estoy listo! Tendréis que dejarme elegir la comida, porque soy un experto en comida china.

SHARON: ¡Muy bien! Me muero de hambre... Hemos tenido un día muy duro intentando fotografiar a niños pequeños.

ALLAN (ofreciéndole el brazo al salir): ¿De veras? La fotografía es una de mis aficiones. De hecho, últimamente tengo problemas con mis cámaras. Porque hay una gran diferencia cualitativa entre mi Nikon y mis otras cámaras, pero mi Nikon es lo bastante robusta como para aguantar el tute que le doy cuando...

(Telón.)