Los autores

MARCO APARICIO WILHELMI es profesor de Derecho Constitucional en la Universitat de Girona. Ha trabajado temas relativos a las implicaciones constitucionales de la integración europea, nuevo constitucionalismo latinoamericano, derechos humanos, y derechos constitucionales, con especial atención en la situación jurídica de las personas migrantes y los derechos de los pueblos indígenas en América Latina. ANTONIO DE CABO DE LA VEGA es Catedrático de Derecho Constitucional en la Universidad Complutense de Madrid e investigador del Instituto Complutense de Estudios Jurídicos Críticos. Ha trabajado cuestiones relativas a la representación política y el Derecho electoral, y a la dimensión participativa y directa de la democracia. Igualmente, ha dedicado especial atención a los derechos fundamentales, principalmente en su dimensión social, y al constitucionalismo latinoamericano.

MARCOS CRIADO DE DIEGO es Profesor Titular de Derecho Constitucional de la Universidad de Extremadura y Secretario del Instituto Iberoamericano de Estudios Constitucionales de la Universidad de Alicante. Ha trabajado temas relativos a la representación y participación políticas, memoria histórica, igualdad y nuevo constitucionalismo latinoamericano. Ha sido consultor del Proyecto de Naciones Unidas para el Desarrollo.

RUBÉN MARTÍNEZ DALMAU es Profesor Titular de Derecho Constitucional en la Universitat de València. Ha trabajado en varias líneas de investigación, dedicadas especialmente a la legitimidad democrática, lo que le ha llevado a tratar las condiciones democráticas de determinadas instituciones (Ministerio Público, bancos centrales...), la legitimidad democrática del proceso europeo, y ha centrado su interés en la teoría del poder constituyente y los procesos constituyentes.

ALBERT NOGUERA FERNÁNDEZ es Profesor contratado Doctor de Derecho Constitucional en la Universidad de Extremadura. Ha sido profesor e investigador visitante en diferentes universidades de Europa, América Latina y Estados Unidos. Sus principales líneas de investigación han sido el constitucionalismo latinoamericano, los derechos humanos, la teoría del Estado y del Derecho, y la sociología jurídica. Participó como asesor en las Asambleas Constituyentes de Bolivia y de Ecuador.

ROBERTO VICIANO PASTOR es Catedrático de Derecho Constitucional y Titular de la Cátedra Jean Monnet sobre Instituciones y Derecho de la Unión Europea en la Universitat de València. Ha sido director del Departamento de Derecho Constitucional y Secretario General de dicha Universidad. Es autor de más de sesenta libros y artículos científicos sobre Derecho constitucional español, Derecho constitucional latinoamericano y sobre problemas constitucionales de la integración europea. Ha sido director de diversos Masters y Programas de Doctorado, tanto en España como en el extranjero. Dirigió equipos de asesoramiento conformados por profesores españoles en los procesos constituyentes de Ecuador (1998), Venezuela (1999) y los más recientes de Ecuador y Bolivia (2007-2009).

Introducción

En un momento en que la crisis económica ha destapado problemas de todo tipo, algunos nuevos y otros de hondas raíces pero que habían estado cubiertos por una sensación de abundancia que parecía inacabable, cabe plantearse seriamente la necesidad de proponer una respuesta democrática para el avance en el proceso de emancipación social.

En efecto, parece que la mayor parte de las respuestas a la crisis pasan por el desmontaje del Estado social y la construcción de un nuevo tipo de Estado mínimo. Estos planteamientos parecen sustentarse en la falta de alternativas viables al sistema capitalista y en el hecho de que, para que éste perdure, es necesario sacrificar muchos de los beneficios obtenidos durante el Estado Social. Se trataría de entender como necesaria e impostergable una involución en el bienestar de las sociedades, un sacrificio factible a cambio del mantenimiento del capitalismo como único generador válido de las libertades individuales y colectivas propias de las democracias contemporáneas.

Pero este análisis, por falaz y sesgado, es sobretodo peligroso. Falaz porque el carácter sistémico de la crisis hace imposible su reconducción por los medios tradicionales. Además, la aparente ausencia de alternativas justificaría una reducción drástica de los derechos sociales y de los sistemas públicos de cobertura social, que serían aprovechadas por los depredadores para proceder nuevamente a una concentración de recursos a partir del adelgazamiento del Estado y la conversión de las necesidades humanas en negocio. Pero todos son conscientes de que por estas vías tradicionales la crisis no cuenta con solución a medio ni a largo plazo. Haría falta una parada en el camino para repensar colectivamente dónde estamos y adónde vamos, y tomar una decisión fundamentada en un poder legítimo. Y sesgado, porque plantea una reconducción a formas de legitimidad del poder que parecían ya superadas: el poder de los mercados, de los poderosos, de los profesionales de la política y, en general, de aquellos que no están dispuestos a sacrificar un ápice sus privilegios e inmunidades con el fin de reconstruir colectivamente el mundo en el que vivimos. El peligro es claro: la inminente posibilidad de que, además, ese retroceso en los derechos sociales acabe -como ha ocurrido históricamente- en la depauperación de nuestras sociedades y, correlativamente, en la imposición de un nuevo orden legal, pero ilegítimo, de organización y control social que conculque también las libertades individuales y colectivas. O, lo que es lo mismo, lo más cercano a un Estado autoritario cuya función sea el mantenimiento policial del orden social.

Por esa razón hacen más falta que nunca otras voces que nos propongan alternativas también sistémicas, globales; que proporcionen grandes soluciones para los grandes problemas. Este libro quiere realizar su aporte, modesto pero al mismo tiempo contundente, en la construcción de esa solución de progreso: la revolución democrática.

Entre los conceptos problemáticos en las ciencias sociales destaca, sin duda, el de democracia. Desde las comunidades utópicas gobernadas por mecanismos de democracia directa hasta las democracias constitucionales al estilo inglés, varios han sido los modelos propuestos teóricamente y experimentados en la práctica durante la historia de la humanidad. No se trata de caer de nuevo en planteamientos imposibles en un mundo globalizado que aporten poco o nada a la dignidad del ser humano y a la viabilidad del proyecto humano en un entorno vital. El grupo de autores que han redactado este trabajo colectivo es consciente de este problema, por lo que también aboga por una solución: el constitucionalismo democrático, fundado en la soberanía del pueblo y en el poder constituyente, como origen de la legitimidad del poder público. El uso del carácter transformador del poder constituyente para la emancipación de las sociedades no es, desde luego, nada nuevo en los países de nuestro entorno. De hecho, en el continente americano y en buena parte de la Europa continental, las revoluciones liberales democráticas sirvieron desde hace más de dos siglos para transformar situaciones anteriores, absolutistas, feudales o coloniales, en nuevos órdenes sociales que afrontaban con esperanza un horizonte diferente. Es cierto que el poder constituyente, a partir del liberalismo conservador, asume posiciones defensivas más que de progreso; pero también lo es que en los últimos años hemos conocido experiencias emancipadoras que han conseguido, a través de la activación democrática del poder constituyente, avanzar por caminos que sólo un tiempo atrás eran insospechados. El trabajo que el lector tiene en sus manos está escrito con carácter divulgativo, lo que no quiere restar importancia a algunos componentes académicos que pueden ser necesarios para fortalecer el conocimiento teórico y práctico de cómo surge y qué implica un proceso constituyente democrático. Desde este punto de vista, se inicia con algunas consideraciones generales sobre qué es el proceso constituyente y por qué el constitucionalismo social, a pesar de los avances que supuso, no cuenta ya con condiciones para mantenerse ni reeditarse en un futuro próximo. Continúa refiriéndose al caso español, analizando por qué el modelo político de la transición y el marco jurídico de la Constitución de 1978 no pueden ser útiles para el grado de transformación democrática que se reivindica. Plantea algunos supuestos, ya conocidos históricamente, de activación reciente del poder constituyente democrático, especialmente en América Latina -escenario en el que se ha desenvuelto buena parte del trabajo académico y práctico de los coautores - , para insistir en que no estamos solos en el camino que se quiere trazar. Y, por último, propone algunos cauces jurídicos por los que podría discurrir ese cambio político que sería el camino hacia una nueva asamblea constituyente.

El trabajo, por lo tanto, nace con sus limitaciones; la primera y más importante, que no se propone ser ninguna guía indiscutible sobre qué cambios emprender y cómo hacerlo. Quiere, al mismo tiempo, ser más y menos que eso; más, porque su principal objetivo es contribuir a un cambio de conciencia denunciando la falsedad de ciertas supuestas verdades, proponiendo realidades y posibilidades diferentes, y advirtiendo la amenaza antidemocrática que puede cernirse sobre nuestro futuro y el de las sociedades venideras; y menos, porque quiere contribuir a un debate, apenas apuntado por el momento, respecto a cómo una solución democrática podría servir para superar un paradigma neoconservador por otro emancipador. Sería contradictorio con un principio de acción democrática proponer verdades absolutas e indiscutibles sobre el qué hacer y cómo hacerlo.

Aunque se trata de una obra construida colectivamente, donde los autores son los redactores finales de varios años de debate interno en ámbitos académicos o de trabajo práctico -en el cual, sirva de reconocimiento, la Fundación CEPS ha constituido un vehículo precioso para su realización-, el lector podrá apreciar los diferentes estilos y condiciones de análisis de los autores. Esta pluralidad de visiones no afecta, finalmente, a la profunda convicción que se encuentra en todas y cada una de las palabras del presente libro: que, si existe una posibilidad de superación de la actual situación de crisis sistémica, ésta pasa necesariamente por un desbordamiento democrático que restablezca los principios de ordenación social y de fundamentos de la vida en común de nuestras sociedades. La alternativa, si la hay, es suficientemente tenebrosa como para ni siquiera imaginarla.