El actual uso occidental de substancias visionarias o psicotropas, sagradas para otras sociedades y de ahí el denominativo enteógenos, ha seguido dos vertientes claras y distintas a lo largo de la segunda mitad del siglo XX. Por un lado, se ha dado —y se da— el consumo popular, lúdico, artístico y minoritariamente religioso sobre el que se ciernen las prohibiciones y legislaciones reduccionistas; por otro lado, se llevaron a cabo investigaciones científicas originales en los años 1950-60 que quedaron cortadas a raíz de las restricciones políticas que sumieron tales estudios en la época de oscurantismo que ha durado —y sigue durando— hasta la actualidad. En este sentido, ambas vertientes referidas al consumo y al estudio de los enteógenos coinciden en la dificultad de movimiento. A pesar de ello, cada día son más los investigadores que desde distintas ramas de la ciencia reanudan el estudio de los efectos y uso de los enteógenos, una vez reconocida la gran y objetiva importancia que han tenido para el desarrollo de la humanidad. Es más, tales investigaciones siguen avanzando a pesar de la falta crónica de recursos económicos y de infraestructura, y del barroquismo burocrático de permisos y visto buenos oficiales que requieren tales estudios.

En medio de esta situación de clara y larga anomalía social, aparecen las Jornadas sobre enteógenos que se organizan anualmente en Barcelona desde el año 1995, precedidas en el 1994 por el II Congreso mundial para el estudio de los estados de la consciencia humana, realizado en Lleida (las Actas fueron publicadas por el Institut de Prospectiva Antropològica). Estas Jornadas tienen un marcado carácter transdisciplinar cuyo doble punto de unión es el propio objeto de estudio, los enteógenos, y el alto rigor científico que se exige a los conferenciantes en cuanto al contenido de sus ponencias.

Así, lo que inicialmente fue una idea nacida alrededor de una botella de buen vino de la Ribera del Duero y de la buena amistad del que suscribe y del Sr. Francesc Rillo, director de comunicación del IMAS, con el tiempo se ha ido consolidando hasta convertirse en uno de los pocos eventos periódicos que se realizan en el mundo dedicados al estudio y alta divulgación de las investigaciones sobre substancias psicotropas. Este hecho tiene, a mi juicio, una importancia capital ya que implica la consolidación de un acto de trascendencia científica a la vez que punto de encuentro de un creciente número de personas interesadas en estos temas, y no ya en tanto que consumidores de enteógenos, —los psiconautas— sino que se trata de un amplio núcleo social interesado en los avances científicos que sobre ello pueden aportar los estudiosos de vanguardia.

Por otro lado, estas Jornadas con regularidad anual implican un compromiso desapasionado, pero con fuerte voluntad de normalización, de algo que ha sido consubstancial a la evolución del ser humano, algo que nuestras sociedades industrializadas han abandonado y proscrito como resultado de una política desordenada pero sumisa a las presiones de los grandes grupos económicos (léanse laboratorios farmacéuticos). Y ese algo, son los enteógenos que han permitido al ser humano avanzar en su camino evolutivo aunque ello haya representado, naturalmente, roturas con el pasado cuando éste deviene obsoleto.

En este sentido, cabe afirmar que para diseñar las actuales legislaciones prohibicionistas no se han tenido en cuenta los cuantiosos expedientes clínicos que ponían de relieve las beneficiosas aplicaciones terapéuticas de los enteógenos, ni el extenso uso lúdico habitual que se hace de ellos a pesar de las leyes. Tampoco se han atendido las tradiciones milenarias del 89% de los pueblos no industrializados, cuyo estudio por parte de la antropología evidencia que no es posible comprender su cosmovisión, religiosidad ni prácticas curativas sin atender y estudiar el uso que hacen de las plantas, hongos o pócimas visionarias, para ellos, de carácter sagrado.

Los nuevos descubrimientos que se van realizando con lentitud entorno del uso y efectos de las substancias enteógenas abren puertas inmensas tanto a la metodología de investigación como al conocimiento que se tiene en la actualidad de la mente y del alma humana. De aquí que los psicotropos estén siendo usados como puntas de iceberg en psicoterapia, en la búsqueda de nuevas soluciones a problemas de marginalidad social, como campo de estudio farmacológico, como objeto de estudio de la antropología, para la propia investigación de la mente humana y como forma de comunión sagrada por parte del algunos sincretismos religiosos de relativo nuevo cuño.

Por otro lado, la colección Cogniciones, la única que existe en lengua castellana dedicada a publicar textos sobre enteógenos, tiene por finalidad tratar de resolver esta carencia cultural, social y científica de una forma ordenada y elegante. El rigor, el sentido común y la información de calidad vendrían a ser el lema de la colección.

Así pues, el libro que presento con estas líneas, Los enteógenos y la ciencia, es el resultado de la intersección entre ambas realidades: las Jornadas que anualmente se celebran en Barcelona y la colección Cogniciones. Los capítulos que componen el presente volumen son el texto revisado de las conferencias que se impartieron en las II Jornadas sobre enteógenos, realizadas en la Sala de Actos del Institut Municipal d’Investigació Mèdica (IMIM), en Barcelona, los días 27 y 28 de junio de 1997. La organización de las Jornadas corrió a cargo del Institut Municipal d’Assistència Sanitària (IMAS) y del Institut de Prospectiva Antropològica (IPA), centro cuya tradición y experiencia en la organización de eventos divulgativos, publicaciones e investigación puntera en el ámbito de las substancias visionarias es ya algo conocido dentro y fuera del mundo castellano hablante.

Las II Jornadas donde se impartieron las conferencias que aquí se presentan con soporte perenne, en forma de libro, fueron probablemente las últimas en que la temática era abierta. A partir de las III Jornadas, cada año se presentará un campo científico o humanístico específico en su relación con las substancias embriagantes: enteógenos y terapia, historia y arqueología de los enteógenos, aspectos químicos y farmacológicos, teoría de la alucinación, enteógenos y arte, embriagantes y política, etc. serán temas concretos a ir desgranando en años sucesivos. Esperemos que así sea.

Los capítulos que siguen no han respetado el orden en que fueron impartidas las conferencias que han dado origen a este volumen: la lógica de unas jornadas científicas y la de un libro son distintas. Así, de la misma forma que los textos que siguen contienen más información que las propias conferencias, en sentido contrario —naturalmente— carecen de la vitalidad de que disfruta un encuentro directo, donde los asistentes plantean preguntas a los conferenciantes y se reúnen con ellos y entre ellos en los agradables tiempos de descanso.

Me atrevería a decir que los distintos capítulos que siguen son una excelente muestra de los trabajos más interesantes que hoy se realizan sobre enteógenos, desde el pensamiento científico. Hay textos de filosofía, bioquímica, antropología, historia y farmacología; algunos pueden resultar más fáciles de leer que otros por la dureza o suavidad del contenido; algunos interesarán más a un tipo de lectores y otros a otro tipo, pero en definitiva constituyen un documento de gran importancia.

El libro se inicia con el texto de Albert Hofmann, inmortal suizo descubridor de la LSD-25, substancia que cambió la ruta de la cultura occidental por la inmensa influencia que tuvo en el arte, las relaciones humanas y la reconsideración de una espiritualidad profunda aunque apartada de las instituciones y jerarquías religiosas. Se trata de un texto curioso viniendo de la pluma de un químico profesional y vocacional ya que Meditación y percepción sensorial es una pequeña joya literaria y humanística en la que A. Hofmann comprime las reflexiones que divulgó por medio de su libro Mundo interior Mundo exterior (editado por Los Libros de la Liebre de Marzo, 1997). Se trata de una reflexión profunda sobre el sentido de la vida humana y el papel físico que tiene el elemento luz en el camino hacia la felicidad. Albert Hofmann encandiló a todos los presentes en las II Jornadas sobre enteógenos con su impresionante vitalidad y simpatía admirables de por sí, pero más si se tiene en cuenta que las mantiene pasados de largo los noventa años de edad. En cierta forma, tanto el texto que aquí se presenta como su propio autor son una realidad que rezuma esa delicada destilación y pureza solo obtenible por medio de la edad y de la sabiduría del que ha vivido con profundidad. A. Hofmann ya no necesita demostrar nada a la comunidad científica porque lo ha hecho con anterioridad.

En segundo lugar viene el texto de quien suscribe este pequeño Prólogo. Formas de uso de los enteógenos es el resultado de un doble interés. Por un lado, se trata de una revisión e interpretación, a la luz de la ciencia actual, de las normativas que para los antiguos griegos regían el consumo de enteógenos, pautas difundidas entre ellos durante más de 2500 años en clave mitológica. Por otro lado, quise ofrecer un aviso sobre los peligros que entraña el consumo de embriagantes sagrados. Las substancias, sean cuales fueren, no son malas ni buenas, sino que todo depende del humano uso que se haga de ellas; los enteógenos no escapan a esta ley universal. Como público defensor de la despenalización del consumo de tales substancias psicotropas y como investigador de la antropología de los enteógenos, con más de doce años de vida dedicado a ello, me siento con suficiente libertad ideológica como para escribir también sobre los peligros objetivos que he observado a partir de tal consumo, sin que ello pueda confundirse con una postura contraria u oscurantista. El uso de enteógenos requiere de una seria y reflexionada responsabilidad que no todos los psiconautas parecen dispuestos a mantener, y ello es algo que a menudo me duele. De aquí que haya osado utilizar a nuestros lejanos ancestros y a su sólida sabiduría para hablar de ello.

El tercer capítulo del libro es el texto completo y revisado de la conferencia del etnomicólogo italiano Giorgio Samorini: Nuevas fronteras de la Etnomicología. Se trata de una seria e impresionante aportación de nuevos datos. G. Samorini ha recorrido todo el mundo durante largos años investigando los restos iconográficos y las manifestaciones vivas relacionadas con el consumo ritualizado de hongos enteógenos. Este artículo es el resultado, editado por primera vez, de tal descripción sistemática. Sin lugar a dudas, se trata de la compilación más sólida de imágenes antiguas que ponen de manifiesto la gran importancia que ha tenido el consumo de hongos psicotropos a lo largo de la historia de la humanidad.

Sigue el texto Drogas y dignidad humana, en el que, con su brioso estilo literario, A. Escohotado hace un repaso a la historia del lugar social que han ocupado los enteógenos hasta el momento actual en que, personajes como Timothy Leary con su «gran juerga» o Ernst Jünger con su acertada acuñación del neologismo «psiconautas», han abierto nuevas vías para reinstalar la experiencia de la ebriedad en el lugar que se debe. Por su propio estilo original, probablemente se trata del capítulo que menos se ha rehecho respecto de la conferencia presencial. Así como otros textos han sufrido una reconstrucción total, este capítulo es la transcripción directa de la conferencia que impartió el autor en las II Jornadas.

El quinto capítulo es el material aportado por el conocido etnobotánico Jonathan Ott, discípulo directo y personal de tres eminentes y estimados científicos: Albert Hofmann, Robert Gordon Wasson y Richard Evans Schultes. En él, J. Ott aporta los argumentos para defender la propuesta de una nueva farmacofilia en oposición a la farmacocracia actual. El autor realiza una revisión exhaustiva y erudita en extremo de los trabajos sobre el tema publicados hasta la actualidad, y este análisis tiene como tempo musical un juego de palabras a partir del título de la inmortal obra de Ch. Baudelaire Los paraísos artificiales, cuyo sentido remeda J. Ott con sus Paraísos naturales, en clara alusión al hecho de que el uso de enteógenos se trata de una práctica natural en el ser humano.

A continuación viene el capítulo escrito por Joan Obiols, médico psiquiatra del Hospital Clínic de Barcelona. Alucinógenos: de la psicólisis terapéutica al Bad trip es un texto que aporta una resumida revisión histórica del uso terapéutico de la LSD, incluyendo una crítica terminológica de gran valor referida a términos que han sido —o son— utilizados en diversos medios clínicos y científicos para referirse a los enteógenos. Gracias a este artículo, el lector o la lectora dispondrán de un útil análisis sistemático de la terminología usada, más todo lo que deriva del empleo de una u otra forma de denominación.

La conferencia que impartió Jordi Camí, Farmacología clínica de la 3,4-metilenodioxi​metanfetamina, cuyo texto aparece en este volumen firmado por él y por bastantes de sus colaboradores, resultó sumamente interesante por el ameno estilo expositivo de que disfruta el autor. Aquí se presenta un texto relativamente más árido que su conferencia presencial pero sin que haya perdido su interés intrínseco. Se trata de los resultados de la investigación clínica, realizada en los laboratorios del IMIM, que llevaron a cabo investigadores de este centro barcelonés para determinar los efectos farmacocinéticos de la MDMA o éxtasis sobre el ser humano. Se trata de un capítulo que tal vez pueda resultar frío a los entusiastas de los efectos emocionales de la MDMA, pero que es de gran interés para las investigaciones científicas sobre el tema.

El libro acaba con dos aportaciones que disfrutan de un importante peso específico y metodológico. Se trata de los artículos de Josep Manuel Barbanoj y de Jordi Riba, farmacólogos del Hospital de Sant Pau, de Barcelona. El capítulo Diseño de un estudio clínico con ayahuasca, presenta una interesante introducción a lo que ha sido el estudio farmacológico de los enteógenos hasta la actualidad, aclarando algunas ideas y conceptos que popularmente son entendidos con sesgos, tales como qué es un «modelo» en investigación y por qué las substancias visionarias no pueden ser investigadas con determinados métodos que a la luz popular parecerían los ideales. La segunda parte de este capítulo, expone con detalle el novedoso proyecto de investigación que J. Riba y M. J. Barbanoj están desarrollando en el Institut de Recerca de l’Hospital del Sant Pau.

Finalmente, el texto que cierra el volumen, Metodología para evaluar los efectos de los fármacos en el sistema nervioso del ser humano explica los pormenores de las más modernas técnicas y métodos de investigación denominadas de neuroimagen funcional, que permiten no tan solo ofrecer la imagen morfológica del Sistema Nervioso Central y los efectos que produce en él cualquier fármaco que por su estructura química pueda saltar las defensas químicas del SNC, sino que además permiten conocer cuál es el estado biológico y, por tanto, dinámico del SNC bajo los efectos del fármaco estudiado. Se trata de un texto que requerirá ser leído con un cierto detenimiento por aquellos lectores que no estén habituados a la jerga científica, pero cuyo contenido recompensará con creces la dedicación que exige su lectura.

En las II Jornadas sobre enteógenos también impartieron conferencias el psiquiatra José Ma Poveda y el farmacólogo Joan Ramón Laporte, aunque por distintas razones no ha sido posible incluir sus textos en este volumen.

Es de esperar que con una variedad temática como la que sigue, cada lector o lectora pueda hallar aquella información que más desee sobre uno u otro aspecto referido a la ciencia de los enteógenos. Sin duda, se trata de una recopilación de gran valor que puede satisfacer muchas expectativas.

Dr. Josep Ma Fericgla