PRESENTACIÓN
SF Y ANTICIPACIÓN
Es casi innecesario señalar que la acción de la mayoría de los relatos de SF[1] se sitúa en el futuro. La técnica recurrente de la SF es la extrapolación, que consiste en imaginar hipotéticos estadios futuros de determinados procesos y situaciones actuales. Por ejemplo, extrapolando la breve pero intensa historia de la astronáutica, se puede imaginar un verosímil y no muy lejano mañana en el que los viajes interplanetarios serán cosa habitual, y así ha surgido una de las temáticas básicas de la SF: la conquista del cosmos (tema del que el relato inicial de la presente antología constituye una interesante muestra).
Este carácter extrapolativo de la SF ha dado lugar a un equívoco muy difundido, que consiste en creer que la SF es una literatura «augural» o de anticipación en el sentido estricto de predicción del futuro.
Si bien es cierto que en los comienzos del género abundaron los relatos consistentes en simples descripciones de los maravillosos inventos que la ciencia nos depararía en el porvenir, en la SF moderna casi nunca se pretende anticipar en sentido estricto: al especular sobre lo que podría suceder si se dieran determinadas condiciones, no se pretende adivinar el futuro, sino comprender el presente a la luz de sus posibilidades implícitas.
Así, la característica más específica de la SF no es su ambientación futurista, sino su índole especulativa. De hecho, hay relatos de SF situados en el presente o incluso en el pasado. Tal es el caso de Ángeles ignorantes, el más estremecedor y poético de los cuentos incluidos en este volumen, cuya acción se desarrolla en el oeste norteamericano, en pleno siglo XIX, y en el que el elemento fantástico sirve de contrapunto, de piedra de toque que pone en evidencia prejuicios muy actuales de nuestra sociedad.
Otro relato de esta antología, El fiero dragón, aunque situado en el futuro, describe un mundo feudal claramente inspirado en el medioevo y sus mitos. Tal asociación de pasado y futuro, bastante habitual en la SF, es utilizada magistralmente en el famoso Cántico por Leibowitz, de Walter Miller Jr. (publicado por Editorial Bruguera en la colección «La Corona»), impresionante visión de un neoscurantismo postatómico.
No, la SF no pretende adivinar el porvenir, y cuando lo hace (pues muchas de sus extrapolaciones están realizadas con el rigor de futuribles, y con frecuencia se ven posteriormente confirmadas en la realidad), no es como fin, sino como medio. Pues la finalidad básica de la SF es ampliar nuestra perspectiva temporal para, contrarrestando nuestro «provincianismo histórico», ofrecernos una visión más «distanciada», más libre de prejuicios circunstanciales, es decir, más objetiva, de nuestra realidad y sus nefastas contradicciones.
CARLO FRABETTI