Capítulo 17
—¡Papá, la abuela Jodie quiere hablar contigo! —le dijo B. J., con el teléfono en la mano.
Boone respiró hondo al oír aquellas palabras. Se las había ingeniado para evitar hablar con Jodie, gracias al identificador de llamadas, desde que ella había dejado en su contestador aquel mensaje lleno de indignación acerca de Emily, pero B. J. hablaba con ella todas las semanas. Él siempre procuraba salir de la habitación durante esas llamadas, pero estaba claro que no iba a poder seguir aplazando lo inevitable.
Aceptó el teléfono de manos de su hijo, y procuró hablar con naturalidad.
—Hola, Jodie. ¿Cómo estás?
—Bastante bien —el tono airado de su voz contradecía sus palabras.
—¿Qué tal está Frank? —insistió él, en un intento de alargar al máximo los saludos de rigor.
—Bien, le ha dado por jugar al golf a todas horas. Boone, como tú bien sabes, hay varias cosas que me tienen preocupada.
—Sí, he oído tus mensajes.
El último lo había recibido la noche anterior; al parecer, Jodie se había enterado tanto de la reciente visita de Emily como de la salida de compras, y ambas cosas le parecían objetables.
—Si los has oído, ¿podrías decirme por qué no has tenido la cortesía de devolverme las llamadas?
—Porque sabía que no iba a gustarte nada de lo que yo pudiera decirte. Que Emily vuelva a formar parte de mi vida o no es algo que a ti no te concierne, Jodie.
—¡Claro que sí! Si tienes intención de permitir que esa mujer esté cerca de mi nieto, estoy en mi derecho de opinar al respecto. Podríamos empezar por el hecho de que B. J. se hizo un corte que hubo que suturar mientras se suponía que ella estaba cuidándole, ¡hay que ser muy descuidada para permitir que suceda algo así! Está claro que no es lo bastante responsable como para hacerse cargo de un niño.
Boone se preguntó cómo se había enterado de que Emily estaba presente cuando B. J. se había accidentado, aunque eso era lo de menos. Respiró hondo de nuevo y rogó a Dios para que le diera paciencia.
—Jodie, sabes cómo queda todo después de una tormenta. Hay tablones con clavos por todas partes y B. J. no se queda quieto por muchas veces que se le diga que vaya con cuidado. Fue un accidente, y él está de maravilla.
—Hubo que ponerle puntos de sutura, ¡a mí no me parece que eso sea estar de maravilla!
—Vale, pues digamos que ya le han quitado los puntos y no hubo ninguna complicación. Dejémoslo así.
—¿Va a quedarle una cicatriz?
—Sí, pero muy pequeña… aunque él se llevó una decepción, le gustaría que se viera más —como sabía que estaba preocupada por su nieto, intentó mostrarse un poco más comprensivo—. De verdad que está bien, te lo prometo.
Sus promesas no sirvieron para aplacarla.
—Aun así, se hizo daño mientras estaba con esa mujer, y después tú vas y la invitas a que os acompañe cuando vais a comprar ropa para el colegio. ¿Qué es lo que te pasa?, ¿acaso ejerce alguna extraña influencia sobre ti?
—Esta conversación no es nada productiva, Jodie.
—Es que no entiendo cómo puedes ser tan desconsiderado con nuestros sentimientos, cómo puedes faltarle el respeto de esa forma a la memoria de Jodie.
—¿Perdona?
Empezó a perder la paciencia, y eso nunca era aconsejable cuando estaba tratando con sus exsuegros. Resultaba difícil intentar tener en cuenta lo importantes que eran en la vida de B. J. mientras, al mismo tiempo, tenía que ignorar el hecho de que no estaban de acuerdo con ninguna de las decisiones que tomaba.
O Jodie no se dio cuenta de lo enfadado que estaba o le dio igual, porque siguió insistiendo en el tema como si nada.
—Ya me has oído. En cualquier caso, ¿qué está haciendo esa mujer en Sand Castle Bay? ¿Se enteró de que Jenny ya no estaba y decidió volver para recuperarte?
Él estaba esforzándose por ser comprensivo, por tener en cuenta su dolor como madre, pero estaba a punto de pasarse de la raya.
—Déjalo ya, Jodie.
Se lo pidió con voz suave, pero ella hizo oídos sordos a la advertencia.
—¿Cómo puedes permitir que el hijo de Jenny esté cerca de ella? ¡Eso es del todo inapropiado, y lo sabes!
—Que B. J. conozca a una vieja amiga mía no tiene nada de inapropiado. Emily volvió para ayudar a Cora Jane después del huracán, pero en todos estos años jamás estuvimos en contacto y ella creía que yo aún estaba casado.
—Debió de llevarse una gran alegría cuando se enteró de que no era así —comentó ella con acritud, aferrada a su idea de que Emily había planeado echarle el lazo a Boone.
—Pues la verdad es que lo lamentó mucho cuando se enteró de lo de Jenny, y ha sido maravillosa a la hora de apoyar a B. J. en ese tema. Él se siente más cómodo hablando de su madre con ella que conmigo.
—¡Lo dudo mucho!, sé de buena tinta las artimañas que usan esas mujeres de la Costa Oeste.
Boone supuso que lo sabía a base de leer demasiadas revistas de cotilleo, pero se limitó a contestar:
—Emily se crio en Carolina del Norte.
—¿Y qué?, ahora vive en otra parte. Seguro que es como todas esas que van de cama en cama.
—Jodie, voy a dar por terminada esta conversación si insistes en hacer ridículos juicios de valor sobre una mujer a la que ni siquiera conoces.
—¡Conozco a las de su calaña! Seguro que también estaba deseando tener en sus garras a B. J.
Aunque estaba cansándose del tema, Boone siguió intentando hacerla entrar en razón. Sabía que su vida sería mucho más fácil si pudieran tener una relación razonablemente cordial, y para B. J. también sería mejor que su padre y sus abuelos no estuvieran peleados.
—Ya sabes que el niño adora a Cora Jane. Es normal que se cruzara con Emily en alguna ocasión, no exageres las cosas.
—¡No estoy exagerando nada! ¿Qué crees que opinaría Jenny al ver que tu exnovia estrecha lazos con tu hijo?
—Yo creo que sería mucho más comprensiva que tú, que se alegraría al ver que su hijo tiene a alguien con quien se siente cómodo hablando de su mamá.
—¿Por qué no puede hablar de ella contigo?, ¿acaso te sientes culpable cuando la menciona?
—No, no es eso. Me siento muy triste, al igual que tú cuando te acuerdas de la pérdida que has sufrido, y B. J. se ha dado cuenta. Mira, no quiero discutir contigo, pero tienes que tener en cuenta que B. J. es tan hijo mío como de Jenny. Soy yo quien lo está criando y, aunque lamento tener que hacerlo solo, las cosas son como son.
—¿Y mis sentimientos no cuentan para nada?
—No puedo tenerlos en cuenta cuando estás siendo tan poco razonable —le explicó él, procurando mantener un tono de voz suave—. B. J. te adora y yo quiero que tanto Frank como tú juguéis un papel importante en su vida, pero no voy a permitir que cuestionéis mis decisiones, sobre todo teniendo en cuenta que no estáis aquí.
—De acuerdo, entonces supongo que vamos a tener que presentarnos ahí la semana que viene. Quiero ver con mis propios ojos lo que está pasando.
Boone contuvo a duras penas su irritación. Por respeto a Jenny, no quería dificultar aún más una visita que ya iba a ser tensa de por sí.
—B. J. se alegrará mucho de veros, ya me dirás la fecha exacta de vuestra llegada. ¿Vais a quedaros con nosotros en casa?
—Sí… si no vamos a ser una molestia para ti, claro —le contestó ella, con una voz que rebosaba sarcasmo.
—Sois miembros de la familia, siempre sois bienvenidos —le costó lo suyo decir aquellas palabras, y rezó para que abrirle las puertas de su casa a sus exsuegros no resultara ser un grave error.
—Apuesto a que ahora te alegras de que me haya ido —comentó Emily, cuando Boone le contó lo de la inminente llegada de Jodie; tal y como estaban las cosas, la verdad era que ella se alegraba muchísimo de no estar allí.
—Las cosas van a ser más fáciles así, eso no te lo niego. Soy consciente de que Jodie echa de menos a Jenny y me culpa a mí de todo… de arruinarle la vida a su hija, de su muerte… pero un día de estos voy a perder la paciencia, y le diré un par de cosas que crearán una brecha irreparable. Hoy mismo he estado a punto de hacerlo, pero me he contenido por el bien de mi hijo.
—Eres demasiado bueno y considerado para hacer algo así. Por muy molesto que te sientas con Jodie, y con razón, serías incapaz de herirla a propósito.
—Todo el mundo tiene sus límites, incluso yo. De no ser por B. J., hace mucho que habría dejado claro lo que pienso. Como mis padres se pasan la vida viajando por el mundo, cada uno por su lado, quiero que mi hijo cuente al menos con unos abuelos, pero la verdad es que Cora Jane cumple ese papel mejor que los unos y los otros. De Frank no tengo queja, pero jamás irá en contra de lo que diga Jodie.
Emily soltó una carcajada antes de comentar:
—Sí, la verdad es que tengo una súper abuela, siempre tiene a punto las galletas y los abrazos… y también un montón de consejos que da sin que nadie se lo pida.
—Puede ser, pero esos consejos suelen dar siempre en la diana; además, no se dedica a criticar todo lo que hago.
—¿Qué piensa ella acerca de la inminente visita de los Farmer?
—Me ha aconsejado que me ande con mucho cuidado.
A Emily no le gustó cómo sonaron aquellas palabras.
—¿Tienes idea de por qué te habrá dicho algo así?
—Creo que le preocupa que Jodie pueda hacer algo del todo irracional, que intente crearme problemas. Pero yo dudo que las cosas lleguen a ese punto.
—Hazle caso a mi abuela, Boone. Tiene una muy buena intuición en este tipo de cosas. ¿Qué problemas cree que puedes tener?, ¿te lo ha dicho? ¿Se refiere a lo de la custodia? —la recorrió un escalofrío de inquietud al ver que él tardaba unos largos segundos en contestar.
—Sí, yo creo que sí —admitió él al fin.
—¡No puede ser! —era consciente de cuánto daño les haría un litigio así tanto a Boone como al niño, y también a su propia relación de pareja con él—. Jodie no es capaz de hacer algo así.
—Claro que lo es. Ya te conté que me amenazó con eso cuando Jenny murió, pero Frank le puso freno. Creo que él insistió por eso en mudarse a Florida, para poner algo de distancia entre nosotros y ver si la situación se tranquilizaba. Es la única vez que se ha opuesto a los deseos de su mujer, pero dudo mucho que pueda detenerla si ella está realmente empecinada.
—Ningún tribunal te quitaría a tu hijo. Eres un padre fantástico y B. J. te adora, Jodie va a perder si intenta semejante locura; además, el niño no se lo perdonaría.
—Rezo para que las cosas no lleguen a ese límite, y voy a procurar que reine la paz durante los días que van a pasar aquí.
—¿Crees que ella también va a poner de su parte?
—Lo dudo mucho. Pero dos no discuten si uno de ellos no quiere, y me he propuesto no darle ninguna munición.
—Te refieres a que no vas a decirle lo que hay entre nosotros y cómo pasamos mi último día en el pueblo, ¿verdad? —lo dijo en tono de broma, para intentar quitarle un poco de hierro al asunto, y se sintió gratificada al oírle reír.
—No voy a mencionar ese tema, te lo aseguro. Si Jodie se pasa de la raya, cuento con un arma en mi arsenal.
—¿Cuál es?
—Cora Jane. Está deseando plantarle cara a Jodie, y no solo para defenderte a ti. Parece muy indignada por el trato que estoy recibiendo yo.
—No me extraña, mi abuela no permite que nadie se meta con su familia. Años atrás la vi enfrentarse a un bravucón enorme para exigirle que dejara de molestar a Gabi, que estaba sirviendo mesas. Le echó del restaurante sin pensárselo dos veces, así que apuesto a que Jodie Farmer le parece una simple molestia.
—Yo también intento ver a Jodie como eso, una molestia y nada más, pero tiene un don para sacarme de quicio.
—En ese caso, te aconsejo que tengas una caja de calmantes a mano —bromeó ella.
—Yo había pensado en una botella de whisky.
Emily tuvo la sensación de que lo decía muy en serio.
Boone estaba en la oficina que tenía en su restaurante cuando Pete entró a avisarle de que Jodie y Frank acababan de llegar.
—¿Estáis peleados? Jodie tenía cara de muy malas pulgas cuando ha preguntado por ti.
—Se le revuelve el estómago solo con oír mencionar mi nombre. Será mejor que salga a verles, ¿les has sentado en una mesa?
—Me han dejado muy claro que ya han comido, da la impresión de que no se fían demasiado de nuestra comida. Están fuera, junto a la puerta. Cualquiera que los vea se lo pensará dos veces antes de entrar.
Boone se apresuró a salir. Tal y como Pete le había dicho, estaban junto a la puerta y daba la impresión de que estaban deseando largarse cuanto antes.
—¡Hola, bienvenidos! —les saludó, intentando mostrarse cordial. Besó a Jodie en la mejilla antes de que ella pudiera apartarse, y le estrechó la mano a Frank—. ¿Qué tal el viaje?
—Ha sido largo. Jodie tenía tantas ganas de llegar, que se empeñó en hacer el trayecto entero en un solo día.
—¿Habéis salido de casa esta mañana? ¿A qué hora?, debéis de estar agotados.
—Sí, hemos salido hoy mismo, y demasiado temprano para mi gusto —afirmó Frank—. Yo creía que la gente se jubilaba para llevar una vida relajada, pero cuando a Jodie se le mete algo en la cabeza no hay quien la pare.
—Estoy deseando ver a mi nieto —adujo ella—. Quiero comprobar con mis propios ojos que no ha quedado lisiado de por vida.
Boone miró su reloj antes de decir:
—Está en el colegio, llegará a casa dentro de una hora. ¿Por qué no vamos para que os vayáis instalando? A lo mejor os da tiempo de descansar un poco antes de que llegue.
—Si quieres, puedes darnos una llave y quedarte aquí. Debes de estar muy ocupado, no queremos molestar —comentó ella con rigidez.
—No es ninguna molestia —le aseguró él, consciente de que lo que ella quería era fisgonear a sus anchas por la casa—. La habitación de huéspedes está lista, pero quiero acompañaros por si necesitáis cualquier otra cosa.
—Vale, nos vemos allí —dijo Frank con jovialidad. Al ver que su mujer se dirigía hacia el coche sin más, añadió—: Siento mucho todo esto, hijo. Cuando a Jodie se le mete algo entre ceja y ceja, no hay poder humano que la haga cambiar de opinión. Es mejor dejar que haga las cosas a su manera, seguro que se queda tranquila en cuanto pase algo de tiempo con B. J.
—Te lo agradezco, Frank. Soy consciente de que la muerte de Jenny fue un golpe muy duro para ella.
—Todos hemos pasado por un verdadero infierno, pero creo que Jodie es la que peor lo lleva.
—B. J. y yo también la echamos de menos, más de lo que te puedas imaginar.
—Sí, ya lo sé —Frank le dio una palmadita en el hombro antes de añadir—: Nos vemos en la casa.
Al cabo de una hora, B. J. entró corriendo en la casa, subió de un salto al sofá entre sus dos abuelos, y le dio un abrazo enorme a cada uno.
Los ojos de Jodie se llenaron de lágrimas de inmediato, y le dijo con una voz que era apenas un susurro:
—No sabes cuánto me recuerdas a tu mamá. Tienes sus mismos ojos, su pelo.
El niño frunció el ceño al escuchar aquello.
—¡Pero si todo el mundo dice que soy igualito a mi papá cuando tenía mi edad!
Frank se apresuró a comentar con diplomacia:
—Has heredado lo mejor de los dos. ¿A que sí, Jodie?
—Sí, por supuesto —admitió ella, con una sonrisa forzada—. Venga, cuéntame todo lo que has estado haciendo estos días. ¿Qué tal te va en el cole?
El niño les habló de todos sus compañeros de clase, de todos los deberes que tenía, y del papel que le habían dado en una obra de teatro.
—La haremos en Halloween, y yo voy a hacer de fantasma.
—¿Tienes ya el disfraz? —le preguntó ella.
—Aún no, me lo tienen que hacer.
—¿Quieres que te lo haga yo?, en Halloween siempre hacía los de tu madre.
—¡Genial! ¿Vendréis a ver la obra?
—No creo que podamos. Aún falta bastante, y para entonces tu abuelo y yo ya habremos vuelto a Florida.
—¡Pero podéis volver! Le pedí a Emily que viniera, y ella me dijo que lo intentaría.
Al ver que los ojos de Jodie se oscurecían, Boone tuvo ganas de darse cabezazos contra la pared por no haberle advertido al niño que evitara mencionar a Emily, aunque lo cierto era que no le parecía correcto censurar a su hijo con tal de mantener la paz.
—¿Ah, sí? —contestó ella con rigidez—. Voy a tumbarme un rato antes de la cena, de repente me siento cansadísima.
B. J. se quedó desconcertado al ver que se levantaba y se marchaba, y preguntó vacilante:
—¿He dicho algo malo?
—No, claro que no —le aseguró su abuelo—, pero será mejor que vaya a ver cómo está. Boone, ¿te importa si le llevo una taza de té?
—Claro que no, ya sabes dónde está todo.
Cuando Frank se marchó y Boone se quedó a solas con B. J., el niño le preguntó contrito:
—He enfadado a la abuela, ¿verdad?
—No, de verdad que no —no sabía hasta dónde contarle, pero al final llegó a la conclusión de que, cuanto menos le dijera, mejor. No se podía esperar que el niño entendiera las cosas de los adultos—. Sabes que tu abuela te quiere muchísimo, ¿verdad?
—Sí.
—Y también quería muchísimo a tu madre.
—Sí.
—Pues yo creo que para ella es duro oírte hablar de Emily como si fuera alguien importante para ti, porque a lo mejor tiene la impresión de que estás olvidándote de tu madre.
—¿Cómo voy a olvidarme de ella?, ¡pero si la echo de menos todos los días!
—Pues yo creo que podrías mencionarle eso a tu abuela alguna que otra vez, para que se sienta mejor.
B. J. se quedó callado mientras intentaba asimilar lo que acababan de explicarle, y al final asintió.
—Vale. ¿Voy a decírselo ahora mismo?
—No, déjala descansar. Tendrás tiempo de sobra para hacerlo en estos días que va a pasar aquí.
—Es genial que hayan venido, ¿verdad? —comentó, a pesar de que sus ojos aún estaban ensombrecidos por la supuesta metedura de pata que había tenido.
—Sí. Tus abuelos te quieren mucho. Yo sé lo trasto que eres, pero ellos creen que eres el mejor niño del mundo.
—¡Oye, claro que lo soy! —protestó el pequeño, sonriente.
Boone se echó a reír al verle tan convencido de sus cualidades. Si su hijo tenía tanta seguridad en sí mismo, algo debía de estar haciendo bien como padre, ¿no? Al fin y al cabo, dicha seguridad era una prueba de que B. J. estaba rodeado de personas que le apoyaban y le colmaban de amor. Tuvo ganas de retar a Jodie a que dijera lo contrario, pero prefirió no tentar a la suerte.
Cora Jane estaba sentada en uno de los reservados con los pies en alto, revisando las cuentas del día, cuando Boone entró en el restaurante.
—Cielos, conozco esa cara. ¿Qué ha pasado? —le dijo, mientras él se servía un vaso de té frío y se sentaba en el reservado.
—Nada, pero no sé si voy a conseguir que Jodie se largue antes de que su actitud me haga perder los nervios, y eso me preocupa. Aprovecha la más mínima oportunidad para lanzarme pullitas sobre todas las cosas que hice mal con Jenny. También ha hecho unos cuantos comentarios mordaces acerca de Emily, pero esos procura no hacerlos delante de B. J., creo que se ha dado cuenta de que yo tenía razón al decir que existe un vínculo cada vez mayor entre el niño y Emily. No le hace ninguna gracia, pero es lo bastante lista para saber que no le conviene mostrar su malestar delante de él, así que se limita a hacerme comentarios velados a mí.
—Sabías que las cosas iban a ser así —le recordó ella—. La verdad es que es encomiable que les hayas invitado a tu casa, yo les habría mandado a un hotel si me hubiera visto en tu situación. Sería incapaz de permitirles vivir bajo mi techo mientras criticaban todos mis actos.
—Eso lo dices ahora, pero te conozco y sé que habrías antepuesto el bienestar de B. J., tal y como hice yo.
—¿Qué hace Frank mientras su mujer se dedica a intentar meter cizaña?
—Pedir disculpas, y procurar mantener a B. J. al margen de todo. Esta semana se lo ha llevado a pescar todas las tardes, un día lo llevó al campo de prácticas para enseñarle a jugar al golf, y el otro día fueron al mini golf después de cenar.
Cora Jane asintió en un gesto de aprobación, y comentó:
—Siempre ha sido un hombre sensato, sabe que la relación con su nieto va a quedar dañada para siempre si Jodie persiste en comportarse como una necia.
—Sí, él mismo me comentó algo parecido —la miró con frustración al añadir—: Soy consciente de que Jodie está sufriendo, y de que siempre estará convencida de que yo no era el hombre adecuado para Jenny. Estoy intentando tenerlo en cuenta, y ser comprensivo con ella.
—Pero ella sigue presionándote. ¿Por qué no les traes a cenar a mi casa esta noche? Hablaré con ella, puede que a mí sí que me haga caso.
—No, ella lo consideraría fraternizar con el enemigo. Cualquier cosa que tenga la más mínima vinculación con Emily la saca de quicio, se va a su dormitorio con la excusa de que le duele la cabeza cada vez que B. J. hace algún comentario inocente sobre tu nieta. Ha pasado tantas veces, que el niño ha terminado por darse cuenta de que es mejor no mencionarla, y resulta que apenas le dirige la palabra por miedo a molestarla. Me parece que ella no se ha dado cuenta de que está alejándole, cuando lo que quiere es justo lo contrario.
—Qué pena, lo siento mucho por ella.
A Cora Jane le habría gustado hacer algo para que Jodie entrara en razón antes de que perdiera a su nieto, que era el único vínculo real que le quedaba con la hija que había perdido.
—Yo también —afirmó Boone, antes de apurar su vaso de té—. Gracias por dejar que me desahogue contigo.
—Puedes venir siempre que quieras, aquí estoy yo para escucharte.
—Gracias —le dijo, antes de besarla en la mejilla—. ¿Cómo van las cosas en el restaurante?
—Ya estamos a pleno rendimiento. Yo creía que las cosas se calmarían un poco después del Día del Trabajo, pero me equivoqué. Ahora viene mucha gente a la que no le gusta el abarrotamiento del verano… y al final acaba estando igual de abarrotado —añadió, sonriente—. Aunque de cara al negocio va de maravilla que la temporada se alargue hasta el otoño.
—En mi restaurante pasa igual. Tommy acabó con las reformas la semana pasada, y tanto los fines de semana como algunos días entre semana está todo reservado.
—¿Sabes algo de Emily?
Boone sonrió al ver que soltaba la pregunta como si nada.
—Sí, hablamos a diario.
—Me alegro.
—¿Eso es todo? ¿No va a haber preguntas indiscretas ni consejos sutiles?
Ella se echó a reír.
—No, ni uno solo. Pero te aseguro que, si creo que la cosa está torciéndose, te lo haré saber.
—No lo dudo —contestó él con sequedad—. Bueno, será mejor que me vaya. Tengo que ir a buscar a B. J. al cole, esta tarde está ensayando para la obra de teatro que harán en Halloween. Hace días que no paso un rato a solas con él.
—Dale un abrazo de mi parte. Ah, Boone, una cosa más.
—Dime.
—Los Farmer no son la única familia que tenéis B. J. y tú —le pareció notar que él se relajaba un poco al oír aquello.
—No sabes cuánto cuento con eso.
—No hace falta que sea legal para que sea una realidad, pero espero que un día de estos sea las dos cosas —admitió ella, sonriente.
—Si esa es tu sutil forma de animarme a que me case con tu nieta, me parece que puedes estar tranquila. Creo que Emily y yo vamos en esa dirección.
Ella se olvidó de fingir desinterés al oír aquello, y le preguntó entusiasmada:
—¿Cuándo será el gran día?
Boone se echó a reír al ver su reacción.
—Cuando estemos listos, y no vas a conseguir que sea antes por mucho que intentes entrometerte.
—Tomo nota, pero no creas que eso va a detenerme si considero que estáis tardando demasiado.
—Ya, eso lo tengo muy claro.
Cora Jane esperó a que se marchara antes de esbozar una enorme sonrisa de satisfacción. Las cosas estaban progresando de maravilla, tan solo le quedaba asegurarse de que Jodie Farmer no creara problemas.