EN LLAMAS36
El Señor [Buda] replicó al Venerable Sariputra: «En un pueblo, ciudad, villa de mercado, distrito de condado, provincia, reino o capital vivía un cabeza de familia, viejo, de edad avanzada, decrépito, débil de salud y fuerza, pero rico, próspero y acaudalado. Su casa era grande, en extensión y en altura, y era vieja, construida hacía mucho tiempo. La habitaban muchos seres vivos, unos dos, tres, cuatro o cinco centenares. Tenía una única puerta. El tejado era de paja, las terrazas se habían hundido, los cimientos estaban podridos, las paredes, esteras y cemento se encontraban en avanzado estado de descomposición. De pronto apareció una gran llamarada de fuego y la casa empezó a arder por todos lados. Y este hombre tenía muchos hijos jóvenes, cinco, diez, o veinte, y salió él solo de la casa. »Cuando aquel hombre vio su casa ardiendo por todas partes con una gran masa de fuego, le entró miedo y se puso a temblar, se le agitó la mente y pensó para sí: "He sido bastante competente, en verdad, para atravesar la puerta y escapar de la casa en llamas, rápido y seguro, sin que me tocara ni me chamuscara esa gran masa de fuego. Pero ¿y mis hijos, mis hijos jóvenes, mis hijos pequeños? Aquí, en esta casa en llamas, juegan, corretean y se divierten con todo tipo de juegos. No saben que su residencia está en llamas, no lo entienden, no lo perciben, no le prestan atención, y por eso no sienten ninguna agitación. Aunque amenazados por este gran [fuego], aunque en estrecho contacto con tanto mal, no prestan atención al peligro que entraña y no hacen ningún esfuerzo por salir."»
De The Saddharmapundarika, en Buddhist Scríptures, EDWARD CONZE, ed. (Harmondswort, Middlesex, Inglaterra, Penguin Books, 1959)
En Parade salió publicada una versión abreviada del capítulo anterior en el que se reflejaba la actuación de estudiantes y profesores. Recibí una montaña de correo. Algunos negaban que existiera un problema; otros decían que los americanos estaban perdiendo su aguda inteligencia y saber hacer. Unos pensaban que había soluciones fáciles; otros que la raíz de los problemas era demasiado profunda para resolverlos. Muchas opiniones me sorprendieron.
Un profesor de décimo curso de Minnesota hizo copias del artículo y animó a los alumnos a decirme lo que pensaban. Transcribo a continuación lo que escribieron algunos estudiantes de enseñanza secundaria norteamericanos (respetando la gramática y puntuación de las cartas originales):
• A lo mejor es bueno que no seamos tan listos como los otros países. Así podemos importar todos nuestros productos y no tenemos que gastar todo el dinero en las piezas de las mercancías.
• Y si otros países lo hacen mejor, ¿qué importa? Lo más probable es que acaben viniendo a Estados Unidos.
• Nuestra sociedad va tirando con los descubrimientos que hacemos. Avanza despacio, pero la curación del cáncer está en camino.
• Estados Unidos tiene su propio sistema de aprendizaje y a lo mejor no es tan avanzado como el de ellos, pero es igual de bueno. Por otra parte, creo que su artículo es muy educativo.
• A ningún niño de esta escuela le gusta la ciencia. Realmente no entiendo de qué va el artículo. Me pareció muy aburrido. Simplemente, no me interesa.
• Yo estudio para ser abogado y, francamente, estoy de acuerdo con mis padres cuando dicen que tengo un problema de actitud con la ciencia.
• Es verdad que algunos niños americanos no lo intentan pero, si quisiésemos, podríamos ser más listos que cualquier otro país.
• En lugar de hacer deberes, los niños miran la televisión. Tengo que reconocer que yo lo hago. Me he puesto el límite de unas cuatro horas al día.
• No creo que sea culpa del sistema de la escuela, me parece que todo el país pone un énfasis insuficiente en la escuela. Mi mamá prefiere verme jugar al baloncesto o al fútbol que ayudarme a hacer un trabajo. Conozco muchos chicos a los que les da totalmente igual no hacer bien su trabajo.
• No creo que los chicos americanos sean estúpidos. Sólo ocurre que no estudian bastante porque la mayoría trabajan... Mucha gente dice que los asiáticos son más listos que los americanos y que lo hacen todo bien, pero no es verdad. No son buenos en deportes. No tienen tiempo de hacer deporte.
• Yo me dedico a hacer deporte, y tengo la impresión que los otros chicos de mi equipo te empujan a sobresalir más en el deporte que en los estudios.
• Para ser los primeros tendríamos que ir todo el día a la escuela y no hacer vida social.
• Ahora entiendo por qué muchos profesores de ciencias se enfadan con usted por menospreciar su trabajo.
• A lo mejor, si los profesores fueran más interesantes, los chicos querrían aprender... Si la ciencia se presentara de manera divertida, los chicos querrían aprender. Para ello, ya sería hora de empezar a dejar de enseñarla como meros hechos y números.
• Francamente, me cuesta creer los datos sobre la ciencia en Estados Unidos. Si estamos tan atrasados, ¿cómo es que Mijaíl Gorbachov vino a Minnesota y a Datos de Control de Montana para ver cómo funcionan nuestras computadoras y eso?
• ¡Unas 33 horas para los de quinto curso! En mi opinión es tanto que casi son las mismas horas que un trabajo de jornada completa. Así, en lugar de hacer deberes, podríamos ganar dinero.
• Cuando comenta lo atrasados que estamos en ciencia y matemáticas, ¿por qué no intenta decirlo de una manera más amable?... Debería sentir un poco más de orgullo de su país y sus capacidades.
• Creo que sus hechos son poco concluyentes y las pruebas muy flojas. En general, ha planteado un buen tema.
Aquí hay una muestra —no una encuesta de opinión, pero sí comentarios representativos— de otras respuestas de padres:
• Los padres enseñan a ser paciente y perseverante. El don más importante que pueden ofrecer a sus hijos es la ética del trabajo duro, pero no se pueden limitar a hablar de ello. Los que aprenden a trabajar duro son los que lo ven hacer a sus padres.
• A mi hija le fascina la ciencia, pero no le enseñan nada en la escuela ni en la televisión.
• Mi hija ha sido calificada de superdotada, pero la escuela no tiene ningún programa de enriquecimiento en ciencias. El tutor me dijo que la enviara a una escuela privada, pero no nos lo podemos permitir.
• La presión de los compañeros es enorme; los tímidos no quieren «destacar» sacando buenas notas en ciencias. Desde que llegó a los trece o catorce años, el interés que siempre había tenido mi hija por la ciencia empezó a desaparecer.
• Es más fácil memorizar que pensar. Se tiene que enseñar a los niños a pensar.
• Los profesores y los programas están «cayendo» al mínimo común denominador.
• ¿Por qué el entrenador de baloncesto enseña química?
• Se exige a los profesores que dediquen demasiado tiempo a la disciplina y al «programa social». No tenemos ningún incentivo para ejercer nuestro propio juicio. Siempre tenemos a los «altos mandos» mirándonos por encima del hombro.
• Abandonar las plazas en propiedad en escuelas y universidades. Librarse de los inútiles. Dejar la contratación y el despido a los directores, decanos y superintendentes.
• Mi placer por la enseñanza se vio repetidamente frustrado por los directores de tipo militarista.
• Se debería dar una recompensa a los profesores según su rendimiento... especialmente según el rendimiento de los estudiantes en pruebas nacionales estandarizadas y la mejora de rendimiento del estudiante en estas pruebas de un año a otro.
• Los profesores están ahogando las mentes de nuestros hijos cuando les dicen que no son lo bastante «listos»... por ejemplo, para estudiar física. ¿Por qué no darles la posibilidad de empezar el curso?
• Mi hijo tuvo que pasar de curso aunque está dos niveles por debajo de los demás de la clase en lectura. La razón que me dieron era social, no educativa. Nunca alcanzará buen nivel si no lo cambian.
• En todas las escuelas se debería exigir que la ciencia (y especialmente en la escuela superior) esté incluida en el programa. Debería estar coordinada con los cursos de matemáticas que toman los estudiantes al mismo tiempo.
• La mayor parte de los deberes son una pura «ocupación» en lugar de ser algo que haga pensar.
• Pienso que Diane Ravitch [New Republic, 6 de marzo de 1989] lo cuenta tal como es: «Como contó hace poco una estudiante de la Hunter High School en la ciudad de Nueva York: "Saco muchos sobresalientes, pero nunca hablo de ello... Es más enrollado sacar malas notas. Si te interesa la escuela y se nota, te tildan de 'bicho raro'..." La cultura popular —a través de la televisión, cine, revistas y vídeos— transmite continuamente el mensaje a las mujeres jóvenes de que es mejor ser popular, sexy y "enrollada" que inteligente, competente y honesta. En 1986, los investigadores encontraron una ética antiacadémica similar entre los estudiantes masculinos y femeninos de enseñanza superior de Washington, D. C. Apuntaban que los estudiantes capaces tenían que soportar una fuerte presión de sus compañeros para no sacar buenas notas en la escuela. Si triunfaban en los estudios, podían ser acusados de "actuar como blancos".»
• Sería fácil para las escuelas conceder mucho más reconocimiento y recompensas a los chicos que destacan en ciencias y matemáticas. ¿Por qué no lo hacen? ¿Por qué no regalarles chaquetas especiales con las letras de la escuela? ¿Anunciarlo en asambleas, en la revista de la escuela y la prensa local? ¿Recompensas especiales de la industria local y las organizaciones? Esto cuesta muy poco, y podría vencer la presión de los compañeros.
• El programa Headstart es el único eficaz... para que mejore la comprensión de la ciencia por parte de los niños y todo lo demás.
• Yo no quiero que mejore la educación. En este caso nadie querría conducir un taxi.
• El problema de la educación científica es que no se honra suficientemente a Dios.
• La enseñanza fundamentalista de que la ciencia es «humanismo» y no es de fiar es la razón por la que nadie entiende la ciencia. Las religiones tienen miedo del pensamiento escéptico que se halla en el corazón de la ciencia. Se sorbe el seso a los estudiantes para que no acepten el pensamiento científico mucho antes de llegar a la universidad.
• La ciencia se ha desacreditado a sí misma. Trabaja para los políticos. Fabrica armas, miente sobre los «riesgos» de la marihuana, ignora los peligros del agente naranja, etcétera.
• Las escuelas públicas no funcionan. Abandonémoslas. Que haya sólo escuelas privadas.
• Hemos dejado que los abogados de la permisividad, el pensamiento borroso y el socialismo rampante destruyeran lo que en otros tiempos fue un gran sistema educativo.
• El sistema escolar tiene suficiente dinero. El problema es que los blancos, normalmente entrenadores, que dirigen las escuelas no contratan nunca (y digo nunca) a un intelectual... Los preocupa más el equipo de fútbol americano que el programa y sólo contratan autómatas más que mediocres, amantes de Dios que sacan la bandera para enseñar. ¿Qué tipo de estudiantes puede salir de escuelas que oprimen, castigan e ignoran el pensamiento lógico?
• Liberar a las escuelas de la mordaza del ACLU [Sindicato Americano de Libertades Civiles], la NEA [Asociación Nacional de Educación] y otros responsables de la falta de disciplina y competencia en las escuelas.
• Me temo que no comprende en absoluto el país en el que vive. La gente es increíblemente ignorante y temerosa. No toleran escuchar una [nueva] idea... ¿No lo entiende? El sistema sólo sobrevive porque tiene una población ignorante que teme a Dios. Ésta es la razón por la que muchas [personas cultas] están sin empleo.
• A veces me piden que explique aspectos tecnológicos al personal del Congreso. Créame, en este país tenemos un problema con la educación científica.
o en matemáticas, historia, inglés, geografía y muchas de las otras habilidades que nuestra sociedad necesita. La responsabilidad recae sobre muchos: padres, el público votante, los comités escolares locales, los medios de comunicación, los profesores, los administradores, los gobiernos federal, estatal y local y, desde luego, los propios estudiantes. En todos los niveles, los profesores se quejan de que el problema es de los cursos anteriores. Y los profesores de primer grado pueden desesperarse con razón de enseñar a chicos con déficit de aprendizaje por culpa de la desnutrición, la falta de libros en casa o una cultura de violencia en la que es imposible alcanzar la tranquilidad necesaria para pensar.
Al mismo tiempo se debe nutrir y animar a los niños con capacidades y habilidades especiales. Son un tesoro nacional. A veces se critican los programas para «superdotados» por ser «elitistas». ¿Por qué no se consideran elitistas las sesiones de práctica intensiva de fútbol, béisbol y baloncesto universitarios y la competición entre escuelas? Al fin y al cabo, sólo participan los atletas más dotados. En este país hay una doble actitud muy contraproducente.
• tocarlo. Es suave y frío. Se le ocurre la idea de que procede de otro mundo. ¿Cómo llegó a la Tierra? ¿Qué ocurrió en el espacio para que se machacara tanto?...
• Se arrastra por un túnel largo totalmente a oscuras. Hay súbitos recodos, subidas y bajadas. Atraviesa un bosque de cosas como plumas, abalorios, grandes bolas sólidas. Se imagina lo que debe de ser la ceguera. Piensa en lo poco que confiamos en nuestro sentido del tacto. En la oscuridad y la calma, se encuentra solo con sus pensamientos. La experiencia es estimulante...
• Examina una reconstrucción detallada de una procesión de sacerdotes que suben a uno de los grandes zigurats de Sumeria, o a una tumba con pinturas fantásticas en el Valle de los Reyes en el antiguo Egipto, o una casa en la antigua Roma, o una calle de finales de siglo a escala real en una pequeña ciudad de Estados Unidos. Piensa en todas esas civilizaciones, tan diferentes de la suya; si hubiera nacido en ellas, le parecerían completamente naturales y consideraría extraña nuestra sociedad si de algún modo hubiera tenido noticias de ella...
• Aprieta el cuentagotas y cae una gota de agua sobre la platina del microscopio. Mira la imagen proyectada. La gota está llena de vida: seres extraños que nadan, se arrastran, tropiezan; un gran espectáculo de persecución y fuga, triunfo y tragedia. Este mundo está poblado por seres mucho más exóticos que cualquier película de ciencia ficción...
• Sentado en el teatro, se encuentra dentro de la cabeza de un niño de once años. Mira a través de sus ojos. Ve sus típicas crisis diarias: peleones mayores que él, adultos autoritarios, chicas que le gustan. Oye la voz que hay dentro de su cabeza. Es testigo de sus respuestas neurológicas y hormonales a su entorno social. Y se le ocurre preguntarse cómo funciona usted por dentro...
• Siguiendo las sencillas instrucciones, teclea las órdenes. ¿Cómo acabará la Tierra si seguimos quemando carbón, petróleo y gas, y doblamos la cantidad de dióxido de carbono en la atmósfera? ¿Cuánto aumentará la temperatura? ¿Cuánto hielo polar se fundirá? ¿Cuánto subirán los océanos? ¿Por qué verter
Los chavales tienen un deseo irresistible de tocar. En aquellos tiempos, las dos palabras más repetidas en un museo eran «no tocar». Hace décadas no había casi nada «tocable» en los museos de ciencia o historia natural, ni siquiera un estanque simulado del que se pudiera coger un cangrejo e inspeccionarlo. Lo más parecido a una exposición interactiva que conocí de pequeño eran las balanzas del Hayden Planetarium, una para cada planeta. Con mis mínimos veinte kilos de peso en la Tierra, la idea de que, si viviera en Júpiter, pesaría cuarenta y cinco, me produjo cierta satisfacción. Por desgracia, en la Luna sólo pesaría tres kilos: sería casi como si no existiera.
Hoy en día se alienta a los niños a tocar, mirar, recorrer las ramificaciones de un árbol de preguntas y respuestas en el ordenador, o emitir ruidos curiosos y ver qué aspecto tienen las ondas de sonido. Incluso los que no se fijan en todos los detalles de la exposición, o ni siquiera le ven la gracia, suelen sacar algo valioso. Cuando uno va a estos museos se da cuenta de las miradas de sorpresa y asombro de los chavales que corren de sala en sala con la sonrisa triunfante del descubrimiento. Son realmente populares. El número de personas que vamos a exposiciones todos los años es igual al de los que van a ver partidos de béisbol, baloncesto y fútbol profesionales juntos.
Otra característica gloriosa de muchos museos de ciencia modernos es un teatro cinematográfico con películas IMAX u OMNIMAX. En algunos casos, la pantalla mide como diez pisos de altura y envuelve al espectador. El Museo Nacional Smithsoniano del Aire y el Espacio, el más popular de la Tierra, ha estrenado en su teatro Langlet algunas de las mejores películas. Volar todavía me provoca un nudo en la garganta, a pesar de haberla visto cinco o seis veces. He visto líderes religiosos de muchas confesiones que, después de ver Planeta azul, se han convertido allí mismo a la necesidad de proteger el medio ambiente de la Tierra.
La que quizá sea la exposición museística más grande no se puede visitar. No tiene hogar: George Awad es uno de los principales creadores de modelos arquitectónicos de Estados Unidos, especialista en rascacielos. También es un destacado estudioso de la astronomía que ha hecho un modelo espectacular del universo. Empezando con una escena prosaica sobre la Tierra, y siguiendo un esquema propuesto por los diseñadores Charles y Ray Eames, avanza progresivamente por factores de diez para mostrarnos toda la Tierra, el sistema solar, la Vía Láctea y el universo. Cada cuerpo astronómico está meticulosamente detallado. Uno puede perderse en ellos. Es una de las mejores herramientas que conozco para explicar la escala y naturaleza del universo a los niños. Isaac Asimov lo describió como «la representación más imaginativa del universo que he visto jamás o que se podía concebir. He pasado horas recorriéndolo y cada vez he visto algo nuevo que no había visto antes». Deberíamos tener versiones disponibles en todo el país... para avivar la imaginación, la inspiración, la enseñanza. En cambio, el señor Awad no puede ofrecer esta exposición a ningún museo de la ciencia importante del país. Nadie está dispuesto a concederle el espacio que necesita. En el momento de escribir estas líneas, se encuentra todavía abandonada, embalada en un almacén.
Hicieron más traslados a otros almacenes hasta que un hombre de Ithaca llamado Bob Leathers, un arquitecto conocido en todo el mundo por el innovador diseño de campos de juego comunitarios, trazó y donó los planos para un centro científico permanente. Las empresas locales ofrecieron el dinero suficiente para adquirir un solar abandonado de la ciudad y contratar un director ejecutivo, Charles Trautmann, ingeniero civil de Cornell. Leathers y él fueron a la reunión anual de la Asociación Nacional de Constructores en Atlanta. Trautmann explica que contaron la historia de «una comunidad decidida a hacerse responsable de la educación de sus jóvenes y consiguieron donaciones de muchos artículos clave como ventanas, tragaluces y maderas».
Antes de empezar a construir se tuvo que derribar parte de la vieja cabaña que había en el solar. Los miembros de una fraternidad de Cornell se prepararon. Provistos de cascos y martillos demolieron la casa alegremente. «Es el tipo de cosas que suelen traernos problemas cuando las hacemos», decían. En dos días sacaron doscientas toneladas de escombros.
Lo que siguió fueron imágenes surgidas directamente de una América que muchos de nosotros tememos que haya desaparecido. Siguiendo la tradición de la construcción de establos de los pioneros, todos los miembros de la comunidad —albañiles, doctores, carpinteros, profesores universitarios, fontaneros, granjeros, los más jóvenes y los más viejos—, todos se arremangaron para empezar a construir el centro científico.
«Se mantuvo un horario continuo de siete días a la semana —dice Trautmann— para que todo el mundo pudiera colaborar en cualquier momento. Todos recibían una tarea. Los voluntarios con experiencia construyeron escaleras, pusieron suelos y azulejos y cortaron las ventanas. Otros pintaron, clavaron clavos y transportaron suministros.» Unas dos mil doscientas personas de la ciudad dedicaron más de cuarenta mil horas. Aproximadamente, el diez por ciento del trabajo de construcción fue realizado por personas condenadas por delitos menores; preferían hacer algo para la comunidad que quedarse en la cárcel con los brazos cruzados. Diez meses después, Ithaca tenía el único museo de ciencia del mundo construido por la comunidad.
Entre las setenta y cinco exposiciones interactivas que destacan los procesos y principios de la ciencia se encuentran: el Magicam, un microscopio que los visitantes pueden usar para reflejarlo en un monitor de color y fotografiar cualquier objeto con un aumento de cuarenta veces; la única conexión pública del mundo con la Red Nacional de Detección de Rayos basada en un satélite; una cámara fotográfica de 1,80 x 3 metros en la que se puede entrar; un hoyo fósil sembrado con esquisto local donde los visitantes buscan fósiles de trescientos ochenta millones de años y se pueden quedar los que encuentran; una boa constrictor de dos metros y medio de largo llamada Spot y una serie asombrosa de otros experimentos ordenadores y actividades.
Levin y Levine todavía están allí, enseñando como voluntarios a tiempo completo a los ciudadanos y científicos del futuro. La Fundación DeWitt Wallace-Reader's Digest da apoyo y extensión a su sueño de llegar a chicos que de lo contrario tendrían negado el acceso que les corresponde por derecho a la ciencia. A través del programa nacional de la fundación Youth-ALIVE, los adolescentes de Ithaca reciben una intensa tutoría para desarrollar su capacidad científica, resolución de conflictos y habilidades laborales.
Levin y Levine creyeron que la ciencia debía llegar a todos. Su comunidad estuvo de acuerdo y se comprometió a realizar el sueño. En el primer año visitaron el Centro de Ciencia cincuenta y cinco mil personas de los cincuenta estados y de sesenta países. No está mal para una ciudad tan pequeña. Hace que uno se pregunte lo que podríamos llegar a conseguir si trabajásemos todos unidos en la creación de un futuro mejor para nuestros hijos.