15
De fiesta
—¡Me cago en diez! —masculló Griffin propinando un golpe en el pecho a Matt, que estaba sentado junto a él en la mesa que solía ocupar la banda—. Estoy perdidamente enamorado, colega. ¡Fíjate en esa tía!
Conociendo como conocía el tipo de mujer que atraía a Griffin, lo ignoré deliberadamente mientras servía a los chicos sus cervezas. Observé a Kellan por el rabillo del ojo. Él también me miraba de refilón. Tenía aspecto… resignado. Estaba preocupada por la forma en que se comportaría conmigo, después de la conversación que habíamos mantenido esa mañana en la cocina. Pero me había llevado en coche a la universidad, como siempre, me había recogido más tarde, como siempre, y me había acompañado al trabajo, como siempre…, aunque había estado más callado que de costumbre. Yo le había dicho que no era necesario, y él me había mirado con una expresión como diciendo: «No seas tonta. Puedo seguir llevándote en coche a dónde sea…, puesto que seguimos siendo amigos». En todo caso, así fue como interpreté su mirada.
Me preguntaba en qué estaba pensando cuando observé que Griffin sonreía como un idiota y se enderezaba en la silla. Lo miré con curiosidad, cuando de pronto unas manos me taparon los ojos.
—¿Quién soy?
Aparté las manos de golpe y me volví al instante.
—¡Anna! —exclamé abrazando a mi hermana—. ¡Cielo santo! Íbamos a ir a recogerte al aeropuerto mañana. ¿Qué haces aquí?
Anna me miró brevemente y luego miró a Kellan, que estaba sentado con aire despreocupado a la mesa cerca de ella, observándonos.
—Tenía tantas ganas de venir que tomé un vuelo que salía hoy.
Pasando por alto en quién se había fijado mi hermana, y el carraspeo impaciente de Griffin —estaba claro que esperaba que yo se la presentara—, me aparté un poco para mirarla. Mi loca e impulsiva hermana tenía el mismo aspecto de siempre. Teníamos un rostro casi idéntico, en forma de corazón, con los pómulos pronunciados y la nariz respingona de nuestra madre, pero allí terminaba la semejanza. Ella era muy alta, casi tanto como Denny, y realzaba su estatura con unos atractivos zapatos negros de tacones vertiginosos. Su cuerpo era voluptuoso, mientras que el mío era más atlético, y ella lo realzaba con un vestido rojo increíblemente ajustado. Suspiré para mis adentros; parecía como si acabara de bajarse de una pasarela, no de un avión.
Tenía unos labios perfectos, pintados de rojo vivo, el mismo color que su vestido. Sus ojos eran de un verde profundo y constante, mientras que los míos, castaños, parecían mudar continuamente de color. A diferencia de mi pelo castaño oscuro, rizado y rebelde, el suyo, de un castaño tan oscuro que parecía casi negro, era tan lustroso que cuando se movía rielaba como la superficie ondulante y reluciente del agua. Aquel día lo llevaba recogido en un estilo informal con una pinza. Los mechones que le caían sobre los hombros tenían unos reflejos de color rojo vivo como su vestido.
Tomé un mechón rojo vivo. Bueno, no todo seguía siendo igual en mi hermana.
—Esto es una novedad —dije sonriendo—. Me gusta.
Ella se encogió de hombros, sin apartar la vista de Kellan, quien, para mi enojo, la miraba también atentamente.
—Estuve saliendo con un peluquero —se volvió hacia mí sonriendo de forma deliciosa—, durante aproximadamente una hora. —Oí a Griffin emitir un gemido libidinoso a mi espalda.
Suspiré de nuevo mentalmente. Mi hermana era provocativa y le gustaba la aventura. Era todo lo que yo no era. Mis padres nunca se referían a ella sin añadir unos elogios tan encendidos como «guapísima», «preciosa» y «espectacular», aunque al final de la frase solían apostillar: «¿En qué lío se ha metido ahora?» Anna era demasiado atractiva y seductora, y yo tenía que presentársela a mi compañero de piso no menos atractivo y seductor.
—Chicos, esta es mi hermana…
—Anna —me interrumpió ella, apresurándose a tender la mano a Kellan. Mi hermana no tenía nada de tímida.
—Kellan —respondió él educadamente, estrechándole la mano durante unos momentos que se me antojaron muy largos.
Griffin se levantó de golpe y arrebató la mano de Anna a Kellan. Yo le di las gracias mentalmente.
—Hola, soy Griffin. —Mi hermana emitió una seductora risita y dijo «hola».
Matt y Evan se presentaron ellos mismos educadamente, mientras yo me sentía un poco como una estúpida al comprender que mi hermana no necesitaba que la presentara a nadie. Se bastaba ella sola. Kellan me observaba con curiosidad y me ruboricé. Anna sonrió y saludó a Matt y a Evan, mostrándose relajada y desenvuelta con ese grupo de atractivos jóvenes a los que acababa de conocer.
Griffin acercó una silla, birlándosela a un cliente que estaba sentado cerca, y la colocó en el extremo de la mesa, junto a él. Dio una palmadita en el asiento y Anna sonrió y le dio las gracias. Acto seguido, se dirigió hacia el otro extremo de la mesa y se sentó junto a Kellan. Matt y Evan se rieron por lo bajinis. Griffin y yo mostrábamos la misma expresión malhumorada, pero mi hermana no se percató de ello. Estaba pendiente de Kellan y movió la silla hasta colocarla pegada a la suya. Se sentó con elegancia y, esbozando una sonrisa encantadora, se apoyó contra él. Kellan sonrió, lo cual me irritó sobremanera.
Empecé a odiar la situación. No hacía ni diez minutos que mi hermana había llegado y ya deseaba que se marchara. Me sentí un poco culpable por ello. Quería a mi hermana. Pero no quería verla tratando de ligarse a Kellan. Aunque él y yo hubiésemos puesto fin a nuestro flirteo, lo cierto era que… me fastidiaba. Confié en que él cumpliera su promesa.
—Bueno, tengo que regresar al trabajo. Te traeré una copa, Anna.
—De acuerdo —respondió sin mirarme—. Por cierto, un tipo llamado Sam ha dejado mi chaqueta en el cuarto del personal.
Suspiré ante la habilidad de mi hermana para lograr que los hombres hicieran lo que ella quería.
—De acuerdo, llamaré a Denny para que te acompañe a casa en coche.
Ella me miró y guiñó un ojo.
—Ya me las arreglaré. —A continuación, se volvió hacia Kellan—. De modo que eres cantante. —Lo miró de arriba abajo—. ¿Qué más sabes hacer? —preguntó riendo con tono sensual mientras Kellan sonreía de nuevo.
Me alejé deprisa. Le gustara o no a mi hermana, iba a llamar a Denny para que la llevara a casa en coche. Lo telefoneé enseguida y le expliqué lo ocurrido. Él se rió de la exuberancia de mi hermana y dijo que pasaría a recogerla en un par de horas. Primero tenía que terminar un proyecto para Max. Supuse que su «proyecto» era algo sin la menor importancia a lo que no tenía por qué dedicarle un viernes por la tarde. Probablemente tenía que sustituir a Max o algo por el estilo.
Cuando regresé con un vodka aderezado con zumo de arándanos, su bebida preferida, mi hermana conversaba con Kellan. Charlaban animadamente mientras Griffin trataba de meter baza cuando lo dejaban. Ella me miró y me dio las gracias por la bebida, tras lo cual se volvió enseguida hacia Kellan mientras yo arrugaba el ceño. Kellan me miró de refilón. Parecía divertirle que a mí no me divirtiera nada aquella situación.
Durante todo mi turno, observé a Anna flirtear con Kellan. Él no parecía incitarla a tirarle los tejos ni él se los tiraba a ella, pero tampoco la disuadía. Mientras conversaban, ella le apartó unos mechones de pelo de la frente, le tocó el hombro y rozó su pierna contra la suya. Lo hacía con sutileza, pero sin disimulo. Cada vez que él hacía un comentario divertido, ella se reía, ladeando la cabeza. Luego, se mordía el labio de forma sensual y se pasaba un dedo por su pronunciado escote, riéndose con voz gutural. Griffin se mostraba tan irritado ante ese espectáculo como yo. Jamás imaginé que un día coincidiría con Griffin en algo.
Cuando me acerqué más tarde para informar a la banda de que iban a actuar al cabo de unos minutos, Anna tenía la mano apoyada con descaro sobre la parte interna del muslo de Kellan, quien parecía sentirse muy a gusto.
—Vete preparando, Kellan. —Mis palabras sonaron ásperas, y mi hermana me miró extrañada. Sonreí de forma poco convincente y le expliqué—: Tenéis que subir al escenario y tocar. —Kellan sonrió divertido al percibir mi tono forzado.
—¡Ah, genial! —respondió mi hermana sonriendo encantada. Deseé que Denny no tardara en venir.
Cuando los D-Bags se subieron al escenario, mi hermana se abrió paso a codazos entre el numeroso público para situarse frente al micrófono de Kellan. Él le dedicó una sonrisa irritantemente cálida mientras los chicos se preparaban. Arrugué el entrecejo, pero no pude seguir observándoles, pues los clientes empezaron a reclamar mi atención. ¿Dónde diablos se había metido Denny?
Al fin llegó cuando la banda estaba a media actuación. Anna parecía disfrutar con el espectáculo, demasiado para mi gusto, y durante buena parte del mismo Kellan no apartó sus sensuales ojos de ella y de la media docena de mujeres que había junto a ella. Cuando Denny apareció por fin, yo no estaba precisamente de buen humor.
—¿Dónde te habías metido? —le espeté.
Me miró extrañado y se pasó la mano por su pelo oscuro.
—Ya te lo dije, tenía que terminar un trabajo. —Se volvió hacia a Anna, que en ese momento extendía la mano hacia Kellan y éste, maldita sea, se inclinaba para tomarla—. Tu hermana parece estar pasándolo en grande —dijo riendo con gesto satisfecho.
Cerré los ojos y me tragué mi irritación. Al volver a abrirlos, vi que me observaba con una expresión rara.
—¿Por qué no la llevas a casa? Sus cosas están en el cuarto del personal.
Sin dejar de mirarme con expresión de extrañeza, Denny se encogió de hombros y respondió:
—De acuerdo. —Relajó su expresión y me rodeó la cintura con los brazos—. Te he echado de menos. —Me miró con ojos chispeantes al tiempo que esbozaba una cálida sonrisa.
Me relajé y le devolví la sonrisa.
—Yo también te he echado de menos. —Lo besé con suavidad. Él me abrazó y empezó a besarme más profundamente, pero me aparté—. Lo siento, andamos muy liados. ¿Puedes llevarla a casa ahora? Imagino que estará cansada después del viaje. —Me encogí de hombros como con gesto de disculpa y me alejé de él.
Denny dirigió la vista hacia el escenario, donde Anna estaba brincando rodeada por las demás mujeres, aclamando al dios del rock que estaba ante ellas.
—Sí…, tu hermana parece hecha polvo. —Denny sonrió pero yo lo miré frunciendo el ceño—. De acuerdo —dijo con un suspiro de resignación—. Meteré sus cosas en el coche y la llevaré a casa.
Sonreí y volví a besarlo con ternura.
—Gracias.
Denny se dirigió al cuarto del personal para recoger las cosas de Anna, tras lo cual regresó y trató de abrirse paso a codazos entre la multitud. Cuando llegó donde se encontraba ella, lo vi apoyar una mano en su hombro. Mi hermana se volvió hacia él y luego, sonriendo de oreja a oreja, se arrojó a sus brazos. No pude evitar reírme al observar la cara que puso Denny. Parecía no saber si abrazar o no a esa hermosa mujer que estaba apretujada contra él. Sonreí al comprobar su fidelidad a mí…, lo cual, como es natural, hizo que en mi rostro se esbozara una expresión preocupada cuando alcé la vista para mirar a Kellan sobre el escenario. Kellan observaba a Anna y a Denny con una sonrisa divertida. De pronto me miró, y me sentí atrapada en sus profundos ojos azules y su seductora voz.
Estaba secuestrada por su mirada, incapaz de desviar los ojos, cuando, de repente, sentí que una mano se apoyaba suavemente en mi hombro. Me volví sorprendida y comprobé que era Denny. Por lo visto, había regresado del cuarto del personal, pasando junto al escenario, mientras yo contemplaba a Kellan embelesada.
—Lo siento, no quiere venirse a casa conmigo. —Se encogió de hombros, como si la reacción de mi hermana no lo sorprendiera demasiado.
—¿Que no quiere irse contigo? —Respiré profundamente un par de veces para calmarme. Confié en que Denny no se hubiera percatado de qué había retenía mi atención durante tanto rato.
—Quiere ver el resto de la actuación. —Denny volvió a encogerse de hombros—. ¿Quieres que me quede para llevaros a las dos a casa en coche? —Me recogió un mechón que se había soltado de mi coleta detrás de la oreja.
Suspiré, mosqueada y aliviada a la vez.
—Sí, gracias. —Al menos mi hermana no se iría a casa en el coche de Kellan.
Por supuesto, había olvidado lo tenaz que era mi hermana cuando deseaba algo…, y estaba claro que deseaba a Kellan. Algo que no me sorprendió. Había supuesto que en cuanto le echara el ojo querría ligárselo. Era difícil resistirse a él. Suspiré al verla subirse tranquilamente a su coche al término de la velada. Denny también se rió mientras la observaba. Había estado tan ocupada recogiendo al finalizar mi turno que no había podido impedir que mi hermana abandonara el local con Kellan. Cuando por fin salí con Denny, los vi subirse al coche de él. ¿Qué habían hecho durante tanto tiempo ahí fuera? La ira volvió a apoderarse de mí cuando Kellan arrancó y salieron del aparcamiento. Pobre de él si no la llevaba directamente a casa.
Por suerte para él, eso fue lo que hizo. Su Chevelle estaba frente a la entrada de casa cuando nosotros aparcamos. Entré apresuradamente por la puerta principal y me los encontré sentados juntos en el sofá, enfrascados en una animada conversación.
Denny entró al cabo de unos momentos y me rodeó con los brazos.
—Bien… —dijo Anna sonriendo a Kellan de forma seductora—, ¿dónde voy a dormir esta noche?
Kellan esbozó su media sonrisa y se dispuso a responder, pero me apresuré a intervenir.
—Dormirás conmigo, Anna. —Miré a Denny, mientras mi hermana fruncía el ceño y Kellan reprimía una carcajada—. ¿Te importa dormir en el sofá?
Denny torció el gesto.
—¿En el sofá? —Miró el tronado sofá lleno de bultos—. ¿Lo dices en serio?
Mis ojos eran tan fríos como mi voz.
—Bueno, si lo prefieres puedes dormir con Kellan. —Mi tono indicaba que eran sus únicas opciones. Anna dormiría conmigo, donde yo pudiera cerciorarme de que no se movería de mi lado en toda la noche.
Denny me miró arqueando una ceja, mientras Kellan decía riendo:
—Te advierto que doy patadas en la cama.
—De acuerdo, dormiré en el sofá —replicó Denny malhumorado, y subió en busca de una manta.
—Bueno —dijo mi hermana animándose—, yo podría dormir con…
La tomé de la mano y la obligué a levantarse del sofá.
—Anda, vamos. —La conduje escaleras arriba, mientras Kellan observaba divertido cómo la alejaba deprisa de su lado.
No pegué ojo en toda la noche. Mi hermana se entretuvo en el baño largo rato después de que yo ya me hubiera acostado, y yo no podía montar guardia en el pasillo, vigilándola como una madre excesivamente protectora que vela por la virtud de su hija, de modo que apreté los dientes mientras aguzaba el oído por si oía algún ruido sospechoso. Habría jurado que en cierto momento oí la risa de Kellan, y tuve que hacer un gran esfuerzo de voluntad por no ir en busca de mi hermana y obligarla a volver a la cama, pataleando y gritando.
Por fin, Anna entró en la habitación a oscuras y se acostó en el lado de la cama que solía ocupara Denny, dándome las buenas noches con tono jovial. Yo la ignoré, fingiendo que dormía. No sé muy bien por qué. Huelga decir que me fue imposible conciliar el sueño. Estaba pendiente de cada movimiento que hacía mi hermana. ¿Se movía en sueños o trataba de levantarse de la cama para ir a encontrarse en secreto con Kellan en su habitación mientras los demás dormíamos? Permanecí en vela toda la noche, y pensé que no sería capaz de afrontar otra noche como ésa. Quizá sería mejor dejar que Kellan fuera a dormir a casa de Matt.
Pero por fin amaneció y, cuando oí abrirse la puerta de la habitación de Kellan, pues estaba completamente desvelada, bajé al poco rato para tomarme un café con él en la cocina. Me detuve al pie de la escalera para mirar a Denny, que estaba acostado en el sofá. Dormía como un leño, pero no parecía estar muy cómodo. Me sentí un poco culpable por haberlo obligado a dormir allí. Bueno, más tarde lo compensaría por ello.
Kellan no pareció sorprendido al verme cuando entré en la cocina. Me sonrió de una forma más que elocuente y me observó detenidamente mientras rellenaba la cafetera de agua.
—Buenos días. ¿Has dormido bien? —Su tono socarrón no podía ser más evidente.
—Perfectamente. —Ya le valía con tanta guasa—. ¿Y tú?
Después de poner la cafetera en marcha se volvió y se apoyó contra la encimera.
—Como un niño.
Apreté los dientes y sonreí de modo forzado mientras me sentaba a la mesa y esperaba a que el café estuviera listo.
—Tu hermana es… muy interesante —comentó al cabo de un minuto.
Lo miré con el ceño fruncido pero no dije nada, preguntándome si iba a abundar en el tema. Pero no lo hizo. Me sonrojé y él observó mi reacción con curiosidad.
—En efecto, lo es. —Yo tampoco quería hablar más del tema.
Cuando el café estuvo listo, Kellan preparó dos tazas. Nos bebimos nuestros cafés en silencio…, un silencio un tanto incómodo. Mejor dicho, él mostraba un aspecto muy relajado, desastrosamente perfecto, pero yo estaba hecha un manojo de nervios…, lo cual me puso aún más nerviosa.
Cuando me terminé el café, me apoyé en el quicio de la puerta y contemplé a Denny dormido sobre el sofá casi como sumida en trance. Regresé a la realidad cuando mi hermana entró en la cocina, luciendo la camiseta de los Douchebags… y nada más. Di las gracias mentalmente a la Providencia de que Kellan hubiera subido a su habitación después de beberse el café. Anna estaba demasiado atractiva para ser una mujer que acaba de despertarse.
—¿De dónde la has sacado? —pregunté, asombrada. Kellan había tardado varias semanas, hasta que al fin me había dado la suya. ¿Le había bastado con hacerle ojitos para que él se despojara de su camiseta y se la diera también? Curiosamente, me sentí traicionada por ello.
—Me la dio Griffin… después de la actuación. Tiene una caja llena de camisetas en su furgoneta. ¿Quieres una? —Anna me miró sonriendo dulcemente y yo me sentí culpable por haber pensado mal de ella.
—No…, ya tengo una. —Una que sorprendentemente aún olía a Kellan, de modo que nunca me la ponía, aunque no iba a contárselo a ella—. Pero deberías vestirte con más decoro. Denny no tardará en despertarse. —En realidad no era Denny quien me preocupaba que la viera con un atuendo tan seductor.
—Ah, vale, lo siento. ¿De modo que Kellan ya se ha levantado? —preguntó, casi tímidamente.
Suspiré.
—Sí, creo que ha vuelto a subir a su habitación.
—Ya. —Anna sonrió y alzó la vista hacia el techo, hacia donde se encontraba la habitación de Kellan—. ¿Ha dicho algo sobre mí?
Me molestó que de pronto me tocara hacer de casamentera, pero le dije la verdad.
—Sí, dijo que eras muy interesante.
Ella arrugó un poco el ceño.
—Mmm… No es exactamente lo que suelen decir los hombres de mí. Pero supongo que podría ser peor. —Sonrió y se volvió para subir de nuevo—. Tendré que revisar mi estrategia —dijo guiñándome el ojo.
Me senté a la mesa y suspiré de nuevo. ¿Era ya domingo?
Anna quería ir de tiendas mientras estuviera en la ciudad, de modo que tomamos prestado el coche de Denny y fuimos a Bellevue Square. Condujo ella, pues los coches con cambio de marchas manual se le daban mejor que a mí. Mientras recorríamos Macy’s vimos un vestido negro y decidió probárselo para lucirlo esa noche. Como es natural, le sentaba divinamente. Era un sencillo vestido sin mangas, con la falda muy corta, pero que se ajustaba perfectamente a su voluptuosa figura. Yo jamás habría podido lucir un vestido así. Me habría hecho sentir incómoda que todo el mundo pudiera atisbar incluso mi ropa interior. Pero mi hermana parecía sentirse muy a gusto mientras giraba alrededor del probador. Parecía sentirse tan cómoda y relajada como si llevara puesto su chándal favorito.
Cuando nos dirigíamos hacia la salida, pasamos a través de la sección de perfumería. Me detuve al ver la colonia que solía gastar Denny. Tomé un frasco de muestra y al aspirar el perfume pensé en seguida en él. Mi hermana puso los ojos en blanco pero me miró sonriendo mientras probaba algunos frascos de muestra.
—¿Qué colonia utiliza Kellan? —me preguntó mientras aspiraba el perfume de un frasco tras otro arrugando ligeramente el ceño.
Me quedé helada al oírle pronunciar su nombre. ¿Qué la inducía a pensar que yo lo sabía?
—No lo sé…, ¿por qué? —Yo misma me había hecho esa pregunta en numerosas ocasiones.
Ella me miró sonriendo con gesto jovial.
—Huele de maravilla. ¿No te habías dado cuenta?
Por supuesto que me había dado cuenta.
—No.
Anna soltó un bufido, que en ella resultaba atractivo.
—Kiera, ya sé que estás encantada con Denny —dijo mirándome con cierta contrariedad—, pero, por lo que más quieras…, cuando la vida te ofrece un bombón como ése… —sonrió de nuevo con gesto alegre y tomó un frasco para aspirar su perfume—, aspira su aroma. —Después de dejar el frasco en su sitio, soltó una carcajada y sonrió con picardía, de una forma que me recordó dolorosamente a Kellan—. Y en caso necesario… dale un par de bocados.
Torcí el gesto. Si supiera las veces que había hecho ambas cosas…
Terminamos nuestras compras después de que mi hermana hallara unos zapatos perfectos, con unos tacones de vértigo, y un delicado collar de plata. Suspiré para mis adentros. Esa noche estaría espectacular… Ya lo estaba vestida tan sólo con unos vaqueros y una camiseta ajustada. Yo no tenía dinero para gastármelo en ropa, de modo que rebuscaría en mi armario ropero hasta encontrar algo presentable que ponerme. En realidad no importaba. De todos modos, no podía rivalizar con ella. Ni tenía por qué hacerlo, me dije. Denny me amaba, y eso era lo importante. Denny, no…
Pero no me permití completar esa reflexión.
Tomamos un almuerzo ligero y ella me habló sobre los diversos hombres con los que había «salido» desde que había dejado a Phil sin contemplaciones, a juzgar por la forma en que relató la historia. Por un momento me compadecí de Phil. Probablemente, Anna le había destrozado el corazón sin ni siquiera percatarse. Sentí una curiosa y triste afinidad con él.
Después de comer, visitamos más tiendas y mi hermana hizo algunas compras más, tras lo cual regresamos a casa para prepararnos para nuestra… velada.
Anna se vistió con su nuevo conjunto, mostrándose relajada y cómoda con él, y bajó mientras yo seguía rebuscando en mi armario algo que ponerme. Denny hizo algunas sugerencias, hasta que lo fulminé con la mirada. A partir de entonces, guardó silencio, negando con la cabeza mientras se abotonaba la camisa. Lo observé unos momentos, un poco mosqueada por la facilidad con que se vestían los chicos. Su camisa blanca se ajustaba perfectamente a su cuerpo, y la lucía sobre sus vaqueros desteñidos favoritos. Estaba muy atractivo. De haber estado yo de mejor humor, le habría impedido que se abrochara la camisa y se la habría quitado.
Pero estaba de mal humor. Por fin encontré algo que ponerme y me vestí con desgana.
Al rato bajé la escalera y me paré en seco. Mi hermana y Kellan estaban sentados en el sofá. Kellan estaba sentado en el borde del cojín, con los codos apoyados en las rodillas, y mi hermana a horcajadas detrás de él, arrodillada sobre los cojines, con el cuerpo oprimido contra el suyo. Su ajustado vestido negro sin mangas era tan corto que enseñaba los muslos, aunque parecía tenerle sin cuidado. A Kellan tampoco parecía molestarle. Ella estaba jugueteando con su pelo mientras él miraba distraído la televisión. La irritación me hizo arrugar el ceño.
Anna se volvió hacia mí y sonrió.
—Hola…, ¡estás fantástica! —Al contemplar su belleza, me sentí todo menos fantástica, en todo caso pasable. Kellan se volvió también hacía mí y esbozó una breve sonrisa de aprobación.
—Estás muy guapa —me susurró Denny mientras bajaba la escalera detrás de mí. Me besó en el cuello y me relajé un poco. Me alegré de que le gustara el conjunto que me había costado tanto seleccionar. Sabía que no podía competir con mi hermana, de modo que había decidido ponerme algo cómodo. Había elegido unos zapatos planos de color negro, unos vaqueros negros de cintura baja y una camisa sin mangas, muy escotada, de color rojo; en las discotecas suele hacer mucho calor. Me había recogido el pelo en una coleta. Estaba preparada para el calor que sabía que pasaría.
—Espero que a tu hermana no se le ocurra hacerme eso —comentó Denny, situándose junto a mí y observando a Anna y a Kellan sobre el sofá con un pequeño gesto de contrariedad. Por fin dejé de mosquearme por la forma en que estaban sentados y me fijé en lo que estaban haciendo. Anna no sólo jugueteaba con su pelo, sino que lo estaba peinando.
Denny y yo entramos en el cuarto de estar. Denny se sentó en la butaca y, dándose una palmada en las rodillas, me invitó a sentarme sobre ellas. Después de echarle un vistazo rápido a Kellan, obedecí.
—¿Qué haces, Anna? —pregunté, tratando de adoptar un tono desenfadado.
Ella sonrió alegremente.
—A que tiene el pelo más jodidamente bonito que has visto en tu vida. ¿No te dan ganas de…? —Tomó un mechón de pelo de cada lado de su cabeza y tiró de ellos, haciendo que Kellan hiciera una mueca de dolor seguida de una sonrisa—. ¡Dios! —exclamó ella con tono insinuante.
Yo me puse como un tomate, sabiendo exactamente a qué se refería mi hermana, pero no dije nada.
Anna siguió peinando a Kellan mientras él sonría beatíficamente y bajaba la vista.
—Le pedí que dejara que yo se lo arreglara para ir a la discoteca. Será el chico más guapo de cuantos estén allí. —Miró a Denny y añadió—: No te ofendas.
Denny se rió.
—No me ofendo, Anna.
—Ya —dije en tono quedo, pensando que Kellan tenía un pelo fabuloso sin necesidad de que Anna se lo transformara. Pero mientras la observaba trabajar, tuve que reconocer que, curiosamente, estaba aún más imponente. Anna tomaba las secciones de pelo más largas y las moldeaba con gel para definir su alborotado cabello en unos gruesos y tiesos mechones alrededor de su cabeza.
El efecto era increíblemente sexy y, cuando él vio que lo observaba, me sonrojé y desvié la mirada. Sentí una punzada de celos de que mi hermana le estuviera haciendo algo tan íntimo, seguida de una punzada de deseo que me apresuré en desterrar.
—¿Qué os parece? —preguntó Kellan.
—Pues… que estás muy bien, tío —respondió Denny, riéndose un poco.
—Tú no entiendes a las chicas, Denny. Se volverán locas cuando lo vean. ¿Verdad, Kiera? —preguntó Anna sin rodeos.
Kellan se rió por lo bajinis y yo me puse aún más colorada.
—Desde luego, Anna. Está hecho…
—¿Un bombón? —terció Kellan con gesto divertido, sin apartar los ojos de los míos.
—¡Eso me gusta! —exclamó Anna, echándole los brazos al cuello después de terminar su tarea. Ese gesto de confianza me sentó fatal.
—¿Estamos listos para marcharnos? —pregunté con excesiva vehemencia.
Kellan asintió con la cabeza y se levantó, y por fin pude ver cómo iba vestido. Vestía de negro de pies a cabeza: botas negras, vaqueros negros y una ajustada camisa de manga corta negra. Combinado con su pelo tieso e increíblemente sexy, tuve que cerrar los ojos y darme un minuto para sobreponerme a su tremendo atractivo.
Esta noche iba a ser… muy interesante.
Llegamos a la discoteca llamada Spanks que Griffin le había recomendado a Kellan. Conociendo a Griffin y sus… gustos, no estaba muy segura de si debíamos entrar en ese lugar. Kellan nos aseguró que era una discoteca normal y corriente, pese a su extraño nombre, y que la música era estupenda. Claro que a Kellan le parecería muy divertido convencernos a todos de entrar en un club sadomaso. Bien pensado, a Anna también le parecería muy divertido. En cierto modo, hacían buena pareja, un pensamiento que me entristeció un poco.
La música sonaba a todo volumen, incluso desde fuera. Denny me tomó de la mano y, sonriendo, me ayudó a bajar del coche. Kellan conducía su propio coche. Anna, como era de prever, se había apresurado a subirse en él antes de que yo pudiera protestar. Kellan halló un espacio cerca de donde habíamos aparcado y ayudó también a Anna a bajarse del coche. Ambos se dirigieron hacia Denny y hacia mí con aspecto de supermodelos.
Mi hermana se ajustó su vestido ridículamente corto y echó un vistazo a sus zapatos de altísimos tacones antes de darme un rápido abrazo. No pude evitar sentir envidia al contemplar su belleza. Se había pintado los labios de rojo vivo, sus ojos verdes relucían maravillosamente gracias a la habilidad con que se había maquillado las pestañas, y se había peinado su lustrosa cabellera en unos bucles perfectos que se agitaban cada vez que movía la cabeza, mientras las mechas rojizas asomaban seductoramente a través de las capas inferiores. Si la perfección de Kellan hubiera podido transformarse en una mujer…, habría sido mi hermana. Durante un segundo, no pude evitar pensar que si ella y Kellan tenían hijos, serían espectaculares. Un pensamiento que me irritó profundamente.
Anna agarró a Kellan de la mano y lo condujo hacia la puerta de entrada. Él sonrió y le rodeó los hombros con el brazo. Denny me rodeó con el brazo y los seguimos a través del aparcamiento. Me alegré de que lo hiciera, pues de pronto sentí frío.
El tipo corpulento situado junto al cordón a la entrada de la atestada discoteca echó un vistazo a Kellan y a Anna y al instante levantó el cordón para dejarlos pasar. Era lógico. Las personas superespectaculares no tenían que hacer cola. Kellan se detuvo junto al cordón para asegurarse de que Denny y yo, que éramos menos espectaculares, entráramos también.
Spanks era tan sólo un nombre ingenioso destinado a atraer a la gente. El interior estaba decorado, por fortuna, como cualquier local de su estilo. Había unos sofás dispuestos aquí y allá, unas mesas alargadas con taburetes, unos cuadros relativamente interesantes colgados en las paredes, una larga barra junto a la pared del fondo, frente a la entrada, y, a un lado, una multitud de cuerpos que meneaban el esqueleto en la pista de baile, que era inmensa. La música era gratamente ensordecedora. Me alegré de ello, y de la confusa masa de cuerpos, pues sentí deseos de esfumarme.
Denny, Anna y yo encontramos un lugar libre en una de las mesas alargadas mientras Kellan se abría paso entre la multitud de personas que esperaba que les sirvieran sus copas en la barra. No obstante, regresó en un tiempo récord, y no pude evitar observar que la chica que atendía la barra le dirigía unas miradas repugnantemente indecorosas, lo cual me irritó.
Kellan nos entregó a todos un chupito de… no sé qué. Lo olisqueé y torcí el gesto. Lo miré y comprobé que me observaba sonriendo y arqueando una ceja. ¿Tequila? ¿Nos había traído tequila? Depositó un recipiente con limas y un poco de sal mientras yo lo miraba sin dar crédito. Todos los que me rodeaban se apresuraron a prepararse sus chupitos; nadie parecía tener objeciones hacia el tipo de bebida que había elegido Kellan. Al fin, hice de tripas corazón y me preparé también el mío.
Kellan soltó una risita, que por fortuna quedó sofocada por el ruido, y nadie reparó en ello salvo yo. Sumergió el dedo en el tequila para humedecerse el dorso de la mano, y de pronto el recuerdo de verle hacer eso la primera noche que estuvimos juntos irrumpió en mi mente de forma tan impactante que tuve que cerrar los ojos y respirar hondo.
—¿Estás bien? —me susurró Denny al oído inclinándose sobre mí.
Abrí los ojos y vi su preocupada expresión.
—Sí… —Miré a Kellan indignada—. Es que no soy muy aficionada al tequila.
Kellan sonrió de oreja a oreja.
—¿De veras? Supuse que te… encantaría.
Cuando Kellan volvió a reírse y yo arrugué el ceño, mi hermana dijo:
—Pues a mí me encanta… ¡Salud!
Kellan arqueó una ceja y brindó con Anna; prepararon sus chupitos y se los bebieron al mismo tiempo. Ambos se rieron al succionar las limas. Denny alzó su copa y yo hice lo propio, aunque a regañadientes, brindamos y nos bebimos nuestros tequilas al mismo tiempo. De pronto, para darles a los demás en las narices, tomé la lima de Denny de su boca y lo besé.
Mientras besaba a un sorprendido pero entusiasmado Denny, oí exclamar a mi hermana:
—¡Bravo! ¡Ésta es mi chica!
Me aparté y miré a Kellan de refilón. Su expresión divertida se le había borrado del rostro. Tenía la mandíbula crispada. Luego, esbozando su sexy media sonrisa, miró a Anna y le tendió la mano.
—¿Te apetece? —preguntó, indicando hacia la pista de baile con la cabeza, y ella se apresuró a asentir.
Desaparecieron entre la multitud mientras él la conducía hacia la pista con la mano apoyada en su espalda…, en la parte baja de su espalda. Kellan se volvió una vez para mirarme, con una extraña expresión en sus ojos, antes de que los engullera la multitud.
Me tragué mi indignación y me volví hacia mi chico.
—Forman una pareja estupenda —dijo Denny, observándolos también mientras se alejaban.
Tragué de nuevo saliva y me esforcé en dejar a un lado mi irritación, procurando relajarme del todo por primera vez en lo que me parecía una eternidad. Denny me miró con adoración, su sonrisa de despistado pintada en su hermoso rostro.
«Bailar» era un término relativo en un local tan abarrotado con ese. Bailar consistía más bien en unos movimientos rítmicos ejecutados en el reducido espacio de que disponía cada pareja. Denny me tomó de la mano para evitar que nos separáramos entre el gentío y me condujo a la pista central. Empezaba a hacer calor y me alegré de haber elegido un atuendo cómodo. No conocía la canción que sonaba, y me tenía sin cuidado. Era una música percutiva que sofocaba cualquier otro pensamiento en mi caótica mente.
Denny me enlazó por la cintura y me estrechó contra él. Yo me reí y le rodeé el cuello con los brazos. A veces olvidaba lo atractivo que era Denny. Se había desabrochado los tres primeros botones de la camisa y su seductora piel asomaba a través de la abertura. Lucía un moderno y fabuloso corte de pelo, y pasé los dedos a través de las capas más cortas, en su nuca, lo cual le hizo sonreír.
No había pasado inadvertido para las mujeres que se hallaban a nuestro alrededor. Cuando empezamos a bailar, apenas se fijaron en mí antes de volverse para mirarlo con franca admiración. Denny no reparó en ellas. Nunca se fijaba en otras mujeres. Sólo tenía ojos para mí. Me atrajo hacia él para besarme, sus ojos chispeantes y cálidos. Pasé un dedo sobre la maravillosa pelusilla que le cubría la barbilla y suspiré de felicidad, dejando que la música, y su cuerpo, disiparan mis problemas.
No volvimos a ver a Kellan y a Anna. Traté de no especular sobre dónde se habían metido en la discoteca y en lo provocativamente que debían estar contoneándose al ritmo de la música. Me esforcé en no pensar en que quizá nos hubieran dejado plantados allí para ir en busca de un lugar más íntimo. Al fin, conseguí bloquear esos pensamientos y concentrarme sólo en la música, que sonaba a todo volumen, en los cuerpos que giraban a nuestro alrededor y en el sonido percutivo del bajo. En eso y en que Denny estaba junto a mí. Mi dicha duró lo que me parecieron horas.
El calor iba en aumento porque estábamos en el centro de la multitud. Denny hizo el gesto de beber, pues el ruido hacía imposible oír a nadie, indicando que estaba preparado para tomarse la segunda ronda. Yo le di un empujoncito en broma y sacudí la cabeza, porque no quería renunciar al santuario que me ofrecía la música. Le di un beso rápido y señalé el suelo, indicándole que le esperaría en ese lugar.
Él se abrió paso entre la multitud mientras las mujeres lo miraban con admiración. Suspiré y meneé la cabeza cuando dobló la esquina hacia la barra. Sí, mi chico era un bellezón, y ni siquiera era consciente de ello. Cerré los ojos y me centré en la música, feliz y contenta. Sin pensar en nada.
De pronto, me quedé estupefacta al sentir una mano musculosa y familiar acercarse por detrás, introducirse debajo de mi liviana camisa y apoyarse en mi estómago desnudo. Abrí los ojos, pero no era preciso que me volviera para ver quién era. Conocía esa mano demasiado bien, y al instante sentí que un fuego ardía en mi vientre. Inmersa en mi felicidad, casi había olvidado que Kellan estaba allí. ¿Nos había estado observando? Me asombró que se atreviera a hacer eso después de haber puesto fin a nuestra relación, y más aún estando Denny y Anna presentes. Me apretó contra sus caderas y empezamos a movernos juntos y de forma sensual al son de la música. Lo que con Denny resultaba divertido con Kellan se había convertido en algo más intenso. Me sentí desnuda.
El calor en la sala arreció. Sentí que una gota de sudor se formaba entre mis omóplatos y se deslizaba sobre la piel de mi espalda. Él apartó con la mano que tenía libre unos mechones en la nuca que se habían escapado de mi coleta, provocándome una descarga eléctrica que me recorrió la espalda. Luego, se inclinó y me enjugó lentamente la gota de sudor con la lengua, dejando un rastro salado sobre mis omóplatos y la nuca, mordisqueándome la piel con suavidad. Contuve el aliento; mi visión se hizo borrosa. Maldita sea…
Al parecer, desde que habíamos puesto fin a nuestra relación, todo simulacro de inocencia se había evaporado. Eso no podía seguir así. Tenía que impedirlo.
Sin embargo, cerré de nuevo los ojos en contra de mi voluntad y me fundí contra él. Una de mis manos estaba apoyada en la suya sobre mi estómago, la otra estaba apoyada en su cadera. Mi respiración se aceleró y apoyé la cabeza sobre su pecho. El bajó la mano que tenía apoyada sobre mi estómago y su pulgar se detuvo en el botón de mis vaqueros. Eso bastó para que yo sofocara una exclamación de deseo, y entrelacé nuestros dedos y le apreté la mano. Deseaba salir huyendo, deseaba abrirme paso a zarpazos entre la multitud e ir en busca de Denny, regresar a mi santuario, alejarme de la abrasadora sensación que Kellan me producía en todo el cuerpo. Pero eso era lo que decía mi mente. Mi cuerpo se puso a temblar, la mano que tenía apoyada en la suya resbaló sobre la parte delantera de su muslo, y mi cabeza… se volvió lentamente hacia él.
Él me tomó con la otra mano del mentón y acercó bruscamente mis labios a los suyos. Yo gemí, pero el sonido quedó sofocado por la estruendosa música. Después de varias semanas de un flirteo cada vez más intenso, tentándonos uno a otro con caricias, con nuestros cuerpos y nuestros labios, sin rendirnos al desenfrenado deseo que sentíamos, comprendí que lo deseaba más de lo que había imaginado. Oprimí mis labios con fuerza contra los suyos; todo mi cuerpo ardía de deseo. Ni siquiera podía plantearme pedirle que se detuviera.
Él entreabrió los labios y su lengua tocó mi paladar. Sentí que un fuego estallaba a través de todo mi cuerpo. Perdí por completo el frágil control que me quedaba. Me volví entre sus brazos, de cara a él, y él me apretó contra su cuerpo, sin romper en ningún momento el contacto de nuestros labios, sin abrir los ojos. El corazón me latía con furia, alcé las manos y las enlacé en su nuca, entre su espeso cabello. Sus manos resbalaron sobre mi espalda desnuda, debajo de mi camisa, y me estrechó con fuerza contra él. Ambos jadeábamos en las breves pausas en que nuestros labios se separaban.
El calor, el ritmo de la música, sus manos fuertes, su trabajosa respiración, su olor, su sabor, sus suaves labios y su lengua explorando mi boca hacían que enloqueciera. Una de sus manos se deslizó sobre mi trasero y me agarró por la parte superior del muslo, levantándome la pierna ligeramente hacia su cadera. En esa postura, era más que evidente hasta qué punto me deseaba. Emití un gemido, deseándolo yo también en ese momento. Abrí los ojos y me aparté de sus labios, apoyando la cabeza contra la suya y jadeando con suavidad. Empecé a desabrocharle automáticamente la camisa, sin importarme dónde nos hallábamos. Sus ojos abrasadores no se apartaban de los míos.
A nuestro alrededor, algunas mujeres se habían fijado en Kellan y lo miraban con lascivia. Hasta ese momento, nadie parecía haberse percatado del momento íntimo que compartíamos, que iba en aumento. Él cerró los ojos y suspiró entrecortadamente cuando le desabroché la mitad de los botones de la camisa. Me abrazó con fuerza y apretó de nuevo sus labios contra los míos. No podíamos seguir así más tiempo. Era como si yo me hubiera convertido en otra persona, absorbida por su pasión. No sabía qué hacer, no sabía cómo dejar de mostrar tan explícitamente lo que sentía en un lugar público. Quería que me llevara a algún sitio…, donde fuera.
Me faltaban dos botones de su camisa por desabrochar cuando, de improviso, me apartó bruscamente. Acto seguido, se volvió para desaparecer entre la multitud, su rostro encendido pero impenetrable. Yo respiraba con dificultad, confundida, tratando de recuperar el resuello.
En ese preciso momento, sentí que Denny me tomaba la mano y me atraía hacia él. No me había percatado de su regreso. ¿Había visto algo? ¿Tenía yo un aspecto distinto? Escruté sus ojos, pero sólo mostraban alegría de hallarse de nuevo junto a mí. Supuse que achacaría mi sudor y mis jadeos al baile.
Entonces hice algo que más tarde me atormentaría. Me estrujé contra él, tomando su rostro bruscamente en mis manos y besándolo con fuerza. Una intensa excitación sexual me recorrió el cuerpo mientras imaginaba que estaba de nuevo con Kellan. Denny reaccionó sorprendido durante medio segundo, tras lo cual me besó con el mismo ardor con el que yo lo había besado a él. Asqueada conmigo misma, no podía dejar de besarlo, de desearlo, de necesitarlo, sabiendo que, aunque era Denny quien estaba conmigo físicamente, no era a él a quien estaba prácticamente violando. De pronto, sentí unos ojos clavados en mí desde algún lugar de la discoteca.
—Llévame a casa —le susurré al oído, jadeando.
Mucho más tarde, me incorporé en la cama, desnuda, y miré a Denny, que dormía a mi lado. La culpa se apoderó de mí. Si supiera lo que yo había hecho…, con quién lo había suplantado mentalmente… Intenté tragar saliva, pero tenía la garganta demasiado seca. Tenía mucha sed, de modo que tomé la primera prenda que encontré a mano y me levanté para ponérmela. La que estaba más cerca de la cama era la camisa de Denny. Olía maravillosamente a él, y me la puse.
Deseosa de beber un vaso de agua fría y pura del frigorífico, bajé la escalera. Al pasar frente a la puerta de la habitación de Kellan, me detuve durante una fracción de segundo. En parte, confiaba en que no nos hubiera oído. No imaginaba lo que pensaría si nos había oído a Denny y a mí haciendo el amor. Yo había gemido sonoramente. El hecho de imaginarme que estaba con Kellan me había hecho perder todo control. Al recordarlo, arrugué el ceño.
Me dirigí a la cocina, pensando en Kellan, en lo que había ocurrido en la discoteca, en lo intensas que se habían puesto las cosas entre nosotros, en lo mucho que lo deseaba y él me deseaba a mí. La situación se había vuelto peligrosa entre nosotros. No sabía qué hacer.
Miré a través de la ventana y me detuve en seco. Su coche no estaba aparcado. ¿De modo que no estaba en casa? Regresé al cuarto de estar. ¿Anna no estaba allí? Santo Dios, estaban juntos…, solos. Al instante, pensé en media docena de lugares —y posturas— en los que podían encontrarse. Ese pensamiento hizo que me sintiera enferma, y luego culpable. Acto seguido me enfurecí. Al margen de lo que hubiera entre Kellan y yo, él me había prometido —¡me lo había prometido!— que no se acostaría con Anna.
Ya no tenía sed, de modo que me volví y subí de nuevo a acostarme.