DOCE

El ritual de la contribución y la importancia

No me puedo creer que el objetivo de la vida sea ser «feliz».

Creo que el objetivo de la vida es ser útil, responsable y compasivo. Es, sobre todo, importar, contar, defender algo, marcar alguna diferencia con lo que hayas vivido.

LEO C. ROSTEN

Poco antes de la medianoche avanzaba al volante de mi automóvil por la carretera azotada por el viento que llevaba al observatorio. Estaba habitualmente vacío, con la excepción "de dos astrónomos que lo usaban para sus investigaciones. Aparqué el coche y subí corriendo las escaleras que llevaban al vestíbulo principal donde Julian me había dicho que lo esperara. La noche era espectacular, sin Una nube en el cielo. La luna y las estrellas brillaban. Sabía que aquel espectáculo iba a encantarle a Julian.

-¡Hola, Peter! -murmuró Julian saludándome rápidamente antes de volver a concentrarse en lo que estaba viendo a través del enorme telescopio-. Me alegro de que hayas podido venir.

-No me lo hubiera perdido por nada del mundo, amigo mío. ¿Buscas algo especial esta noche?

-Sí. Esta noche va a ser muy especial, te lo prometo

-contestó sin apartar los ojos del telescopio.

-Te gustará saber que resolví el rompecabezas con la última pieza que me diste. -¿Y qué descubriste?

-Verás. Cada vez que me dabas una pieza nueva en la que estaba grabado uno de los ocho rituales, descubrí que también había un dibujo. Pero nunca me imaginé de qué se trataba. A medida que unía las piezas iba viendo que se trataba de una especie de símbolo, pero no averigüé el significado hasta que me diste la última pieza.

-¿Y ahora lo sabes?

-Es una estrella.

-No es solo una estrella. Es la estrella.

-No sé si te entiendo, Julian.

-Todas las estrellas brillan de noche. Pero esta brilla de una forma especial. -¿Cuál?

-Sirio, la más luminosa del firmamento.

De pronto, Julian soltó un grito.

-¡Ahí está! ¡Es la hora! ¡Vamos! -gritó cogiéndome del brazo para sacarme del edificio.

Bajamos corriendo las escaleras y tomamos un sendero azotado por viento que nos condujo a un vasto campo. Luego nos detuvimos y nos quedamos allí en silencio-o Está ocurriendo lo que los sabios me prometieron que iba a ocurrir —observó Julian con deleite.

-¿Qué es lo que está ocurriendo? -dije sin lograr ver nada extraordinario.

-Esto -dijo señalando a la estrella que estaba empezando a titilar en la negra capa de oscuridad que había cubierto el cielo nocturno. Su brillo aumentó y su luz empezó a inundar el cielo veraniego. Pronto adquirió tal brillo que tuve que levantar la mano para protegerme los ojos. Era casi lo mismo que había ocurrido la noche del partido de baloncesto pero con una intensidad mayor. Al poco tiempo, el cielo estaba lleno de luz y parecía que estuviéramos en pleno día aunque mi reloj señalaba las doce y cuz.rto de la noche. Era una vista increíble.

Miré a Julian y vi que estaba traspuesto y que su cara expresaba alegría y excitación. En su rostro brillaba una sonrisa radiante y sus manos estaban fuertemente unidas haciendo el saludo tradicional que los hindúes dedican a las personas que respetan.

-Saborea lo que estás viendo, Peter. El mundo no lo volverá ver hasta dentro de mil años. Los sabios, en su infinita sabiduría, sabían que este acontecimiento astronómico se produciría esta noche y a esta hora. Estoy seguro de que lo están contemplando ahora mismo. Espero que estén tan emocionados como yo. No hay duda de que los echo de menos.

-¿Qué es todo esto? -pregunté volviendo rápidamente la vista al cielo para no perderme un segundo más.

-Esto, amigo mío, es la manera en que la naturaleza da a luz una nueva era, una nueva edad de liderazgo y vida. Se ha producido tanta agitación y turbulencia en el mundo que muchas personas buenas están renunciando a la esperanza. Están perdiendo la fe en su fuerza para marcar diferencias. Están cediendo a las exigencias de la incertidumbre y de lo negativo, en vez de superarlos y situarse en lugares más elevados, allí donde reinan el logro, la aportación y el éxito. Muchas personas de nuestra sociedad están renunciando incluso al don de la vida. El fenómeno natural que estamos contemplando actuará como un faro para recordar a los líderes que están obligados a ser clarividentes. Será un toque de atención que los despertará para que sean lo que deben ser: la fuerza del bien, e iluminen sus empresas lo mismo que la Estrella Polar ilumina el cielo esta noche tan especial. Conviértete en una luz, Peter. Sé el guía que la gente está buscando. Deja que el ideal al que aspiras brille con fuerza en tu interior, iluminando el camino para que todos lo vean. Es el objetivo final del liderazgo y de la vida do Julian terminó de transmitirme tan profundo pensamiento, la luz remitió y recuperó su brillo normal. Nos sentamos sobre el césped. La túnica de Julian estaba cada vez más sucia y arrugada. Luego Julian siguió hablando-o Una de las leyes inmutables del liderazgo es esta: El objetivo de la vida es una vida de objetivos.

-Magnífica definición.

-Lo más irónico del liderazgo es que cuanto más des más recibirás. Y cuando ya se haya dicho y hecho todo, el regalo mayor y más duradero que podrás hacer es lo que dejes detrás. Tu legado a las generaciones siguientes será el valor que hayas añadido a tu empresa y las vidas que hayas mejorado. Como observó el gran humanista Albert Schweitzer: «No hay religión mejor que el servicio a la humanidad. Trabajar por el bien común es el credo más importante». O tal vez fuera más adecuado que citara lo que un padre le dijo a su hijo mientras yacía en su lecho de muerte: «Avergüénzate de morir antes de que hayas logrado una victoria para la humanidad».

-De modo que dices que cuando los líderes clarividentes practican el ritual 8, vinculan lo que hacen con aquellos a los que sirven.

-Bien dicho, Peter. Y al centrarse constantemente en dejar tras de sí cuando partan una huella importante de servicio y contribución, esos líderes vinculan el liderazgo con el legado.

Y al hacerla cumplen su vocación, así como su obligación de liberar al máximo sus dotes personales por una causa valiosa. Todos los grandes líderes que nos han precedido han aspirado a alcanzar este pináculo, fueran líderes empresariales, de las ciencias o incluso de las artes. Poco antes de su muerte, a George Bernard Shaw le preguntaron qué haría si pudiera volver a vivir su vida. Aunque ya había logrado más de lo que muchos de nosotros podríamos soñar, contestó humildemente: «Quisiera ser la persona que pude haber sido pero no fui».

-Sabias palabras -contesté.

-Lo son. Me hacen pensar en un relato de León Tolstoi titulado «La muerte de lvan Ilich». ¿Lo has leído?

-No, Julian. Para ser honesto, no he leído ninguna obra de Tolstoi.

-Hay una enorme sabiduría en las grandes obras literarias y, sin embargo, mucha gente parece estar demasiado ocupada para descubrirla. Y siguen cometiendo los errores que podrían haber evitado fácilmente si hubieran dedicado un par de horas a la semana a leer.

En este relato en concreto hablaba de lvan Ilich, un advenedizo vanidoso y materialista más preocupado porque lo consideraran un triunfador que por hacer las cosas bien. Se casó joven no porque estuviera enamorado de su mujer sino porque la alta sociedad aprobaba su enlace. Luego tuvo muchos hijos no porque quisiera tenerlos sino porque era lo que se esperaba de él. En vez de pasar el tiempo con su familia y crearse una rica vida familiar, dedicaba casi la totalidad de su tiempo a su trabajo, llegando a obsesionarse por su imagen pública, ya que era uno de los mejores abogados del Estado.

-Pronto, para tratar de cubrir las apariencias, empezó a vivir por encima de sus posibilidades y llegó un momento en que hubo de enfrentarse a enormes problemas financieros. Esto lo llevó a una situación de profunda desdicha y desesperación. La suerte llamó a su puerta y, cuando las cosas ya no podían ir peor, le ofrecieron el cargo de juez, de más prestigio y mejor pagado. Ante tan inesperada buena fortuna, compró la casa de sus sueños. Estaba muy orgulloso de ella y empezó a dedicar tiempo a amueblarla con costosas antigüedades y muebles modernos. La casa tenía que ser perfecta, para impresionar a todos los que lo rodeaban.

»Un día, al subir a una escalera de mano para mostrarle a un tapicero cómo debía colgar unos tapices, se cayó y se hizo daño en un costado. Después de la caída se sintió diferente y malhumorado, azotando a su mujer con cualquier pretexto. Una visita al médico puso de manifiesto que estaba gravemente enfermo y la recetaron distintos tratamientos.

Pero Ivan Ilich empeoraba. Al cabo de unos meses, aquel hombre vital y jovial parecía un moribundo, con unos ojos inertes y un cuerpo que iba debilitándose. En su agonía, Ivan Ilich empezó a pensar en su vida. Primero en su niñez, luego en sus días de adulto, cuando se había esforzado en llegar a ser alguien, y por último, en la lamentable situación en que se encontraba. De repente, una pregunta afloró en su consciencia, que llegó a lo más profundo de su ser.

-¿Cuál fue?

-Se preguntó lo siguiente: «¿Y si toda mi vida ha sido un error?». Ya ves, Peter, por primera vez en su vida entendió que todas sus manipulaciones urdidas para hacerse con una buena posición social, toda la energía que desplegó para presentar un buen aspecto y para que lo vieran con la gente adecuada en los acontecimientos correctos, todo aquello carecía de importancia. El moribundo entendió que la vida es un regalo. Y el suyo podría haber sido mucho mayor de lo que había sido. Podría haber aportado mucho más y servido mejor.

»Podría haberse arriesgado, atrevido y soñado; haber sido la persona que debía. Pero malgastó sus días en asuntos frívolos de escasas consecuencias, cosas que nada para mejorar al mundo que lo rodeaba. Cuando llegó a entenderlo su dolor aumentó y su tormento se hizo insoportable. Gritó durante tres días.

»Luego, solo dos horas antes de su muerte -prosiguió Julián- se dijo: "Sí, no hice nada bien". Luego, mantuvo silencio y se preguntó: "Pero ¿qué es lo que está bien?". Su hijo, un joven estudiante que estaba profundamente triste por la enfermedad de su padre, entró en silencio en la habitación y se situó junto a su cama. En aquel momento, Ivan Ilich descubrió una, verdad eterna que mucha gente jamás llega a conocer. Entendió que aunque no había vivido su vida como debía, aún no era demasiado tarde para rectificar sus fallos. Comprendió que su deber era servir a todos los que lo rodeaban y enriquecer sus vidas de todas las formas posibles. El objetivo de su vida era hacer sentir el peso de su presencia. Si hubiera logrado mejorar una sola vida habría valido la pena vivir. De modo que su acto final fue pedirle a su hijo que saliera de la habitación para que no tuviera que presenciar el sufrimiento de su padre. Luego cerró los ojos y murió.

El relato me conmovió profundamente. Capté perfectamente la fuerza del mensaje que Julian acababa de compartir conmigo. Volví la vista al cielo, respirando con fuerza el aire fresco y la fragancia de la naturaleza. Pensé en mi pasado y en todas las cosas que me había perdido, en los muchos hombres y mujeres que me importaban y en el deber que tenía con todos ellos. Pensé en las enormes posibilidades de nuestra empresa y lamenté todas las oportunidades que no había aprovechado. Luego pensé en mi familia. Se me hizo un nudo en la garganta al pensar en todos aquellos momentos especiales que me había perdido por no estar con mis dos hijos. Los partidos de su liga de baloncesto, los conciertos de Navidad, las soleadas tardes riendo en el parque, todo aquello me lo había perdido porque no tuve el valor de vivir bien. Pensé en mi hijo pequeño, en que lo único que me pedía era que jugara y riera con él. Pensé en mi hermano mayor con quien no había pasado ni siquiera una tarrde en muchos meses. Pensé en Samantha y en todas las escapadas románticas que le había prometido pero que nunca hicimos. No había logrado vivir la vida que deseaba.

Ivan Ilich lo comprendió, nunca es demasiado tarde para hacer lo correcto y vivir plenamente. En ese momento decidí cambiar. Sería el líder que mi corazón me empujaba a ser. Prometí ser un buen marido y padre. Y viviría en intensidad, pues me lo merecía: Miré a Julian. Las lágrimas empañaban sus ojos también.

-Creo que ahora sí te entiendo, amigo mío. La vida es ser la persona que estás destinado a ser y dejar algo especial para los que vengan detrás de ti. En eso consiste dejar un legado. En palabras de Yogi Raman: «La grandeza es empezar algo que no finalice contigo».

-¿Sabes Julian? —dije secándome los ojos-, mi padre decía que «los primeros cincuenta años de la vida son para hacer cosas mientras que los últimos cincuenta son para crear un legado». Nunca hasta ahora llegué a entender lo que quería decir.

-Los sabios tienen un proverbio que capta la esencia de lo que tu padre trataba de expresar sabiamente.

-¿Cuál...?

-Me decían que «cuando naciste el mundo se alegró mientras que tú llorabas. Tu misión consiste en vivir de manera que cuando mueras, el mundo llore y tú te alegres». Solo entonces tu vida será excepcional.

-¿Debo entender, Julian, que dejar un legado es mi meta como líder?

-Tu legado debe ser mucho más que eso. Consiste en que pone de manifiesto que diste lo mejor de ti. Mostrará que fuiste alguien que deseaba mejorar. No se trata de impresionar a tus amigos o de llega: a la cumbre. No es parecer bueno sino hacer el bien. Consiste más en cumplir tu deber y vivir como un ser humano. El liderazgo basado en el legado es el más fuerte. Si lo practicas lograrás lo que muy pocos líderes del mundo actual pueden lograr.

-¿De qué se trata?

-Crear un presente de éxito, y al mismo tiempo, un futuro brillante. Y si me permites que lo diga, Peter, ningún líder, sea cual sea el campo en el que se desenvuelve, debe aspirar a menos.

Julian regresó a la puerta del observatorio. Bajo los peldaños había una cajita de madera tapada con un paño blanco. Se agachó para recogerla, la abrió y cogió su contenido con mucho cuidado y respeto.

-Aquí tienes. Es para ti. Ha llegado el momento de que me vaya y de que explores solo todo el esplendor de los 8 rituales de los líderes clarividentes. Nunca soñé tener un alumno mejor ni un amigo más receptivo. Desde el día en que te expuse por primera vez la sabiduría de los sabios sobre el liderazgo en nuestro club de golf, me has escuchado con la mente abierta y el corazón limpio.

-Por todo ello, te ofrezco este pequeño regalo. Te agradezco que me permitieras cumplir lo prometido a Yogi Raman, esto es, difundir aquí todo lo que aprendí. Significa mucho para mí y me ha acompañado siempre desde que dejé el Himalaya. No podía ocurrírseme un destino mejor para él. Todo lo que te pido a cambio es que sigas aplicando los conocimientos que te he transmitido y que difundas los 8 rituales de los líderes clarividentes por toda tu organización para que toda tu gente los posea. De ese modo no solo transformarás tu liderazgo sino que bendecirás las vidas de cuantos te rodean.

Y con estas palabras finales Julian se inclinó y me abrazó como solo se abraza a un amigo muy querido. Luego se perdió en la oscuridad. Cuando abrí la caja vi que el regalo estaba envuelto en papel bellamente decorado. Lo quité inmediatamente, ansioso por ver que aquel especial obsequio de Julian.

Dentro de la caja había un objeto brillante. Sonríe al ver lo que era. Era el pequeño telescopio que llevaba Julia la noche del partido de baloncesto. No podía creerme que Julian se hubiera desprendido de algo que tanto apreciaba. Sabía lo que significaba para él observar las estrellas.

Al cogerlo observé que había grabada una inscripción con una elegante caligrafía. Decía sencillamente: «A mi hora sabio amigo Peter, un hombre que influirá en muchas vidas. Que tu liderazgo convierta el miedo en fuerza y la oscuridad en luz, Con cariño, tu admirador, Julia.».

Resumen de conocimientos del capítulo doce

La sabiduría de Julian en pocas palabras

El ritual

El ritual de la contribución y la importancia.

La esencia

El objetivo de la vida es una vida con objetivos.

La Sabiduría

Céntrate en dejar una huella y en marcar diferencias.

La grandeza del liderazgo radica en empezar algo que no acabe contigo.

Crea un presente de éxitos mientras creas un futuro brillante.

Las prácticas

El liderazgo basado en el legado.

Tu legado deberá poner de relieve que diste lo mejor de ti. Mostrará que fuiste alguien que deseaba mejorar.

Cita notable

Dejar un legado no consiste en impresionar a tus

amigos ni llegar a la cumbre. No es parecer bueno sino

hacer el bien. Consiste más en cumplir tu deber y vivir

como un ser humano.

El monje que vendió su Ferrari