INTRODUCCIÓN
Plutarco afirma, en la Vida de Lisandro (XVII 443A), que ya ha tratado en otro escrito sobre las costumbres de los espartanos. Pudiera ser el tratado que nos ocupa al que apuntara Plutarco. Recoge en él cuarenta y dos anécdotas tocantes a la vida cotidiana de los espartanos, en las que, una vez más, pone de manifiesto su admiración por este pueblo. Trata, al principio, de costumbres puntuales de los espartanos en lo referente a la comida, a la bebida y a la austeridad de su educación, para hacer una recapitulación final en la que subraya cómo estas costumbres inciden en la vida de la polis. Pues «la ciudad, mientras siguió las leyes de Licurgo y permaneció fiel a los juramentos, fue la primera de Grecia en buen gobierno y reputación durante un período de quinientos años… Así fue hasta que hicieron caso omiso de la legislación de Licurgo». (239F-240A).
Las fuentes en las que bebió Plutarco para elaborar este pequeño tratado fueron las obras de Heródoto, Tucídides y las atribuidas a Jenofonte.
Respecto a la autoría del escrito, Volkmann (Leben, Schriften und Philosophie des Plutarch von Chaeronea, Berlín, 1869, págs. 237 y sigs.), aunque prefiere no pronunciarse sobre el tema, piensa que es un extracto que o bien Plutarco o algún sucesor suyo hizo a partir de las Vidas. Nachstádt (Bericht über die Sitzungen des Philol. Vereins, Berlín, 1935, págs. 3 sigs. y 165 sigs.) y Ziegler (Plutarchos von Chaironeia, Stuttgart, 1949, pág. 230) son de la opinión de que estos escritos constituyen la materia prima reunida por Plutarco a partir de la cual escribió con un estilo ya más cuidado las Vidas. La cuestión permanece abierta.
Como hemos señalado en la Introducción anterior, este escrito figura en los manuscritos a continuación de Máximas de espartanos; por tanto, no está recogido como escrito independiente en el «Catálogo de Lamprias».