Capítulo V
Es evidente que toda autoridad en esas materias es perniciosa. La gente a veces se pregunta qué tipo de gobierno es el más conveniente para un artista. Para esta pregunta existe una sola respuesta. La forma de gobierno más conveniente para un artista es que no haya gobierno. La autoridad que se ejerce sobre él y sobre su arte es ridícula. Se dijo que bajo el despotismo los artistas produjeron hermosas obras. Esto no es así. Los artistas visitaron a los déspotas, no como súbditos sobre quienes ejercer su tiranía, sino como ambulantes hacedores de maravillas, como fascinantes personalidades vagabundas, que era preciso recibir, cuidar y dejar en paz, permitiéndoles así crear. A favor del déspota se puede decir esto: que él, siendo un individuo, puede poseer cultura, mientras que la multitud, siendo un monstruo, no tiene ninguna. El Emperador o el Rey pueden agacharse a levantar un pincel para un pintor, pero cuando la democracia se agacha, es simplemente para echar barro. Y sin embargo, hasta ahora la democracia no ha tenido que agacharse como el emperador. En realidad, para echar barro no precisa agacharse. Pero no hay necesidad de separar al monarca de la multitud; toda autoridad es igualmente mala.
Existen tres clases de déspotas. Está el déspota que tiraniza el cuerpo. Está el déspota que tiraniza el alma. Está el déspota que tiraniza igualmente el cuerpo y el alma. Al primero se le llama el Príncipe. Al segundo se le llama el Papa. Al tercero se le llama el Pueblo. El Príncipe puede ser culto. Muchos Príncipes lo han sido. Sin embargo, el Príncipe entraña peligros. Uno piensa en el Dante en la amarga fiesta de Verona, en Tasso en la celda de Ferrara. Es mejor que el artista no viva con Príncipes. El Papa puede ser culto. Muchos Papas lo han sido; los malos Papas lo han sido. Los malos Papas amaron la Belleza casi tan apasionadamente, no, con tanta pasión como los buenos Papas odiaron el Pensamiento. A la maldad del Papado la Humanidad le debe mucho. La bondad del Papado tiene una terrible deuda con la Humanidad. Sin embargo, aunque el Vaticano ha mantenido la retórica de sus truenos y perdido la vara de sus rayos, es mejor para el artista no vivir con Papas. Fue un Papa el que dijo de Cellini, frente a un cónclave de Cardenales, que las leyes comunes y la autoridad común no se hicieron para hombres como él; pero fue un Papa el que arrojó a Cellini a la prisión y lo tuvo allí hasta que enfermó de rabia, y comenzó a tener visiones irreales, y vio al dorado sol entrar en su cuarto, se enamoró tanto de él que buscó escapar, y arrastrándose entre torre y torre al aire del amanecer le dio vértigo y cayó, lastimándose, y cubierto de hojas fue llevado por un viñador en su carro hacia alguien que amaba las cosas hermosas y lo cuidó y curó. Hay peligro en los Papas. En cuanto al Pueblo, ¿qué se puede decir de él y de su autoridad? Quizás se haya hablado ya bastante de ambos. Su autoridad es ciega, sorda, odiosa, grotesca, trágica, divertida, seria y obscena. Es imposible para el artista vivir con el pueblo. Todos los déspotas sobornan. El Pueblo soborna y brutaliza. ¿Quién les dijo que ejercieran autoridad? Fueron hechos para vivir, para escuchar y para amar. Alguien les ha hecho un gran daño. Se han desfigurado al imitar a sus superiores. Han sacado el cetro al príncipe. ¿Cómo usarlo? Han sacado la triple tiara al Papa. ¿Cómo llevar esa carga? Es como un payaso con un corazón roto. Es como un sacerdote cuya alma todavÍa no ha nacido. Dejad que todos los que aman la belleza lo compadezcan. Aunque no ame la Belleza, dejad que se compadezca de sí mismo. ¿Quién le enseñó los ardides de la tiranía?
Hay muchas otras cosas que se podrían señalar. Se podría señalar cómo el Renacimiento fue grande porque no buscó solucionar el problema social, y no se ocupó de ese tipo de cosas, pero permitió que el individuo se desarrollara libre, hermosa y naturalmente, y así logró grandes artistas individuales, y grandes hombres individuales. Se podría señalar cómo Luis XIV, creando el estado moderno, destruyó el individualismo del artista e hizo a las cosas monstruosas en la monotonía de su repetición y despreciables en su conformidad con la regla, y destruyó en toda Francia aquellas hermosas libertades de expresión que habían dado a la tradición nueva belleza y creado nuevas formas de formas antiguas. Pero el pasado no tiene importancia. El presente no tiene importancia. Es en el futuro en lo que tenemos que pensar. Pues el pasado es lo que el hombre no debió haber sido. El presente es lo que el hombre no debiera ser. El futuro es lo que son los artistas.
Se dirá que el planteamiento, tal como se presenta aquí, no es práctico y va contra la naturaleza humana. Es absolutamente cierto. No es práctico y va contra la naturaleza humana. Es por eso mismo que vale la pena llevarlo adelante, y por eso es que se propone. ¿Pues cuál sería un planteamiento práctico? Un planteamiento práctico es un planteamiento que ya existe, o un planteamiento que podría realizarse en las condiciones existentes. Pero son precisamente las condiciones existentes las que se objetan; y cualquier planteamiento que pudiera aceptar estas condiciones es erróneo y absurdo. Al librarse de estas condiciones, la naturaleza humana cambiará. Lo único que uno realmente sabe acerca de la naturaleza humana es que ésta cambia. El cambio es la única cualidad que podemos afirmar en ella. Los sistemas que fallan son aquellos que se basan en la inmutabilidad de la naturaleza humana en lugar de hacerlo en su crecimiento y desarrollo. El error de Luis XIV fue pensar que la naturaleza humana sería siempre la misma. El resultado de este error fue la Revolución Francesa. Fue un resultado admirable. Todos los resultados de los errores de los gobiernos son muy admirables.
Debe entenderse que el Individualismo no llega al hombre con ninguna cantinela enfermante acerca del deber, que simplemente significa hacer lo que otra gente quiere; porque necesitan que uno lo haga, o junto a cualquier odioso sermón acerca del sacrificio personal, que constituye nada más que un resto de lo que antes era la mutilación de los salvajes. En realidad, llega al hombre sin ningún reclamo. Surge natural y espontáneamente de él mismo. Es aquello a lo que tiende el desarrollo. Es la diferenciación a la que llegan todos los organismos. Es la perfección propia de cada modo de vida, y hacia la cual se aprestan. Y así el Individualismo no ejerce compulsión sobre el hombre. Por el contrario, dice al hombre que no debe permitir que se ejerza ninguna compulsión sobre él. No trata de forzar a la gente para que sea buena. Sabe que la gente es buena cuando se la deja sola. El Individualismo surgirá sólo del Hombre. El hombre está ahora desarrollando así el Individualismo. Preguntar si el Individualismo es práctico es como preguntar si la Evolución es práctica. La Evolución es la ley de la vida, y no hay evolución sino hacia el Individualismo. Cuando esta tendencia no se expresa, es que se está frente a un caso de desarrollo detenido artificialmente, o de enfermedad, o de muerte.
El Individualismo no será tampoco egoísta ni afectado. Se ha señalado que uno de los resultados de la extraordinaria tiranía de la autoridad es que las palabras sean absolutamente distorsionadas con respecto a su verdadero y simple significado y que se empleen para indicar lo contrario de su verdadera significación. Lo que es cierto con respecto a la Vida. Se llama extravagante a un hombre si se viste como le gusta. Pero al hacerlo está actuando de manera perfectamente natural. La extravagancia en tales casos consiste en vestirse igual que el vecino, cuyas opiniones, como las de la mayoría, serán seguramente bastante estúpidas. O si no, se llama egoísta a un hombre si vive en la forma que él cree más conveniente para la completa realización de su personalidad, cuando en realidad el principal objetivo de su vida es su propio desarrollo. Pero ésta es la forma en que cada uno debiera vivir. El egoísmo no consiste en vivir como uno desea, sino en pedir a los demás que vivan como uno desea vivir. La falta de egoísmo es la no interferencia en la vida de los demás. El egoísmo siempre tiende a crear alrededor suyo una absoluta uniformidad de tipos. La ausencia de egoísmo reconoce a la variedad infinita de tipos como algo encantador, la acepta, la aprueba y la disfruta. No es egoísta pensar por uno mismo. El hombre que no piensa por sí mismo, no piensa. Es burdamente egoísta exigir que el vecino piense de la misma forma y tenga las mismas opiniones que uno. ¿Por qué iba a hacerlo? Si puede pensar por sí mismo, probablemente pensará de forma diferente. Si no puede pensar, es monstruoso pedirle algún tipo de pensamiento. Una rosa roja no es egoísta por querer ser una rosa roja, sería horriblemente egoísta si quisiera que las demás flores del jardín fueran rojas y rosas. Bajo el Individualismo la gente será completamente natural y carecerá en absoluto de egoísmo, y conocerá el sentido de las palabras y lo expresará a lo largo de sus vidas hermosas y libres. Ni tampoco serán ególatras los hombres, como lo son ahora. Pues el ególatra es aquel que tiene exigencias sobre los demás, y el Individualista no deseará eso. No le brindará placer. Cuando el hombre haya comprendido el Individualismo comprenderá también lo que es la simpatía y la ejercerá libre y espontáneamente. Hasta el presente el hombre apenas ha podido cultivar la simpatía. Ha sentido simpatía solamente por el dolor, y la simpatía por el dolor no es la forma más elevada de simpatía. Toda simpatía es bella, pero la simpatía por el sufrimiento es la menos bella. Está matizada de egolatría. Puede llegar a ser morbosa. Existe en ella un cierto elemento de terror por nuestra propia seguridad. Es el miedo de ser nosotros mismos el leproso o el ciego, y que a nadie le importe. Así el concepto resulta curiosamente limitativo. Uno debiera simpatizar con la vida en su totalidad, no solamente con los dolores y las enfermedades sino con las alegrías y la belleza, y la energía y la salud, y la libertad de la vida. La simpatía considerada con amplitud es por supuesto la más difícil. Requiere más generosidad. Cualquiera puede simpatizar con los sufrimientos de un amigo, pero se requiere una naturaleza muy bella -se requiere en realidad la naturaleza de un verdadero individualista- para simpatizar con el éxito de un amigo.
En la tensión moderna por la competencia y la lucha por hacerse un lugar, naturalmente tal simpatía es poco frecuente y se ve también muy sofocada por el ideal inmoral de uniformidad de tipo y conformidad a la regla que tanto prevalece en todas partes, siendo quizás en Inglaterra donde llega a ser más odioso.
Siempre habrá por supuesto simpatía hacia el dolor. Es uno de los primeros instintos del hombre. Los animales que son individuales, es decir aquellos más evolucionados, la comparten con nosotros. Pero debe recordarse que si bien la simpatía por la alegría intensifica la suma de alegría en el mundo, la simpatía por el dolor no disminuye realmente la cantidad de dolor. Puede capacitar al hombre para soportar el mal, pero el mal persiste. La simpatía por la tuberculosis no cura la tuberculosis, eso lo hace la ciencia. Y cuando el Socialismo haya resuelto el problema de la pobreza, y la ciencia haya resuelto el problema de la enfermedad, el campo de los sentimentalistas habrá disminuido y la simpatía del hombre será amplia, sana y espontánea. El hombre encontrará felicidad en la contemplación de la felicidad de los demás.
Pues es a través de la felicidad que se desarrollará el Individualismo del futuro. Cristo no intentó reconstruir la sociedad, y en consecuencia el Individualismo que predicó al hombre podía realizarse únicamente a través del dolor en soledad. Los Ideales que debemos a Cristo son los ideales del hombre que abandona totalmente la sociedad, o del hombre que se resiste absolutamente frente a la sociedad. Pero el hombre es naturalmente social. Aun la Tebaida terminó por poblarse, y aunque el cenobita realice su personalidad, es con frecuencia una personalidad pobre la que logra realizar. Por otro lado, la terrible verdad de que el hombre puede realizarse a través del dolor, ejerce una maravillosa fascinación sobre el mundo. Oradores y pensadores superficiales, desde púlpitos y tribunas, hablan con frecuencia de la veneración que el mundo tributa al placer, y lo fustigan. Pero en la historia del mundo muy pocas veces se encuentra que su ideal haya sido la felicidad y la belleza. Con mucha más frecuencia dominó al mundo la veneración por el dolor. El medioevo, con sus santos y mártires, su amor por la autotortura, su salvaje pasión por lastimarse, herirse con cuchillos, flagelarse con varas, representa el verdadero cristianismo, y el Cristo medieval es el Cristo real. Cuando asomó el Renacimiento en el mundo y trajo consigo los nuevos ideales de la belleza de la vida y el gozo del vivir, los hombres no pudieron entender a Cristo. Hasta el arte muestra esto. Los pintores del Renacimiento dibujaron a Cristo como a un niñito jugando con otro niño en un palacio o en un jardín, o recostado en los brazos de su madre, sonriéndole a ella, o a una flor, o a un pájaro brillante; o como una figura maravillosa, surgiendo en una suerte de éxtasis de la muerte a la vida. Aún cuando lo dibujaran crucificado, lo dibujaron como a un hermoso Dios a quienes los perversos habían sometido a sufrimientos. Pero él no los preocupaba mucho. Lo que les deleitaba era pintar a los hombres y mujeres a quienes ellos admiraban, y mostrar el encanto de esta encantadora tierra. Pintaron muchos cuadros religiosos, en realidad pintaron demasiados, y la monotonía del tipo y el motivo es cansadora y fue perjudicial para el arte. Fue el resultado de la autoridad del público en cuestiones artísticas y debe deplorarse. Pero el alma del artista no estaba en el tema. Rafael fue un gran artista cuando pintó su retrato del Papa. Cuando pintó sus Madonas con los Niños Jesús, no fue de ninguna manera un gran artista. Cristo no tenía mensaje para el Renacimiento, que fue maravilloso porque trajo un ideal diferente al de Cristo, y para hallar la representación del verdadero Cristo debemos dirigimos al arte medieval. Allí se lo muestra mutilado y lacerado, un hombre desagradable a la vista, pues la Belleza es goce; un hombre sin ropas decentes, pues eso también puede traer goce; es un mendigo que tiene un alma maravillosa; es un leproso con un alma divina; no necesita ni propiedad ni salud; es un Dios realizando su perfección a través del dolor.
La evolución del hombre es lenta. La injusticia de los hombres es grande. Fue necesario hacer del dolor un medio de autorrealización. Aún ahora, en algunos lugares del mundo, el mensaje de Cristo se hace necesario. Nadie que viva en la Rusia moderna podría realizar su perfección sino a través del dolor. Unos pocos artistas rusos se han realizado en el Arte, en una ficción que tiene carácter medioeval, porque su nota dominante es la realización de los hombres a través del sufrimiento. Pero ante aquellos que no son artistas, para quienes no existe otra forma de vida que lo concreto de los hechos, el dolor es la única puerta para llegar a la perfección. Un ruso que viva feliz bajo el actual sistema de gobierno en Rusia debe creer que el hombre no tiene alma, o si la tiene, no vale la pena desarrollarla. El nihilista que rechaza toda autoridad porque sabe que toda autoridad es perniciosa y recibe con alegría el dolor, porque a través de él realiza su personalidad, es un verdadero Cristiano. Para él el ideal cristiano es algo auténtico.
Y sin embargo, Cristo no se rebeló contra la autoridad. Aceptó la autoridad imperial del Imperio Romano y le rindió tributo. Soportó la autoridad eclesiástica de la Iglesia judía y no opuso violencia a la violencia. Como dije antes, no tenía ningún plan para la reconstrucción de la sociedad. Pero el mundo moderno sí tiene planes. Se propone terminar con la pobreza y con los sufrimientos que ésta ocasiona. Desea librarse del dolor, y del sufrimiento que el dolor ocasiona. Confía en el Socialismo y en la Ciencia como sus métodos. Lo que se propone es llegar a un Individualismo que se exprese a través de la alegría. Este Individualismo será más amplio, más completo, más encantador que cualquier otro Individualismo que se haya dado hasta ahora. El dolor no es la forma suprema de perfección. Es simplemente una protesta provisional. Se relaciona con medios dañinos, insanos, injustos. Cuando el mal, y la enfermedad, y la injusticia hayan desaparecido, no tendrá razón de ser. Fue un gran trabajo, pero está casi terminado. Su esfera disminuye cada día.
Ni tampoco el hombre la ha de extrañar. Pues lo que el hombre ha buscado no es en realidad ni el dolor ni el placer, sino simplemente la Vida. El hombre ha buscado vivir en forma intensa, completa, perfecta. Cuando pueda hacerlo sin limitar a los demás, y sus actividades le brinden placer, tampoco sufrirá, será más cuerdo, más sano, más civilizado, más él mismo. El Placer es la prueba de la naturaleza, su señal de aprobación. Cuando un hombre es feliz, está en armonía con él mismo y con su medio. El nuevo Individualismo, a cuyo servicio el Socialismo está trabajando, quiéralo o no, será una perfecta armonía. Será lo que los griegos buscaron, pero no pudieron realizar completamente, sino en la esfera del Pensamiento, porque tenían esclavos y los alimentaban; será lo que el Renacimiento buscó, pero no pudo realizar completamente sino en la esfera del Arte, porque tenían esclavos y los dejaban morir de hambre. Será completo, y a través suyo cada hombre logrará su perfección. El nuevo Individualismo es el nuevo Helenismo.