1 Fidel suele dar bastante mano suelta a sus comandantes en el terreno, que es una forma habitual de poder desentenderse de sus errores o, por el contrario y mucho mejor, apropiarse de sus aciertos. En el caso de Ochoa se suma, además, sus propias aspiraciones políticas y el hecho de que ya, por la época de su compromiso con Gomarán, él manifiesta una actitud de permanente desafío hacia la autoridad de Fidel. Es lo que explica finalmente su interés en las operaciones de narcotráfico. Estaba abonando su propio patio político y de influencias en América Latina y África y ya tenía un buen terreno ganado con los sandinistas en Nicaragua —a los que debía 100,000 dólares, que nunca los sandinistas le exigieron su devolución— y con José Eduardo Dos Santos en Angola —con el que se había comprometido a comprar cuatro aviones Hércules C-l30 y una batería de cañones G-5 de proyectiles activo-reactivos—, aparte de la enorme influencia que ejercía desde la guerra del Ogadén con el hombre fuerte de Etiopía, Mengistu. También habría que investigar qué le estaban diciendo al oído los generales soviéticos destacados en Luanda. Sólo una paradoja en este horizonte de muñequeo político: que Ochoa desanda para suplantarlo un camino que hasta ahora ha sido el reino de las relaciones de Fidel Castro, desde líderes guerrilleros y jefes de gobierno hasta narcotraficantes. Para decirlo de otra manera, Ochoa estaba tentando sus propias posibilidades como líder revolucionario y con la evidente ilusión de «hacerlo mejor» aunque dentro de las mismas matrices fidelistas. No quiere decir que estuviera ya embarcado en una conspiración en regla. Sencillamente expresaba una actitud. Por otro lado, Fidel sabía y sabe que esto pasa constantemente con sus hombres —los cuales, la mayoría de ellos, campesinos hambrientos de los cuartones más intrincados de la montaña que se sumaron a la guerrilla como una forma mejor de vida, de mucho menos trabajo, no tienen un compromiso ideológico serio, pero que son siempre rectificables mientras se tenga de ellos la debida y actualizada información. Pero también son fichas, hombres de la Revolución, hombres de tareas, de cuyas vidas se dispone cuando la entidad revolucionaria lo requiera. Morir fusilado por tus propios hermanos es una tarea que se te asigna.<<