1 La acusación de que el State Department apoyaba a Fidel viene de Earl E. T. Smith, a través de su libro El Cuarto Piso, y en menor grado de su predecesor el Embajador Gardner. que era amigo de Batista. En realidad es una versión desacreditada de lo que ocurrió. Lo cierto es que, hasta el último momento, la gente que manejaba la política exterior respecto a Cuba, en especial William Wieland, eran partidarios de apoyar al político moderado y demócrata Tony Varona, procedente del Partido Auténtico, para un régimen de transición. Wieland había trabajado como periodista en Cuba durante la lucha contra Machado, bajo el nombre de pluma de William Montenegro, y tenía la convicción de que los auténticos eran el partido mayoritario de Cuba. Pero no se daba cuenta de que la incapacidad de los auténticos para enfrentar a Batista a nivel electoral los había erosionado en la opinión pública, sin mencionar el descrédito que tenían a resultas de la corrupción bajo Grau San Martín y Carlos Prío. El relato mejor documentado sobre la política exterior americana durante ese período está en «Contesting Castro, The United States and the Triumph of the Cuban Revolution» de Thomas C. Paterson. Ahí se puede ver que habla división entre las distintas agencias del Gobierno americano, pero que la posición americana era básicamente impedir que Fidel llegara al poder. Unos se inclinaban por ayudar a Batista y otros por forzar las elecciones, pero nadie respaldaba la llegada de Fidel al poder. Dentro de este rejuego de posiciones, el embargo de armas se impuso a Batista solamente como instrumento para presionarlo a celebrar elecciones.<<