12
Paré un rato para comer. Me propuse acelerar la lectura de las notas de Ignacio. Se me había ido la mitad del domingo, el lunes debía viajar a Seo de Urgel, todavía me quedaban muchos archivos por examinar y no había encontrado nada que pudiera darme una pista sobre su muerte. Yo también era presa de la obsesión por investigar, por saber, por seguir con aquella historia del rey de Andorra aunque no tuviera trascendencia alguna.
Me preparé una ensalada de tomate y cebolla y mientras se calentaban unas alubias de bote eché un vistazo a la prensa en el ordenador. Como suponía, en los periódicos locales venía una breve reseña del funeral por Ignacio y cautas noticias sobre que la investigación proseguía sin resultados. Por curiosidad hice una búsqueda a ver si en la prensa catalana había alguna noticia, pero no encontré nada. Después de comer me sumergí de nuevo en los archivos.
NOTA 6. 27 de diciembre
En la Enciclopedia Espasa, pese a que es muy completa, no hay la menor referencia a Boris Skossyreff ni a su supuesto reinado. Más datos de las hemerotecas digitales. L’Esquella de la Torratxa, 27 de julio de 1934. Era un popular semanario satírico, republicano y anticlerical, editado en catalán en Barcelona.
Supuesta entrevista con Boris I, que no se puede tomar en serio, pero que va acompañada de una viñeta sobre el arresto. ¿Será este el origen de la creencia de que la detención la hizo la Guardia Civil por orden del obispo? Todo puede ser.
Viñeta publicada por la revista catalana L’Esquella de la Torratxa, en la que se representa el prendimiento de Boris I, rey de Andorra.
The Brooklyn Daily Eagle, 22 de julio de 1934 (traducido del inglés)
El rey Boris es un gran tipo, según dice él mismo.
Capitán sin ejército, barón sin castillo y patrón de yate sin barco, en todo caso tiene mucha imaginación
Cape May, Nueva Jersey, 21 de julio (AP).— La señora de Laurence C. Glass, de Filadelfia, conoce a Boris I, el aspirante a rey de Andorra, y dice que según él mismo se cataloga es un barón de Rusia, capitán de un misterioso ejército, acaudalado patrón de yate, lingüista y vendedor de zumos de fruta.
Boris fue detenido en Barcelona porque presentó sus pretensiones al trono con un poco de excesivo énfasis.
La señora Glass dice que conoció a Boris Skossyref en un té en la primavera de 1932, cuando ella vivía en Palma de Mallorca, en el Mediterráneo. Dice que el capitán —así es como se lo presentaron— tiene seis pies y dos pulgadas de estatura. Tenía el pelo negro y rizado y un rostro atractivo en el cual luce permanentemente un monóculo.
«No es más capitán que yo, —relata la señora Glass—, aunque no me di cuenta de inmediato. Llevaba un elegante uniforme pardo y hablaba mucho de sí mismo, pero nunca nos mencionó dónde estaba su ejército».
«Nos dijo que era dueño de un yate, pero nunca conseguía ubicarlo, y hasta donde sabíamos se ganaba la vida como agente de zumos de fruta. Por supuesto, dijo ser muy rico, heredero de vastas propiedades, pero cuando me llevó a cenar apenas parecía tener suficiente dinero como para pagar la cuenta».
«Después de un tiempo empezó a hacerse pasar por barón ruso y entonces me dijo que iba a ser realmente rico cuando sacara adelante cierta operación que tenía en mente».
Bulletin of Spanish Studies, Spain week by week, 1934 (traducido del inglés)
Julio 25.— Se ha producido un ligero alivio en la política española tras los últimos diez días desde la aparición de un pretendiente al «trono de Andorra» que se hace llamar «Boris I, príncipe de los Valles de Andorra, conde de Orange y barón de Skossyreff». El pretendiente, que es un polaco de treinta y ocho años de edad y que vive desde hace algunos años en Cataluña y Mallorca, emitió una proclama el 11 de julio declarando la guerra al obispo de la Seo de Urgel, proclamándose a sí mismo como «soberano de Andorra y defensor de la fe», prestando su lealtad a «Su Majestad el Rey de Francia», deponiendo al Consejo General de los Valles de Andorra y nombrando un Gobierno provisional. Después de la promulgación de una «Constitución» y de la emisión de una «Circular de la Corte», fue arrestado y llevado primero a Barcelona y luego a Madrid, donde se le acusó de ser un extranjero indeseable. Se presume que va a ser expulsado y que no se sabrá nada más de él. Ha recibido más publicidad en España que en Andorra.
Parece que en Andorra no le hicieron el menor caso.
Esplai. Il∙lustració Catalana nº 139, 29 de julio de 1934 (traducido del catalán)
LOS ÚLTIMOS ACONTECIMIENTOS RELACIONADOS CON ANDORRA
Mientras dentro del principado pirenaico todo es calma y la gente trabaja y vive con normalidad, muy cerca, en la Seo de Urgel, se está fraguando una tormenta política, bastante ridícula pero que no por ello puede dejar de dar dolores de cabeza a los andorranos. Se trata del aventurero Boris de Skossirev que se ha erigido pretendiente a un inexistente trono andorrano y que es apoyado directamente por el duque de Guisa, pretendiente al trono de Francia. Haremos un resumen de los más recientes acontecimientos y al final nos vamos a permitir algún comentario.
El duque de Guisa, el 12 de junio último, publicó un manifiesto redactado en catalán y dirigido a los ciudadanos de Andorra en el que reivindicaba derechos de soberanía sobre el principado. Este documento recuerda las líneas generales de la historia de Andorra a fin de demostrar que, después de haber tenido la casa real de Francia derechos de soberanía sobre Andorra, estos derechos no pueden pasar al presidente de la República francesa sino al pretendiente al trono de Francia. Así, pues, el duque de Guisa se dirigió al Tribunal civil del Sena (París) y pidió que le sean restituidos los derechos que, según él, tiene sobre Andorra. El manifiesto iba firmado por el barón Boris de Skossirev —una especie de representante «diplomático» del duque— fechado en Francia e impreso en Torredembarra.
Ya antes de la publicación de ningún manifiesto, Boris realizó activas gestiones cerca de los dos príncipes de los Valles y de las autoridades populares andorranas. Sin que nadie supiera con qué designios, el barón de Skossirev ofreció su ayuda (o sea, la del duque de Guisa) a los andorranos para proclamar la independencia del territorio mediante la instauración de la monarquía. El barón puso en juego todas sus habilidades diplomáticas; después ofreció dinero; finalmente, recurrió a las amenazas. Ni el Consejo General, ni los veguers ni, naturalmente, los príncipes, quisieron escuchar las proposiciones del barón. Es más, el señor obispo de La Seo publicó un artículo documentadísimo en el diario católico «El Correo», de Lérida, en el que expresa cómo de disparatadas son las pretensiones de Boris y del duque de Guisa. Boris tuvo que refugiar su derrota en la Seo de Urgel, donde fue atacado vivamente por la prensa.
El Consejo General no hizo ni caso a Skossyreff. Esta revista católica editada en Barcelona (o, al menos, el reportero que firma, Lluis Jorda) considera que Boris no actúa solo, que es el agente de una conspiración más amplia en la que participan la extrema derecha francesa y el duque de Guisa. Algo que resulta bastante dudoso, no he encontrado constancia de que el duque de Guisa le ofreciera ningún apoyo.
(…) Boris está afiliado a la Acción Francesa —organismo político condenado por la Iglesia— y tiene íntima amistad con el duque de Guisa, pretendiente al trono de Francia, el cual es la razón de existencia de AF.
Quién sabe qué pensamientos tienen hechos Boris y el duque sobre el futuro de Andorra; el caso es que el duque de Guisa, que se considera soberano de Andorra, otorgó facultades a Boris para erigirse en príncipe de los Valles como lugarteniente del «rey de Francia».
Hay que saber que la Acción Francesa está, puede decirse, movilizada y dispuesta a intervenir en caso de que la gendarmería o las tropas francesas intentaran invadir el territorio andorrano. Esto viene a complicar mucho las cosas, aunque dudamos de la eficacia de cualquier intervención de AF contra la gendarmería.
Al menos, todo ello significa que se pretende convertir Andorra en un cuartel general de los «camelots del rey» con el fin de desarrollar en Francia una gran campaña de propaganda y de acción monárquica a favor, naturalmente, del duque de Guisa.
Los «camelots del rey» eran la milicia juvenil de Acción Francesa. Por su implicación en hechos violentos fueron disueltos en 1936.
(…) Solo hay que saber que el día para el que Boris había anunciado el «golpe de Estado» fueron a Andorra docenas de periodistas de toda Europa, reporteros gráficos e incluso operadores cinematográficos.
Boris desistió de dar su golpe. Ese día toda la prensa le citaba y hasta se ocupaba de ello la prensa de Perpiñán. El Indépendant hablaba de las medidas que habían adoptado los copríncipes… Boris, al anochecer de ese día, declaró que había desistido de «dar el golpe» debido a las previsiones adoptadas y que lo dejaba para otra vez. Mientras tanto, publicaba el primer número del «Boletín del Gobierno Provisional de Andorra», hoja impresa a dos caras, dedicado todo él a hablar de Boris, redactado por él mismo, y en el que no hace más que nombrarse como «Alteza», «príncipe» y otras cosas por el estilo; también se reproducen fragmentos de un discurso del Sr. Canturri con el que Boris afianza su posición.
Por otra parte, la policía del Estado español, alarmada por todo lo que denunciaban los periódicos sobre las confusas actividades del aventurero polaco, realizaba una investigación que acabó con la detención de Boris, el cual fue trasladado a Barcelona y quedó a disposición del Comisario del Estado español en Cataluña.
Enric Canturri Ramonet, miembro de Esquerra Republicana de Catalunya, era concejal y exalcalde de Seo de Urgel y diputado en el Parlamento de Cataluña. En una sesión parlamentaria celebrada el 5 de julio de 1934 y en un ardoroso discurso se había referido a la situación de Andorra, «un trozo de tierra catalana», indicando que, aunque Cataluña no podía intervenir oficialmente, tenía el deber de ofrecer su apoyo moral a los andorranos, hermanos de raza y de lengua; defendió que el coprincipado debía recaer en la República española y no en el obispo de Seo de Urgel y criticó la intervención militar francesa que había desembocado en una «era de terror», con expulsiones, deportaciones, secuestros de periódicos, detenciones arbitrarias y elecciones sin garantías.
La Revue Diplomatique et le Moniteur des Consulats, 30 de agosto de 1934 (traducido del francés)
Lo más divertido de esta increíble historia es que Boris estaba listo para cruzar la frontera con algunos automóviles para transportar a sus ministros y algunos amigos fieles (no deben ser muchos). Una vez en la capital, Boris I se proclamaría soberano. De todos modos, este intento fracasó gracias a las medidas adoptadas por Francia, que colocó un buen número de gendarmes en Prades listos para intervenir a la menor alarma. El Gobierno español, por su parte, hizo lo mismo, ya que es imposible confiar en la policía del país, un total de seis carabineros pagados por una empresa privada. Boris I tuvo que abandonar temporalmente su tentativa, pero continuó su propaganda mediante la publicación de un boletín oficial: El Principado de Andorra, escrito por él mismo en catalán para ser entendido mejor por sus futuros súbditos y también para halagar su orgullo nacional al hablar en su lengua materna.
Pero España estaba ansiosa por terminar con aquello y detuvo al barón aventurero, lo trasladó en tercera clase —lo cual lo asoló— a Madrid donde, durante algún tiempo, quedará bajo custodia.
Sic transit gloria mundi.
Esta aventura no pasaría de ser algo cómico si no fuera porque un diario español, ABC, ha escrito que este intento fallido, posiblemente, podría ocultar «intenciones bien definidas de Francia sobre Andorra». ¡Esto resulta todavía más ridículo que toda esta hilarante historia!
Según esto, en Francia estaban también preparados para detener al pretendiente si ponía los pies en Andorra. Probablemente por eso no se movió de Seo de Urgel. Nada de aceptación por parte de los franceses de la monarquía andorrana como dice la leyenda.
Según lo leía, más ridículo me sonaba todo. ¿No estaría perdiendo miserablemente el tiempo? Quizás la hipótesis de que la muerte de Ignacio estuviera relacionada con los archivos contenidos en su ordenador no fuera acertada. O quizás los archivos que yo estaba examinando no eran los mismos que había en el ordenador. En fin, un lío. Tuve tentaciones de desistir, pero había prometido al sargento Roca comprobar el contenido de los archivos, así que sería mejor que lo hiciese de todos modos. Seguí leyendo el curso de la investigación de Ignacio.
NOTA 7. 8 de enero
Más hemeroteca.
The Niagara Falls Gazette, 24 de agosto de 1934 (traducido del inglés)
(…) Viaja con pasaporte holandés, ha hecho dos giras mundiales con largas escalas en los Estados Unidos y piensa que el pueblo estadounidense es «el más hospitalario del mundo».
Emulando a Byron
«Yo iba para párroco, —dijo—, pero me encontré con que estaba hecho para el trabajo social. Mi vida ha transcurrido en muchos países y he tenido muchas extrañas aventuras. No quiero ser melodramático pero creo que voy a terminar como Lord Byron.
»Lo que Lord Byron hizo por Grecia es lo que estoy tratando de hacer por Andorra, y no he recibido ni espero obtener ni un centavo por ello».
Sus recuerdos de América son bastante agradables, dijo. Hizo dos visitas, una en 1912 y otra en 1919.
«Llegué a conocer todas las playas de California y Florida, y he pasado momentos muy agradables en Nueva York, Chicago, San Francisco y Miami, —dijo—. Los americanos son sin lugar a dudas la gente más hospitalaria del mundo».
Me dijo que tenía muchos amigos americanos, entre ellos nombró a Howard C. Marmon, de Pineola, Carolina del Norte, fabricante de automóviles, y a su hija, la señora Florence Marmon quien, dijo Boris, ha sido una ferviente defensora de sus pretensiones.
Unas declaraciones donde Skossyreff quiere congraciarse con los lectores norteamericanos, fechadas en Madrid y recogidas para Associated Press por H. Edward Knoblaugh (quien pocos años más tarde publicaría un libro, Corresponsal en España, con sus experiencias durante la Guerra Civil, siendo uno de los contados periodistas extranjeros que tomó partido por el bando franquista). Llenas de fantasía, contradictorias con otras de sus afirmaciones en otras entrevistas y con alguna mentira nueva y muy poco elaborada. Marmon no era el apellido del padre de Florence (de soltera, Florence Moore Myres) sino su apellido de casada, que siguió utilizando tras divorciarse en 1910 del magnate de la industria del automóvil Howard C. Marmon. Tuvieron una única hija llamada Caroline. Marmon volvió a casarse en 1911 con Martha Martindale Foster, con la que no tuvo hijos. Gerhard Lang-Valchs, «Florence Marmon —la dona al costat de Borís Skossyreff—», Papers de Recerca Històrica (Societat Andorrana de Ciències) nº 6, 2009.
«Tragicomédia andorrana», por Francisco Fernandes Lopes, en O Diabo (Semánario de crítica literária e artística), es un largo reportaje en varios capítulos (nº 55, 14 de julio, nº 56, 21 de julio, nº 62, 1 de septiembre, nº 63, 8 de septiembre, y nº 64, 15 de septiembre de 1935), continuado en «Ha seguit la Seca, la Meca y la Vall d’Andorra…» (Ibídem nº 65, 22 de septiembre de 1935). Contiene conversaciones de este médico y escritor portugués con Boris I en el Algarve, donde está intentando que las autoridades le permitan viajar a Marruecos, y de allí esperaba poder volver a Francia. Trata sobre todo de sus vicisitudes en Portugal, habla poco de Andorra, salvo que Skossyreff sigue titulándose como príncipe y no renuncia a sus supuestos derechos. Traducido del portugués:
Ingresado en Portugal el 20 de noviembre por la tarde ¿De dónde trajeron a Boris? De Madrid. Y allí ¿de dónde había sido llevado? De Barcelona. Y de Barcelona ¿de dónde vino? De Seo de Urgel, donde se proclamó príncipe soberano de Andorra el 11 de julio de 1934.
Se encontraba, pues, hospedado en el Hotel Mundial de Seo de Urgel, reinando desde allí sobre Andorra —como desde allí el obispo ejerce su soberanía— y su reinado se prolongó solamente una semana, cuando el 20 de julio de 1934…
Sobre las filonazis ideas políticas de Skossyreff escribe lo siguiente:
En lo que se refiere al socialismo, Boris no es, por supuesto, socialista —ni de cátedra, ni de… fábrica. Lo que me dice es que está decididamente en contra de cualquiera de los tres únicos poderes que, en su opinión, rigen el mundo: el judaísmo, la masonería y los jesuitas, explicándome que no es antisemita por sentimiento racista, sino solo porque los judíos controlan las finanzas (por ejemplo, el «Banco de la Reserva Federal», que presta dinero para hacer guerras y revoluciones en todas partes, pertenece a los judíos Kuhn y Loebe). Es antimasón y antijesuita solo porque está en contra de cualquier forma de sociedad secreta, necesariamente hipócrita y pescadora en aguas turbias. Políticamente entiende indispensable la existencia de oposición, que se resume en la frase «laissez dire», tal y como entre nosotros pensaba (tenga en cuenta) el gran Rodrigo de Fonseca Magallanes… Socialmente está absolutamente en contra del capitalismo, explicándome que la totalidad del capital de un país debe ser invertida en ese país —«nacionalismo integral»— y que todo capital emigrante, por implicar desconfianza en la actividad económica nacional, debería ser despiadadamente confiscado, forma segura de forzarlo a ser nacional. Así que no se trata de hacer una guerra «dulce» a la plutocracia abstracta, sino una guerra abierta contra el capitalismo concreto, única forma de dar trabajo y medios de vida a toda la gente. Boris no es comunista. Le recuerdo la conocida frase del padre del positivismo: «El comunismo no se deja refutar más que por la solución de los problemas que plantea». Y Boris me contesta: «Sí, Augusto Comte tiene razón».
Después de su expulsión a Portugal, y después de pasar por Francia, Skossyreff regresó a España, en particular a Madrid, donde pese a querer aparentar lo contrario seguía intentando atraer la atención de la prensa.
La Libertad, 9 de julio de 1936
Boris I, conde de Orange, barón de Skossyreff, pretendiente al trono de Andorra, nos ha visitado de incógnito, de riguroso incógnito. Don Boris —como le llama democráticamente su acompañante— es alto, fuerte, elegante. Viste, con personalidad, por cierto, chaquet; usa botines —con el calor de estos días, ¡qué horror!— y, como complemento, a su «regia» indumentaria, monóculo, un monóculo que es todo un poema.
Su acompañante, un madrileño cien por cien, albañil para más concretar, nos presenta al «monarca». Hay un apretón de manos. Don Boris I, siempre mundano, al saludar junta los pies con uniformidad militar e inclina levemente el busto. De verdad, damos nuestra palabra, que Boris parece un «rey» del celuloide, de esos que quitan el sueño a las niñas bien después de una tarde «cinematográfica». Pero dejémonos de divagaciones; oigamos a D. Boris.
—Nací en Vilma (antes Rusia, ahora Polonia). Firmado el Tratado de Versalles, no pude demostrar el origen de mi nacionalidad. En el curso de la gran guerra los alemanes ocuparon mi ciudad natal y los archivos de los Registros civiles pasaron a San Petersburgo. Cuando me dirigí a las autoridades polacas solicitando pasaporte se negaron a dármelo alegando que no existían antecedentes de mi nacimiento. Tras no pocos trabajos, infinitas gestiones, en 1922, por decreto de la reina Guillermina, se me extendió un pasaporte holandés. Mis ascendientes pertenecen a la familia de los Orange, como la reina Guillermina. Este pasaporte, que está renovado en Dijon por el cónsul holandés, es el pasaporte con que vine a España. Y de aquí parten mis disgustos, mi falta de documentación.
Don Boris se queda muy serio, tose ligeramente y nos cuenta la serie de desdichas que ha tenido que sufrir por carecer de pasaporte, ya que el suyo, cuando en 1934 estuvo en España con el propósito de proclamarse «rey» de Andorra, lo dejó en manos de la Policía. Pero esto merece capítulo aparte.
En el verano de 1934 llegó a España Boris I. Su llegada fue algo sensacional; fue, en una palabra, «la serpiente de mar» que necesitaban los diarios en plena canícula, con su falta de noticias sensacionales. Y Boris I corrió por todas las columnas, se hizo una «personalidad»; tanta «personalidad», que el Gobierno llegó a temer complicaciones de orden internacional. Y de ese temor surgió «la medida preventiva»: Boris I, conde de Orange, barón de Skossyreff, fue a dar con sus «regios» huesos en la Cárcel Modelo. Después, para la Prensa, desapareció D. Boris.
(…) Hablamos del trono de Andorra, del Consejo de los Valles. El acompañante de D. Boris me muestra documentos, una serie interminable de documentos. Historia de Andorra que empieza con el feudo perteneciente a la casa catalana de Cabat; que pasa más tarde, por herencia, a ser propiedad de la casa Castelbó, siendo dicha familia quien concede la administración de los Valles al obispo de la Seo de Urgel. Vienen después los condes de Foix y otros personajes y personajillos, hasta llegar a 1934, año en el que D. Boris I, mostrando la historia, su árbol genealógico, exige el trono de los Valles de Andorra para, según él, hacer la felicidad de sus súbditos.
España lo expulsa de su suelo para evitarse complicaciones diplomáticas. Portugal hace lo propio. Francia imita a España y a Portugal, y aquí tenemos a don Boris que, de cárcel en cárcel y de país en país, pasa una vida absurda, poco envidiable.
Ninguna referencia a que hubiese sido designado rey por el Consejo General. Esta parece ser una versión de elaboración posterior a 1936.
Esta irónica noticia de agencia se difundió en diversos periódicos norteamericanos, junto con una fotografía de Skossyreff acompañado de su esposa y tomada «en la clandestinidad».
Associated Press, 18 de julio de 1936 (traducido del inglés)
Por H. E. KNOBLAUGH
MADRID, 18 de julio (AP).— Se busca: un puesto de trabajo de rey. Solicitante: «Boris I, conde de Orange-Baux y barón de Skossyreff, primo consanguíneo del duque de Guisa y único pretendiente legítimo al trono de Andorra».
Cualificación: Buenas maneras y agradable apariencia; un ramillete de idiomas, incluyendo inglés, francés, alemán, italiano, portugués, español y catalán; habilidad para llevar monóculo incluso al dormir, y amplia información de primera mano sobre la mayoría de las cárceles de Europa.
Tipo de trabajo deseado: nada demasiado exigente en cuanto a dignidad y salario; basta asegurar una regular manutención.
Durante 13 años el automoldeado «rey» ha vagado por la faz de la tierra buscando apoyos para su pretensión sobre un inexistente trono de la república más pequeña del mundo.
No tiene ninguna nacionalidad ni pasaporte, ni fondos, ni crédito. Ningún país le da refugio. Ha hecho casi todos sus viajes bajo custodia de la policía que le acompañaba hasta la frontera más cercana.
(…) «Necesidad obliga», el «príncipe» reconoce resignado.
MADRID (AP). Boris leyó el artículo y nos escribió:
Al mundo en general:
He leído la presentación de mi caso del señor Knoblaugh y tiene mi aprobación.
Todo tiene un límite y, aunque no renuncio a mis pretensiones sobre Andorra, la necesidad me obliga a ser práctico.
BORIS, P.
NOTA 8. 15 de enero
He encontrado otro debate lateral. Había todavía más pretendientes a la corona de Andorra. Lo reflejan varios periódicos por las mismas fechas en que Boris I se proclama como rey. Parece que Skossyreff no era el único con mucha imaginación y poco sentido del ridículo. No he conseguido localizar a ningún príncipe de Urgel ni tampoco a ningún conde de Urgel posterior al siglo XV, cuando el condado se añadió a la Corona de Aragón y el título se extinguió, pero hay quien trataba de sacar provecho de esos tratamientos.
El Pensamiento Alavés, 21 de julio de 1934
LAS PRETENSIONES DE BORIS I DE ANDORRA
Madrid.— El señor Cuadra de Salcedo, secretario político del Príncipe de Urgel, habla de la situación andorrana, ante las pretensiones del titulado Boris I, entregando a la prensa la siguiente nota que hoy recogemos:
«En la Prensa de estos días ha aparecido la relación de un manifiesto que una persona titulada Boris I dirige a sus pretendidos súbditos de los valles de Andorra. Sobre esta comunicación le interesa hacer constar a la secretaría política del conde de Urgel —ya que el señor conde se halla ausente de España— varios extremos que pasamos a consignar:
- »Primero.— Hubiéramos tenido en cuenta la proclama del pretendido aspirante si la hubiese apoyado en algún título histórico de legitimidad sucesoria, que no aparece por ninguna parte.
- »Segundo.— Las noticias oficiosas de que Boris no está dentro de los llamamientos a la soberanía de Andorra son claras y terminantes. Además carece de ascendencia occidental, pues se trata de un eslavo de confesión anglicana, según datos comprobados por nuestro corresponsal de Londres.
- »Tercero.— La declaración de Guerra que hace contra Su Alteza el señor Obispo de Seo de Urgel —que luego la Prensa confirma que no se ha realizado— y la afirmación, por otra parte, que se constituya en defensor de la fe, tratándose de un heterodoxo, nos parece todo una tonalidad muy cómica.
- »Cuarto.— Alegando representar a un rey de Francia, como lugarteniente y refiriéndose al descendiente de Felipe Igualdad, justo es indicar que queda sin derecho a esta ni a ninguna soberanía por los nefastos crímenes con que manchó la suya en la execrable convención francesa.
- »Quinto.— Esta secretaría, después de haber examinado los hechos históricos y políticos que han presidido el desarrollo de los acontecimientos en los valles de Andorra, protesta de los anteriores hechos y manifiesta y proclama que en el día pertenece la cosoberanía, por el Príncipe Prelado de Urgel, a quien represente los derechos de la casa feudataria de Foix, y en su defecto, a quien ostente la legitimidad de origen y de ejercicio en los primeros donatarios de Andorra, según la concesión producida por el conde de Urgel, Borrell I, poseedor del dominio.
- »Sexto.— Examinados los precedentes de esta cuestión en las Casas de Aragón, del Bearn y de Navarra, se observa que han recaído los derechos de la posesión temporal del alodio de Andorra en la línea de Aragón-Sicilia, que arranca de Camon de Gascuña en el Bearn.
- »Séptimo.— Esta declaración anterior se hace por esta secretaría política, sin perjuicio de los derechos del Príncipe Mitrado y reconociendo su potestad espiritual y temporal con el carácter de infeudación que tuvo siempre lo que pudiéramos llamar el brazo civil y militar.
- »Octavo.— Reconoce esta secretaría política la necesidad que tienen los valles de Andorra de desenvolver su vida con la cordialidad de relaciones precisas con las naciones vecinas y especialmente con la Santa Sede, por el carácter especial de nuestro Principado».
La Libertad, 21 de julio de 1934
MONARQUISMO PINTORESCO
El aventurero ruso Boris I es detenido por la Policía. Un «rey de armas» español saca a relucir los derechos del conde Urgel sobre Andorra.
La noble y patriarcal República de Andorra, adorable país pirenaico de vertiente española, está siendo objeto hace algún tiempo, desde que advino la República española singularmente, de las miradas y de las sonrisas de Europa.
De un lado, los llamados revolucionarios ensayaron un golpe de mano el pasado año. De otro, el obispo de la Seo de Urgel, desvinculado de los intereses legítimos de España que él debiera defender y ataca, llama en su socorro a la gendarmería francesa y empieza a declinar, merced a su política, la estrella española. Finalmente un aventurero, que fue comandante del Ejército del zar de Rusia, un llamado a sí mismo Boris I, lanza un manifiesto declarándose soberano de Andorra como descendiente de los duques de Guisa.
Y hoy surge el magnífico humorista bilbaíno D. Fernando de la Quadra Salcedo declarando en nombre de la secretaría política de los condes de Urgel, que a estos corresponde el feudo de Andorra. El Sr. Quadra tiene ya una espléndida tradición en este menester de resucitar monarcas absurdos. Los amigos del Sr. Quadra están seguros de que no se trata de un chiflado, sino de un chungón que se divierte con estas resurrecciones pintorescas. El mismo Sr. Quadra se declaró en cierta ocasión rey de Navarra. Hace unos cinco años encontró que el legítimo monarca de Albania era un buen señor que analizaba muestras de leche pacíficamente en un laboratorio de Santander: el barón de Beorlegui, hijo del conde de Vadillo, que se encontró de pronto abrumado por las visitas de unos imponentes albaneses llenos de cartucheras, envigotados y pavorosos. El espectáculo del pobre barón, gordo y «gourmet», escoltado por su guardia albanesa, fue durante algunas semanas la delicia de la hermosa ciudad del Norte. Cuando Fernando de la Quadra hablaba de la situación de Albania decía moviendo la cabeza:
—¡Este pobre Ahmed Zogú! ¡Este pobre Ahmed Zogú!…
Nadie ha podido aún desentrañar el sentido de estas palabras sibilinas. Solamente los íntimos del simpático bilbaíno aseguran que por las noches, al regresar a su casa, Fernando de la Quadra lanzaba imponentes carcajadas.
Ahora ha «inventado» este maravilloso lío de los condes de Urgel. Suponemos que el «rey de armas» ha encontrado un nuevo motivo de regocijo propio y de emoción para la pazguatería monárquica, que todavía se conmueve con todos estos chismes de familia, de sucesiones y legitimidades, anacronismos que todavía tienen su lugar en ciertas mentes acartonadas.
Lo único cierto es que la rústica República de pastores sufre con todas estas simplezas. El Gobierno de Madrid ha resuelto por de pronto «irradiar» al comandante del zar y darle el trato de maleante que merece. Según nuestras noticias se han tomado otras resoluciones encaminadas a que la vida de aquellos valles se desenvuelva en paz, con absoluta independencia y con la preponderancia económica de España que siempre ha existido y que siempre desean los andorranos.
No creemos que a estos designios del Gobierno pueda oponerse, ni aun de una manera pasiva, el obispo de la Seo de Urgel. Personas capacitadas, inteligentes y cautas se acercarán a su reverendísima alteza para hacerle comprender que su soberanía, por encima de todas las sutilezas del Derecho internacional, no es otra cosa que la influencia de España. Cosa seria y definitiva con la que no vale jugar.
Heraldo de Madrid, 1 de agosto de 1934
Boris, barón de Skossyreff, se batirá en Portugal con don Fernando de la Quadra Salcedo, marqués de los Castillejos, para castigar la ofensa vertida por el ilustre prócer español contra los ascendientes del duque de Guisa.
Recibimos la siguiente carta, que incluye otra que luego publicamos dirigida al marqués de los Castillejos:
«Muy señor mío: Ignorando el domicilio de D. Fernando de la Quadra Salcedo, ruego a usted que haga público el contenido de la adjunta carta, en la que reto y pido una reparación por las armas a dicho señor por haber ofendido la memoria de un ilustre antecesor de mi augusto primo el señor duque de Guisa, pretendiente al trono de Francia. Aprovecho esta ocasión para testimoniarle mi reconocimiento por la veraz información publicada en HERALDO DE MADRID con motivo de mi viaje a Madrid y rogarle tenga a bien enviar a un informador de ese simpático periódico a esta prisión, pues preciso hacer algunas revelaciones interesantes.
»Con este motivo, quedo, señor director, reconocido, atento, s. s. q. e. s. m., Boris. P.»
La carta al marqués de los Castillejos, que reproducimos, es esta, que en letras de molde dice así:
«Celda 359. Prisión de Madrid, 31 de julio de 1934.—
»Señor don Fernando de la Quadra Salcedo, Arrieta-Mascama, marqués de los Castillejos, Madrid.
»Muy señor mío: Luego que yo, demuestre ante el digno señor juez que no soy ningún vago ni maleante, y sí un hombre de honor, que tiene sus estudios, sus rentas propias y que vive de su trabajo con tanta dignidad como el que más, habré de demostrar a usted donde y cuando le acomode que un caballero no puede manchar la dignidad de los antepasados de otro caballero sin dejar de serlo.
»Mi especial situación luego que salga de esta cárcel me obliga a pedir a usted una cita a cualquier hora del día o de la noche y donde usted guste.— Boris. P.»
(…) —Hablemos ahora de su reto. ¿Ignora usted que es peligroso entrevistarse en la forma que usted pretende con el señor marqués de los Castillejos? ¿Ignora usted que dicho caballero —según es fama— es capaz de atravesarle a usted de parte a parte? ¿No sabe usted que es un formidable tirador de espada?
—Eso ya lo veremos, señor mío —me contesta—; porque yo no soy manco, y creo que mi juventud me faculta a tirar mucho mejor que él.
—¿Y dónde será el lance?
—En Portugal, desde luego.
—¿El sitio?
—En cualquier playa —termina—. Yo le demostraré a ese señor que no se puede ofender ni agraviar la memoria de ningún antepasado de mi ilustre primo, el duque de Guisa —repite.
Aparte de esas tonterías de duelos a espada para lavar el supuesto honor ultrajado, aquí surge otra historia, la del rey de Albania… quizás para más adelante. Ahmed Zogú fue presidente de la república de Albania, establecida tras su independencia del Imperio otomano, y en 1928 fue proclamado como su primer rey. Por aquel entonces Fernando de la Quadra-Salcedo y Arrieta-Mascarua, marqués de Castillejos, historiador vizcaíno y miembro de la Real Academia de la Historia (que murió asesinado en Bilbao al comienzo de la Guerra Civil), defendió en la prensa los mejores derechos sobre esa corona de los descendientes de Luis de Evreux, hermano del rey Carlos II de Navarra y duque consorte de Durazzo, conquistador de Albania en el siglo XIV. Sobre esta historia hay una película de 1983 dirigida por Alfonso Ungría, La conquista de Albania, que en parte se rodó en Navarra. En la prensa de 1928 aparece mencionado, como el pretendiente propuesto por De la Quadra-Salcedo, Manuel González de Castejón, barón de Beorlegui, ingeniero jefe de la Sección Agronómica de Santander, que no tuvo más remedio que salir a desmentir los rumores de que pretendiera el trono de Albania tras ser víctima de muchos comentarios satíricos.
Lo que faltaba. Otra historia de pretensiones monárquicas, en este caso sobre la corona de Albania. Si no hubiera muerto, quizás Ignacio hubiera investigado también sobre este otro argumento de opereta. Alguna vez me comentó que los temas de sus investigaciones solían aparecer solos, que él no los buscaba. En el curso de cualquier trabajo de investigación surgían multitud de temas relacionados con el objeto principal que no había más remedio que dejar aparcados, tras una breve mención.
—Por fortuna, las revistas científicas fijan un número máximo de páginas para los trabajos que publican —observó en una ocasión—. Te obligan a poner límites y a centrarte en un tema, si no seguirías ampliando y ampliando el objeto del estudio según fueras encontrando más información. Pero siempre te quedan un montón de otros temas pendientes para futuros trabajos.
Supongo que a eso obedecían muchas de las carpetas que Ignacio tenía abiertas en la nube. Temas laterales, como escribía él, que iba dejando pendientes de investigación. Aunque a veces, me comentó, el tema lateral resulta tan interesante que te zambulles en él y aparcas el que hasta entonces era el principal.
De momento, no había ninguna carpeta para el rey de Albania. Quizás no le pareció suficientemente serio tratar sobre la tropa de pretendientes a diversas coronas reales que parece que han pululado por toda Europa en el siglo XX. Todavía quedan algunos de ellos, figuras habituales de las revistas del corazón. Aún aparecen por ahí condes italianos, princesas alemanas o archiduques austríacos como si los títulos de nobleza no hubiesen sido abolidos en esos países hace décadas junto con sus monarquías.
NOTA 9. 25 de enero
He conseguido, en el mercado de segunda mano de internet, otro libro que a veces se suele citar al respecto de la historia de Boris I: Llibre d’Andorra. Historia. Paisatge, de Lluís Capdevila, publicado en 1958 en catalán. No hay edición en castellano, sí una traducción de 1959 al francés con el título de Nouvelle découverte de l’Andorre. Contiene un breve capítulo dedicado a Skossyreff titulado «Sa Majestat (La novela d’un home que volià ésser rei)». El libro se califica como «guía espiritual» de Andorra; es un libro de viajes, no tiene pretensiones académicas y no lleva referencias ni bibliografía. Capdevila fue periodista, dramaturgo y novelista, no historiador, no trata de escribir con rigor histórico sino, como sugiere, apuntar la trama de una novela que «tiene la ingenua y amable cursilería de un vals de opereta».
Copia el manifiesto de 11 de julio de 1934, dice que fue impreso en Torredembarra, afirma que no hizo la menor gracia ni al Consejo General ni al obispo y concluye contando que «el rey que no llegó a reinar» fue expulsado ignominiosamente y despedido con un chaparrón de escarnios y risas. No da fechas ni más detalles concretos.
Una tesis doctoral presentada en la Universidad de Málaga, Evolución política en Andorra (1931-1939), de Jean Louis Hague Roma, 1998. Accesible en internet.
Nada nuevo sobre Boris I. Le dedica poca atención y no indica otras referencias que las de la prensa de la época.
En 1934 Andorra estuvo marcada por la aparición de una serie de personajes singulares extranjeros que marcaron una cierta inercia a la política andorrana. En relación a aquellos, cabe destacar especialmente a Boris d’Skossirev, que se quiso adjudicar el trono de Andorra, pero la cuestión no tuvo ninguna relevancia que no fuera la propia esperpéntica figura de este rocambolesco candidato al trono del Principado.
Menciona otro pretendiente al trono, en este caso el supuesto checoslovaco:
En relación a otro personaje que aspiró al trono de Andorra, sabemos que residía en un hotel a pocos kilómetros de Encamp y que, con mucha frecuencia, pasaba largas temporadas en los valles.
Este señor solicitaba el trono de Andorra para Marius Wonnes, sobrino suyo millonario, que residía en Checoslovaquia. Interinamente, de aceptarse su petición, él se instituiría regente, se harían unas constituyentes, y seguidamente, se elegiría como primer soberano de Andorra, a Marius I por un periodo de cinco años, al término de los cuales se llevaría a cabo un referéndum sobre la conveniencia o no de continuar con dicha monarquía. La propuesta de Wonnes formalizada por escrito dirigido al Consejo de los Valles llevaba consigo una oferta económica de entrega en concepto de donativo de tres millones de pesetas. Además Wonnes asumía el compromiso del fomento de las obras públicas y la potenciación y desarrollo de la enseñanza primaria en todo el territorio.
Como vemos, Andorra tuvo ahora y había tenido en tiempos, varios pretendientes a su trono, además de varias nacionalidades, por supuesto sin llegar a términos concretos en ningún caso.
Añade en nota: «Con la información de que se disponía, las autoridades andorranas averiguaron que el extraño individuo era un acaudalado propietario, no de Barcelona, sino de Checoslovaquia, llamado Charles Wonnes».
NOTA 10. 5 de febrero
Alexander Kaffka, «El rei rus d’Andorra: fantasies I fets», Papers de
Recerca Històrica (Societat Andorrana de Ciències) nº 6, 2009. Un periodista ruso que ha investigado el asunto, parece que con pretensiones de seriedad. Trata de deslindar los hechos comprobados de las leyendas.
La proclamación de la monarquía por el Consejo General no está comprobada. En los libros de actas que se hallan en el Archivo Nacional de Andorra no hay ninguna referencia a las supuestas sesiones de 8 y 10 de julio de 1934. Dice Kaffka que el episodio de Skossyreff es ignorado por la historia de Andorra.
Afirma que Skossyreff fue detenido en Seo de Urgel por guardias civiles catalanes. Cita fuentes según las cuales habría sido detenido por la Guardia Civil en Andorra, pero señala que la detención en territorio extranjero hubiera sido ilegal.
¿De dónde sale el falso dato de las sesiones del Consejo General que aprobaron la monarquía de Boris I? Nada en la prensa de la época. Parece de elaboración posterior. Centrar el trabajo en cómo pudo surgir esa leyenda.
Una posibilidad. ABC, 24 de marzo de 1974. Este periódico no se había vuelto a ocupar de Skossyreff desde los años treinta, pero ahora retoma su historia: «El hombre que quiso ser rey», de Juan Balansó. Cuenta en tono de novela y con todo lujo de detalles la supuesta sesión del Consejo General un domingo de julio de 1934. Nada dice de la anterior expulsión de Skossyreff en mayo, ni de otra sesión en que se repitiera la votación.
(…) Tras largo y apasionado debate los reunidos acordaron dejar las manos libres al Síndico para que obrara a su guisa y, finalmente, una mayoría decidió que, por el bien general de la nación, podía aceptarse que Boris se coronara a sí mismo, sin ceremonia oficial alguna. No hubo, ciertamente, proclamación ni declaración de ningún tipo, pero Boris, al recibir la noticia en el hotel, empezó a comportarse como un verdadero monarca: se rodeó de consejeros privados, mandó publicar un boletín y apresurose a redactar una Constitución en 17 artículos, de cuyo texto ordenó imprimir 10 000 ejemplares que fueron repartidos por el país y enviados a personalidades españolas y galas. Seguidamente, al percatarse de que su rango real no cuadraba con la ancestral denominación de los Valles, resolvió trocar su título de Rey por otro más adecuado. Eligió: «Princeps Soberanus et Supremus Andorrae», y, a modo de augusta coletilla, «Defensor de la Fe». Luego decidió tomarse unas vacaciones y partió, siempre acompañado por la otoñal divorciada norteamericana, hacia la playa tarraconense de Torredembarra.
Dice que la detención fue en Andorra y por la Guardia Civil enviada por el obispo de Seo de Urgel. No proporciona ninguna fuente o referencia. Hay datos claramente erróneos, como el viaje a Torredembarra, que fue anterior a la proclamación. Nada de la votación 23 a 1 de otros relatos, dice que no estaban todos los miembros, solo docena y media de los 24 que formaban el Consejo General. No pone fecha ni a la reunión del Consejo General ni a la detención. Únicamente a la proclama del 11 de julio que sitúa en Torredembarra y, por tanto, días después de la reunión del Consejo General según su versión.
Balansó no era historiador profesional sino periodista, aunque escribió muchos libros sobre historia de las monarquías. ¿De dónde toma su relato sobre la sesión del Consejo General? Poco creíble. Tiene un libro, Las coronas huecas, publicado en 2003, con un capítulo dedicado a Boris Skossyreff. Está en la Biblioteca de Navarra. Comprobar si ofrece más datos.
NOTA 11. 17 de febrero
Leído el libro de Balansó. Nada nuevo. Repite en buena medida, con pequeñas adiciones, lo que contaba en 1974 en ABC, sin referencias. Sugiere que Skossyreff acudió a la reunión del Consejo General y presentó allí su proyecto de Constitución. Añade que la sesión del Consejo General fue el 8 de julio y que la detención por la Guardia Civil en Andorra se produjo el 14 de julio, fecha obviamente errónea a la vista de la prensa de la época, aunque es la misma que propone Morell. La primera edición de la novela de Morell, en catalán, es de 1984, la traducción castellana es de 2007; la primera edición del libro de Balansó es de 2003. ¿Copió Balansó en 2003 a Morell la fecha de la detención, que en 1974 ni mencionaba? Y a saber la razón por la que Morell registra como fecha de la detención el 14 de julio; ninguna otra fuente, nadie más salvo Balansó, lo hace.
La proclamación de la monarquía por el Consejo General parece un dato inventado. ¿Es Balansó el inventor de la sesión del Consejo General, en 1974, y luego se la copió Morell en su novela? ¿Quién inventó que hubiera dos sesiones distintas? ¿Pudo ser alguien que acumuló la fecha del 8 de julio que da Balansó con la del 10 de julio que da Morell, sin darse cuenta de que ambos estaban refiriéndose a una única sesión supuestamente celebrada el mismo domingo? La mayoría de quienes escriben señalan que la sesión se celebró en domingo, pero unos dicen que era 7 de julio, otros que 8 y algunos que 10 de julio. En realidad, el día que cayó en domingo fue el 8 de julio de 1934. Parece que casi nadie se preocupa de comprobar el dato.
Habría que confirmar en Andorra que esas supuestas sesiones no están en el libro de actas. Visita al Archivo Nacional de Andorra. ¿Cuando acabe el curso?
Con todo lo que llevaba leído me costaba razonar con seriedad. Me asaltaba la sospecha de que fuera el tal Balansó el que pudo matar a Ignacio para evitar que se supiera que se inventó casi toda la leyenda de la proclamación de Boris I como rey de Andorra. Aunque me sonaba ridículo estar pensándolo, me molesté en comprobar que Juan Balansó está muerto desde hace muchos años, encontré varias necrológicas suyas de 2003 en internet. Antoni Morell está vivo, aunque jubilado. No, no tenía sentido pensar en él como sospechoso, su novela es de ficción, no pretende hacer historia; le hubiera dado lo mismo, si se llega a enterar, que un historiador le llevara la contraria en datos concretos. ¿Alguien más podría sentirse amenazado por la investigación de todas las mentiras propagadas en torno al rey de Andorra? Suena ridículo solo pensarlo.