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Sobre la marcha, González Moreno fue al Pardo a ver al coronel Barceló.

—¿Es verdad que las fuerzas del XXII Cuerpo cortan la carretera de Valencia?

—Sí, es una medida de precaución para que ninguna otra unidad abandone el frente para venir en apoyo de la Junta.

—Ya no hay otro poder. El gobierno ha salido del país y tenemos que obedecer a alguien. Y ese alguien es el poder constituido.

—El gobierno, si ha salido, lo hizo obligado por el golpe de fuerza de Casado. Mientras el gobierno no decline sus poderes, la legalidad es él, se halle donde se halle.

—El Gobierno Negrín ofreció traspasar sus poderes al Consejo.

—Pero éste no lo aceptó.

—De hecho es lo mismo. Los mandos necesitan una autoridad y ahora no hay otra que la de Casado.

—Para lo que va a durar…

—Eso dice usted. ¿Por qué y por quién lucha? Si el gobierno ha huido —y diga lo que diga es lo que ha pasado— ¿qué objeto tiene luchar por él?

—¿Pero vamos a apoyar a un grupo de rebeldes alzados contra la legalidad?

—¡Pero si lo apoyan todas las organizaciones del Frente Popular!

—Eso dicen ellos.

—Piénselo bien, Barceló. Supongamos que derribéis a la Junta, ¿qué gobierno vais a constituir si todos los partidos políticos y las organizaciones sindicales están en contra vuestra? ¿O es que vais a tomar el poder solos? ¿Quién os va a obedecer? No seáis locos. Hay que salvar lo que se pueda.

Barceló calla, desesperado.