3 (b) DE THINGOL

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§31Por esta razón Thingol habitó en Beleriand y no llegó a Valinor. Melian era una hada, de la raza de los Valar, Moraba en los jardines de Lórien, y entre todo el hermoso pueblo de él no había nadie más bella que Melian, ni más sabia, ni que mejor conociese los cantos de magia y encantamiento. Se dice que los Dioses abandonaban sus trabajos, y los pájaros de Valinor su alegría, que las campanas de Valmar callaban y que las fuentes dejaban de fluir, cuando al mezclarse las luces Melian cantaba en los jardines del Dios de los sueños. Los ruiseñores la acompañaban siempre, y ella fue quien les enseñó a cantar. Amaba las sombras profundas, pero antes de que el mundo fuera hecho, Melian se parecía a Yavanna, y a menudo partía de Valinor y emprendía un largo viaje hasta las Tierras de Aquende, y allí la voz de Melian y las voces de los piaros llenaban el silencio de la tierra naciente.

§32Thingol oyó el canto de los ruiseñores de Melian y cayó sobre él un encantamiento, y abandonó a su gente, y se perdió siguiendo las voces entre las sombras de los árboles. Llegó por fin a un claro abierto a las estrellas; y allí se encontraba Melian, y la luz de Valinor estaba en su rostro. No dijo Melian ni una palabra, pero anegado de amor, Thingol se le acercó y le tomó la mano, y cayó en un hechizo de sueño y largo adormecimiento, y su pueblo lo buscó en vano.

§33En días posteriores Melian y Thingol se convirtieron en Reina y Rey de los Elfos de Doriath, y habitaron en las estancias ocultas de Menegroth, las Mil Cavernas. Así pues, Thingol no cruzó jamás el Mar hasta Valinor, y Melian no regresó allí mientras duró su reino; y de ella la sangre de la raza inmortal de los Dioses descendió a los Elfos y a los Hombres, como se contará más adelante.

3 (c) DE KÔR Y ALQUALONDË

[La relación entre el manuscrito y los textos mecanografiados difiere aquí en que el manuscrito (en el que no constituye un capítulo aparte ni hay indicación alguna que lo separe de lo precedente, véase p. 245) no fue apenas corregido, mientras que la copia mecanografiada presenta, [256] ya desde la versión original, un gran número de cambios. Posiblemente se deba a que en este caso mi padre realizó las alteraciones según mecanografiaba, sin apuntarlas antes en el manuscrito. De hecho en el segundo texto no hay muchas cosas que representen un cambio considerable de la narrativa o nomenclatura respecto al primero, aunque se introducen algunos elementos nuevos. Como hasta ahora, sigo el texto mecanografiado y apunto las diferencias significativas respecto al manuscrito en el comentario. Con De Kôr y Alqualondë acaba la copia mecanografiada.]

§34En su momento las huestes de los Eldar llegaron a las últimas costas occidentales de las Tierras de Aquende. En el Norte estas costas, en los antiguos días que siguieron a la Batalla de los Dioses, se curvaban hacia el oeste, hasta que en el extremo norte de la tierra sólo un mar estrecho dividía la Tierra Exterior, donde se levantaba Valinor, de las Tierras de Aquende; pero este mar estrecho estaba lleno de hielos crujientes por causa de la violencia de las heladas de Melko. Por tanto Oromë no condujo a los Eldar hacia el Norte lejano, sino que los llevó a las hermosas tierras en tomo al Río Sirion, que se llamaron más tarde Beleriand; y a partir de estas costas, desde donde las huestes de los Eldar contemplaron por primera vez el mar con temor y maravilla, se extendía un océano ancho y oscuro y profundo, entre ellos y las Montañas de Valinor.

§35Allí aguardaron, contemplando las olas oscuras. Pero Ulmo llegó de los Valar; y arrancó una isla medio hundida, que había sido la morada de los Dioses en el principio, pero que ahora se había levantado solitaria en medio del mar durante mucho tiempo, lejos de ambas costas; y con ayuda de sus servidores la movió como si fuera un poderoso navío, y la ancló en la bahía donde se volcaban las aguas del Sirion.[144] Entonces embarcó a los Lindar y a los Noldor, que ya se habían congregado. Pero los Teleri se quedaron atrás, pues eran más lentos y menos ansiosos en la marcha, y además se retrasaron por la pérdida de Thingol; y no llegaron hasta después de que Ulmo hubiera partido. [257]

§36Por tanto Ulmo llevó a los Lindar y a los Noldor por sobre el mar hasta las largas costas bajo las Montañas de Valinor, y entraron en la tierra de los Dioses y fueron bienvenidos en la beatitud. Pero los Teleri moraron largo tiempo junto I las costas del mar occidental, esperando el regreso de Ulmo; y llegaron a amar el sonido de las olas, e hicieron canciones colmadas de la música del agua. Ossë los escuchó, y acudió allí; y los amó, porque lo deleitaba la música de sus voces. Sentado sobre una roca cerca de la orilla del mar, él les habló y los instruyó. Por tanto, grande fue el dolor de Ossë cuando Ulmo volvió al fin para llevárselos a Valinor. A algunos los persuadió de que se quedaran en las playas de la Tierra Media, y fueron ellos los Elfos de las Falas que en días posteriores tuvieron su morada en los puertos de Brithombar y Eglorest, en Beleriand; pero la mayor parte de los Teleri se embarcaron en la isla y fueron llevados lejos.

§37Ossë los siguió, y cuando hubieron llegado cerca del final del viaje, los convocó; y ellos rogaron a Ulmo que detuviera el viaje un tiempo, para que pudieran despedirse de su amigo y contemplar por última vez el cielo de estrellas. Pues la luz de los Arboles que se filtraba a través de los pasos de las colinas los sobrecogía. Y Ulmo se enojó con ellos, pero les concedió lo que pedían, y los dejó por un tiempo. Entonces Ossë amarró la isla y la arraigó en el fondo del mar, lejos en la Bahía del Hogar de los Elfos, desde donde apenas podían divisarse las Montañas de Valinor. Y cuando Ulmo regresó la isla no podía moverse o desarraigarse sin peligro para los Teleri; y no se movió, sino que se alzó allí sola durante muchas edades. No había ninguna otra tierra cerca, y se llamó Tol Eressëa, o la Isla Solitaria. Allí moraron largo tiempo los Teleri, y de Ossë aprendieron extrañas músicas y la ciencia del mar; y él hizo las aves marinas para el deleite de ellos. Por esa larga estadía aparte de los Teleri en la Isla Solitaria la lengua de ellos fue separándose de la de los Lindar y los Noldor.

§38A éstos les habían dado los Valar una tierra y una morada. Aun entre las flores radiantes de los jardines de los Dioses iluminados por los Arboles, deseaban a veces contemplar las estrellas. Por tanto se abrió un hueco en las montañas circundantes, y allí, en un valle profundo que descendía hasta el mar, [258] se levantó la verde colina de Kôr. La luz de los Árboles caía sobre ella desde el Oeste, y la sombra apuntaba siempre al Este, a la Bahía del Hogar de los Elfos y la Isla Solitaria y los Mares Sombríos. La luz del Reino Bendecido fluía encendiendo las olas con destellos de plata y oro, y rozaba la Isla Solitaria, y la costa occidental se hizo verde y hermosa. Allí se abrieron las primeras flores que hubo al este de las Montañas de los Dioses.

§39En lo alto de la colina de Kôr se levantó la ciudad de los Elfos, los blancos muros y terrazas de Túna, y la más alta torre de esa ciudad fue la Torre de Ingwë, la Ingwemindon, cuya lámpara de plata brillaba a lo lejos entre las nieblas del mar. Pocos son los barcos de los Hombres mortales que hayan visto ese esbelto rayo de luz. En Túna[145] moraron los Lindar y los Noldor.

§40Manwë y Varda amaban sobre todo a los Lindar, los Altos Elfos, y sagradas e inmortales fueron todas sus obras y canciones. Los Noldor, los Gnomos, eran los amados de Aulë, y de Mandos el sabio; y grandes fueron sus conocimientos y habilidades. Pero más grande aún era la necesidad que tenían de más conocimientos, y el deseo de hacer cosas nuevas y maravillosas. Hablaban un lenguaje que no dejaba de cambiar, porque sentían un gran amor por las palabras y siempre querían encontrar nombres más precisos para todas las cosas que conocían o imaginaban. En Valinor concibieron por primera vez la formación de gemas, y las hicieron en incontables miríadas de muchos tipos y colores; y llenaron toda Túna con ellas, y los palacios de los Dioses se enriquecieron.

§41Los Noldor volvieron más adelante a la Tierra Media, y esta historia cuenta principalmente lo que hicieron; por tanto los nombres y parentescos de los príncipes pueden señalarse aquí en la forma que esos nombres tuvieron más tarde en la lengua de los Gnomos que se hablaba de Beleriand, en la Tierra Media. Finwë era Rey de los Noldor. Los hijos de Finwë fueron [259] Fëanor, Fingolfin y Finrod. De éstos Fëanor era el mayor en habilidad con las palabras y las manos, más instruido en ciencia que sus hermanos; en el corazón su espíritu ardía como una llama. Fingolfin era el más fuerte, el más firme y el más valiente. Finrod era el más hermoso y el más sabio de corazón. Los siete hijos de Fëanor fueron Maidros el alto; Maglor, músico y poderoso cantor; Celegorn el hermoso, y Cranthir el oscuro; y Curufin el hábil, que del padre heredó sobre todo la habilidad manual; y los más jóvenes, Damrod y Díriel, que eran gemelos, iguales de temple y rostro. En días posteriores fueron grandes cazadores en los bosques de la Tierra Media. También fue cazador Celegorn, quien en Valinor fue amigo de Oromë y siguió a menudo el gran cuerno del dios.

§42Los hijos de Fingolfin fueron Fingon, que fue luego Rey de los Gnomos en el Norte del mundo, y Turgon de Gondolin; y su hermana era Isfin la Blanca. Los hijos de Finrod fueron Inglor el fiel (que recibió más adelante el nombre de Felagund, Señor de las Cavernas), y Orodreth, y Angrod y Egnor. Inglor y Orodreth se tenían gran amor, y eran amigos de los hijos de Fingolfin; pero Angrod y Egnor eran amigos de los hijos de Fëanor.

§43Ha de referirse aquí cómo los Teleri llegaron por fin a Valinor. Durante casi cien años de Valinor, de los que cada uno era como diez años del Sol que se creó después, moraron en Tol Eressëa. Pero poco a poco hubo un cambio en sus corazones y fueron atraídos por la luz que fluía sobre el mar hacia la isla; y se sentían desgarrados por el amor a la música de las olas sobre las costas y el deseo de ver otra vez a sus parientes, y contemplar el resplandor de los Dioses. Pero al final el deseo de la luz fue el más fuerte. Por tanto Ulmo les enseñó el arte de construir naves; y Ossë, sometido a Ulmo, les llevó como regalo de despedida muchos cisnes de alas vigorosas. A éstos los amarraron a la flota de naves blancas, y así fueron llevados a Valinor sin la ayuda de los vientos.

§44Allí vivieron, sobre las largas costas del Hogar de los Elfos, y si lo deseaban podían ver la luz de los Arboles, y visitar las calles doradas de Valmar y las escaleras de cristal de Túna sobre Kôr. Pero sobre todo navegaban por las aguas de la Bahía del Hogar de los Elfos, o bailaban por las olas en la costa con los cabellos resplandecientes a la luz de más allá de la colina. Muchas [260] joyas les dieron los Noldor, ópalos y diamantes y cristales pálidos, que ellos esparcieron sobre las costas y arrojaron en los estanques. Maravillosas eran las playas de Elendë en aquellos días. Y extrajeron para sí muchas perlas del mar, y sus estancias eran de perlas y de perlas las mansiones de Elwë en el Puerto de los Cisnes, iluminado por muchas lámparas. Porque Alqualondë, el Puerto de los Cisnes, era la principal ciudad de los Teleri, y el puerto de sus navíos; y éstos tenían forma de cisnes, y eran blancos, con picos de oro y ojos de oro y azabache. El portal del puerto era un arco abierto en la roca viva tallada por las aguas, y se alzaba en los confines de la Tierra de los Elfos, al norte de Kalakilya, el Paso de la Luz, donde se alzaba la colina de Kôr.

§45Con el paso de las edades los Lindar llegaron a amar la tierra de los Dioses y la plena luz de los Arboles, y abandonaron la ciudad de Tuna, y habitaron en la montaña de Manwë o en los alrededores de las llanuras y los bosques de Valinor, y se separaron de los Gnomos. Pero el recuerdo de las Estrellas no se borró en el corazón de los Noldor, y moraron en el Kalakilya, y en las colinas y los valles a donde llegaba el sonido del mar occidental; y aunque muchos de entre ellos iban a menudo a la tierra de los Dioses, emprendiendo viajes distantes en busca de los secretos de la tierra y el agua y de todos los seres vivientes, tenían más trato con los Teleri que con los Lindar; y las lenguas de Túna y de Alqualondë se unieron en aquellos días. Finwë reinaba en Túna y Elwë en Alqualondë; pero Ingwë fue siempre tenido por el Rey Supremo de todos los Elfos. Moraba a los pies de Manwë, en Taniquetil. Fëanor y sus hijos rara vez vivían en un mismo lugar mucho tiempo. Viajaban muy lejos dentro de los confines de Valinor, llegando aun hasta los bordes de la Oscuridad y las frías costas del Mar Exterior en busca de lo desconocido. Con frecuencia eran huéspedes en los salones de Aulë; pero Celegorn iba sobre todo a la morada de Oromë, y allí adquirió un gran conocimiento de todos los pájaros y las bestias, y conocía todas sus lenguas. Porque todos los seres vivientes que están o han estado en esta tierra, salvo sólo las salvajes y malignas criaturas de Melko, vivían entonces en Valinor; y había también muchas otras criaturas, hermosas y extrañas, nunca vistas en la Tierra Media y que quizá nunca se verán ahora, pues la hechura del Mundo ha cambiado.