Notas1
[246] 246 Citado por FERNÁNDEZ DE RETANA, t. II, p. 88.<<
[247] 247 «Inter barbaras & punicas nationes» (Alvar GÓMEZ DE CASTRO, De rebus gestis, fol. 7).<<
[248] 248 Son muy conocidas las frases de Teresa de Ávila: «Tenía un [hermano] casi de mi edad, juntábamonos entrambos a leer vidas de Santos […]. Como veía los martirios que por Dios las santas pasaban, parecíame compraban muy barato el ir a gozar de Dios y deseaba yo mucho morir así, no por amor que yo entendiese tenerle, sino por gozar tan en breve de los grandes bienes que leía haber en el cielo, y juntábame con este mi hermano a tratar qué medio habría para esto. Concertábamos irnos a tierra de moros, pidiendo por amor de Dios, para que allá nos descabezasen» (Vida, cap. 1, 4). Sobre el tema, y. Miguel AVILÉS FERNÁNDEZ, «Ir a tierra de moros, un sueño frustrado de los místicos españoles», en Congreso Internacional «El estrecho de Gibraltar», Ceuta, noviembre de 1987, Madrid, UNED, 1988, t. III., pp. 69-75.<<
[249] 249 A principios del siglo XVI, el cardenal Cayetano —alias Tomás de Vio (1469-1534)— da a aquellas teorías su fundamento jurídico y teológico. En sus comentarios a santo Tomás, él distingue varias clases de infieles: los que de hecho y de derecho son súbditos de príncipes cristianos, por ejemplo, los judíos que viven en tierras de cristianos; los que son súbditos de cristianos por derecho, pero no de hecho, como los que ocupan tierras que pertenecieron a los fieles (es el caso de la Tierra Santa); y, por último, los que ni de derecho ni de hecho están sujetos a príncipes cristianos, a saber, los paganos, habitantes de tierras donde nunca se supo del nombre cristiano, por ejemplo, los indios del Nuevo Mundo; ningún rey, ni emperador, ni la Iglesia romana puede mover guerra contra estos últimos; en cambio, contra la segunda categoría, sí que hay motivo de guerra justa, la Cruzada.<<
[250] 250 «Ya se acerca, señor, o es ya llegada / la edad gloriosa en que promete el cielo / una grey y un pastor solo en el suelo».<<
[251] 251 «¡Oh dichosos los siglos presentes y venideros, que de hoy más beberán aguas puras y vivas de santa teología en sus primeros manantiales! ¡Oh tres y cuatro veces bienaventurado tan esclarecido primado de las Españas, a quien Dios dio tanta gracia que tres lenguas nobles en quien está puesto el tesoro de los divinales sacramentos, las juntásedes en uno! Asaz manifiesta muestra del milagro que muchos creen que anda Dios rodeando de hacer, por vuestra mano, que vos, cristianísimo prelado, con el poder de Dios, lo hagáis todo uno: una ley, una grey y un pastor» (G. A. de HERRERA, Breve disputa de las ocho levadas contra Aristótil y sus secuaces, citado por Miguel AVILÉS FERNÁNDEZ, «Cisneros y el norte de África», en Aldaba, revista del Centro Asociado a la UNED de Melilla, n.º 21, 1993, p. 123).<<
[252] 252 Colón opinaba que, con el oro de las Indias, se podría ganar la Casa Santa de Jerusalén…<<
[253] 253 Sin embargo, en torno a 1510, se sabe de una curiosa embajada del Preste Juan a Portugal: «carta quel grande principe cristiano David, que quiere dezir David Preste Juan, rey de los abxis muy poderoso, imbió por Motes su embajador al rey Don Manuel» (Miguel Ángel OCHOA BRUN, Historia de la diplomacia española, Madrid, Ministerio de Asuntos Exteriores, 1995, t. IV, p. 151).<<
[254] 254 Babilonia es desde luego una ciudad principal de Asiria, cabeza de toda la Chaldea, pero también se daba el nombre de Babilonia a la capital de Egipto, El Cairo. De ahí el título que Anghiera le dio a su relato: la Legatio babylonica es simplemente la embajada a El Cairo.<<
[255] 255 «En mi embajada, que fue redemir que el gran Soldán no tornase moros por fuerza e ficiese morir con tormentos los christianos que estaban dentro de sus señoríos y a los frailes de Jesusalén».<<
[256] 256 «Por la entrada que avían hecho en la India los Portugueses se avía turbado el comercio de aquellas partes con detrimento de los reales tributos y de los intereses particulares de los vasallos, mostró [el sultán] de ello gran pesar y sentimiento, acrecentándosele las gloriosas victorias del Rey Don Fernando el Católico y el zelo con que tratava él que los moros de España se convirtiesen a la fe de Jesu Christo o que desamparasen aquel reyno» (Juan de CALAHORRA, Chronica de la provincia de Syria y Tierra Santa…, Madrid, 1684, p. 337). La llegada de los navíos lusitanos al océano Índico había trastornado efectivamente los circuitos tradicionales del comercio de especias, vitales para la economía egipcia y también para Venecia: se había cortado la ruta tradicional de las especias que pasaba por el mar Rojo hasta llegar al Mediterráneo; ahora los portugueses daban la vuelta a África para llevar las especias a Lisboa.<<
[257] 257 «Apoyando el sobervio egypcio en el ajustado proceder de los príncipes christianos sus bárbaros intentos, echó voz de que, si no desistían los reyes Don Fernando y Don Manuel de los suyos, echaría por tierra el Sepulcro de nuestro Redentos y el convento del Sacro Monte Sion con otros lugares santos y que compelería a los christianos de Europa que tenía en su imperio a que recibiesen la falsa y abominable secta de los moros, si no salían dél dentro de un término señalado» (Ibid.).<<
[258] 258 «Para los arduos negocios que traía el embaxador guardián fue remitido a N. Arçobispo; teníale en su casa y a su mesa» (QUINTANILLA, p. 149). Fray Mauro le regaló a Cisneros un trozo de mármol sacado de una tabla que cubría el Santo Sepulcro; desde entonces, el arzobispo de Toledo siempre celebraba misa sobre aquella ara.<<
[259] 259 En la primavera de 1504, Venecia envió a El Cairo un emisario con una propuesta original y de singular alcance; se trataba nada menos que de abrir un canal a través del istmo de Suez para crear una relación directa entre el mar Rojo y el Mediterráneo, anticipo de lo que Fernando de Lesseps realizará en 1869.<<
[260] 260 ZURITA, Historia del rey don Hernando el Católico…, Zaragoza, 1670, p. 342 y.°.<<
[261] 261 «Llegando el P. Fr. Mauro a Portugal, presentó las letras al rey D. Manuel; el qual respondió que todas eran amenaças frívolas de Bárbaro y que, pues no tenían otro fundamento que la diminución de sus tributos, no avía mucho que temer, pues eran grandes los que recogía de los Chritianos que iban a visitar el Santísimo Sepulcro» (Juan de CALAHORRA, op. cit., p. 338).<<
[262] 262 Ibid., p. 339.<<
[263] 263 Ibid., p. 339.<<
[264] 264 Esta carta solo se conoce por la respuesta que hizo Manuel I, con fecha 2 de marzo de 1506. De dicha respuesta existen varias copias; utilizamos las de Alvar Gómez (De rebus gestis, fol. 78) y Quintanilla (en el Archivo complutense publicado a continuación del Archetypo).<<
[265] 265 Lo confirma la respuesta de Manuel I: «Tu, antistes optime, plane curam non vulgarem prae te fers, ingentisque tuae sollicitudinis non mediocre mihi testimonium praestas, cum eorum omnium quae ad hanc rem efficiendam conducunt tanta sis cognitione instructus. Nec enim orae maritimae sinus, navium stationes, & abditos in ipso pelago scopulos quisquam est in oriente nauclerus, qui distinctus posset explicare, etc.» (Alvar GÓMEZ DE CASTRO, De rebus gestis, fol. 78).<<
[266] 266 Parte de aquel material se ha conservado; Quintanilla se refiere a un tomo de manuscritos que lleva el título de Conquista de Orán y memoriales, y a otro denominado Año de 1506. Memorial que toca á la conquista de Jerusalen que emprendía nuestro Santo Cardenal. Son documentos de mucho valor histórico y geográfico: mapas, proyectos y presupuestos de campaña, planos de fortalezas africanas, etcétera. Entre las recomendaciones que se le hacen a Cisneros figura la de reclutar, para la expedición gente procedente de la baja Andalucía como más diestra y acostumbrada a guerrear en África y en tierra de moros: «Otrosí, que la gente que ha de ir en esta armada, es necesario que sea de Xerez de la Frontera y del Puerto de Santa María y de Cáliz y de San Lúcar y del ducado de Medina Çidonia y de Giblaltar y de Cartagena y de Lorca y de la costa de la mar, porque en estos dichos logares lo tienen por uso ir á África y saltear y correr la tierra y […] tomar navíos de los moros en la mar; entre los cuales hombres y gentes en los dichos lugares hay adalides que desde Bugía hasta la Punta de Tetuan, que es cabe Çebta, no hay lugar cercado ni aldea ni […] valles ni sierras ni puertos ni desembarcaderos ni atalayas […] adonde puedan ofender y hacer guerra que ellos no lo sepan cómo se ha de saber; y son tan diestros, que muchas veces saltan en la tierra de los moros á tentar y á espiar, y están dos días y dos noches con concierto de su navío ó navíos, y después los tornan á recoger á su salvo con toda discrición». Sobre esta documentación, y el artículo de JIMÉNEZ DE LA ESPADA en el Boletín de la Real Academia de la Historia, septiembre de 1894.<<
[267] 267 «Bien se muestra el gran cuidado que en esta cosa traeys, pues tan bien estudiado teneys esta materia e así en el apuntar de la costa e de los lugares en tanto que dudamos que ningún piloto de Levante se pueda hallar que tan bien e claramente lo pueda saber».<<
[268] 268 Projet d’expédition d’Egypte présenté à Louis XIV (Consilium Aegyptianum), en Œuvres de Leibniz, avec notes et introduction par A. Foucher de Careil, t. V, París, Firmin Didot, 1672. Leibniz se refiere explícitamente a Cisneros y a las cartas intercambiadas por este con el rey Manuel, así como a las gestiones de Vianello, noticias que saca de una vida de Cisneros cuyo autor no menciona. El opúsculo de Leibniz llamó la atención del general Bonaparte cuando estaba preparando su expedición a Egipto de 1798-1801, empresa que ya no tenía nada que ver con los ideales religiosos de la Cruzada; se inspiraba en motivaciones de orden geopolítico, pero también científico.<<
[269] 269 «Si los negocios de la India no fueran de otra cosa sino de mandar traer especerías, de adquirir provechos, siendo necesario a esto de que agora se trata dejarlos todos, Nos, con muy buena voluntad, lo hiciéramos. Mas este negocio de la India, Nuestro Señor sabe que lo hacemos e trabajamos mucho más con mucha confianza de la salvación e ganancia de las ánimas e destrución de los Moros que no por interés de los provechos de las especerías ni de las otras riquezas»; «para se sustentar, así contra el Turco, que le es gran enemigo e muy poderoso contra él e contra otros vecinos grandes que tiene, con que él muchas veces tiene guerra e puede tener, e así para sojuzgar su tierra, que es muy grande, lo que no podrá sustentar sin mucha infinidad de dinero, del cual la mayor parte había de la India, e lo que de ella no había, era de los derechos y alcabalas que rescibía de las mercaderías que traían a sus señoríos e reinos los mercaderes que iban a buscar las especierías. Como por el daño que de nos tiene recibido y cada día más recibe e aun confiamos en Nuestro Señor que recibirá, casi todo lo de la India tiene perdido, porque ya agora ninguna cosa recibe ni coge de la India […]; por ende, es forçado que, faltándole las rentas e el dinero le falleza la gente que dél mantenía y, no teniendo la gente con que de sus enemigos se defendía y se sojuzgaba su tierra, de necesidad se sigue que sus enemigos puedan más que no él […]; por las cuales razones tenemos por muy cierto que, aunque otro daño por otra parte no se le hiciese, en muy poco tiempo él será destruido».<<
[270] 270 «La tierra del Turco, así de Grecia como de Turquía, […] tiene la mayor disposición e manera del mundo para se poder conquistar por haber en ella muchos cristianos».<<
[271] 271 Los cruzados podrán juntarse con el Preste Juan, «como confiamos en Nuestro Señor que nuestra gente e armada haga, pues nuestros navíos llegan a sus puertos».<<
[272] 272 En una curiosa novela publicada en 1952 —Le Pêtre Jean—, el escritor francés Pierre Benoit asocia los dos mitos: el del Encubierto —don Sebastián— y el del Preste Juan. Benoit imagina que después del desastre, el monarca portugués encontró refugio en Abisinia, en tierras del Preste Juan; allí, a pesar del voto de castidad que hiciera, se habría casado y tenido hijos. En 1918, una descendiente de don Sebastián llega a Lisboa y, con la ayuda financiera del negus, se propone acabar con la república portuguesa y restaurar la dinastía de Avis. Pero el hombre con el que contaba, que era nada menos que el presidente de la República, Sidonio Paes, es asesinado el 18 de diciembre de 1918, el mismo día en que se disponía a dar el golpe de Estado decisivo…<<
[273] 273 Quedaba una duda sobre lo que estaba reservado respectivamente a Portugal y a Castilla, duda que fue aclarada por el Tratado de Sintra (18 de septiembre de 1509); por este documento, Manuel el Afortunado admitía los derechos de Castilla sobre la parte norte del reino de Fez, además de la zona de Orán que Cisneros acababa de conquistar.<<
[274] 274 V. Antonio RUMEU DE ARMAS, España en el África atlántica, Madrid, CSIC, Instituto de Estudios Africanos, 1956, p. 42.<<
[275] 275 J. VICENS VIVES, «Algunos caracteres geopolíticos de la expansión mediterránea de España», en Geopolítica, XIX, Milán, 1941. El artículo puede leerse en la recopilación de trabajos de VICENS VIVES, Obra dispersa. España, América, Europa, Barcelona, Vicen Vives, 1967.<<
[276] 276 «Si is portus in potestate Hispanorum esset, facillimum aditum haberi sentiebat ad universam Africam capiendam» (Alvar GÓMEZ DE CASTRO).<<
[277] 277 «A costa y daño de los pueblos de Andalucía, que no teniendo un pan que comer hizieron talegas por 40 días» (Carta de Gonzalo de Ayora a Miguel Pérez de Almazán, fechada en Palencia, el 16 de julio de 1507, publicada por C. FERNÁNDEZ DURO en Boletín de la Real Academia de la Historia, XVII, 1890, pp. 446-452). Por cierto, aquellos soldados sacaron poco provecho de la guerra; antes, perdieron «oficios y beneficios»: «Los fructos y rentas de las órdenes […] lyévanlas muchas vezes lyzonjeros y malsynes» (Ibid.).<<
[278] 278 Gonzalo de Ayora ha dejado una relación de aquella jornada en la que se atribuye un papel determinante; si no sacó ninguna recompensa por aquella intervención fue por culpa de las circunstancias políticas de la época: «in qua expeditione nos ipisi interfuimus, neque (ut opinir) industria et labor nostri ea in re parum profuere, quamvis inde nullum ob id beneficium ego sim consequutus, quod temporum calamitati et fortunae inividiae ascribendum reor». V. Colección de documentos inéditos para la historia de España, t. XLVII, y E. CAT, Essai sur la vie et les ouvrages du chroniqueur Gonzalo de Ayora, París, Ernest Leroux, 1890.<<
[279] 279 «Rerum bellicarum studiosor quam antistiti conveniret visus est» (Alvar GÓMEZ DE CASTRO).<<
[280] 280 «Erat […] Ximenius natura ad res bellicas propensus» (Ibid.).<<
[281] 281 «Inter alia multa quae sunt per Ximenium praeclare suscepta et confecta, duo sunt in oculis omnium posita, Academia Complutensis […] & bellum africanum» (Ibid.).<<
[282] 282 «Dio aviso a Su señoría cómo y de la manera que se podrían tomar, en especial el grand puerto de Almarçaquebir, que es junto a la ciudad de Orán, que es del reino de Tremecén y toda la llave de África» (VALLEJO, op. cit., pp. 73-74). En 1671, Leibniz apunta, en una carta a Luis XIV, el papel decisivo de Vianello en la empresa de Orán: «Hieronymi Vianelli, hominis Itali, consiliis debent Hispani Oranum et Mazalquivir, seu portam magnam et ceterorum in Africa progressuum fundamenta». El veneciano Jerónimo Vianello parece haber sido un mercader que, por sus negocios, había tenido la oportunidad de viajar al norte de África y de adquirir así grandes conocimientos; por eso ofreció sus servicios a Cisneros, quien parece que le recompensó con un título de coronel y un hábito de Calatrava.<<
[283] 283 En efecto, el arzobispo de Toledo tiene más dinero que el romano Craso, escribe Pedro Mártir (ep. CCCCXIII): «Crasso Romano pecuniosor».<<
[284] 284 «El cardenal cedía luego de su derecho [al botín] con vna condición al parecer justa, y era que le restituyese Su Majestad parte de la costa, pues sabía que era hazienda de pobres a quien se lo quitava; hizieron ciertas conveniencias de que pagaría alguna cosa, pero siempre se halló la hazienda real de suerte q no se le pudo executar» (QUINTANILLA).<<
[285] 285 «Cédula real, poder o patente en que le nombra Su Majestad capitán general de toda el África a N. Fundador y haze relación de que, por servir a Dios, quiere ir en persona y hazer a su costa la guerra» (QUINTANILLA, p. 244). Por este motivo los retratos de Cisneros en la Universidad de Alcalá le representaban empuñando el bastón de capitán general.<<
[286] 286 «Gonsalus Aiora, non minus armis quam litteris clarus» (P. MÁRTIR, ep. CCCCXIII).<<
[287] 287 «Diego de Vera y el mismo Villalobos [un asentista de Málaga] me escriven que por ogaño, a cabsa de ynvierno, sería cosa de grande peligro poner ninguna armada en la mar» (Carta de Cisneros a Diego López de Ayala, 1 de septiembre de 1508, en Cartas del cardenal, pp. 1-2). «Agora el conde Pedro Navarro me escrivió poniendo algunos inconvenientes y estorbos para que esto de la guerra de allende non se comenzase ogaño, diciendo que por ser entrada de invierno se debía sobreseer agora» (Carta de Cisneros a Diego López de Ayala, 10 de septiembre de 1508, en Cartas del cardenal, p. 8).<<
[288] 288 Ibid.<<
[289] 289 Carta de Cisneros a Diego López de Ayala, 20 de septiembre de 1508, en Cartas del cardenal, p. 14.<<
[290] 290 «Crepidatus hic noster Cardinalis Hispanus» (P. MÁRTIR, ep. CCCCXIII).<<
[291] 291 «Esto fue cosa maravillosa, que, subida la sierra, que parecía que se quería poner el sol, duró el día más de cinco horas, y cuantos hay en la hueste estaban maravillados desto» (Carta de Jerónimo Illán, secretario de Cisneros, 25 de mayo de 1509, en Cartas del cardenal, p. 46).<<
[292] 292 «Vexilla regis prodeunt, fulget crucis mysterium» es un himno latino compuesto por el poeta cristiano Venantius Fortunatus, obispo de Poitiers; se cantó por primera vez el 19 de noviembre de 569, cuando llegó una reliquia de la Santa Cruz que regalaba el emperador bizantino Justino II.<<
[293] 293 Cisneros «hizo luego bendecir dos mezquitas; la mayor se llamó de Nuestra Señora de la Encarnación y otra […] del glorioso apóstol Santiago» (Carta de Jerónimo Illán, secretario de Cisneros, 25 de mayo de 1509, en Cartas del cardenal, p. 46). Como recuerdo de aquel episodio quedan las pinturas murales de Juan de Borgoña con escenas del desembarco y conquista de Orán en la capilla mozárabe de la catedral de Toledo (1514). Bartolomé Escandell Bonet (Estudios cisnerianos, p. 46) reproduce una de aquellas ilustraciones.<<
[294] 294 «El despojo fue tan grande y tan rico de joyas de oro y plata y seda y dineros y cativos que valdrá más de quinientos mil ducados, porque soldado hay que hubo más de diez mil ducados de moneda y joyas» (Carta de Jerónimo Illán, secretario de Cisneros, 25 de mayo de 1509, en Cartas del cardenal, p. 46). «Los soldados quedan tan ricos y es tanto lo que allí ovieron que no se puede decir» (Carta de Cisneros, Alcalá, 12 de junio de 1509, Ibid, p. 49). Muchos años después, Alvar Gómez de Castro conoció a algunos de los cautivos que habían quedado repartidos en varios lugares de Toledo y Guadalajara.<<
[295] 295 En una carta fechada a 22 de agosto de 1509, Charles de Bovelles anima a Cisneros a seguir adelante con la empresa de África (M. BATAILLON, Erasme, p. 60).<<
[296] 296 Cartas del cardenal, p. 50<<
[297] 297 Ibid., p. 51<<
[298] 298 «Almogávar» significa en árabe «el que hace algaradas o correrías». Pedro Navarro (1460-1528), hijo de un humilde pastor, pasó muy joven a Italia, donde participó como simple soldado en las guerras intestinas entre varias ciudades. Durante algún tiempo, se dedicó al corso por el Mediterráneo. Luego se puso a disposición del Gran Capitán, quien le encomendó todo lo referente a ingeniería y artillería. El rey Fernando el Católico le recompensó dándole la investidura del condado italiano de Oliveto, situado en la Italia meridional. En 1507 Pedro Navarro regresó a España. Después de la expedición a Orán, conquistó Bujía. Estuvo de nuevo en España, aunque por poco tiempo, ya que en 1512 se encontraba en Italia luchando contra los franceses. En abril de 1512 participó en la batalla de Rávena; allí cayó herido y prisionero de los franceses. Don Fernando el Católico no quiso pagar el rescate de su liberación y Pedro Navarro se puso entonces al servicio del rey de Francia. En 1523 fue hecho prisionero por los españoles, que lo tuvieron encerrado durante tres años. Al firmarse el Tratado de Madrid de 1526, tras la derrota francesa de Pavía, fue puesto en libertad, pero resultó de nuevo apresado por los españoles. Carlos I ordenó que fuera degollado, pero el virrey de Nápoles, el príncipe de Orange, quiso evitarle la vergüenza de este suplicio, por lo que murió ahogado entre dos almohadas o estrangulado con cuerda por mano del verdugo, a la edad de 68 años.<<
[299] 299 «Ut jam indigenae pro aris et focis depugnarent» (Alvar GÓMEZ DE CASTRO, De rebus gestis, fols. 120-121).<<
[300] 300 El peñón fue conquistado en 1529 por Barbarroja, quien desmanteló las fortificaciones y puso fin a la presencia española en la zona.<<
[301] 301 Poco después, se decidió encomendar la defensa de Trípoli a los caballeros de la Orden de San Juan de Jerusalén, que ya tenían a su cargo la isla de Malta. Anne BROGINI y María GHAZALI, «Un enjeu espagnol en Méditerranée: les présides de Tripoli et de La Goulette au XVI. º siècle», Cahiers de la Méditerranée, 70, 2005.<<
[302] 302 En ella refiere la Odisea que vivían los lotófagos.<<
[303] 303 En la segunda Égloga, Garcilaso recuerda el heroísmo de los combatientes. En sus Annotationes a las poesías de Garcilaso (1580), Fernando de Herrera incluye un «Discurso a modo de comentario» al verso correspondiente, el 1227, de la égloga: «porque se tenga entera noticia de ella [la derrota de los Gelves]». En 1520, Hugo de Moncada tratará en vano de vengar la derrota de 1510. Del recuerdo que aquel desastre dejó en España, hay muchísimos testimonios; uno de ellos es un cantar popular, extendido sobre todo por Andalucía: «Y los Gelves, madre, / malos son de tomare» (Fernando de HERRERA, Tomás Moro, con prólogo de Francisco LÓPEZ ESTRADA, Universidad de Sevilla, 2001, p. 46); otro, muy conocido, es la alusión que se lee en el Lazarillo de Tormes: el héroe pretendía ser «hijo de un buen hombre, el cual, por ensalzar la fe, había muerto en la de los Gelves».<<
[304] 304 Se dijo que la causa de aquel desastre fue un español que, resentido contra Vianello, dio aviso a los moros de que los soldados iban a pasar la noche allí, sin las precauciones habituales, situación que, de ser cierta, mostraría la desmoralización de los soldados después de lo ocurrido en los Gelves.<<
[305] 305 Alain MILHOU, Colón y su mentalidad mesiánica en el ambiente franciscanista español, Valladolid, Cuadernos colombinos, XI, 1983, pp. 57-58.<<
[306] 306 V. Alain MILHOU, «Propaganda mesiánica y opinión pública. Las reacciones de las ciudades del reino de Castilla frente al proyecto fernandino de cruzada (1510-1511)», en Homenaje a José Antonio Maravall, Madrid, 1985, t. III, pp. 51-62. La misma reacción se notará en 1535 cuando Carlos V se apodera de Túnez; el cardenal Tavera, Cobos y los demás políticos castellanos hubieran preferido un ataque contra Argel; y. J. M. JOVER, Carlos V y los españoles, Madrid, Rialp, 1963.<<
[307] 307 Se volvió muy popular un cantar que rezaba que Diego de Vera «con dos brazos no había podido vencer a Barbarroja que solo tenía uno». El secretario de Cisneros, Jorge de Varacaldo, en carta a Diego López de Ayala fechada en 14 de octubre de 1516, trató de restarle importancia a la derrota: «Diego de Vera descuidóse algo y echó un poco de gente en tierra y recibió algún revés, que le mataron algunos, pero la verdad es que fueron muy menos de los que dicen […]; cosa liviana es y de que no se debe hacer allá [en Flandes] caso» (Cartas de los secretarios, pp. 41-42).<<
[308] 308 «No hemos perdido gran cosa, pues España se ve libre de una taifa de audaces facinerosos, vagabundos y perdidos».<<
[309] 309 Antonio RUMEU DE ARMAS, España en el África atlántica, op. cit., p. XI.<<
[310] 310 «Los motejaban de villanos en España y Corte, y no merecedores de tanta parte y riquezas, y no digo entonces, pero antes y después lo acostumbran decir los que no van a las Indias: hombres que por ventura merecen lo que tienen» (Francisco LÓPEZ DE GOMARA). «La mayor parte [de los colonos] son labradores de España […]. Hánse enseñoreado en esta tierra y mandan a los señores principales naturales de ella como si fuesen sus esclavos […]. Son zánganos que comen la miel que labran las pobres abejas que son los indios» (MOTOLINIA).<<
[311] 311 Fray Francisco Ruiz tuvo que regresar al cabo de seis meses; el clima le sentaba mal.<<
[312] 312 Si hemos de creer a Las Casas, en la contienda que, en 1505-1506, opuso Colón a la corte sobre los privilegios que le garantizaban las capitulaciones de 1492, Cisneros apoyó al almirante: «favorecíale también mucho el arzobispo de Toledo, don fray Francisco Jiménez» (LAS CASAS, Historia de las Indias, libro II, cap. XXXVII).<<
[313] 313 Cosa que lograron con el apoyo de Cisneros: en mayo de 1504 se autoriza a los frailes de las Indias a elegir un vicario general; fray Juan de Trasierra resulta elegido; al año siguiente, por el breve Cum Deus de 26 de septiembre de 1505, Julio II creó la provincia de Santa Cruz de Indias.<<
[314] 314 Texto citado por GARCÍA ORO, t. II, p. 643.<<
[315] 315 «Es bien inclinarlos y compelerlos al trabajo», escribe Juan de Matienzo, oidor de la Audiencia de Charcas y autor de un tratado compuesto hacia 1573, Gobierno del Perú (V. Paulino CASTAÑEDA, Los memoriales de P. Silva sobre la predicación pacífica y los repartimientos, Madrid, 1983, p. 160).<<
[316] 316 V. lo que Las Casas dice de fray Alonso de Espinar, el superior de los franciscanos de la Española: «este […] era celoso y virtuoso religioso, pero no letrado más de saber lo que comúnmente muchos religiosos saben» (LAS CASAS, Historia de las Indias, libro III, cap. V).<<
[317] 317 Op. cit., t. II, p. 669.<<
[318] 318 «A este venerable padre persuadieron todos los próceres de la ciudad [Santo Domingo] que fuese a Castilla por ellos para hablar y dar a entender al rey lo que los frailes dominicos habían predicado contra lo que el rey tenía ordenado de tener los indios y que, teniéndolos, la isla estaba poblada de españoles y se sacaba el oro y a Sus Altezas las rentas se enviaban y que, de otra manera, la tierra no se podía sustentar, y que esto había causado grande escándalo y alboroto en toda la isla e inquietud de las conciencias, y suplicase a Su Alteza por todos ellos lo mandar remediar, y otras muchas cosas cuantas vieron que para la perseverancia de sus tiranías les podían aprovechar» (LAS CASAS, Historia de las Indias, libro III, cap. V).<<
[319] 319 Según el Tesoro de Covarrubias (s. y. Meter), «meter a barato alguna cosa se dize quando con vozes todo se ofusca y rebuelve. Proverbio: quien mal pleyto tiene, mételo a barato». Esta voz se parece a la que se usa mucho hoy en francés: baratin, o sea, «camelo, patraña, palabrería».<<
[320] 320 «No osaré afirmar que lo que aquí diré ayudase a aceptar tal cargo, y esto fue que en los repartimientos de los pasados dieron uno a lo menos, y yo lo sé, al monesterio de San Francisco de la ciudad de la Concepción…» (LAS CASAS, Historia de las Indias, libro III, cap. V). A Burgos acudió también el dominico fray Antonio de Montesino, cuyos sermones habían causado tanto revuelo, el cual tuvo una seria explicación con fray Alonso; este parece que cambió entonces de parecer: «Padre, sea por amor de Dios la caridad que me habéis hecho en alumbrarme; yo he andado engañado con estos seglares; ved vos lo que os parece que yo haga y así lo compliré» (Ibid., cap. VIII).<<
[321] 321 GARCÍA ORO, t. II, p. 679.<<
[322] 322 En la misma armada viajó Francisco Pizarro, el futuro conquistador del Perú.<<
[323] 323 LAS CASAS, Historia de las Indias, edición de A. Millares Carlo, México-Buenos Aires, Fondo de Cultura Económica, 1951, libro III.<<
[324] 324 «Al obispo de Burgos [Fonseca] excluyó el cardenal del todo de las cosas de las Indias» (Ibid., p. 112).<<
[325] 325 «Lo puso en estilo de corte» (Ibid., p. 114).<<
[326] 326 «Sabía [Cisneros] que, los años pasados, habían ido a la corte los franciscos, por inducción de los seglares, contra los dominicos [alusión a fray Alonso de Espinar]; […] parece haberse prudentemente movido el cardenal a no tomar de las dichas dos órdenes, sino de otra, por evitar lo que podía en disfavor de la otra sentirse o decirse» (LAS CASAS, Historia de las Indias, cap. LXXXVI).<<
[327] 327 Cartas de los secretarios, pp. 56-57.<<
[328] 328 Op. cit., t. II, pp. 686-688.<<
[329] 329 «Mandó el cardenal al clérigo que fuese con ellos y los instruyese, informase y aconsejase todo aquello que conviniese para lo que en favor de los indios y en asiento de la tierra iban a efectuar».<<
[330] 330 «Si saben […] que los tales indios […] son de tal saber y capacidad […] que sean para ponerlos en libertad entera».<<
[331] 331 Paulino CASTAÑEDA, op. cit., p. 140.<<
[332] 332 Ibid.<<
[333] 333 Ibid., p. 277.<<
[334] 334 Ibid., pp. 145-153.<<
[335] 335 Vallejo, nada sospechoso de animosidad contra Cisneros, confirma aquellos métodos: a los que mandaba apresar, «para que así los tuviesen presos y siempre les predicasen y pusiesen en el camino de nuestra santa fe católica, tenía Su Señoría señaladas y nombradas ciertas personas para ello, en especial a un capellán suyo, que se decía León, que se conformaba el nombre con el hecho, que los que venían a su poder los trataba tan crudamente que, por recios e incrédulos que estuviesen, dende a cuatro o cinco días que estuviesen en su poder luego venían diciendo que querían ser cristianos».<<
[336] 336 Historia eclesiástica de Granada, 1638, citado por Rafael G. PEINADO SANTAELLA, Como disfrutan los vencedores cuando se reparten el botín. El reino de Granada tras la conquista castellana, Granada, Comares, 2011, p. 154.<<
[337] 337 Hubo días —escribe Vallejo— en que se celebraron hasta 3000 bautismos.<<
[338] 338 Miguel Ángel LADERO QUESADA, La España de los Reyes Católicos, Madrid, Alianza Editorial, 1999, pp. 398-399.<<
[339] 339 Parece probable que fuera en enero o febrero de 1500. Se sabe que los reyes, el 12 de octubre de 1501, enviaron una carta a todos los corregidores y alcaides de Granada y de las otras ciudades del reino, en la que mandaban que se requisaran todos los alcoranes y libros que versaran sobre religión musulmana, dando un plazo de treinta días para reunirlos y proceder a su quema. ¿Estamos ante otra quema, distinta de la que ordenó Cisneros, o de un complemento a esta con el fin de no dejar ningún libro a disposición de los que ya eran moriscos, es decir, cristianos nuevos? La carta de los reyes da a entender que la quema no fue una iniciativa personal del arzobispo de Toledo, sino una decisión política para eliminar todo lo que sonara a cultura árabe en el reino.<<
[340] 340 Es el número más probable. Se han citado cifras inverosímiles: 2 millones de libros, u 800 000, o 25.000.<<
[341] 341 Memorial, p. 35.<<
[342] 342 De las hazañas de… Cisneros, trad. esp., pp. 99-100.<<
[343] 343 «Mi voto y el de la reina —dicen que dijo el rey— es que estos moros se bauticen, y si ellos no fuesen cristianos, seránlo sus hijos, o sus nietos» (Miguel Ángel LADERO QUESADA, La España de los Reyes Católicos, op. cit., pp. 398-399). En cuanto a la reina, en la primavera de 1501, le escribió lo siguiente al comendador López de Avalos: «si al fin no quisieren convertirse de su voluntad, podeysle decir que han de ir fuera de nuestros reynos, porque non habemos de dar lugar que en ellos aya infieles» (citado por AZCONA, Isabel la Católica, p. 555). El rey y el mismo Cisneros estaban convencidos de que unas conversiones obtenidas en aquellas condiciones necesitaban tiempo para acabar siendo sinceras; de ahí la orden que se dio, hacia 1510, para que la Inquisición procediera con moderación contra los moriscos; se solicitó del papa Julio II un breve para poder reconciliarlos en un plazo de treinta días sin abjuración pública ni confiscación de bienes (Rafael BENÍTEZ SÁNCHEZ-BLANCO, «La Inquisición ante los moriscos», en Joaquín PÉREZ VILLANUEVA y Bartolomé ESCANDELL BONET, Historia de la Inquisición…, t. III, Madrid, BAC, 2000, pp. 705-706).<<
[344] 344 «Ciertos devotos padres religiosos que sabían de la lengua arábiga». V. J. GARCÍA ORO, Cisneros, t. I, pp. 129-132.<<
[345] 345 Don Fernando le echaba toda la culpa a Cisneros: «¿Qué os parece, señora, en qué nos ha puesto vuestro arzobispo?», le dijo entonces a la reina, según Vallejo.<<
[346] 346 «Nunca vio moros ni los conoció», decía el rey Fernando.<<
[347] 347 A consecuencia de la sublevación de los años 1264-1265, los mudéjares de la baja Andalucía fueron expulsados en masa hacia el emirato de Granada y el norte de África. Desde aquel momento, los mudéjares no fueron más del 0,50% de la población de Andalucía (Miguel Ángel LADERO QUESADA, «Isabel y los musulmanes de Castilla y Granada», en Julio VALDEÓN BARUQUE (ed.), Isabel la Católica y la política, Valladolid, Ambito, 2001, p. 93). En abril de 1501, según A. Domínguez Ortiz, un padrón de mudéjares sevillanos solo comprendía 32 nombres.<<
[348] 348 Por ejemplo, «en una fecha indeterminada de 1498, El Pequeñi, alfaquí mayor de Granada, y tal vez Fernando de Zafra, secretario real, llegaron a un acuerdo que comportaba la salida de la ciudad de los mudéjares forasteros y de los naturales de las alquerías de la vega, la concentración de los labradores mudéjares naturales de Granada en el barrio del Albaicín, sensu stricto, la creación de una “morería apartada” para los mercaderes, tratantes y artesanos en el entorno de la mezquita mayor y la venta a vecinos cristianos de las casas que dejaran libres los que salieran o se trasladaran al Albaicín».<<
[349] 349 Rafael G. PEINADO SANTAELLA, «De mudéjares a moriscos», en Manuel BARRIOS AGUILERA (ed.), Isabel la Católica y Granada, V Centenario, Universidad de Granada, 2004, p. 115.<<
[350] 350 Antonio DOMÍNGUEZ ORTIZ, «La expulsión de los moriscos granadinos y la segunda repoblación», en Revueltas y alzamientos en la España de Felipe II, Universidad de Valladolid, Cátedra Felipe II, 1992, p. 37.<<
[351] 351 Jerónimo MÜNZER, «Viaje por España y Portugal en los años 1494 y 1495», versión del latín por Julio Puyol, Boletín de la Real Academia de la Historia, 84, 1924.<<
[352] 352 Antonio DOMÍNGUEZ ORTIZ, op. cit., p. 38.<<
[353] 353 «Se opuso siempre por ello al estudio o conocimiento del árabe en los predicadores (muchos moriscos no conocían otra lengua) y persuadió a Felipe II de la conveniencia de no publicar en ella el catecismo […] ni fundar una cátedra de dicha lengua en Valencia» (Francisco MÁRQUEZ VILLANUEVA, El problema morisco, Madrid, 1991, p. 206 nota).<<
[354] 354 J. CARO BAROJA, Los moriscos del reino de Granada, Madrid, Istmo, 1976, 2.ª ed., p. 141.<<
[355] 355 Manuel GÓMEZ-MORENO, Guía de Granada, 1892.<<
[356] 356 Ignacio HENARES CUÉLLAR, «El nacimiento de la Granada moderna. Ciudad y patrimonio histórico», en José Antonio GONZÁLEZ ALCANTUD y Rafael G. PEINADO SANTAELLA (eds.), Granada la andaluza, Granada, 2008, p. 131-141.<<
[357] 357 José de SIGÜENZA, La fundación del monasterio de El Escorial, Madrid, Aguilar, 1988, p. 299.<<
[358] 358 Ibid., p. 452.<<
[359] 359 Citado por Rafael G. PEINADO SANTAELLA, Como disfrutan…, op. cit., p. 169.<<
[360] 360 Las medidas de la Capilla Real (1526) pretendían acabar definitivamente con las huellas de la civilización islámica que quedaban en España; les estaba prohibido a los moriscos hablar arábigo, vestir como los moros, comer como los moros, etcétera.<<
[361] 361 El memorial de Francisco Núñez Muley ha sido publicado por R. Foulché-Delbosc en la Revue Hispanique, 1890. Además del idioma «no toca la lengua a la seta ni contra ella», Núñez Muley critica la prohibición de vestir trajes moriscos, ya que esto no perjudica en manera alguna a la fe católica: «El ábito y traxe y calçado no se puede decir de moros ni que es de moros; puédese dezir que es traxe del reyno de Granada y provincia, como en todos los reynos de Castilla y los otros reynos y provincias tienen los traxes diferentes unos de otros y todos cristianos».<<
[362] 362 V. María Julieta VEGA GARCÍA-FERRET, Isabel la Católica y Granada. La misa y el oficio de fray Fernando de Talavera, Granada, 2004, y Rafael G. PEINADO SANTAELLA, «Entre paz y guerra. La Granada mudéjar (1492-1501)», en José Antonio GONZÁLEZ ALCANTUD y Rafael G. PEINADO SANTAELLA (eds.), Granada la andaluza, Granada, 2008, pp. 68-69.<<
[363] 363 Esto es lo que se desprende de una carta de Cisneros al cabildo de Toledo, fechada en Granada a 4 de enero de 1500: «El señor arzobispo de Granada, que es una santa persona, se ha juntado con nos y trabaja y aprovecha tanto en este negocio que cierto nos pone fe y confianza» (AZCONA, Isabel la Católica, p. 551).<<
[364] 364 «Facile Ximenius ab homine minime ambitioso obtinuit ut, concordibus animis, de illorum [los moros] salute inter se communicarent, eosque omni cura & diligentia ad Christi fidem reducendos curarent. Quod, cum diligenter secum considerassent, haec demum ratio ad id exequendum potior visa fuit: […] cum iis [con los alfaquís] quotidie mansuete & comiter de rebus ad religionem spectantibus disputare, nihil per vim cum illis agere, sed potius omni libertatis genere eorum animos sibi devinciendos curare, quod & fecerunt».<<
[365] 365 BERMÚDEZ DE PEDRAZA, Historia eclesiástica de Granada, 1638, fol. 195.<<
[366] 366 Siendo obispo de Ávila, Talavera no puso ningún entusiasmo a la hora de introducir la Inquisición en su diócesis; se negó a presenciar el auto de fe celebrado en el mercado de Ávila con motivo del proceso del Santo Niño de la Guardia, el 16 de noviembre de 1491, acto al que acudieron obispos de otras diócesis.<<
[367] 367 Rafael G. PEINADO SANTAELLA, Como disfrutan…, op. cit., p. 148.<<
[368] 368 En la corona de Aragón, ocupa el mismo cargo, primero, el obispo de Tortosa, Juan de Enguerra, luego, muerto este, Luis Mercader. ¿Hay que ver en aquella disposición una voluntad política, por parte de don Fernando, de separar las dos coronas y volver a la situación anterior al gobierno de los Reyes Católicos? ¿No sería más bien una medida de circunstancia, que se justificaría por las dudas que podían todavía quedar sobre el futuro político de don Fernando? No olvidemos que este había tenido que salir de Castilla, el año anterior, ante la oposición de un fuerte sector de la aristocracia. El mismo Cisneros parece conformarse con aquella situación. En junio de 1516, cuando muere Luis Mercader, el rey don Carlos nombra a su embajador, Adriano de Utrecht, obispo de Tortosa, cardenal e inquisidor general para la corona de Aragón. Según J. A. Llorente (Memoria histórica sobre… la Inquisición, con introducción y notas de Gérard Dufour (ed.), París, PUF, 1977, p. 154), después de la muerte de Cisneros, el cardenal Adriano será inquisidor general para toda España, cargo que conservará después de su elevación al papado en enero de 1522, hasta septiembre de 1523 en que libró bulas a favor de don Alonso Manrique, arzobispo de Sevilla. Sin embargo, en 1522, Adriano VI nombró presidente del Consejo de la Inquisición —la Suprema— a fray Francisco García de Loaysa, general de los dominicos.<<
[369] 369 «Entre los presos había gentes de todas clases, fortunas y talentos, y algunos creyeron mejorar su suerte complicando en sus causas a sujetos constituidos en dignidad, persuadiéndose que habiendo gran multitud de reos, y personas poderosas entre ellos, se tomaría un rumbo distinto del ordinario, cortando los procesos por medio de una providencia general benigna…» (LLORENTE, Memoria, p. 111 y ss).<<
[370] 370 «Cuando el rey católico conquistó este reino, concedió que no entrase allí la Inquisición durante 40 años» (Andrés NAVAGERO, Viaje a España. Valencia, 1951, p. 74).<<
[371] 371 En 1500, se le nombra obispo de Palencia y, en 1504, arzobispo de Sevilla.<<
[372] 372 V. María Isabel PÉREZ DE COLOSIA RODRÍGUEZ y Joaquín GIL SAN JUAN, «Málaga y la Inquisición (1550-1600)», en Jábega, revista de la Diputación Provincial de Málaga, n.° 38, 1982.<<
[373] 373 «Escudándose en este privilegio […] han venido en estos tiempos de todas partes de España muchos sospechosos para vivir más seguros» (Andrés NAVAGERO, Viaje a España, p. 74).<<
[374] 374 Javier CASTILLO FERNÁNDEZ, «El reino de Granada, de musulmán a cristiano», en Manuel BARRIOS AGUILERA (ed.), Isabel la Católica y Granada, Aula de Cultura de Ideal y Editorial Universidad de Granada, 2004, p. 59.<<
[375] 375 Lucero, que Anghiera prefiere llamar Tenebroso: «Lucerium, quem justius Tenebrerium appellari censerem» (Ep. CCCXXXIII a Talavera, 9 de mayo de 1507).<<
[376] 376 Sobre los sucesos de Córdoba, y. Ana Cristina CUADRO GARCÍA, «Acción inquisitorial contra los judaizantes en Córdoba y crisis eclesiástica (1483-1508)», en Revista de Historia Moderna, Anales de la Universidad de Alicante, n.° 21, 2003, p. 11 y ss., y T. de AZCONA, «La Inquisición española procesada por la congregación general de 1508», en J. PÉREZ VILLANUEVA (dir), La Inquisición española. Nueva visión, nuevos horizontes, Madrid, 1980, pp. 89-163. La complicidad pasiva de don Fernando el Católico viene implícitamente afirmada en una carta de Gonzalo de Ayora a Miguel Pérez de Almazán, Palencia, 16 de julio de 1507, publicada por C. FERNÁNDEZ DURO en Boletín de la RAH, XVII, 1890, pp. 446-452: «En lo de la Ynquisición, el medio que se dyo fue confiar tanto del s. arçobispo de Sevilla y de Luzero y Juan de la Fuente, con que infamaron todos estos reynos y destruyeron gran parte dellos syn Dios y syn justicia».<<
[377] 377 «No solo comprometieron a muchos personajes de Andalucía, sino aun de Castilla, suponiendo que había sinagoga en Córdoba, donde decían celebrarse todas las funciones solemnes de la religión hebrea, predicarse con aparato la ley de Moisés y concurrir de Castilla para esto, en procesiones formadas a oir los sermones y solemnizar las fiestas, muchísimas gentes de todas clases, estados y edades, sin excluir sacerdotes seculares y regulares, doncellas de pocos años y aun monjas, añadiéndose para último complemento de la malicia que algunos concurrentes tenían pacto con el demonio, en cuya virtud iban a Córdoba y llevaban a otros por los aires en figuras de animales, sin ser vistos en el camino ni echados de menos en sus casas, iglesias y conventos» (J. A. LLORENTE, Memoria, p. 112).<<
[378] 378 A. DOMÍNGUEZ ORTIZ, España, Madrid, Marcial Pons, 2000, p. 125.<<
[379] 379 Rafael G. PEINADO SANTAELLA, Aristócratas nazaríes y principales castellanos, Centro de Ediciones de la Diputación de Málaga, 2008, p. 124.<<
[380] 380 LLORENTE, op. cit., p. 111-112.<<
[381] 381 El procurador de Córdoba, Gonzalo de Ayora, expuso al rey Fernando los medios que empleaba Lucero para conseguir mancebas: «requirió de amores a una muger de Julián Trigueros y prendióla porque se le defendió, y su marido que era xristiano viejo sin ninguna otra mezcla fue agrauiado y pidió justicia a vuestra alteza y vuestra magestad le remitió al arçobispo de Sevilla y le encomendó mucho su justiçia, y el arçobispo lo remitió al Luçero y […] lo hizo quemar con otros, y quedóse con su mujer por manceba, y por haber una hija de Diego Celemín, que era muy hermosa, porque sus padres y esposo no se la quisieron dar, los quemó a todos tres, y agora tiene un hijo en ella, y la tuvo mucho tiempo en el alcáçar por manceba».<<
[382] 382 «Lo que los señores don Lorenzo de Valverde, protonotario apostólico, canónigo de la iglesia de Córdoba, y el maestro Alonso de Toro y Antonio de la Cuerda, veynte y quatro, y Gonzalo de Ayora han de suplicar e ynformar a la reyna […]. Demás de las muertes y robos que hizo [Lucero], porque en esta cibdad hay hombres que, muy poco tiempo ha, eran pobres y porque algunos días le han ayudado en sus maldades, tienen gruesas haziendas porque de lo que se secrestava tomava muy gran quantidad de fianza, como consta a D. Diego Ossorio, corregidor de y. al. en esta cibdad […]. Finalmente a todos nos notaba y nombraba por herejes […]. Las obras del dho Luzero y de algunos de sus consortes y oficiales eran diabólicas» (Simancas, Patronato Real, leg. 28, fol. 40).<<
[383] 383 «Mandaron [los reyes] proveer como el dho arçobispo [Deza] subdelegase para el conoscimiento desta cabsa y de las cosas q della dependían a D. Diego Ramírez de Guzmán, obispo de Catania». Después de la muerte del rey, Deza revocó su anterior delegación a favor del obispo de Catania a fin de seguir con sus procedimientos: «matar y robar y ynfamar a todas e qualesquier personas q les pluguiese» (Simancas, Patronato Real, leg. 28, fol. 40).<<
[384] 384 «Atormentaba a las mujeres desnudas de todo en todo para más las avergonzar», narra Llorente (Memoria, p. 117).<<
[385] 385 «El marqués de Priego se atrevió a conmover a Córdoba; y seguido de gentes armadas quebrantó en octubre de 1506 las cárceles de la Inquisición, puso en libertad todos los presos, prendió al fiscal, y no al inquisidor Lucero, por haber este huido en una mula con toda prontitud antes que pudiesen cogerle, con lo qual se tranquilizó el vecindario» (LLORENTE, Memoria, p. 117). En contra de lo que escribe Llorente, el marqués fue castigado por aquellos hechos: «aunque se humilló y conoció su culpa, fue condenado a perdimiento de los oficios, juros y tenencias que tenía de la corona real […]; si el delito fue grande, el castigo fue mayor» (QUINTANILLA, Vida y prodigios de Cisneros).<<
[386] 386 La publica Alvar Gómez de Castro, (De rebus gestis, fol. 77 r.°).<<
[387] 387 En su memorial, Juan de Vallejo escribe que fue Cisneros quien recomendó el nombramiento de Torquemada al cargo de inquisidor general. Vallejo se está equivocando; lo señala Antonio de la Torre: «El nombramiento de inquisidor general a favor de fray Tomás de Torquemada [1483] es muy anterior a la fecha en que Cisneros llegó a ser confesor de la reina [1492]» (op. cit., p. 8). En realidad, según Alvar Gómez de Castro, fue el cardenal Mendoza quien aconsejó el nombramiento de Torquemada: «ad hoc munus consilio Gonsalii Mendozii tunc fuit assumptus» (De rebus gestis, fol. 76 y.°).<<
[388] 388 GARCÍA ORO, Cisneros, t. I, p. 180. Deza sugiere los nombres de Juan Ruiz de Medina, obispo de Segovia, o de Alfonso Carrillo de Albornoz, obispo de Ávila.<<
[389] 389 No se debe dar crédito a una noticia que recoge Llorente en sus Anales de la Inquisición de España, publicados en Madrid, en 1812: Cisneros sería el autor de un libro curioso, a modo de novela, dedicado al príncipe don Carlos: Del gobierno de los príncipes, en el que se da como modelo de buena gobernación «el reino de la verdad» dirigido por el rey Prudentianus. Varios capítulos de este libro tratan de la manera de enmendar los males causados por la Inquisición; una de las soluciones contempladas era acabar con el secreto de los procesos y la publicación de los nombres de los testigos, tema que, efectivamente, era de actualidad a principios del siglo XVI.<<
[390] 390 Cartas de los secretarios, p. 257.<<
[391] 391 Existe un memorial en defensa de la Inquisición, atribuido a Cisneros, en el que se suplica al nuevo rey don Carlos que no introduzca ninguna reforma en los procedimientos de la Inquisición: los testigos debían permanecer secretos. Esta carta, sin fecha ni firma, la dio a conocer Quintanilla (Archetypo, fols. 171-172), pero ya la mencionaba Alvar Gómez de Castro (De rebus gestis, fol. 184 y.°). Se ha vuelto a publicar como apéndice a las Cartas de Cisneros (op. cit., pp. 261-262). Los editores de esta última obra —Pascual Gayangos y Vicente de la Fuente— dudan de que la carta sea de Cisneros: «el lenguaje, estilo y fórmulas de esta carta no son los que usaba el cardenal Cisneros». Puede ser que el texto citado por Quintanilla no sea el original, pero el fondo se corresponde con todo lo que sabemos que opinaba Cisneros en lo que se refiere a la publicación de testigos.<<
[392] 392 Los aragoneses que, hasta enero de 1516, estuvieron al servicio del rey don Fernando resultan a priori sospechosos; muchos de ellos eran conversos, pero ¿eran sospechosos por ser aragoneses o por ser conversos?<<
[393] 393 Por ejemplo, tratándose de la oposición de Valladolid a la Gente de Ordenanza, Varacaldo sostiene que el obispo de Osma intenta sublevar a los conversos contra Cisneros: «como el obispo de Osma tenga casada una hija con un marrano […], ha echado la hiel contradiciéndolo. Y hales hecho entender que el cardenal los quiere quemar a todos, habiéndolos librado a todos ellos del fuego, teniéndolos el Lucero presos […]. Ha venido el negocio a tanta alteración y desvergüenza que dizen que no han de consentir que ningún marrano sea preso ni se haga proceso contra él, sino que ellos le quieren examinar y ver su justicia. Quieren quitar las rentas del rey y quitar la inquisición» (Carta a Diego López de Ayala, 11 de diciembre de 1516, en Cartas de los secretarios, p. 72). En la misma carta, Varacaldo opina que «las libiandades y insultos y monipodios de judíos y de personas apasionadas no han de ser favorecidas» (Ibid., p. 74); una semana después, añade Varacaldo: «Ya ve y. m. cuán grand inconveniente es judíos secretarios» (Ibid., p. 88).<<
[394] 394 María-Paz ASPE, «El cambio de rumbo de la espiritualidad española a mediados del siglo XVI», en Ángel ALCALÁ y otros, Inquisición española y mentalidad inquisitorial, Barcelona, Ariel, 1984, p. 425.<<
[395] 395 Grajal decía que él, para interpretar los salmos de David, «seguía la explicación de los rabinos, porque los santos no le contentaban, porque seguían moralidades»; semejante declaración escandalizaba a sus acusadores, que opinaban, al contrario, que el «original hebraico no es fuente y el seguirle es judaizar e infame» (Miguel de la PINTA LLORENTE, La Inquisición y los problemas de la cultura y de la intolerancia, Madrid, Cultura Hispánica, 1953, p. 156).<<
[396] 396 Más exactamente, unas letras más humanas que otras (humaniores litterae).<<
[397] 397 Proceso de fray Luis de León, citado por Miguel de la PINTA LLORENTE, op. cit., p. 174.<<
[398] 398 «Hoy a los ciceronianos llaman luteranos o locos»; «dicen que los ciceronianos no son gente de devoción y son poco amigos de iglesias», exclamaba el humanista Palmireno en 1573 (Luis GIL FERNÁNDEZ, Panorama social del humanismo español, Madrid, Alhambra, 1981, p. 263). En el mismo sentido tenemos una carta de Pedro Juan Núñez a Jerónimo Zurita: «Querrían que nadie se aficionase a estas letras humanas, por los peligros, como ellos pretenden, que en ellas hay de que, así como enmienda el humanista un lugar de Cicerón, así enmendará uno de la Escritura, y diciendo mal de los comentadores de Aristóteles, que hará lo mismo de los doctores de la Iglesia. Estas y otras semejantes necedades me tienen desatinado, que me quitan muchas veces las ganas de pasar adelante» (M. de la PINTA LLORENTE, op. cit., p. XIX). La Inquisición española tuvo mucha responsabilidad en la creación de semejante situación, pero, a decir verdad, el enfrentamiento entre humanismo y escolasticismo, entre gramáticos y teólogos, se da en todas las naciones y en los mismos términos. En Francia no había Inquisición y, sin embargo, a finales del siglo XVII, Bossuet arremetía contra Richard Simon, autor de varios estudios críticos sobre la Biblia, con palabras que pudieran haber utilizado los jueces de fray Luis de León: para entender correctamente la Biblia, no hace falta saber hebreo ni griego. «Comme si tout consistait à savoir les langues!… J’avoue que ce n’est pas un fort grand malheur que de ne pas discerner les styles ou même de ne pas savoir beaucoup de grec. Nous serions bien malheureux si, pour défendre la vérité et la légitime interprétation de l’Ecriture, surtout en des matières de foi, nous étions à la merci des Hébraïsants ou des Grecs, dont on voit ordinairement en tout autre chose le raisonnement si faible».<<
[399] 399 Ángel ALCALÁ, en Ángel ALCALÁ y otros, Inquisición española y mentalidad inquisitorial, Barcelona, Ariel, 1984, p. 293.<<
[400] 400 «Impietatis accusabamur, quod, ignari sacrarum litterarum, ausi sumus, sola grammaticae artis fiducia, incognitum opus attrectare» (Apología).<<
[401] 401 Ángel ALCALÁ, «El control inquisitorial de intelectuales en el Siglo de Oro», en Joaquín PÉREZ VILLANUEVA y Bartolomé ESCANDELL BONET, Historia de la Inquisición, op. cit., p. 840.<<
[402] 402 Es decir: para que diera clase.<<
[403] 403 Luis GIL, en Ínsula, n.° 551, noviembre de 1992.<<
[404] 404 V. lo que escribe Nebrija en su Tertia Quinquagena a propósito del apóstol Pedro: en el Evangelio según S. Mateo, se le llama Simón Bariona —o sea, hijo de Iona—; en el Evangelio según S. Juan, Simón Ioannis. ¿Será Iona una alteración de Ioganna? Fue Cisneros —«mi defensor: patronus meus Cardinalis hispanus»— quien le sacó de dudas, enseñándole un códice griego: no se debía leer Simon Iohannis, sino Simón Iona.<<
[405] 405 GARCÍA ORO, op. cit., t. I, pp. 204-205.<<
[406] 406 Op. cit., t. I, p. 201.<<
[407] 407 Sin embargo, Llorente habla de 52 855 personas sentenciadas durante aquel periodo; 3564 de aquellas habrían muerto en la hoguera y 1232 quemadas en efigie, pero ya se sabe que la evaluación de las víctimas de la Inquisición por parte de este autor es objeto de críticas serias en la historiografía más reciente.<<
[408] 408 Ruiz de Calcena había entrado en la Suprema en 1502 después de haber sido secretario del rey. En 1509, el nombramiento de Ibáñez de Aguirre como miembro de la Suprema había suscitado las reservas de Cisneros, quien argumentó entonces que Aguirre, por no ser clérigo, podía difícilmente formar parte de la Suprema; pero el Rey Católico mantuvo su decisión, el 11 de febrero de 1509 (noticias sacadas de la Memoria de J. A. Llorente).<<
[409] 409 Bartolomé ESCANDELL BONET, en J. PÉREZ VILLANUEVA y B. ESCANDELL BONET, Historia de la Inquisición, op. cit., pp. 50-51).<<
[410] 410 Heterodoxos, libro. IV. Sobre este aspecto de la vida de Cisneros, y. también Teófanes EGIDO, «Iglesia y religión. La prerreforma católica», en L. RIBOT, J. VALDEÓN y E. MAZA (coords.), Isabel la Católica y su época, actas del Congreso Internacional 2004, vol. II, Valladolid, Instituto de Historia Simancas, 2007.<<
[411] 411 V. Alain MILHOU, Colón y su mentalidad mesiánica en el ambiente franciscanista español, Valladolid, 1983.<<
[412] 412 Tanto este tema como el de la reforma del clero de Toledo han sido estudiados seriamente en los últimos años. V. entre otros los trabajos de V. BELTRÁN DE HEREDIA («Las corrientes de espiritualidad entre los dominicos de Castilla en la primera mitad del siglo XVI», en Ciencia Tomista, 59, 1940, pp. 5-23), J. MESEGUER FERNÁNDEZ («El cardenal Jiménez de Cisneros, fundador de la capilla mozárabe», en Historia mozárabe, I Congreso de Estudios Mozárabes, Toledo, 1978, pp. 149-246. Documentos históricos diversos, en Archivo Iberoamericano, 37, 1977, pp. 355-402; 39, 1979, pp. 165-206; 43, 1983, pp. 95-194), T. de AZCONA (La elección y reforma del episcopado español en tiempo de los Reyes Católicos, Madrid, CSIC, 1960) y J. GARCÍA ORO (La reforma de los religiosos en tiempo de los Reyes Católicos, Valladolid, 1969; Cisneros y la reforma del clero español en tiempo de los Reyes Católicos, Madrid, 1971; «Conventualismo y Observancia», en Historia de la Iglesia en España, t. III/1, Madrid, 1980).<<
[413] 413 Los historiadores y los mismos cronistas de las órdenes religiosas se refieren casi exclusivamente a la gran peste para explicar la relajación en los conventos. Según Quintanilla (Archetypo, fols. 21-22), la causa principal de la relajación «ha sido que, después de algunos quarenta años de la fundación desta santa orden [la de los franciscanos] […] con dispensaciones apostólicas, con sus no religiosas costumbres, han admitido tener hacienda, rentas, tierras y heredades y tantas como hay experiencia […]; dicen que tuvo buen fin y que fue conservar estudios y hombres de letras que, con cátedras, sirviesen a la Iglesia (¿quién ha dicho que no puede haber ingenios y letras con trabajos, descalsez y ayunos, que la comodidad, el buen trato, vestido y no coro, no da talentos, y antes los suele embotar?), y siguióse una tibieza tan grande, una tan llorada destrucción de la pobreza evangélica en que la fundó [S. Francisco] y otras cosas que se han introducido, dignas de reformación». La segunda «causa desta desorden» que señala Quintanilla es «la general peste pasada que se extendió por toda Europa y acabó y asoló las religiones; viendo pues los prelados que sus conventos quedaban desiertos dieron hábitos a todo género de gente común, sin atender a las calidades que merece la religión, con que flaquearon todas las órdenes».<<
[414] 414 V. José GARCÍA ORO, La reforma de los religiosos, op. cit.<<
[415] 415 A cambio, Alejandro VI consiguió que su hijo, César Borja, obtuviera la iglesia de Valencia.<<
[416] 416 A este monasterio se lo conoce hoy con el nombre de casa o palacio de la Entrevista, porque se supone que en él los reyes habrían dado audiencia a Cristóbal Colón, hecho a todas luces imposible, ya que el monasterio se edificó después de la muerte del descubridor.<<
[417] 417 Citado por Bartolomé ESCANDELL BONET, Estudios cisnerianos, p. 211.<<
[418] 418 José GARCÍA ORO, Cisneros, t. II, p. 145.<<
[419] 419 Miguel Ángel LADERO QUESADA, España en 1492, p. 153.<<
[420] 420 QUINTANILLA, Archetypo.<<
[421] 421 Ibid., fol. 22.<<
[422] 422 «Muchos de los profesos apostataban y algunos se hallaban que se habían pasado a tierras de infieles a tornar moros» (ZURITA, citado por QUINTANILLA). ¿Hay que tomar esta frase al pie de la letra y entender que hubo frailes dispuestos a renegar de la fe cristiana y a convertirse al islam? Uno tiene la impresión de que se trata de una frase hecha para dar a entender que tal partido suscita una fuerte oposición. En 1521, se decía así del comunero Hernán Núñez —el Comendador Griego—: «que se iría a tornar moro si dentro de un año no viese abatidos a los Grandes y que no hubiese ninguno que tuviese de cien mil maravedís arriba de renta» (Simancas, Consejo Real, leg. 542).<<
[423] 423 Quintanilla cuenta así lo ocurrido: Delfini se desató contra Cisneros, «hablando con palabras menos graves, ajenas de semejante sujeto, a tan suprema majestad y de tan apostólico varón, le oyó la católica reyna, estando un poco suspensa y como absorta de lo que había oído tan contra la estimación justa que tenía de su santo confesor, le dixo que si sabía con quién hablaba y de quién y si estaba en su juicio». A lo cual Delfini contestó: «en mi juicio estoy […] y bien sé que hablo con Doña Isabel, reina de España, que es un poco de tierra como yo, y con esto se despidió». Es curiosa la anécdota, pero ¿es auténtica?<<
[424] 424 Historia de la imperial ciudad de Toledo, 1554.<<
[425] 425 «Como en este año (fue el de 1501) los Reyes Católicos […] quisieron constreñir a estos religiosos [los padres carmelitas] a que lo fuesen [reformados]; no quisieron estos obedecer sus mandatos, por lo cual fueron constreñidos por los dichos Reyes y por D. Fray Francisco Ximénez, arzobispo de Toledo, a salir por fuerza de su monasterio, aunque ellos hicieron todo lo que pudieron por defenderse».<<
[426] 426 Durante el reinado de Enrique IV, el cardenal Torquemada había iniciado la reforma, «según el modelo de la congregación de Lombardía, cuna de Savonarola». El triunfo de la observancia parece completo en 1506; contra lo que escribe Quintanilla, Cisneros no intervino en este proceso: «solo intervinieron elementos de la orden» (Vicente BELTRÁN DE HEREDIA, «Las corrientes de espiritualidad», op. cit., p. 6).<<
[427] 427 En la catedral de Toledo había las siguientes dignidades: cuarenta canónigos ordinarios; veinte extraordinarios; cincuenta beneficiados o porcionistas, además de varios capellanes de coro y de diversas capillas.<<
[428] 428 Escribe el maestrescuela: «Lo que Su Señoría me mandó que dijese al cabildo […] fue que le parecía era conveniente a la honestidad de los beneficiados y decoro de la Iglesia que los dos canónigos semaneros de las misas de Prima y de Tercia y los dos diáconos y dos subdiáconos estuviesen en la Iglesia la semana que celebraban y ministraban en el altar» (GARCÍA ORO, t. I, p. 71). En el siglo XVII, Baltasar Porreño todavía se hacía eco de la inquietud de los canónigos: «Creció más esta sospecha cuando supieron [que Cisneros] había enviado un mandato al obrero mayor (que es un canónigo que tiene cuenta de la fábrica y obras de la Iglesia), en que le mandaba que, sobre las cuatro naves del claustro que cercan el jardín de la Santa Iglesia, hiciese labrar unos corredores y aposentos en los cuales había morada bastante para mayor número que el de los tres semaneros» (Baltasar PORREÑO, Dichos y hechos de Cisneros, p. 283).<<
[429] 429 Ibid., p. 284.<<
[430] 430 «De cómo el siervo de Dios labró el claustro alto de la Santa Iglesia de Toledo».<<
[431] 431 «Tenemos el libro de las quentas originales deste año (1495) y no ay gasto ninguno de tal fábrica».<<
[432] 432 Erasme et l’Espagne, p. 3.<<
[433] 433 «Tentauit nostris temporibus Iohannes Martinus Siliceus, cum similem morum censuram exercere vellet, rem multo quidem minoris momenti, quam non valuit obtinere. Dicebat se quidem pro Ecclesiae dignitate neminem in re tanta vicariam operam committere velle, et per seipsum, semotis arbitris, ex dignitate ut sibi videbatur censuram peragere, vno dumtaxat excepto, qui delationes omnium describeret». El problema de fondo era el mismo en 1495 y en 1547: la desavenencia entre el arzobispo y los canónigos, estos orgullosos de su estirpe y reacios a someterse a un plebeyo.<<
[434] 434 V. J. MESEGUER, «El Cardenal Jiménez de Cisneros, fundador de la capilla mozárabe», en Historia mozárabe, Toledo, 1978, pp. 149-246.<<
[435] 435 Después de la reconquista de Toledo, Alfonso VI había autorizado a los mozárabes a seguir practicando el rito visigodo; seis o siete parroquias habían sido dedicadas a dicho oficio, frente a unas veinte de rito romano. Poco a poco, sin embargo, las parroquias mozárabes se habían despoblado y su rito quedó olvidado. V. J.-P. MOLENAT, Campagnes et monts de Tolède du XII.° au XV.° siècle, Madrid, Casa de Velázquez, 1997, pp. 38-41.<<
[436] 436 Missale mixtum secundum regulam beati Isidori, dictum Mozarabes (1500). Para hacer imprimir aquellos libros —refiere Quintanilla—, Cisneros «embió a Alemania por dos impresores célebres en su arte, el uno Melchor Gorricio y el otro Pedro Hagenbac, que los dieron a la estampa en Toledo y salió a luz el Misal mozárabe a nueve de enero del año de 1500 y el Breviario a 25 de octubre del de 1503».<<
[437] 437 «Fuit per ea tempora divinus quidam in multis ad extruendas academias per Hispaniam ardor, nam partim pacis beneficio invitati, quae perinde atque vernum tempus in arboribus flores, ita haec omnes bonas artes aura quadam indulgenti evocat, partim Dei Opt. Max. consilio barbariem & ignorantiam ab Hispania relegare jam parantis» (Alvar GÓMEZ DE CASTRO, fol. 3 y.°).<<
[438] 438 Como advirtió Nebrija, el lugar era bastante insalubre a causa de la proximidad del Henares, que llenaba de humedad todo el entorno de la villa: «quod insalubris ob vicinitatem fluminis et planitiem acuosam esset» (citado por Alvar GÓMEZ DE CASTRO).<<
[439] 439 El rey don Fernando pensaba lo mismo, pero Cisneros lo desengañó fácilmente, si creemos una anécdota de la época: en 1513, el rey, de paso por Alcalá, le dijo a Cisneros: «iré después de comer a visitar vuestros colegios y a censurar vuestras fábricas». Terminada la visita, comentó el rey: «vine con ánimo de censurar vuestras fábricas, pero ahora no puedo menos de admirarlas». Y Cisneros replicó: «Señor, mientras vos ganáis reinos y formáis capitanes, yo trabajo para formaros hombres que honren a España y sirvan a la Iglesia» (M. LAFUENTE, Historia general de España, t. VII, Barcelona, 1888, pp. 322-325).<<
[440] 440 Así lo revela una anécdota del año 1516. Mientras estaban comiendo, le dijo Cisneros a su colega Adriano, embajador del rey don Carlos, refiriéndose a los maestros de la universidad: «ya, señor, tienen segura la comida, y aparejada, pero no tienen tan segura la cena y es necesario pensar quién les ha de dar de cenar». Como Adriano no lo entendía, Cisneros añadió: «mis doctores teólogos ya tienen que comer y con que pasar, mientras viven con los colegios que están fundados, cátedras, etc. pero cuando sean viejos, cuando hayan acabado estudios y demás ejercicios literales, y los echen de la universidad, ¿qué cenarán?, ¿cómo han de pasar la vejez?, y así la buena razón y buena prudencia dice que quien les da de comer les busque qué cenar, y más cuando es obligación que tengan premio tantos trabajos». Esta fue una iniciativa excepcional para la época y que no dejó de impresionar favorablemente a los extranjeros que llegaron a conocerla, como aquel viajero francés del siglo XVIII, quien, por cierto, ve en la iniciativa de Cisneros no la intención de ofrecer unas rentas razonables a los profesores jubilados, sino el deseo de apartar a unos viejos incapaces ya de dar clase: «Il y a une excellente coutume à Alcala, c’est que lorsque les professeurs ont atteint un certain âge et commencent à radotter, ils deviennent chanoines & sont dispensés de fatiguer leurs écoliers par d’ennuyeuses & d’inutiles leçons. C’est une fondation du fameux cardinal Ximenez» (Mémoires instructifs pour un voyageur dans les divers Etats de l’Europe…, Ámsterdam, H. du Sauzet, 1738, p. 54).<<
[441] 441 El de San Bartolomé tenía quince colegiales; el de Santiago, veinte; el de Oviedo, dieciocho, y el del Arzobispo, veintidós.<<
[442] 442 Veintisiete colegiales.<<
[443] 443 Elegido por el claustro entre los 33 colegiales; un visitador, nombrado por la magistral de San Yuste, fiscalizaba su gestión.<<
[444] 444 «Quod ad ditionem pertinebat Pontificii Toletanorum quibus cum assiduae essent futurae lites, & de juridictione & de tribuendis beneficiis templi Justi & Pastoris» (Alvar GÓMEZ DE CASTRO).<<
[445] 445 Era el título del mismo Cisneros.<<
[446] 446 A juicio de Alvar GÓMEZ DE CASTRO, la presencia de los dos últimos se explicaría porque tenían sus feudos cerca de la universidad, lo cual podía representar una ventaja si surgía algún problema, y porque Cisneros había contraído lazos familiares con los Mendoza: en 1513 Alonso Suárez de Figueroa y Mendoza, nieto del primer conde de Coruña, Lorenzo Suárez de Figueroa —él mismo hijo de Íñigo López de Mendoza, primer marqués de Santillana—, se había casado con Francisca Ximénez de Cisneros, sobrina de Cisneros. Andando el tiempo, Alonso Suárez de Figueroa y Mendoza será el tercer conde de Coruña.<<
[447] 447 El colegio trilingüe no se fundó hasta 1528-1529. Estaba puesto bajo el patrocinio de san Jerónimo, prototipo del humanismo cristiano. En él, durante tres años, estudiaban treinta becarios: doce en retórica, doce en griego y seis en hebreo.<<
[448] 448 Había dos clases de fiestas: las fiestas simpliciter (jueves, viernes y sábado de la Semana Santa; domingo, lunes y martes de Pascuas; Ascensión; domingo y lunes de Pentecostés; Corpus) y las fiestas secundum quid: el primer día de Carnaval; el miércoles de Ceniza; el miércoles de Semana Santa; el miércoles de Pascuas; las vísperas de la Ascensión, de Pentecostés y del Corpus; San Juan Bautista; Santos Justo y Pastor; San Nicolás; San Ildefonso; todos los domingos; el 24 de diciembre, y las fiestas de la diócesis de Toledo. V. Bartolomé ESCANDELL BONET, Estudios cisnerianos.<<
[449] 449 El Colegio de Francia —más exactamente: el colegio de los lectores del rey— fue creado en 1530 por el rey Francisco I a iniciativa del humanista Guillermo Budé para enseñar las disciplinas que la Universidad de París descuidaba; al principio, solo existían dos cátedras: Griego y Hebreo; luego se crearon otras: Derecho, Latín, Matemáticas, Medicina…, todas separadas de la Universidad de París.<<
[450] 450 M. BATAILLON, Erasme, p. 11.<<
[451] 451 Ser contemplativo no implica que uno se quede apartado de toda actividad: en el siglo XVI, Teresa de Jesús es prueba de lo contrario: llevó una intensa actividad como fundadora de conventos sin dejar por eso de ser una contemplativa. Cisneros sería otro ejemplo.<<
[452] 452 Era corriente en aquellos medios mofarse de las sutilezas del Doctor Sutil, Duns Scot, que, sin embargo, era el maestro doctrinal de los franciscanos. Fray Lope de Salazar solía llamar a los maestros escolásticos «doctores curiosos», porque no paraban de hacerse preguntas estúpidas; para él la palabra curioso provenía del adverbio latino cur («¿por qué?»), etimología que Covarrubias repite en su diccionario: «los curiosos son muy de ordinario holgaçanes y preguntadores». Se observa una tendencia parecida entre los agustinos, hasta el punto de que el general, fray Jerónimo de Seripando, tuvo que reaccionar en 1545: la observancia no se puede limitar a la simple ignorancia («ignorantiae velamen est plerisque observantiae nomen»).<<
[453] 453 No deja de sorprender, en este aspecto, que Cisneros se haya negado a crear ya desde el principio una cátedra de Sagrada Escritura; esta solo empezará a funcionar en enero de 1532 por decisión de la misma universidad.<<
[454] 454 V. J. GARCÍA ORO, Cisneros, t. II, p. 418.<<
[455] 455 Es lo que apunta Pedro Chacón en su Historia de la Universidad de Salamanca (1569): «El año de 1508 estendióse por todas partes la fama de los filósofos y theólogos nominales que en la universidad de París florecían. Porque al estudio de Salamanca no le faltase nada de lo que en otros había, embiaron ciertos hombres doctos a París para que, con grandes salarios, trujesen los más principales y famosos hombres que de los nominales hallasen; y así trujeron personas de mucho renombre para leer teología nominal, de que entonces se hizo una cátedra en que se leía a Gregorio de Arimino y ahora Durando. Y para cuatro cursos de lógica y filosofía, dos por la orden de los nominales y dos en los reales por el modo y forma que en aquellos tiempos en la universidad de París se leía».<<
[456] 456 V. la intervención de Francisco Rico en el encuentro de El Escorial, La hora de Cisneros.<<
[457] 457 «Ne nostro frustemur proposito, qui prefatum collegium ut in eo artium et sacre theologiae studia precipue florerent fundare curavimus» (citado por R. GONZÁLEZ NAVARRO, Universidad Complutense, p. 194).<<
[458] 458 «Intercisis horis, sed non semper neque principaliter, ut dictum est» (Ibid.).<<
[459] 459 «Nam a civilibus & forensibus studiis adeo natura sua abhorrebat ut multi serio affirmantem audiverint quicquid illius disciplinae pectore concepisset, se, si fieri posset, libenter evomiturum» (Alvar GÓMEZ DE CASTRO, De rebus gestis).<<
[460] 460 J. I. TELLECHEA IDÍGORAS, El arzobispo Carranza y su tiempo, Madrid, Guadarrama, 1968, t. I., pp. 52-54 y 134. Ahora bien, el acudir preferentemente a juristas también podía tener sus ventajas. Es lo que observa Julio Caro Baroja al examinar la polémica en torno a las brujas, y más precisamente la actuación del inquisidor Alonso de Salazar y Frías, a principios del siglo XVII: Salazar no creía en los cargos acumulados en el proceso porque consideraba nulas las testificaciones de niños, menores, viejos, mujeres y otras personas notadas de enemistad o ignorancia. He aquí, pues, una coyuntura en la que la práctica española de tener inquisidores juristas y no teólogos dio un resultado positivo (Julio CARO BAROJA, El señor inquisidor, Madrid, Altaya, 1996, p. 41).<<
[461] 461 Fabrice QUERO, «Le statut de pureté de sang de Tolède», en R. CARRASCO, A. MOLINIE, B. PÉREZ (dirs.), La pureté de sang en Espagne. Du lignage à la «race», París, PUPS, 2011, p. 190 nota 10.<<
[462] 462 El primer catedrático de Nominales fue el maestro Gonzalo Gil; en 1513, le sucedió Miguel Carrasco. Desempeñó la cátedra de Escoto el franciscano fray Clemente Ramírez. Ocupó la cátedra de santo Tomás Pedro Ciruelo, que había sido antes profesor en París.<<
[463] 463 Bartolomé de Castro y Sancho Carranza de Miranda fueron los primeros catedráticos de Lógica.<<
[464] 464 El primer catedrático fue el cretense Demetrios Ducas: luego se nombró a Hernán Núñez.<<
[465] 465 Ocupó primero la cátedra el converso Alonso de Zamora.<<
[466] 466 Hernando Alonso de Herrera fue el primer catedrático; en 1513 vino Nebrija.<<
[467] 467 QUINTANILLA, Archeyipo, p. 142.<<
[468] 468 Nicolás Antonio presenta a Nicolás de Pax como uno de los primeros profesores de Alcalá, muy estimado por Cisneros: «Majoricensis patricius, ex primis academiae Complutensis professoribus, illustrissimo Ximenio erectori admodum carus, Lullianae civis sui doctrinae magnus promotor» (Bibliotheca Hispana Nova).<<
[469] 469 «Post Ximenii mortem egit aliquoties academia de mutandis sedibus» (A. GÓMEZ DE CASTRO).<<
[470] 470 «Quare cum similia certamina quotidie expectarentur, tunc primum de academia in alium locum mutanda deliberari inter patres & collegas coeptum est» (Ibid.).<<
[471] 471 «De recipienda academia inter se contendebant» (Ibid.).<<
[472] 472 «Ildephonsi Collegium per ea tempora in duas factiones divisum erat, Baeticam & Transmontanam, quam Castellanam vocant» (Ibid.).<<
[473] 473 Lo llamaban así porque era comendador de la Orden de Santiago y catedrático de griego.<<
[474] 474 Bartolomé ESCANDELL BONET, Estudios cisnerianos, p. 147.<<
[475] 475 «Estando su reverendísima señoria en ese tiempo y verano quasy de asiento en la corte, en sus palacios arzobispales y entendiendo en su santo oficio, como verdadero prelado y pastor, mandó llamar al egregio varón el maestro Antonio de Lebrixa y al bachiller Diego López de Zúñiga y a Francisco [Hernán] Núñez, comendador de la horden de Santiago, personas doctas en la arte griega, y asimismo a maestre Pablo Coronel y a maestre Alonso, físico, vecino de la noble villa de Alcalá, que heran cathólicos christianos, convertidos de judíos, los quales eran muy doctos en la lengua hebrea y chaldea» (VALLEJO, Memorial, p. 56). Nebrija no pudo hallarse en aquellas reuniones ya que, en aquella fecha, estaba en Zalamea, en la corte del maestre de Alcántara, don Juan de Zúñiga. En sus Annales, año 1507, el cronista de la orden franciscana, Wadding, se equivoca también: «Viros quoque doctos, atque inter hos Astunigam, Nebrixensem, Pintianum, Coronellum, reliquosque sacrorum Bibliorum curatores ad se Toletum advocavit. Volebat enim quoties sibi per otium facultas daretur, eorum studiis interesse § sacrarum rerum difficultatibus enucleandis totum id temporis, quod a negotiis succidere liceret, impendere». En su Apología, el mismo Nebrija dice que solo supo de aquellas reuniones de oídas: «Audio viros trium linguarum peritos, hebraicam dico graecam et latinam […], in discussione illa quae sub praesulis nostri cardinalis Hispani censura prope modum cotidie fit, in pensitandis interpretum variis translationibus…».<<
[476] 476 En el siglo III a. C., los judíos de Alejandría, que ya no sabían mucho hebreo, encargaron a setenta eruditos que tradujeran el Antiguo Testamento en griego; a esta traducción se la conoce como «versión griega de los Setenta». La versión latina del Antiguo y del Nuevo Testamento —llamada Vulgata— es obra de san Jerónimo y fue realizada en el siglo IV d. C.<<
[477] 477 Declaración del mismo Nebrija en 1513: «cuando vine de Salamanca yo dejé allí publicado que venía a Alcalá para entender en la enmendación del latín que está comúnmente corrompido en todas las biblias latinas, cotejándolo con el hebreo, caldaico y griego» (citado por M. BATAILLON, Erasme, p. 39).<<
[478] 478 «Vuestra Señoría me dijo que hiciese aquello mismo que a los otros había mandado, que no hiciese mudanza alguna de lo que comúnmente se halla en los libros antiguos» (Carta de Nebrija a Cisneros, citada por M. BATAILLON, Ibid.).<<
[479] 479 Los escolásticos medievales relacionaban auténtico con auctoritas: un texto auténtico es un texto que merece crédito y respeto. A mediados del siglo XVI, el Concilio de Trento declara que la Vulgata es auténtica en este sentido. El papa Pío XII confirmó esta tradición: la Vulgata es auténtica porque no contiene errores desde el punto de vista de la fe católica; merece, pues, que se le dé crédito.<<
[480] 480 «Ubicumque latinarum codicum varietas est […] ad primam Scripturam recurrendum est, sicut beatus Hieronimus et Agustinus admonent: ita ut librorum Veteris Testamenti synceritas ex Hebraica veritate, Novi autem ex Graecis exemplaribus examinetur».<<
[481] 481 Las relaciones entre Cisneros y Nebrija no fueron alteradas en ninguna manera por aquel incidente. Cuando, en 1505-1506, el humanista tuvo problemas con el inquisidor general Deza, precisamente a causa de cuestiones de crítica escrituraria, acudió a Cisneros, quien le dio su protección y muestras inequívocas de aprecio. El problema surgió en torno a unas cincuenta correcciones y comentarios a la Escritura; Deza confiscó el escrito de Nebrija. En 1516, Nebrija refiere el incidente en su Apología, dedicada a Cisneros, y en su Tertia quinquagena: «Me acusaban de impío ante el inquisidor general, diciendo que no sabiendo yo Sagrada Escritura, me atrevía con sola la gramática, a hablar de lo que no conocía». En contra de lo que escribe Llorente, no parece que Deza llegara a procesar a Nebrija.<<
[482] 482 Una de las correcciones más discutidas es la que afecta a la I Epístola de san Juan (5, 7), el llamado Comma Johanneum, es decir la mención del Padre, del Verbo y del Espíritu, mención que no figura en los manuscritos más antiguos de la Vulgata. La interpolación de aquella mención se debe a la voluntad de confirmar el dogma católico de la Santa Trinidad. Consultado en 1897, el Santo Oficio romano declaró que no había ningún motivo para dudar de la autenticidad del Comma Johanneum, pero, en 1927, el mismo Santo Oficio dio una respuesta mucho más matizada: admitió el derecho de los exegetas católicos a investigar la cuestión más a fondo. De acuerdo con esta última respuesta, la Biblia francesa, llamada «de Jerusalén», no incluye el Comma Johanneum en el texto de la I Epístola de san Juan.<<
[483] 483 «Magnis laboribus et expensis undique conquisivimus», se lee en el prólogo al lector.<<
[484] 484 Entre aquellos documentos figuraban los llamados Targum, es decir, traducciones de la Biblia en arameo. Conviene recordar que, después de la crisis de los años 1391-1415, el judaísmo se reconstituyó en parte en Castilla, aunque sin volver a conocer el esplendor de épocas anteriores. Los estudios rabínicos y teológicos dan testimonio de su vitalidad intelectual: a lo largo del siglo XV se realizaron varios trabajos de exégesis bíblica (ediciones, traducciones, comentarios) que, en ocasiones, llamaron la atención de los universitarios cristianos; piénsese, por ejemplo, en la Biblia de la casa de Alba, con traducción al castellano y notas del rabí Mose Arragel de Guadalajara, hecha a instancias del maestre de Calatrava, don Luis de Guzmán, entre 1422 y 1433, con la colaboración de los franciscanos de Toledo.<<
[485] 485 A decir verdad, la invitación fue tardía si, como es de creer, fue posterior a la carta de Jerónimo García Fernández de Bobadilla, abad de Husillos, fechada en Palencia a 26 de noviembre de 1516: «Erasmo, a la verdad, en todas las partes de buen teólogo y de ser harto docto en lo griego y hebraico, y ser elegante latino, parecido ha a muchos, y aun a mí, que es excelente persona». «V. S. R. no debría estar sin tal persona como la de Erasmo y con su parecer y correción hazer la publicación de toda la obra y que se debería comprar su presencia por algún tiempo» (Cartas de los secretarios, pp. 283-285). Erasmo rechazó la invitación, pero Cisneros siguió apreciando mucho su valor científico. Cuando, en 1516, Erasmo publicó su edición del Nuevo Testamento, uno de los colaboradores más prestigiosos de la Complutense, López de Zúñiga, pensó imprimir una serie de críticas severas; Cisneros se lo impidió y exigió que Zúñiga comunicara primero sus observaciones a Erasmo. Zúñiga no tuvo más remedio que disimular y callar, pero, después de la muerte de Cisneros, imprimió sus objeciones (Annotationes contra Erasmum Roterodamum, 1520). V. HEFELE, Cisneros, p. 163, y M. BATAILLON, Erasme, p. 98.<<
[486] 486 M. BATAILLON, Erasme, p. 83.<<
[487] 487 Contra fray Luis, detenido en 1572, formula la Inquisición esta acusación: «Estando en cierta junta de teólogos, sustentando ciertas personas que los lugares de profetas que Nuestro Señor y sus Evangelistas habían declarado en el Evangelio se habían de entender de otra manera, conforme a lo que leen los judíos y rabinos, el dicho fray Luis de León, dándoles favor, dijo que aunque fuese verdadero el sentido y declaración de los Evangelistas, también podía ser verdadera la interpretación de los judíos y rabinos, aunque fuese el sentido diferente».<<
[488] 488 Vocabularium Hebraicum atque Chaldaicum e Introductiones artis Grammatice Hebraice.<<
[489] 489 «Ante omnia festinandum admonet»: recomienda darse prisa (Alvar GÓMEZ DE CASTRO).<<
[490] 490 El mismo Juan de Brocar se lo contó más tarde a Alvar Gómez de Castro (De rebus gestis, fol. 38 y.°).<<
[491] 491 Los escasos ejemplares que se han conservado han alcanzado precios elevadísimos. De uno que se halló en Valencia, en tiempo de la guerra de la Independencia, se apoderó el mariscal Suchet; hacia 1830 fue vendido en subasta pública por 24 000 francos, cantidad enorme para la época (Juan CATALINA GARCÍA, Ensayo de una tipografía complutense. Madrid, Imprenta y Fundición de Manuel Tello, 1889, p. 14).<<
[492] 492 Erasmo solo dedicó cinco meses de trabajo a preparar su edición y disponía de pocos manuscritos; en las ediciones posteriores (1527 y 1535, sobre todo), tuvo en cuenta el texto de la Políglota de Alcalá: y. HEFELE, Cisneros, p. 162.<<
[493] 493 Juan de Vergara tenía hecha la versión latina de los libros De phisico auditu, de los tres de Anima y de los catorce de Metaphysica, cuyos manuscritos se conservan en la biblioteca del cabildo de Toledo (J. LÓPEZ DE TORO, Perfiles humanos, p. 57).<<
[494] 494 En el proceso abierto contra Carranza, fray Pedro Serrano resume con estas palabras el debate: «Sobre estas dos opiniones está dividida toda la Orden de Santo Domingo; porque unos quieren mortificación, oración y recogimiento y penitencia; y otros piensan que está todo en estudiar y predicar. Y por esta causa los dichos señor arzobispo de Toledo [Carranza] y Melchor Cano se contradicen el uno al otro y están diferentes y no nada amigos» (J. I. TELLECHEA IDÍGORAS, El arzobispo Carranza y su tiempo, Madrid, Guadarrama, 1968, t. II, p. 104).<<
[495] 495 GARCÍA ORO, t. I, p. 261.<<
[496] 496 VALLEJO, op. cit., p. 51.<<
[497] 497 Se solía jugar a las damas y al ajedrez en el palacio de los duques de Alba, hacia 1509; aquella diversión le interesaba mucho a la beata porque decía que el movimiento de las piezas le recordaba el itinerario del hombre hacia Dios merced a sus penitencias.<<
[498] 498 GARCÍA ORO, t. I, p. 244. Pedro Mártir ha dejado una semblanza de la beata no exenta de socarronería (Ep. CCCXXVIII, octubre de 1509); un culto hasta ahora desconocido («novum […] genus latriae, quae nunc pullulat») se está desarrollando: el de la Beata de Piedrahíta; esta tiene gran costumbre de ayunar desde su infancia de modo que su estómago casi no admite ya ningún alimento («stomacus ejus jam vix escam ferat»); suele predicar y se ha convertido en una especie de profetisa o de Sibila («nunc vaticinatricem sibilam se facit»); dice cosas raras sobre temas religiosos; es analfabeta, pero dicen que sabe tanto como los teólogos eruditos («ignara literarum foemina, sapientes aequare theologos dicitur»); se proclama a sí misma esposa de Cristo y, de vez en cuando, hace como si estuviera hablando con la Madre de Dios: si tú no hubieses parido a Cristo, yo no sería su esposa; a la madre de mi esposa es justo que se le rindan honores; por lo tanto, merece pasar antes que yo por esta puerta («Nisi tu Virgo Christum peperisses, Christum ego sponsam non assequerer: sponsi mei genitricem oportet omni honore dignam judicari»); no se sabe si hay que reírse de esto como si fueran tonterías o tomarlo en serio; entre los dominicos hay opiniones encontradas: unos se ríen de aquellas cosas; otros piensan que la beata está inspirada por Dios; el Rey Católico, que es hombre de buen sentido («qui sani est animi») protege a la beata: «nuestro cardenal en sandalias» («Crepidatus noster cardinalis») hace su elogio. Pedro Mártir vuelve sobre este tema de la beata en la carta CCCCIC de julio de 1512: Cisneros y la Inquisición han averiguado el caso, pero no han censurado a la beata («impune dimissa est»); los dominicos siguen divididos: quien inspira a la beata es el demonio, dicen unos; son los ángeles y Cristo, opinan otros; ya veremos en qué parará todo esto.<<
[499] 499 Este pueblo, situado al norte de Toledo, no muy lejos de Illescas y Esquivias, siempre se había llamado Azaña hasta que entró en él, el 19 de octubre de 1936, un regimiento de los que se habían alzado en armas contra la República. Sus jefes, indignados por la coincidencia de su nombre con el del entonces presidente de la República, decidieron cambiarlo por el de Numancia de la Sagra.<<
[500] 500 El manuscrito, con glosas de Francisco de Torres (1568-1569) y de Francisco Ortiz, OFM, está en la biblioteca de El Escorial. V. Annie FREMAUX-CROUZET, «Alegato en favor de “las mujeres e idiotas”», en Homenaje a J. A. Maravall, Madrid, 1985, t. II, p. 101.<<
[501] 501 Se pueden distinguir tres clases de beatas: las terciarias franciscanas o dominicanas, que vivían en comunidades llamadas «beaterios»; las terciarias, que preferían quedarse solas, y, por fin, las mujeres devotas —solteras o viudas— que vivían solas o en pequeños beaterios. Todas rechazaban la perspectiva de hacerse monjas en algún monasterio, sea porque se no podían pagar la dote exigida para entrar, sea porque preferían permanecer independientes de cualquier autoridad.<<
[502] 502 Según M. BATAILLON (Erasme, pp. 72-73), la palabra alumbrado surge por primera vez en 1510.<<
[503] 503 En 1529, Isabel será condenada a prisión perpetua.<<
[504] 504 Un ejemplo característico es el Tratado de la vida espiritual, de san Vicente Ferrer. Este recomendaba no fiarse de visiones u otras cosas extraordinarias que le parecían sospechosas, y comparaba los arrobamientos con movimientos de rabia («rabiamenta»). Al mandar traducir y publicar aquel tratado, en 1510, Cisneros hizo suprimir los capítulos XI y XIII, en los que venía aquella censura. Unos años después, fray Francisco de Osuna no dudó en afirmar que el tratado de san Vicente Ferrer había sido censurado, pero no citó a Cisneros (M. BATAILLON, Erasme, p. 183).<<
[505] 505 «Illiterata vero & imperita turba, quorum maxima ubique copia est, ne vanis fabulis, aut Milesiacis historiis, quibus mores corrumpuntur, sive legendis sive audiendis intenderet, libros aliquot sanctimonia et pietate plenos, quibus ipse se olim oblectaverat, partim Latine edendos, partim in linguam vernaculam per viros prudentes transferendos, eosque non sine magnis impensis vulgandos curavit» (Alvar GÓMEZ DE CASTRO, De rebus gestis, fol. 39 r.°). Los Annales franciscanos de L. Wadding reproducen sin cambiar palabra este texto de Alvar Gómez.<<
[506] 506 Parece haber sido el primer libro impreso en la Granada reconquistada.<<
[507] 507 Hubo una primera edición catalana realizada en Barcelona en 1494, seguida de otra en Valencia, de 1496.<<
[508] 508 Francisco García de Cisneros había ingresado en 1475 en el monasterio benedictino de San Benito el Real de Valladolid; de allí, a iniciativa del rey don Fernando, pasó al monasterio catalán de Montserrat, que reformó y del que fue prior a partir de 1493. El Ejercitatorio fue escrito en latín y en castellano; la versión en castellano se publicó sin nombre de autor en Montserrat en 1500.<<
[509] 509 QUINTANILLA, Archetypo, p. 141.<<
[510] 510 La vida de santa Catalina se imprimió, con el escudo de Cisneros en la portada, junto con la vida de sor Juana de Orbeto y la vida de sor Margarita de Castello; parece que hubo dos ediciones de aquel libro, el mismo año de 1511. Santa Catalina (1347-1380) tuvo por misión la reforma de la Iglesia y su confesor fue quien inició la reforma de la orden dominicana. Hay semejanzas entre santa Catalina y Savonarola. Fray Antonio de la Peña figuró como uno de los defensores de la Beata de Piedrahíta. Tenemos así una confirmación de las relaciones entre Cisneros y los dominicos de Piedrahíta, quienes, a finales del año de 1511, estaban dispuestos a enviarle las epístolas de santa Catalina de Siena, ya que Cisneros quería que se tradujeran (V. BELTRÁN DE HEREDIA, op. cit., p. 13).<<
[511] 511 Ángela de Foligno (1248-1309), terciaria de la orden franciscana, fue una de las primeras místicas admitidas por la Iglesia católica.<<
[512] 512 San Juan Clímaco (580-650) fue un monje anacoreta, abad del monasterio de Santa Catalina del Monte Sinaí. Debe su nombre al libro que escribió para contar su experiencia de asceta: La escala al Paraíso; en griego, clímax es lo mismo que escala.<<
[513] 513 La Vita Cristi Cartuxano fue publicada en una de las primeras imprentas que existieron en Alcalá, la del polaco Estanislao Polono, que fue a Alcalá desde Sevilla a invitación de Cisneros; en 1504 regresó a Sevilla. Fue la misma reina doña Isabel la que encargó la traducción de aquel libro, confiando en Cisneros para dar con la persona más indicada para aquella labor; el elegido fue fray Ambrosio de Montesinos. En la portada del tomo I una xilografía muestra a los reyes recibiendo el libro de manos de Cisneros, en presencia del traductor. La obra consta de cuatro tomos. Debieron de hacerse cuatro ediciones: una de lujo en 1502 y otras tres en 1503.<<
[514] 514 Desgraciadamente —comenta Alvar Gómez de Castro— muchos de aquellos libros se perdieron rápidamente; a mediados del siglo XVI ya quedaban pocos, que valían muy caro: «Sed cum hi libri partim ab Antistite per coenobia divisi, partim a bibliopolis e vestigio distracti fuerint, paucissimi nunc inveniuntur & sui pretium raritate adaugent».<<
[515] 515 «Las repartió [aquellas obras] por todos los conventos de monjas para que se leyessen en el coro y en el refitorio y atendiesen a su obligación y para desterrar la ociosidad y ocupar con santo zelo a los fieles con la lección de libros espirituales, de que no había memoria en España, ni estaban en lengua que todos pudiessen gozarlos» (QUINTANILLA, op. cit., p. 141).<<
[516] 516 Recuérdese la exclamación de santa Teresa al enterarse de aquella decisión: «Cuando se quitaron muchos libros de romance que no se leyesen, yo sentí mucho, porque algunos me daba recreación leerlos y no podía ya por dejarlos en latín. Me dijo el Señor: No tengas pena, que yo te daré libro vivo» (Vida, cap. 26, 6).<<
[517] 517 Vida, cap. 25, 5.<<
[518] 518 Sobre la vida y la obra de Ramón Llull, M. BATLLORI, Ramón Llull en el mon del seu temps, Barcelona, 1960, y Ramón LLULL, Obra escogida: Vida coetánea. Libro de maravillas, Árbol ejemplifical, Desconsuelo, Canto de Ramón (bilingüe), con introducción de Miquel Batllori y traducción y notas de Pere Gimferrer, Madrid, Clásicos Alfaguara, 1981.<<
[519] 519 Ramón Llull fundó en Mallorca el Colegio de Miramar, en el que se estudiaba árabe, y obtuvo que el Concilio de Viena (1311) recomendase crear en varias universidades —Bolonia, Oxford, París, Roma, Salamanca— cátedras de Árabe, Hebreo, Griego y Caldeo.<<
[520] 520 QUINTANILLA, Archetypo, p. 142.<<
[521] 521 Libellus Illuminati Raymundi de amico et amato, Academia Complutensi, Industria Arnaldi Guillermi Brocarii, 5 de agosto de 1517.<<
[522] 522 «Majoricensis patricius, ex primis academiae Complutensis professoribus, illustrissimo Ximenio erectori admodum carus, Lullianae civis sui doctrinae magnus promotor» (Nicolás ANTONIO, Bibliotheca Hispana Nova).<<
[523] 523 «Benefactor amantissimus divi Raymundi operae» (Ibid.).<<
[524] 524 Algunas de sus composiciones figuran en el Cancionero general de Hernando del Castillo (ediciones de 1511 y 1514).<<
[525] 525 V. D. W. MCPHEETERS, El humanista español Alonso de Proaza, Valencia, Castalia, 1961.<<
[526] 526 «El secretario Alonso de Proaza me embió su carta, y el traslado de los títulos y privilegios de aquella doctrina del Maestro Ramón Llull, Doctor Iluminadíssimo, y he avido mui grande plazer de verlos, y de todo lo que sobre esto me escriben; porque de verdad yo tengo mucha afición a todas sus obras, porque son de mucha doctrina y provecho; y assí crean que en todo cuanto yo pudiere las tengo de favorecer y trabajar cómo se publique y se lea por todos los estudios… Y porque al bachiller Proaza escrivo más largo sobre todo, no digo aquí de remitirme a lo que él de mi parte les escribiera: yo les ruego que le den entera fe. De Alcalá, a 8 de octubre de 1513».<<
[527] 527 Liber qui est disputatio […]. Liber de demonstratione per aequiparantiam. Disputatio quinque hominum sapientium. Liber de accidente et substantia (1510); Logica nova (1512); Ars inventiva veritatis, con una composición de Nicolás de Pax y una epístola de Proaza a Cisneros y los privilegios concedidos por los reyes de España a favor de la doctrina luliana (1515).<<
[528] 528 Vicente BELTRÁN DE HEREDIA, «Las corrientes de espiritualidad entre los dominicos de Castilla», op. cit.<<
[529] 529 «L’invasion érasmienne» es el título del capítulo VI de Erasme et l’Espagne.<<
[530] 530 M. BATAILLON, «Sur la diffusion des œuvres de Savonarole en Espagne et en Portugal (1500-1560)», en Mélanges de philologie, d’histoire et de littérature offerts à Joseph Vianey, París, Les Presses françaises, 1934, pp. 93-103); del mismo, «De Savonarole à Louis de Grenade», en Revue de Littérature comparée, XVI, 1936, pp. 23-39).<<
[531] 531 Existen desde luego semejanzas entre los devotos de la beata y los alumbrados: ambos grupos ensalzan la empresa de Orán, la conquista de Jerusalén, la reforma de la Iglesia, pero son temas muy corrientes en la época (Ibid., p. 15). Sor María mantuvo relaciones con algunos lulistas. Recibió la visita del misterioso fray Melchor, personaje que, si no militaba en las filas del lulismo, debió estar en contacto con él, lo mismo que Charles de Bovelles (Ibid., p. 16).<<
[532] 532 V. BELTRÁN DE HEREDIA, op. cit., p. 14.<<
[533] 533 Ni entre sus exrreligiosos ni en la beata, que figura hasta 1524 al frente del monasterio de Aldeanueva, aparece solidaridad alguna con los alumbrados (Ibid., 17).<<
[534] 534 Fue reeditada en Valladolid en casa de Diego de Gumiel (¿1512-1513?), y en Sevilla (1518).<<
[535] 535 GARCÍA ORO, t. I, pp. 256 y 272.<<
[536] 536 Alonso FERNÁNDEZ DE MADRID, Silva Palentina. op. cit.<<
[537] 537 Ibid., p. 275.<<
[538] 538 Pura reacción de gamberros parece haber sido la de dos capitanes de las guardias —Vadillo y Collazo—, quienes, al enterarse de la muerte del cardenal, se dispusieron a robar la vajilla de plata del difunto; tuvieron que intervenir enérgicamente el coronel Espinosa y don Alonso de Arellano para poner fin a los desmanes (FERNÁNDEZ DE RETANA, op. cit., t. II, p. 439, que cita a Alvar GÓMEZ DE CASTRO).<<
[539] 539 GARCÍA ORO, t. II, pp. 291-292.<<
[540] 540 Ibid., t. I, p. 472.<<
[541] 541 ROBLES, Compendio, p. 194.<<
[542] 542 Según Sandoval, «Chievres se guiaba en los negocios que tocaban a España por el maestro Mota».<<
[543] 543 QUINTANILLA, citado por LÓPEZ DE AYALA Y ÁLVAREZ DE TOLEDO, op. cit., p. 366.<<
[544] 544 V. Hayward KENISTON, Francisco de los Cobos, edición española, Madrid, Castalia, 1980.<<
[545] 545 La actual recepción y las oficinas del Hotel Cigarral El Bosque se levantan en aquel lugar.<<
[546] 546 M. BATAILLON, op. cit., pp. 562-563.<<
[547] 547 Egidio había sido detenido en 1549, pero la Inquisición no encontró motivo suficiente para quemarlo; en 1552 se le condenó a una penitencia menor. A raíz de las investigaciones realizadas en 1558, el Santo Oficio quedó convencido de que era más culpable de lo que se creía, pero, como había muerto en 1555, no se pudo proceder contra él; por eso fue quemado en efigie. En cuanto a Constantino Ponce de la Fuente, detenido en 1558, murió en la cárcel de Triana antes que su proceso fuera concluido, por lo que también fue quemado en efigie.<<
[548] 548 Sobre la historiografía de Cisneros hasta 1913, y. el prólogo de Antonio de la TORRE a su edición del Memorial de Juan de Vallejo.<<
[549] 549 Sobre Alvar Gómez de Castro, y. los trabajos de Alfredo ALVAR EZQUERRA, «Alvar Gómez de Castro y la biografía del cardenal Cisneros», en Torre de los Lujanes, n.° 43, 2001, pp. 175-188; Acercamiento a la poesía de Alvar Gómez de Castro. (Ensayo de una biografía y edición de su poesía latina), tesis doctoral, 2 vols., Madrid, Universidad Complutense, 1980; «Alvar Gómez de Castro, humanista», en Revista de Filología Española, 62, 3-4, 1982, pp. 193-210; «Alvar Gómez de Castro y la historiografía latina del siglo XVI: la vida de Cisneros», en El erasmismo en España, Santander, Sociedad Menéndez Pelayo, 1986, pp. 248-264; y el de María del Carmen VAQUERO SERRANO, El maestro Alvar Gómez. Biografía y prosa inédita, Toledo, Caja de Ahorros, 1993. Alvar Gómez de Castro estudió en el Colegio de San Ildefonso de Toledo. A partir del 31 de enero de 1539, es profesor de griego en Alcalá de Henares. Hacia 1548, marcha a Toledo, donde se acababa de fundar el Colegio de Santa Catalina. Poco después es canónigo del cabildo catedralicio. Estuvo relacionado con los mejores humanistas de su tiempo: Ambrosio de Morales, que lo consideraba «mi grande y antiguo amigo» (Coronica XI, fol. 8 y.º.), Florián de Ocampo, Honorato Juan, entre otros. Editor y traductor de los clásicos, le fue encomendada también la primera edición de las Etimologías de Isidoro, en la que colaborarían Juan de Mariana y García de Loaysa, editor de los concilios de Hispania.<<
[550] 550 Entre aquellos materiales estaba el Memorial de Juan de Vallejo. Son pocas las noticias que tenemos sobre este último. Es probable que fuera natural de los alrededores de Sigüenza. Debió entrar joven —¿en 1498?— al servicio de Cisneros. Hacia 1510 se le renueva el contrato, pero con un sueldo doble: 6000 maravedís anuales en vez de los 3000 que cobraba antes. Por las mismas fechas, es elegido canónigo de Sigüenza. Debe de ser entonces cuando se le nombró notario apostólico del cardenal. Como tal, estaba al tanto de casi todo lo que hacía Cisneros. Además este le mandaba en ocasiones contrahacer su letra y escribir cartas para aliviarle en sus tareas cotidianas. Desaparecido Cisneros, Vallejo se retiró a Sigüenza hasta su muerte, acaecida a mediados de la centuria. Fue en aquellos años cuando Vallejo compuso su Memorial, que comienza con la ascendencia del cardenal y termina cuando este se ve llamado a ejercer por primera vez la gobernación del reino de Castilla (1507). A pesar de algunos errores, fáciles de enmendar, Vallejo, como amanuense y confidente que fue de Cisneros, constituye una fuente imprescindible para los años 1498-1507, motivo por el cual ha sido muy utilizado por los autores posteriores. El Memorial fue publicado por primera vez en 1913 por Antonio de la Torre.<<
[551] 551 En el prólogo al lector, Alvar Gómez de Castro cita sus fuentes principales: los papeles que le dejó Vergara antes de morir, las charlas que tuvo con Diego López de Ayala —quien, además, le proporcionó gran parte de las cartas intercambiadas con el cardenal—, el Memorial de Vallejo, notas de Florián de Ocampo, la crónica de Lorenzo Galíndez de Carvajal…<<
[552] 552 Fue el rector de la Complutense quien le confió a Páez de Castro la tarea de revisar el libro de Alvar Gómez. Páez confiesa que fue un encargo que le pesó: «la Historia de Alvar Gómez me ha dado mucho trabajo; ha quince días que está aquí y aun hay que hacer buen rato». En el prólogo al lector, Alvar Gómez le da las gracias por su labor a Páez. A este la universidad le dio una pequeña retribución —una carga de vino, unos capones y 300 reales para los escribientes—; como Páez protestó por tan poca paga, debieron de darle además algunas monedas de plata.<<
[553] 553 Volvió a editarse en 1581 en el tomo III de la recopilación Rerum hispanicarum scriptores aliquot (Francfort), luego en 1603 en el tomo I de Hispaniae illustratae… scriptores varii (Francfort). Existe una traducción al español: De las hazañas de Francisco Jiménez de Cisneros, obra de J. Oroz Reta (Madrid, FUE, 1984).<<
[554] 554 Escribe Quintanilla, a propósito de Alvar Gómez: «Graduado por la universidad de Alcalá, catedrático y professor de letras humanas de la universidad de Toledo y cronista de su santa iglesia, escrivió en latín la vida, virtudes y milagros de N. S. Cardenal Fr. Francisco Ximénez de Cisneros con estilo tan elegante que en muchos obispados dan esta obra a construir [entiéndase traducir] en los exámenes como si fuera Quinto Curcio y se lee en algunas cátedras de gramática».<<
[555] 555 Citemos la de Eugenio de ROBLES: Compendio de la vida y hazañas del Cardenal don fray Francisco Ximénez de Cisneros, Toledo, 1604 (el libro se tradujo al francés en 1631); la del jesuita Juan Bautista POZA: Sermón, información y defensa de los milagros, virtudes, y méritos que tiene para ser canonizado el Santo Cardenal y Arçobispo de Toledo, Fray Francisco Ximénez de Cisneros, fundador de la Universidad de Alcalá, Alcalá, 1626; la de Baltasar PORREÑO: Dichos y hechos… de… Cisneros, obra compuesta en torno a 1630, es el segundo de los Dos tratados históricos tocantes al cardenal Ximénez de Cisneros que la Sociedad de Bibliófilos Españoles publicó en 1918; el primero es la Vida del cardenal don Fray Francisco Ximénez de Cisneros, arzobispo de Toledo, obra del mismo Porreño sacada de la Historia episcopal y real de España, también inédita hasta 1918. Estos dos tratados tienen poquísimo interés para el historiador, ya que contienen errores garrafales: el autor confunde las fechas —1506 y 1516, la muerte de Felipe I con la de Fernando el Católico…—.<<
[556] 556 Era corriente en Alcalá referirse a Cisneros como el «Santo Cardenal».<<
[557] 557 Entre ellas figuraban Gil González Dávila, Lope de Vega, Quevedo…<<
[558] 558 La labor de Quintanilla para conseguir la beatificación de Cisneros fue continuada después por el doctor Pedro Fernández del Pulgar, canónigo penitenciario de Palencia, y auxiliar del propio Quintanilla, que publicó, en 1673, en Madrid, Vida y motivos de la común aclamación de santo del venerable siervo de Dios Don Fr. F X de Cisneros.<<
[559] 559 FERNÁNDEZ DE RETANA, t. II, p. 534.<<
[560] 560 V. J. H. ELLIOTT: Richelieu y Olivares, Barcelona, Critica, 1984.<<
[561] 561 Con una sola excepción, la de Dominique BOUHOURS (1628-1702), jesuita, más bien crítico literario, que tuvo mucho éxito en los salones de París. En su libro Les Entretiens d’Ariste et d’Eugène (París, 1671, p. 215), Bouhours escribe: «Le cardinal de Richelieu et le comte d’Olivares, les deux plus celebres ministres que la France et l’Espagne ayent jamais eûs».<<
[562] 562 Pasamos por alto el libro de Jacques MARSOLLIER (1647-1724), Histoire du ministère du cardinal de Richelieu, Toulouse, 1693, reeditado en 1694, 1704 y 1739, y traducido al alemán en 1719, obra malísima, con barbaridades de esta clase: «Cisneros, franciscano, tenía mucho éxito como predicador y le gustaba mucho a las damas de la corte; ellas fueron las que le recomendaran a la reina Isabel que tomara a Cisneros como confesor…».<<
[563] 563 Fléchier, que se apoya también en Quintanilla, confiesa que estos dos autores —Alvar Gómez y Quintanilla— han sido sus fuentes principales: «c’est proprement le fond sur lequel j’ai travaillé, sans pourtant m’y assujettir. Il m’a fourni la matière, mais je me suis réservé la liberté d’y mettre la forme».<<
[564] 564 Michel BAUDIER, Histoire de l’administration du cardinal Ximenes, París, 1645. Se tradujo al inglés ya en 1671 y se volvió a publicar en París en 1851 con un estudio preliminar de Edmond Baudier —probablemente un descendiente del autor—.<<
[565] 565 René RICHARD, Parallèle du cardinal Ximenès et du cardinal de Richelieu, Trevoux, 1704. Se volvió a editar el mismo año de 1704, luego en 1705 y en 1716. Richard declara, sin más explicaciones, que Cisneros nació en 1457; tradicionalmente, desde Quintanilla, se señala otra fecha: 1436, a no ser que se trate de una errata: 1457 en vez de 1437, fecha esta última que también da Fléchier en el libro que publicó unos años después que Richard.<<
[566] 566 «Ximenes avait de bonnes intentions et n’envisageait que le bien de l’Etat, au lieu que Richelieu pensait plus à ses propres intérêts qu’à ceux du roi» (p. 46).<<
[567] 567 «Ximenes ne dépouilla personne pour se revêtir lui-même ni pour enrichir ses parents et ses amis, au lieu que Richelieu ne supprima lui-même les plus belles charges de la couronne que pour les prendre sous un autre titre. Il s’empara de tout ce qu’il y avait de plus grand et de plus brillant dans l’Etat» (pp. 124-125).<<
[568] 568 «On a toujours regardé Richelieu comme un ministre qui faisait servir la religion à la politique, & Ximenès comme un grand prélat qui, pendant qu’il a gouverné le royaume d’Espagne, n’avait pour fondement de sa politique que la piété et la religion» (p. 212).<<
[569] 569 Ha sido reeditado varias veces en francés (1694, 1700, 1782, 1825, 1828, 1856) y traducido al español (1696, 1712, 1746, 1773), al alemán (1828), al italiano (1721)…<<
[570] 570 Su padre, el delfín, murió en abril de 1711; él mismo falleció en febrero del año siguiente; durante unos meses, Luis de Borgoña fue, pues, heredero del trono.<<
[571] 571 «Les actions d’un si grand homme […] ne peuvent que divertir et instruire en même temps» (Carta de Mr. Minutoli, 29 de junio de 1693).<<
[572] 572 Las otras eran la de Richelieu y la de un oscuro arzobispo de Reims, Hincmar (c. 806-882), consejero del rey Carlos el Calvo. No se sabe si a ello se debe la fortuna política de Talleyrand; lo cierto es que empezó como obispo de Autun y acabó desempeñando sucesivamente los más altos cargos del Estado: presidente de la Asamblea Nacional durante la Revolución, luego ministro de Asuntos Exteriores en casi todos los gobiernos que hubo en Francia desde el Directorio hasta la Restauración.<<
[573] 573 En la misma categoría figuran Isabel la Católica, Carlos V, Richelieu, Campomanes, Washington, Bolívar, Cromwell, etcétera. En un libro curioso (Ephémérides universelles…), publicado en París en 1835, se lee, en la fecha de la muerte de Cisneros —8 de noviembre de 1517—, un elogio del cardenal de España que lleva la conclusión siguiente: comparar a Cisneros con Richelieu es afrentarlo («on calomnie Ximénes en le comparant à Richelieu»). Uno de los pocos autores franceses que, en el siglo XIX, se mostraron contrarios a Cisneros es un tal Louis de Lavergne (1809-1880), de quien Retana escribe: «ya sabemos que este autor, furiosamente republicano, es siempre enemigo de Cisneros como de todos los monarcas» (FERNÁNDEZ DE RETANA, t. II, p. 152 nota). Para Lavergne, en efecto, Cisneros es un fanático («un sectaire»), mientras Richelieu es un hombre de Estado (L. de LAVERGNE, «Le Cardinal Ximenès», en Revue des Deux Mondes, t. 26, 1841).<<
[574] 574 A José López de Toro se debe una traducción del Epistolario de Pedro Mártir de Anghiera (Madrid, 1953) y el excelente discurso que leyó cuando ingresó en la Real Academia de la Historia, el 9 de noviembre de 1958, Perfiles humanos de Cisneros (Trayectoria de una biografía). Al final del texto publicado de su drama (Le Cardinal d’Espagne, París, Gallimard, 1960), Montherlant incluye unas treinta páginas de «referencias históricas» y cita a los principales autores que le han servido para componer su obra; entre aquellos autores figuran, además de J. López de Toro, Marsollier, Fléchier, Hefele, Rodríguez Villa y Gachard, estos dos últimos para sus trabajos sobre Juana la Loca.<<
[575] 575 Recuérdese la frase que pronunció en una conferencia de prensa, el 9 de septiembre de 1965: «Qui a jamais cru que le général de Gaulle étant appelé à la barre devrait se contenter d’inaugurer les chrysanthèmes?».<<
[576] 576 En 1640 publica Baltasar Gracián su libro: El político don Fernando el Católico. Él ve en Fernando el Católico el mayor rey que tuvo la monarquía española y cuenta de Felipe II que siempre se inclinaba reverentemente ante su retrato, añadiendo el siguiente comentario: «A este lo debemos todo». La misma opinión tenía el conde-duque de Olivares, quien proponía a Fernando el Católico como modelo a Felipe IV: él era «rey de reyes».<<
[577] 577 «En dépit de tous, sinon de tout, l’action du cardinal conjuguée avec celle du roi avait été décisive pour l’avenir du pays, en l’engageant dans la voie qui allait faire de lui un État moderne».<<
[578] 578 «Richelieu et Louis XIV ont été […] les grands révolutionnaires, les vrais fondateurs de la République. Le pendant exact de la colossale royauté de Louis XIV est la République de 1793 avec sa concentration effrayante de pouvoirs, monstre inouï tel que l’on n’en avait jamais vu de semblable».<<
[579] 579 V. Joseph PÉREZ, La leyenda negra, Madrid, Gadir, 2009. ¿Ha pasado de moda la ojeriza contra el mundo latino? Uno tiene sus dudas cuando ve la forma con que, en la Alemania de hoy, por ejemplo, algunos políticos y periodistas tratan a los pueblos de la Europa del sur: Portugal, Italia, España, Grecia…, considerados como incapaces de adaptarse a las necesidades de la economía moderna.<<
[580] 580 Carlos José HEFELE, Der Cardenal Ximenes und die Kirchlichen Zustände Spaniens am Ende des 15 und Anfange des 16 Jahrhunderts, Tubinga, 1844. Varias veces reeditado en alemán, el libro ha sido traducido al francés (Le Cardinal Ximenes, franciscain et la situation de l’Eglise en Espagne à la fin du XV.° siècle et au commencement du XVI.° siècle, París, 1856, luego en 1860), al inglés (Londres, 1860) y al español (El Cardenal Jiménez de Cisneros y la Iglesia española a fines del siglo XV y principios del XVI, Barcelona, 1869).<<
[581] 581 Antonio de la TORRE, prólogo a su edición del Memorial de Vallejo, p. XIII.<<
[582] 582 «El pueblo quería a Cisneros, pero temía a Richelieu; ello explica que los contemporáneos se hayan mostrado ingratos con el segundo; al enterarse de que había fallecido, se hicieron hogueras de alegría y se organizaron bailes».<<
[583] 583 V., por ejemplo, Correspondance de Charles-Quint et d’Adrien VI, publicada por L. P. GACHARD (Bruxelles, 1859); G. A. BERGENROTH, Calendar of letters, despatches and state papers relating to the negotiations between England and Spain (Londres, 1862-1868); C. von HÖFLER, Spanische Regesten (Praga, 1882), etcétera.<<
[584] 584 Pascual GAYANGOS y Vicente de la FUENTE (eds.), Cartas del cardenal don fray Francisco Jiménez de Cisneros, dirigidas a don Diego López de Ayala, Madrid, 1867; Vicente de la FUENTE (ed.), Cartas de los secretarios del cardenal D. Fr. Francisco Jiménez de Cisneros durante su regencia en los años de 1516 y 1517, Madrid, Imprenta Viuda Eusebio Aguado, 1875.<<
[585] 585 José LÓPEZ DE AYALA Y ÁLVAREZ DE TOLEDO, El cardenal Cisneros, gobernador del reino, Madrid, Real Academia de Historia, 1921.<<
[586] 586 Cisneros y su siglo. Estudio histórico de la vida y actuación del Cardenal D. Fr. Francisco Ximénez de Cisneros, 2 vols., Madrid, El Perpetuo Socorro, 1929.<<
[587] 587 José GARCÍA ORO, El cardenal Cisneros, 2 vols., Madrid, BAC, 1992-1993.<<
[588] 588 Manuel AZAÑA, Obras completas, edición de Juan Marichal, México, Oasis, 1966, t. I, pp. 583-584.<<
[589] 589 J. F. MONTESINOS, introducción a Alfonso de VALDÉS, Diálogo de las cosas ocurridas en Roma, Madrid, Espasa-Calpe, Colección Clásicos Castellanos, t. 89, p. XLVIII. Montesinos creía que el emperador hubiera sido capaz de imponer otro rumbo a la historia de España.<<