Capítulo 16

Cómo alcanzar el equilibrio

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En este capítulo

Image Tu punto de equilibrio

Image Estrategias para encontrar el equilibrio

Image Una estrategia a largo plazo contra el estrés

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En el coaching, el equilibrio equivale a sentir que todos los aspectos de la vida forman un conjunto armonioso. El equilibrio es diferente para cada persona e incluso para una misma persona en distintos momentos. Por ejemplo, si trabajas demasiado pero eso te produce las satisfacciones que buscas y te deja suficiente tiempo para tus aficiones, probablemente te sentirás equilibrado. Pero cuando ese equilibrio desaparece, cualquier pequeñez te agobia.

El equilibrio puede ser difícil de alcanzar y de conservar. El mero hecho de intentar mantenerte firme no te funcionará mucho tiempo porque, con seguridad, algo te golpeará y hará colapsar toda la maquinaria. La clave del equilibrio está en mantener el control de ti mismo y de tus propósitos, avanzar siempre y aceptar que, a veces, es necesario retroceder o caminar de lado para mantener el impulso.

Este capítulo te ayudará a adquirir el sentido del equilibrio, a ver hasta dónde puedes llegar (el punto límite), a identificar qué factores disparan en ti el estrés y a elegir los pasos más prácticos para recuperar el equilibrio.

Encuentra el equilibrio

El sentido del equilibrio cambia con las prioridades de la vida a medida que el entusiasmo por los nuevos compromisos se desvanece y empiezas a sentirte más a gusto contigo mismo. El adulto joven puede volcar mucha energía en el trabajo y la vida social porque considera importante probarse a sí mismo, ganar el dinero al que aspira y divertirse. De los 40 años en adelante, tú probablemente hayas alcanzado gran parte de tus metas materiales y quieras dedicar más tiempo a redescubrirte y probar nuevos retos. A lo mejor ves el dinero con otros ojos y deseas gozar de la vida de otra manera. La práctica regular del coaching te ayudará a identificar el impacto que tienen las decisiones cotidianas en tu vida y a encontrar el equilibrio en cualquier circunstancia.

Integra en tu vida la teoría del equilibrio utilizada por Ricitos de Oro

Ricitos de Oro, el personaje del cuento infantil Los tres ositos, era una excelente coach en la cuestión del equilibrio personal. Cuando ella miró los tres platos de sopa de los osos, decidió probarlos todos antes de sentarse a disfrutar del que le pareció mejor. Instintivamente, sabía que la táctica de ensayo y error era la adecuada para asegurarse la mayor cantidad y el mejor sabor, y que ponerse a adivinar no era una buena opción.

¿Con frecuencia haces suposiciones sobre el equilibrio en tu vida? Entonces ten en cuenta estas consideraciones:

Muchas de estas suposiciones pueden ser reales en ciertos momentos y, con frecuencia, puedes percibir instintivamente qué cambios podrían mejorar tu sentido del equilibrio. Pero también puedes descubrir que, después de hacer los ajustes que has considerado necesarios (liberar tiempo para ti o abandonar alguna afición que te exigía demasiada atención), las cosas no mejoran. O tal vez encuentres en tus ajustes una inesperada consecuencia negativa que deteriora el beneficio conseguido. De hecho, es posible que eches de menos el torrente de adrenalina y la sensación de éxito que te invadía al controlar las exigencias de tu trabajo. No siempre se logra el equilibrio en el primer intento. A menudo el proceso de hacer ajustes te indica cuáles y cuántas cosas necesitas.

Piensa si tienes mucho o muy poco de algo. En efecto, se pueden tener buenas razones para explicar por qué has orientado tu punto de equilibrio en determinada dirección. Aunque a veces te aferres a la adrenalina que libera tu exigente trabajo, es posible que sigas sintiendo que “deberías” pasar más tiempo con tu familia. Pero si la calidad de ese tiempo es buena para los interesados, ¿podrás liberarte de esa preocupación? También puedes querer ser generoso (tener tiempo para ocuparte de los problemas de los demás) con tu grupo social; no obstante, sientes que debes inclinarte menos a abandonar lo que haces con el argumento de ayudar a un amigo necesitado. Sé honesto sobre lo que quieres y no quieres en la vida.

Image Este ejercicio te ayudará a identificar tu nivel actual de equilibrio:

1. Dibuja un círculo en la mitad inferior de una hoja de papel. Escribe dentro del círculo: “Mi centro de equilibrio”.

2. Dibuja dos brazos saliendo de los lados izquierdo y derecho del círculo. Marca el brazo izquierdo así: “Muy poco e insuficiente”. Y el brazo derecho: “Demasiado y mucho”.

3. Llena los dos brazos con cosas que son “demasiadas” para ti y con cosas de las que tienes “muy poco”. Carga esos brazos como si cada cosa fuera una caja y forma una pila con unas sobre las otras. Comprobarás que no tener suficiente de algo es tan duro como tener demasiado.

4. Ahora dibuja un triángulo en la mitad superior de la hoja, encima de tu centro de equilibrio. Escribe dentro del triángulo: “Mi vida ideal”. Imagina que el triángulo contiene todos los propósitos de tu vida. Si lo deseas, puedes inventarte un símbolo que los represente. Por ejemplo, si has escogido un corazón, una estrella, un árbol o una casa, elige lo que mejor represente tu vida en el máximo punto de equilibrio. Imagínate parado en tu centro de equilibrio, con los brazos extendidos a los lados del cuerpo y la vista fija en tu vida ideal.

5. Debajo del triángulo, escribe: “Zona correcta”. El espacio entre tu centro de equilibrio y tu vida ideal es la zona correcta. Lo correcto para ti es ligero y vaporoso, como nubes a través de las cuales puedes contemplar el claro escenario de tu vida ideal. Dibuja nubes en la zona correcta y dentro de las nubes escribe aquello que es correcto para ti en este momento.

6. Observa el equilibrio entre “demasiado” y “muy poco”. Si tienes demasiado o muy poco de un montón de cosas, probablemente tu atención esté centrada en el funcionamiento del equilibrio en sí, frenando el impulso de tu energía e impidiéndote enfocarte en tu vida ideal.

7. Piensa qué puedes quitar de cada brazo, de manera que traslades algo al espacio de la zona correcta y así alivies el peso de uno o ambos brazos. Tal vez estés dedicando demasiado tiempo al trabajo doméstico y no el suficiente a la diversión.

8. Haz una lista de tus actividades y revisa el equilibrio de la totalidad de tu vida, tal como es en este momento.

Observa en la figura 16-1 un ejemplo de un centro de equilibrio.

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Figura 16-1: Un centro completo de equilibrio

Comprueba diariamente el equilibrio en tus niveles de energía

“Es mejor que las cosas se gasten por el uso, que dejarlas enmohecer”, dice la sabiduría popular. Probablemente prefieras mantenerte activo y comprometido con lo que haces, no aletargado y aburrido. Por eso, tal vez instintivamente te presiones un poco (aunque dentro de unos límites razonables) para no sentirte enmohecido. Como lo opuesto a enmohecerse es quemarse, no te presiones demasiado.

Observa la curva del equilibrio de la figura 16-2. Cuando se está comprometido con una tarea, por lo general se experimentan altos niveles de energía. A veces esta energía se origina en la sensación de excitación que produce el estrés “bueno” o en la percepción de la adrenalina bombeando para ayudarte a enfrentarte al vencimiento de un plazo u otra meta, especialmente si incluye un factor crítico de tiempo. Este estrés bueno se vuelve “malo” cuando las presiones alcanzan un punto límite. Por ejemplo, sientes que tu esfuerzo no basta y empiezas a dudar de tu propio criterio. El punto límite puede ser un asunto real o simplemente tu estado de ánimo. Al llegar a dicho punto te sientes agotado y tu nivel de energía se puede ir a pique, con lo que se acentúa la sensación de estrés.

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Figura 16-2: La curva del equilibrio

Imagínate un típico día de trabajo en el que empiezas tranquilo, posiblemente después de una buena noche de sueño. Mientras revoloteas por casa preparándote para las labores cotidianas, el estrés bueno empieza a elevarse. Te sobrepones al tráfico, llegas a tu destino y comienzas a revisar tu agenda. Abordas desafíos, examinas plazos y resuelves problemas. Tu nivel de energía iguala el ascenso del estrés bueno que experimentas, y tienes buenos resultados. De repente algo desvía tu rumbo: un obstáculo inamovible, un recuerdo incómodo o una llamada de tu casa para avisarte que la olla a presión ha explotado. Cualquiera que haya sido el detonante, es suficiente para proyectarte más allá del tope de la curva. Ahora sientes estrés malo, pierdes el control, no sabes qué hacer, dudas de tus decisiones y tus niveles de energía comienzan a naufragar a medida que te sientes bloqueado. De hecho, el detonante puede no haber sido diferente de todos los que has controlado hasta ese momento. Pero esa pequeña sobrecarga te lanza por encima del límite.

Afortunadamente, estos sucesos no se producen todos los días. Sueles estar en el lado correcto de la curva, de manera que puedes atender todos los flancos y proteger tu nivel de adrenalina para que te alcance el tiempo. A veces, el estrés malo te permite centrarte en algo muy importante durante el tiempo suficiente para sacarlo adelante.

¿Alguna vez has vuelto sobre algo que hiciste cuando estabas en el lado equivocado de la curva? Tu rendimiento en el trabajo puede estar por debajo del promedio porque tus niveles productivos estaban disipados y la ansiedad se había cruzado en tu camino. Piensa también en los efectos dañinos del estrés en tu salud física y mental (consulta más adelante en este mismo capítulo la sección “Identifica las señales de alerta”).

¿Dónde está tu límite? Piensa en los días en que te sentiste desestabilizado e identifica los detonadores internos y externos que te descontrolaron, que pueden incluir:

Image Para ajustar el equilibrio diario, comienza por cambiar de actitud frente al detonador del estrés antes de actuar. Cuando te sientas agobiado, ensaya estos siete sencillos pasos:

1. Pregúntate qué estás sintiendo y qué te descontrola.

2. Piensa dónde te encuentras respecto a la curva de equilibrio. A medida que te concentras en la energía buena que todavía sientes, a veces aparece en escena una ligera ansiedad momentánea.

3. Cambia de estado respirando profundamente por corto tiempo, caminando con energía allí donde te encuentres o haciendo un estiramiento prolongado.

4. Imagina que estás observando desde lejos la ansiedad que sientes ahora. Pregúntate cómo sería esta sensación si se tratara de curiosidad en vez de ansiedad. Cambiar la ansiedad por curiosidad te ayuda a crear las condiciones necesarias para solucionar el problema y reduce la tensión del cuerpo.

5. Piensa qué debes hacer ahora. ¿Actuar, explorar o reflexionar sobre el reto?

6. Da el primer paso hacia la solución.

7. Observa tu curva de equilibrio y revisa la ubicación de tus sentimientos en la curva. Si lo consideras necesario, repite los puntos 1-6.

Céntrate

Encontrar el sentido del equilibrio te puede llevar a hacer cosas que, al principio, pueden hacerte pensar que avanzas en el sentido contrario a la recuperación del orden. Por ejemplo, cuando te sientes presionado por una fecha límite, estás cansado, irritable y asustado crees que lo último que puedes darte el lujo de hacer es tomar un descanso; sin embargo, tomarte un corto descanso es vital para hacer un buen trabajo.

¿Sabes qué significa estar centrado? Piensa en un árbol de sólidas raíces y ramas flexibles meciéndose con el viento. Enraizarte físicamente te proporcionará claves para entender tu equilibrio emocional y mental. Observa lo que hace tu cuerpo instintivamente cuando no está en movimiento: ¿tú te relajas, te apoyas en una pierna, cruzas los brazos o te retuerces en una combinación de las tres posturas? Pararse erguido es extraño si estás acostumbrado a estar relajado. Pero imitar a un árbol no sólo ayuda físicamente al cuerpo, sino que también actúa como una especie de meditación y te recuerda la importancia de permanecer conectado al suelo.

El siguiente ejercicio es una actividad de equilibrio que puedes poner en práctica en cualquier momento. Dura 5 minutos.

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1. Párate con los pies separados a la altura de los hombros. Comprueba que los dedos de los pies apunten hacia el frente y no hacia los lados.

2. Suelta los brazos a los lados, dejando espacio entre ellos y tu cuerpo. Sin forzarte, desplaza los hombros hacia atrás.

3. Respira profundamente hasta que tu pecho se expanda.

4. Mira al frente, manteniendo la barbilla en alto.

5. Fija la atención en el centro físico de tu cuerpo, justo por debajo del ombligo. Si lo deseas, repite un propósito o mantra, como por ejemplo “Soy fuerte y equilibrado”. Imagínate la fortaleza de las raíces y de los recursos que te sostienen.

6. Continúa así por unos minutos, respirando controlada y profundamente hasta que te sientas listo para afrontar el siguiente reto.

Recupera el equilibrio

En esta sección examino las tres formas principales de recuperar el sentido del equilibrio: cómo abordar el control del tiempo, qué cosas dejar de lado y cómo expresar con claridad lo que necesitas.

Organízate y administra bien el tiempo

Aunque el paso del tiempo es riguroso, en ciertas circunstancias parece que el tiempo volara o se detuviera. El tiempo no se puede administrar al ritmo del deseo o de las necesidades, pero tú sí puedes programar lo que quieres hacer cada 24 horas. Diariamente dispones de 24 horas y de múltiples alternativas para utilizarlas. Si quieres mantenerte centrado en tu propósito, pregúntate a lo largo del día:

¿Qué puedo dejar de lado ahora para recuperar el equilibrio?

Tus respuestas pueden sorprenderte. A veces puedes desistir de algo tangible, como uno de los elementos de tu lista de “cosas por hacer”. Pero otras veces simplemente puedes liberarte de un sentimiento de ansiedad que tú mismo has construido inconscientemente. Reflexionar sobre esta actitud te ayuda a librarte del sentimiento y a enfrentarte mejor a cualquier reto.

Deja de preocuparte, no tienes que disparar en dirección a todos los blancos cada segundo sin darte tiempo de hacer una pausa. A veces querrás cumplir las metas a toda velocidad y otras veces querrás avanzar con lentitud.

Image Existen muchos instrumentos para administrar mejor el tiempo. Pero antes de correr a apuntarte a un curso de gestión del tiempo o de invertir en más libros, examina qué clase de persona eres:

Plantéate diariamente tus alternativas al ser reactivo (responder a los acontecimientos o las personas) o proactivo (pensar antes y tomar la iniciativa).

Image Clara debía llevar todos los días a sus dos hijos a la escuela. Disfrutaba del trayecto de una hora en el automóvil, pero los niños la ponían nerviosa a esa hora del día. Además, durante el coaching manifestó preocupación porque rara vez encontraba tiempo para reflexionar sobre sus objetivos. Mientras conducía, la cabeza de Clara se llenaba de ideas para anotar en su agenda, lo que, combinado con las dos ruidosas fuerzas de la naturaleza que saltaban a su alrededor, no le ayudaba a llegar al trabajo tranquila y centrada. Entonces decidió preparar la agenda por la noche, antes de acostarse, en vez de hacerlo al llegar al trabajo.

Este pequeño cambio proactivo tuvo un notorio efecto positivo. En vez de ir pensando en los problemas que tenía que resolver ese día, mientras conducía se le empezaban a ocurrir las soluciones. Era como si su cerebro procesara los desafíos por la noche y liberara en el recorrido las soluciones.

Aprende a delegar

Delegar o compartir una carga asignando a otras personas algunas tareas no es una habilidad limitada al contexto de los negocios. Una de las mejores formas de recuperar el equilibrio en la vida es delegar. Y actuar como coach frente a tus opciones es una manera de conseguirlo: es como si tuvieras dos cabezas trabajando para encontrar una solución. Hablar abiertamente con un amigo puede proporcionarte también algunos de los beneficios de delegar, porque él puede ver las cosas desde otro punto de vista. Ten en cuenta que en la vida cotidiana también puedes delegar.

Image Aquí encontrarás algunos consejos para delegar:

Escoge qué debes dejar de lado

Utilizar el coaching para lograr el equilibrio puede llevarte a la conclusión de que debes dejar algo de lado para recuperar el control de tu vida. Si ese algo es importante, como renunciar al trabajo, venderlo todo e irte a vivir fuera del país o poner fin a una relación, entonces lee el capítulo 17, donde encontrarás ideas sobre cómo llevar a cabo un cambio mayor con el menor traumatismo y el máximo beneficio posible. Pero también es posible dejar de lado cosas relativamente pequeñas y mejorar el equilibrio. Y aunque parezca obvio (te has dado cuenta de que podrías dejar el turno nocturno en el trabajo), a veces puedes encontrar resistencia en ti mismo porque no estás acostumbrado a proceder así.

¿Quién dijo que tú eres la única persona capaz de llenar y vaciar correctamente el lavaplatos? ¿Dónde está escrito que sólo tú puedes coordinar la agenda de la reunión? Pregúntate si estás cargando con tareas que alguien puede hacer mejor.

Image Revisa algunas creencias que te impiden dejar algo de lado:

¿Qué creencias puedes ajustar para darte un respiro?

Di lo que piensas

El equilibrio se consigue sólo cuando aprendes a identificar tus necesidades y las comunicas con claridad y firmeza. De lo contrario, corres el riesgo de que otros te hagan reclamaciones y preguntas.

¿Hay equilibrio entre lo que das y lo que recibes de los demás? Si dedicas tanto tiempo a tu trabajo y no te queda nada para tus prioridades o empiezas a sentirte utilizado, ¿cómo vas a encontrar formas de hacer valer tus necesidades? Decir lo que piensas no significa expresar el sentimiento negativo que se está acumulando en tu interior. Tienes que ir más allá de las emociones y expresarte de la manera más positiva y clara posible. Practica estos planteamientos:

Controla el estrés a largo plazo

El estrés bueno es el combustible que ayuda a conseguir grandes resultados. Se percibe como una sensación de agitación y un sentido de urgencia, a pesar de que produce hormigueos en el estómago y temor al fracaso. El estrés malo, por el contrario, aparece cuando una tarea es tan agobiante que el nivel de energía desciende en vez de aumentar. Tú generalmente consigues tolerar ese agobio, pero otras veces te sientes bajo una presión sostenida que te impide gozar de la vida. Incluso en condiciones aparentemente normales, no te permitas llegar al límite: aprende a identificar tus señales de alerta y ten a mano un plan de acción listo para poner en práctica.

Identifica las señales de alerta

Hay señales de alerta que te advierten cuando estás bajo demasiada presión. Identificar estas señales en una etapa temprana es vital para garantizar el bienestar físico, mental y emocional.

Tus señales de alerta pueden incluir:

Muchas de estas señales pueden tener otras causas subyacentes, pero si se producen varias al mismo tiempo, probablemente estás viviendo en el lado equivocado de la curva del equilibrio.

Puedes comenzar a recuperar el equilibrio cambiando de actitud frente al estrés, pero posiblemente eso tenga un impacto limitado. Cuando las cosas llegan a este punto, la única solución efectiva a largo plazo es cambiar drásticamente la situación. Una indicación de que necesitas cambiar la situación estresante puede ser empeñarte en no aceptar que puedes realizar ese cambio o negar que lo necesites. Sé honesto contigo mismo: el estrés extremo conduce a la depresión y produce otras enfermedades; además, suele venir acompañado del sentimiento de estar atrapado y privado de alternativas.

Image Utiliza el siguiente plan para lanzarte a la acción:

1. Pregúntate qué opciones tienes para reducir el estrés sin afectar otras áreas. Imagina una solución ideal, aunque no la creas posible en tu estado. Si el trabajo te está provocando estrés, las soluciones ideales pueden incluir trabajar menos horas, tomarte un año sabático, buscar un trabajo nuevo, renunciar a tu trabajo o conseguir apoyo para mejorar tu rendimiento. Para cada solución, pregúntate: “¿Qué pasaría si hago esto?” y “¿qué pasaría si no lo hago?”

2. En cualquiera de los casos anteriores, pregúntate qué información adicional necesitas para seguir avanzando. Tal vez descubras que necesitas información de tu jefe o del departamento de recursos humanos sobre tu contrato, o que debes averiguar en el banco si puedes obtener un préstamo para costearte un año sabático.

3. Pregúntate qué recursos necesitas y qué te impide conseguirlos. Además de la gente de quien necesitas información, tal vez puedas pensar en alguien que te escuche y te ayude a analizar tus opciones. Tu coach puede ser la persona indicada, así como alguno de los miembros de tu familia. O tal vez debas hablar con tu jefe. En este caso, aborda la conversación planteando primero los beneficios para la organización.

No dudes en buscar ayuda cuando atravieses situaciones estresantes. No es bueno afrontarlas solo y es más conveniente que utilices tu energía en la búsqueda de otros recursos.

Image La página web de la Asociación Internacional para el Control del Estrés dispone de muchos recursos en el campo del estrés y del control del tiempo. Consulta www.isma.org.uk.

Practica el coaching en las situaciones de estrés

Las situaciones estresantes suelen suprimir el pensamiento lógico y producir pánico. Actuar como tu propio coach en estas ocasiones paga buenos dividendos porque la próxima vez que te ataque el estrés encontrarás opciones con más facilidad. Los siguientes puntos están enfocados en el uso de preguntas poderosas para ayudarte a distanciarte del pánico y para que puedas analizarlo en perspectiva (el capítulo 7 ofrece más información sobre las habilidades necesarias para hacerse preguntas poderosas).

Aquí tienes unas guías de comportamiento para cuando te ataque el estrés: