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Juan Manuel Prada Blanco nació en Baracaldo, Vizcaya, pero pasó su infancia y juventud en Zamora, la tierra de origen de sus padres, donde estos volvieron cuando el futuro escritor era muy niño.

En diversos artículos y entrevistas Juan Manuel de Prada ha destacado la importancia que en aquellos años de formación tuvo la figura de su abuelo, que le enseñaría a leer y escribir a una edad muy temprana, antes de ir a la escuela. Con su abuelo solía ir la biblioteca pública de Zamora casi todos los días; allí, mientras su abuelo consultaba la prensa, se empezaría a fraguar su vocación literaria. Lector voraz y también omnívoro, De Prada cultivó desde la infancia gustos lectores bastante eclécticos; en alguna ocasión ha declarado que es capaz de disfrutar por igual de Marcel Proust y de Agatha Christie.

A los dieciséis años escribe su primer relato, El diablo de los destellos de nácar, inspirado en una excursión en compañía de su abuelo, con el que obtendrá un segundo premio en un certamen literario. En los años sucesivos, llegará a escribir cientos de cuentos, muchos de ellos premiados en concursos de ámbito nacional. Son, casi siempre, relatos en los que el ingrediente fantástico asoma pudorosamente. También por aquellos años completó la traducción de algunas novelas de estética pulp, a las que siempre ha sido muy aficionado.

Estudió Derecho en la Universidad de Salamanca, donde se licenció, pero tuvo siempre una firme vocación literaria y nunca ha ejercido como abogado.

Su primera obra relevante fue Coños (1994), un libro de prosas líricas concebido como un homenaje a Senos, de Gómez de la Serna, y que fue saludado positivamente por algunas figuras de las letras españolas como Francisco Umbral o Arturo Pérez-Reverte.