VII
Todo cuanto me habían relatado los hermanos Paz Wells en aquellos dos días en el desierto de Ocucaje me fue ratificado y ampliado en los días sucesivos por el resto del grupo que asegura estar en contacto con los extraterrestres.
Pero lo más sorprendente es que ninguno de ellos —a pesar de que procuré que mis entrevistas fueran por separado— contradijo las explicaciones de los demás.
Mis conversaciones con los universitarios, militares, ingenieros y funcionarios públicos que, fundamentalmente, integraban la sección o grupo en «contacto» con estos seres del espacio eran siempre ratificadas con las comunicaciones psicográficas que guardaban.
Pero ¿qué eran las psicografías?
Conforme fue pasando el tiempo —y fundamentalmente a raíz de los dos primeros avistamientos de naves—, muchos de los miembros que integran otros departamentos del «IPRI» se sintieron interesados por el sensacional fenómeno. Y solicitaron ser adiestrados en la «técnica», en el sistema, de la comunicación.
En realidad, casi todos —según testimonio de los propios interesados— lograron pronto «su» contacto con los «guías». Y el círculo se fue ensanchando.
—Era simple —me repetían una y otra vez los miembros del «IPRI»—. Bastaba con creer en ellos… Bastaba con desear y buscar el contacto.
Era entonces, en esos momentos iniciales, cuando los socios del «IPRI» que buscaban la comunicación con los extraterrestres de «Ganímedes» o «Apu» tomaban papel y lápiz y —siempre bajo las indicaciones de otros miembros ya avanzados en el tema— relajaban sus brazos y concentraban la mente en la idea más altruista o elevada de que fueran capaces, deseando al mismo tiempo la conexión con los «guías».
Y a lo largo de aquellas dos semanas en Lima pude ver y leer cientos de estas comunicaciones psicografiadas, fruto de lo que los miembros del «IPRI» calificaban como «contacto» entre ellos y sus «guías», los extraterrestres.
Las psicografías en cuestión aparecían siempre escritas a mano. Y si no recuerdo mal, casi la totalidad habían sido registradas con letras de imprenta.
En ellas, los miembros del grupo transcribían lo que les dictaban telepáticamente los «maestros» o «guías» del espacio.
Para mí resultó siempre un casi absoluto misterio. A pesar de mi buena voluntad y del empeño que puse en comprenderlo, mi mente no terminaba de entender…
Sin embargo, los miembros del «IPRI» lo explicaban de una forma realmente clara:
—Esa comunicación telepática es como una voz o como una sucesión de imágenes que, de la forma más simple, surge en nuestro cerebro. Nosotros las vamos escribiendo conforme surgen para no olvidar las enseñanzas de los «guías». Ésa es la única razón de las psicografías. Después, una vez que ha concluido la comunicación, generalmente las releemos y meditamos sobre ellas. Y podemos asegurarte que son hermosas y sabias en verdad…
Así, de esta forma tan aparentemente poco complicada, los treinta o cuarenta miembros del «IPRI» que formaban el grupo a primeros de setiembre de 1974 habían ido reuniendo cientos de comunicaciones, que respondían a otras tantas preguntas, previamente formuladas por los peruanos.
Y he aquí uno de los capítulos más increíbles. Porque todas aquellas comunicaciones —al menos las que yo pude leer— encerraban profundos conocimientos filosóficos.
Desde que el «contacto» empezara a «funcionar» en enero de este mismo año, los miembros del «IPRI» habían formulado a los extraterrestres cientos de preguntas de la más variada índole. Como es natural, muchos de los temas aparecían repetidos en comunicaciones distintas. Y, como digo, me sorprendió comprobar que la esencia de dichas respuestas o comunicaciones era siempre la misma. No pude descubrir contradicción alguna.
El sistema para formular las preguntas resultaba igualmente simple. Cada miembro del «IPRI» que asegura estar en contacto con los extraterrestres escribe su pregunta y espera la respuesta o comunicación telepática, transcribiéndola seguidamente en la hoja de papel.
—Muchas veces —me explicaban los miembros del «IPRI»—, la contestación a nuestras preguntas es tan rápida que no nos da tiempo siquiera a terminar de escribir la pregunta…
Como el lector comprenderá, el número de preguntas que los miembros del «IPRI» aseguran han hecho a los seres del espacio ha sido tal que me vi obligado desde el primer momento a seguir un riguroso orden de prioridad. De lo contrario, mi labor de investigación y de recogida de datos se habría visto seriamente frenada.
Vayamos, pues, por partes.
Quizá lo primero que me llamó poderosamente la atención en este capítulo de los contactos telepáticos fue la presencia de lo que los socios del «IPRI» denominaban «guías» o «maestros».
¿Quiénes eran estos «guías»? ¿Qué papel desempeñaban?
La respuesta del «IPRI» fue ésta:
«Los “guías” o “maestros” son extraterrestres cuya misión consiste en proporcionarnos enseñanzas y guiarnos —como la misma palabra lo expresa— en la “Misión RAMA”.
»Cada uno de nosotros tiene su “guía” o “maestro”. Y es con él con quien, precisamente, se establece el contacto telepático. Ellos, los “guías”, nos orientan y responden en nuestras preguntas. Y acuden también a las pruebas físicas…».
Según los miembros del grupo, cuando una persona logra establecer su comunicación telepática con los extraterrestres, normalmente aparece siempre en las psicografías el nombre de dicho «guía». Es algo así como su «presentación» oficial al nuevo miembro. Recuerden, por ejemplo, el caso de Sixto Paz Wells cuando, en la noche del 22 de enero, vio con asombro cómo su mano trazaba unas enormes y toscas letras que decían: «SI, OXALC… SOY DE GANÍMEDES… PREGUNTEN…».
Pues bien, de acuerdo con esto, y según me relataron los socios del «IPRI», hasta el momento —y después de ocho meses de contacto con los seres del espacio— el número de «guías» que se habían manifestado a través de la comunicación telepática era ya elevado.
Recuerdo que me citaron nombres como «Antar Sherart» —que viene a ser algo así como el «comandante» de la flota de naves—, «Qulba», «Kandor», «Oxalc», «Gexo», «Senyan» o el «guía» encargado de «abrir y cerrar» los «contactos telepáticos» con el resto de los «guías», «Zordax», «Xandon», «Xanxa», «Godar», «Andar», etc.
—En realidad —me explicaron los miembros del «IPRI»— estos nombres corresponden al sonido aproximado de su verdadera denominación. Y es que para nosotros resultaría imposible pronunciarlos…
»Conforme se van produciendo nuevos contactos aparecen también nuevos “guías”. De ahí que, en realidad, no sepamos con certeza cuántos extraterrestres participan en la “Misión RAMA”.
Ésta, si no recuerdo mal, fue una de las primeras preguntas que —a nivel individual y colectivo— les formularon los miembros del «IPRI» a los seres de «Apu» y «Ganímedes»: «¿Por qué estaban allí?». «¿Por qué aquella comunicación telepática?».
La respuesta —clave en el desarrollo de todo este asunto— fue tan escueta como estremecedora:
«Una gran catástrofe destruirá muy pronto la civilización que hoy cubre la Tierra. Nosotros lo sabemos y estamos aquí para llevar a cabo la “Misión RAMA”…».
Los miembros del «IPRI» —según me testimoniaron repetidas veces— quedaron perplejos. Y los «guías» iniciaron a través de las comunicaciones una explicación y un desarrollo sistemáticos de lo que era y suponía la mencionada «Misión RAMA».
Y las preguntas de los peruanos —casi sin querer— se fueron encadenando, reuniendo un importante volumen de comunicaciones en torno a dicha misión.
—Pero ¿cómo una destrucción…? —pregunté alarmado.
—Nuestros «guías» han especificado que el hombre de hoy va directo hacia su propia autodestrucción, Y la «Misión RAMA» —programada y planificada por la «Confederación de Mundos de la Galaxia» desde hace 100 años— tiene por objetivo evitar que «las sagradas raíces de nuestra Humanidad desaparezcan para siempre…».
Éstas son las palabras textuales de los seres del espacio. Y éste, en definitiva, el motivo por el que han decidido ponerse en contacto con numerosos grupos que ya se extienden por el mundo.
Nada se ha dejado al azar. El hecho de que los extraterrestres estén actualmente en contacto con cientos de personas en todo el mundo obedece a un único fin: tratar de sacar de la Tierra al mayor número posible de personas. Sólo así —dicen ellos— podremos salvar a la especie humana.
Pero ¿qué era todo aquello? «Misión RAMA»… «Confederación de Mundos de la Galaxia»… «Catástrofe»… Mi cerebro no tenía tiempo material de asimilar y necesité de numerosas pausas para no perderme en semejante laberinto de nuevas palabras y conceptos.
Algo parecía claro. Los seres del espacio —esto era lo que aseguraban los miembros del «IPRI»— habían llegado a la Tierra en misión de paz y rescate. Pero ¿cómo iba a llevarse a cabo esta «Misión RAMA»? ¿Quién se estaba encargando de la misma?
He aquí las respuestas que los miembros del «IPRI» dieron a mis preguntas.