4. LA INEXPLICABLE CONSERVACIÓN DEL AYA.
En uno de mis primeros amaneceres en la ciudad de México, y mientras escuchaba con incredulidad el trueno de aquellos tres millones de automóviles, me asaltó la idea de aproximarme a la urna donde se guarda la tilma del indio Juan Diego.
Y aunque me había prometido a mí mismo evitar en medida de lo posible los contactos con la Iglesia católica y las opiniones de los sacerdotes sobre el misterio de Guadalupe, no tuve más remedio que iniciar las gestiones cerca del Obispado de México. No es que yo sienta animadversión alguna por el clero, pero pensé que, si de verdad quería sostener una postura fría y lo más racional posible sobre delicado tema de la Virgen, lo más prudente y eficaz era dirigir mis esfuerzos hacia los científicos, historiadores y expertos en pintura.
«¿Abrir el cristal de la urna?»…
Los sacerdotes de la «Mitra» —como se denomina popularmente al Obispado de México— me miraron como si tuvieran delante a un loco peligroso.
Huelga decir que todos mis intentos, gestiones y argumentos terminaron en humo. El Obispado, y no digamos los responsables de la basílica, no querían ni oír hablar semejante posibilidad. Traté de explicarles que sólo deseaba hacer unas fotos en color y, de paso, contemplar la imagen a corta distancia. Fue inútil.
En una de aquellas entrevistas, uno de los sacerdotes —que ocupa un alto puesto en la Iglesia mexicana— me informó que quizá la urna pudiera ser abierta de nuevo en las primeras semanas de 1982, con motivo de la llegada de un nutrido grupo de investigadores norteamericanos y de un equipo de televisión, al parecer de la CBS, que llevaría a cabo nuevas investigaciones, así como un largometraje sobre la Guadalupana.
Claro que aquella película reportaría al Obispado nada más y nada menos que cinco millones de dólares, en concepto de «derechos» (más de quinientos millones de pesetas).
Ante un argumento tan «sólido», mis pretensiones como periodista debieron de parecer sencillamente ridículas…
Y mis afanes siguieron en otra dirección. Mis cada vea más completos y exactos conocimientos del fenómeno me fueron empujando hacia otra pregunta clave:
¿Estaba o no ante una pintura? ¿Es la imagen de la Virgen de Guadalupe una obra humana? ¿Hay restos de pintura?