CAPITULO 4
NUESTRO conocimiento de las abducciones sería considerablemente menor sin la ayuda de la hipnosis. Cuando Barney y Betty Hill detectaron el lapso inexplicable de dos horas que padecían sus memorias, los investigadores del fenómeno ovni fueron realmente conscientes de que la hipnosis era una herramienta indispensable para la búsqueda del tiempo perdido. Supieron, además, que la mayor parte de las abducidos habían vencido el recuerdo de su experiencia traumática bajo una amnesia impuesta por los ocupantes de los ovnis. A esta sintomatología Budd Hopkins la denominó "missing time".
Podríamos definir la hipnosis como una modificación del estado normal de conciencia[18], que consiste en una reducción de la amplitud del campo de conciencia a los límites ordenados por el hipnólogo.
El sujeto sometido a hipnosis deja de prestar atención a unos estímulos dados que son interferidos por la acción del proceso hipnótico y las órdenes del hipnólogo.
Una vez conseguida la hipnosis, puede obtenerse un funcionamiento regresivo de una parte de la psique, ya sea de la relación con el mundo, como de la propia persona, de la vivencia
del cuerpo o de la memoria. Puede lograrse volver a épocas pasadas, haciendo que el sujeto recuerde cosas olvidadas, o se comporte como lo hacía por aquel entonces.
Incluso los mismos métodos de inducción se apoyan en mecanismos regresivos que recuerdan a las fórmulas utilizadas para hacer dormir a los niños.
Consecuentemente, la hipnosis implica una vuelta al estado infantil de dependencia en el que el niño confiaba absolutamente en sus padres, de quienes esperaba la satisfacción de todas sus necesidades y a quienes temía y obedecía.
La situación se repite ahora, aunque en menor escala: el sujeto tiene un afecto de dependencia hacia el hipnólogo reviviendo la relación de dependencia infantil.
"La hipnosis y las abducciones -dice Thomas E. Bullard- han estado unidas felizmente de la mano desde el principio. Éste es el mejor método para la búsqueda y rescate de información en los casos de rapto".
Algunos autores consideran, efectivamente, que la hipnosis puede ser un camino hacia la "verdad" de estos episodios, pero tal como está entendida por el sujeto, que narra lo que cree haber vivido y que, en ocasiones, no se corresponde con la realidad fáctica.
El doctor Martin Orne, ex-presidente de la Sociedad Internacional de Hipnosis, advierte, además, que: "Si el hipnotizador tiene creencias sobre lo que ha ocurrido, es muy difícil prevenir la posibilidad de guiar inadvertidamente al sujeto que 'recuerde' lo que el hipnotizador cree que sucedió".
Philip J. Klass usa un argumento parecido en su libro, UFO Abductions: A Dangerous Game . El recalcitrante escéptico compara los casos investigados por Budd Hopkins y los del doctor Leo Sprinkle y a continuación esgrime que existe una clara influencia de la personalidad de estos investigadores en el relato de los abducidos.
Según Klass, los humanoides de Hopkins se interesan por la genética porque éste vive en un ambiente urbano y tecnificado como Nueva York. Por el contrario, los sujetos estudiados por Sprinkle hablan de ciudadanos cósmicos y han sido "invitados" mas que "secuestrados". En opinión de Klass resulta curioso que Sprinkle viva en contacto con la naturaleza y esté mucho más relajado, pese a ser profesor de psicología de la Universidad de Wyoming.
"Los abducidos tienen una personalidad creadora. -concluye Klass- La fantasía de sus mentes y la influencia de los investigadores han creado una falsa abducción".
En esta línea de trabajo se encontraban los ensayos de Alvin Lawson y McCall sobre "Abducciones Imaginarias"[19]. "Empleamos la hipnosis -escribe Lawson- para inducir raptos imaginarios en dieciseis voluntarios que habían demostrado no poseer conocimientos importantes sobre los ovnis. A cada duo se le formularon ocho preguntas sobre situaciones que abarcaban los componentes típicos más importantes del rapto. Y a pesar de que esperábamos divergencias más evidentes, la comparación entre los datos provenientes de los cuatro relatos de raptos inducidos y los cuatro relatos de supuestos raptos reales no mostró diferencias sustanciales".
Lo que el ensayo demostró es que los sujetos revestían el modelo de preguntas-guía con una historia elaborada, detallada y dramática, pero enteramente ficticia, que incluía a los "enanos macrocéfalos" y todos los aditivos restantes.
Los sujetos hipnotizados por Lawson, sin embargo, no tuvieron después efectos psíquicos como la amnesia, los sueños o las pesadillas que caracterizan a los auténticos abducidos.
Tal vez, sin pretenderlo, los experimentos de Lawson señalen la diferencia principal entre los "raptos imaginarios" y los verdaderos. La diferencia es el efecto emocional y, ocasionalmente, el efecto psicológico.
No debemos asímismo olvidar que no todos los abducidos requieren de la hipnosis para recordar sus experiencias. Hopkins divide en cinco tipos las abducciones, en función del grado de conciencia que tiene el testigo:
TIPO I: El testigo recuerda la mayoría de su experiencia conscientemente.
TIPO II: Recuerda la llegada del objeto e incluso a sus ocupantes, pero existe un desfase temporal inexplicable.
TIPO III: Permanece en el testigo el recuerdo de la aparición de entidades o humanoides vislumbrados en sueños o visiones.
TIPO IV: Sólo recuerda un período de tiempo o una dislocación espacial inexplicables.
TIPO V: No hay ningún recuerdo consciente que sugiera que hubo una abducción. Sólo indicios vagos a través de sueños agitados, ansiedad o cicatrices temporales.
El trabajo de Elizabeth Loftus, y otros durante la última década, ha demostrado que la memoria humana trabaja no como un magnetófono, sino más bien como un narrador de pueblo, es decir, es a la vez creativa y recreativa. Solemos olvidar con facilidad detalles de nuestro pasado y lo moldeamos hasta conseguir la versión que hubiéramos deseado; a este proceso se le denomina confabulación.
La confabulación aparece sin lugar a dudas en casi cada contexto en que se utiliza la hipnosis. "No sólo traducimos creencias en recuerdos -dice Robert A. Baker[20]- cuando estamos bien despiertos, sino que en el caso de testigos hipnotizados con pocos recuerdos específicos, el hipnotizador puede, inadvertidamente, sugerir recuerdos y crear un nuevo testigo con varias remembranzas cruciales y reales de procesos que nunca ocurrieron".
Tratamiento aparte requiere -entre otros- el importantísimo trabajo de Josiane y Jan D' Aigure sobre los detalles absurdos de algunas abducciones que ellos atribuían a manifestaciones del inconsciente, indicando que obedecían a las mismas leyes que el sueño y relacionándolos con aspectos de la infancia de los abducidos, todo ello sin dejar de reconocer que había un cierto número de evidencias que resultaban inexplicables a la luz esta hipótesis. Una de éstas evidencias son los aspectos físicos observados sobre los abducidos. Es cierto que algunos individuos han destacado por su extraña capacidad de somatizar conflictos psíquicos, provocándose "estigmas" fisiológicos o dermografías visibles, pero la naturaleza psíquica de éste fenómeno es muy cuestionable.
Los estigmas de San Francisco de Asís, por ejemplo, continuaron sangrando y siendo visibles incluso después de muerto, lo que refuta cualquier teoría que pretenda atribuir la formación de las heridas a la autosugestión.
Pese a ello la teoría de que la somatización de las heridas es, al menos en parte, un fenómeno psicógeno ha estado incluso sometida a experimentación. A finales del siglo pasado, varios médicos franceses y alemanes intentaron inducir artificialmente los estigmas clásicos a través de la hipnosis. J.M. Charcot y algunos otros afirmaron haber conseguido reproducir las heridas, sin embargo, lo único que consiguieron, en realidad, fue hacer que los sujetos presentaran marcas rojas sobre la piel en las mismas zonas donde aparecían los estigmas.
También Alfred Lechler experimentó en 1933 con una paciente histérica consiguiendo, del mismo modo que sus predecesores, inflamaciones, pero no lesiones abiertas como, en ocasiones, presentan los abducidos.
Todo esto evidencia que la hipnosis, por sí sola, no puede generar la fenomenología que circunda a los casos de abducción.
Los escépticos, casi siempre desinformados, argumentan que en los relatos rescatados a través de la regresión hipnótica se encuentran muchas incoherencias: "Si de veras una inteligencia exterior nos visita -dicen- y se supone es, al menos tecnológicamente, más avanzada que la nuestra, es improbable que sean tan parecidos a nosotros no sólo estructural y morfológicamente sino incluso en su forma de comportamiento". Sin embargo, a lo ya expuesto hay que añadir algo más. El lenguaje no es utilizado de igual forma en los diversos niveles culturales. Las personas de escasa cultura sólo pueden utilizar una mínima parte de las posibilidades del lenguaje y, al contrario, los escritores debido a su dominio del instrumento lingüístico, pueden utilizarlo para transmitir una mayor y más cualificada información. De este modo vemos cómo la formación cultural influye extraordinariamente en las posibilidades de comunicación. En el capítulo anterior citaba el caso del camionero argentino Dionisio Llanca, al que le extrajeron sangre de su mano derecha, entre los dedos índice y pulgar, con un "aparato" que le pareció una "maquinilla de afeitar". Durante la hipnosis, Llanca identificó este instrumento. Se trataba de una bisturí de biopsias que pudo reconocer cuando la psicóloga Nora Milano le presentó uno. La elocuencia de este caso ilustra el planteamiento anterior.
Las transformaciones indirectas de los contenidos pueden ser de distinta naturaleza, y, en su mayor parte, se expresan en síntomas en los casos de tensión interna excesiva. Otras salidas más frecuentes entran dentro del campo de los fenómenos normales: son los sueños, el humor y los actos fallidos. Sin embargo, la salida disimulada más normal, sana y deseable es la que se designa como sublimación.
Mediante la "sublimación" los contenidos inconscientes inaceptables (puede ser la misma abducción o una parte de ella) logran una satisfacción a través de una nueva forma de conducta relacionada con el contenido insconsciente originario. De este modo, un gran número de abducidos hablan de una "misión" que no es más que el reflejo de la parte escondida de sus deseos y anhelos más internos. Esta misión, en muchas ocasiones, se parece a las proclamas contactictas pero revestidas de un mayor cientifismo[21].
Mariví, por ejemplo, decía [22]:
-Si partes desde el principio, el que a mí me hayan cazado no es una casualidad, sino que iban por mí directamente. Me dijeron que yo podía arrastrar masas, podía utilizar mi carisma. A mí me han dicho que haga algo, que tengo una misión muy especial: crear grupos de contactados tomando como base el budismo.
* * * * *
Pese a que el contenido de estos relatos es esencialmente humano resulta curiosa la coherencia argumental de los informes de abducción obtenidos o no a través de la hipnosis. Para Antonio Ribera "resulta verdaderamente sorprendente que un camionero semianalfabeto como Dionisio Llanca cuente casi lo mismo que un cazador español abducido en Soria, o como un matrimonio norteamericano que fue 'raptado' cerca del Canadá…Todas estas personas no se conocían entre sí; estos episodios ocurrieron en lugares muy distantes unos de otros y en años diferentes; en una gran mayoría de casos, los abducidos no tenían conocimientos previos sobre el tema ovni, y en muchos casos lo ignoraban o no le prestaban la menor credibilidad. Todo nos lleva a pensar que las abducciones son experiencias reales fuera de la mente de los testigos".
Aparte de la semejanza entre los informes, en algunas regresiones hipnóticas se han producido hechos … "curiosos"; por ejemplo, durante las posteriores indagaciones hipnóticas dirigidas por el investigador José Antonio Campaña sobre el sobradamente conocido Julio F.[23] revelaron, además de documentación, un aspecto hasta entonces inédito; el hecho de que, durante algunas sesiones hipnóticas, Julio parecía hacer de "enlace" entre los extraterrestres y quienes le investigaban.
A raíz de aquellos sucesos, Campaña llegó a investigar nuevos casos de abducción que parecían relacionarse con las entidades que secuestraron a Julio.
Otro de los hechos que no deja de ser curioso es el comprobado por James A. Harder, ingeniero civil pero asímismo diplomado en hipnosis y asesor de la veterana organización APRO (Aerial Phenomena Research Association) de Tucson (Arizona). Harder se dio cuenta mientras trabajaba en el proyecto VISIT, en el que tuvo ocasión de estudiar a cerca de doscientos testigos, que el 95% de los casos de abducción (una vez revivida la experiencia bajo regresión hipnótica) el recuerdo de la misma resulta placentero e, incluso, beneficioso.
En 1981, la doctora Aphrodite Clamar, Ted Bloecher y Budd Hopkins recibieron apoyo financiero del gobierno de los Estados Unidos para llevar a cabo un estudio psicológico en algunos abducidos[24]. Se contrató a la psicóloga Elisabeth Slater, de Nueva York, para que realizase una lista completa de test psicológicos sobre nueve presuntos abducidos, cuyas experiencias habían sido estudiadas, y cuya veracidad parecía indudable[25].
No se hallaron transtornos mentales importantes, pero sí había un modelo común: todos evidenciaban un grado de perturbación de la identidad, déficit en la esfera interpersonal y fenómenos paranoides generalmente ligeros; es decir, en lenguaje llano, todos sufrían una falta de autoestima: ninguno parecía encontrarse a gusto con su cuerpo y todos sufrían un cierto grado de desconfianza. Para el investigador británico Hilary Evans la experiencia de abducción puede ser un medio por el que el individuo exterioriza un problema psicológico interno.
Aphrodite Clamar, que hipnotizó a algunos de los ciento cuatro individuos estudiados inicialmente por Harder, sostiene que: "Todos ellos expresaron sentimientos de perplejidad y turbación por su experiencia, especialmente, quienes sufrieron amnesia[26]. La mayoría se sentían como marcados, indecisos para discutir su historia".
Wilson y Barber creen que las pruebas psicológicas efectuadas a los abducidos no proporcionan un entendimiento profundo de su personalidad: "Si a estos abducidos -dicen- se les diera esa clase de prueba intensiva de diagnóstico, es muy probable que apareciesen muchas similitudes con un patrón inusual de personalidad que denominamos 'con tendencia a la fantasía'". En un artículo importante pero poco difundido, mencionan el descubrimiento de un grupo de excelentes sujetos hipnóticos con la habilidad de una fantasía insólita. También indican que tales individuos experimentan una reducción en la orientación del tiempo, del espacio y de la persona, que es una característica de la hipnosis o del trance durante sus vidas cotidianas cada vez que están muy implicados en una fantasía.
Robert A. Baker señala al respecto que: "Strieber es un ejemplo clásico de una personalidad con tendencia a la fantasía: se le hipnotiza con facilidad; es amnésico; tiene recuerdos vivos de su niñez; inmovilidad corporal y rigidez; un pasado muy religioso; una vida imaginaria muy activa; es escritor de lo oculto y de novelas altamente imaginativas; tiene fuertes experiencias sensoriales inusuales, en particular, olores y sonidos junto a sueños intensos".
Los individuos con tendencia a la fantasía también suelen ser mediums, psíquicos y visionarios religiosos. También son los que tienen experiencias reales "fuera del cuerpo" y experiencias prototípicas "cercanas a la muerte".
Por contra, Leo Sprinkle, que tiene un amplio bagaje en la regresión a abducidos, estima que dichas experiencias son reales y afectan directamente a la vida, personalidad y convicciones de las "víctimas" que frecuentemente creen haberse convertido en "gobernadores" o al menos "vigilantes de la humanidad", considerándose "cautivos" o bien "colaboradores" de los extraterrestres.
Mientras muchos de ellos creen haber sido sometidos a alguna suerte de manipulación cerebral, otros sienten como si hubiesen desarrollado un nuevo cuerpo o una nueva personalidad.
En el diario madrileño Pueblo[27] se contaba la historia de Don Miguel Herrero Sierra que fue abducido en diciembre de 1977 mientras se desplazaba por la carretera a Entrepeñas al desvío de Peñalver, provincia de Guadalajara.
El Sr. Herrero fue elevado a través de un potente haz de luz hasta un objeto de cincuenta metros de diámetro, y llevado a una sala circular completamente iluminada en la que pudo ver cónsolas y monitores de televisión; se extrañó al ver que de espaldas a él se encontraba un hombre que era exactamente su doble. Dejemos que sea el propio Miguel Herrero el que nos cuente lo que sucedió:
- Entonces, como digo, fue cuando me llevé un susto gordo. Mi primera reacción fue la de acercarme a él pensando que se trataba de un espejo y, entonces, fue cuando no me dejaron ir porque me dijeron que no podíamos entrar en contacto, ya que él era algo así como mi negativo.
Si aceptamos al pie de la letra el testimonio de Miguel Herrero, una raza de extraterrestres estaría infiltrada entre los seres humanos con oscuros propósitos. Budd Hopkins en su libro MISSING TIME manifiesta: " Para mí, la conclusión es ineludible: ellos (los extraterrestres) están ya aquí … aunque no quiero creerlo y me siento muy sobrecogido por ello, pienso que es verdad: los extraterrestres nos han estado observando, en nuestra inocencia, durante muchos años". También el periodista español Juan José Benítez manifestaba tras la investigación de un caso en Conil de la Frontera (Cádiz 6/10/1989): "Ellos están aquí, infiltrados como una 'quinta columna'".
Aunque los investigadores antes citados se muestran absolutamente convencidos de que una o varias civilizaciones extraterrestres se hallan entre nosotros, los sucesos que nos ocupan permanecen todavía oscuros, suspendidos en una zona gris entre lo físico y lo psíquico, entre objetos tangibles e imágenes de ensueño, entre lo real y lo ficticio, entre este mundo y otros mundos. El propio Strieber parece aceptarlo cuando dice[28] :
-Mi experiencia de encuentro con los "visitantes del espacio" acontece en algún lugar entre el sueño y la realidad, y ocurre de una manera que todavía no hemos sido capaces de entender claramente. Mi vivecia es, por tanto, algo que no viene determinado en términos de realidad física. Algunos aspectos de
ella -continúa- sugieren ciertamente componentes físicos, pero otros aspectos, como su estructura textual, vienen del mundo de los sueños.
En opinión de Baker, las experiencias de Streiber pueden explicarse a través de un fenómeno poco conocido y raramente discutido como las alucinaciones hipnogógicas e hipnopómpicas. Tales fenómenos son denominados a menudo "sueños de vigilia" y se producen cuando el individuo se queda dormido o está a punto de despertarse.
Los estados hipnogógicos son producciones esteriotipadas de nuestra mente a las que el individuo permanece extraño. Pueden producirse fenómenos, principalmente auditivos y visuales, pero asímismo olfativos, gustativos y táctiles, aunque estos últimos son poco frecuentes.
Aunque interesantes, estas alucinaciones hipnopómpicas e hipnogógicas, muestran diferencias individuales en el contenido y el carácter, así como como un sinfín de similitudes: fantasmas, hadas, monstruos, hombrecillos grises e, incluso, amantes y amigos aparecen con frecuencia.
Strieber, sin embargo, se defiende de estos ataques en los siguientes términos:
-Mediante procesos hipnóticos repetidos, los investigadores producen en los testigos alteraciones importantes, eliminando los aspectos oníricos subyacentes, aportando solamente una versión esquematizada de lo que en realidad ha pasado. El resultado de las víctimas hipnotizadas es sólo un artefacto folklórico, no más potente que la creencia en los fantasmas. La evidencia física que existe del proceso es tan extraña como el testimonio de los que han tenido experiencias con ovnis. Algo semejante sucede con los misteriosos círculos de los campos de grano de Inglaterra. Ves los dibujos y diseños de esos círculos y te das cuenta que no guardan relación alguna con cualquier tipo de estructura lógica que podamos utilizar.
Si los alienígenas que visitan las alcobas son nuestro sueño colectivo, constituyen ciertamente expresiones de lo que sucede dentro de nuestro ser colectivo, y aunque creados por nosotros son, a menudo, maravillosos en su ingenuidad imaginativa, pero no hay que permitir que su atractivo nos impida ver sólo eso: sueños.