PREFACIO QUINTO
La primera nave llegó sola. Rasgando la disformidad en el borde del sistema, se lanzó hacia Tallarn. Al principio, los piquetes de los Guerreros de Hierro presumieron que era un comerciante o un transporte a granel inconsciente de la guerra asolando a su destino. Tres destructores de los Guerreros de Hierro se trasladaron a interceptarlo. Lo abordarían, paralizarían si tenían que hacerlo, y despojarlo de cualquier cosa de valor.
Sólo cuando estuvieron dentro del rango de disparo se dieron cuenta de que habían calculado mal. La nave no era comercial o de trasporte. Era una nave de guerra.
La Lección de las Edades era un luchador, fabricado para recibir daño a cambio de la destrucción de sus enemigos. Un bloque feo de blindaje quemado tachonado de baterías de armas; que había servido al emperador desde que la Gran Cruzada fue más allá de la primera luz del Sistema Solar. Cada uno de sus comandantes anteriores había muerto en acción, y la nave había estado en el umbral de la destrucción en una docena de veces. Pero nunca había flaqueado, y sus juramentos dedicados al Emperador permanecieron intactos. En respuesta a las llamadas de los Guerreros de Hierro, el capitán envió un único mensaje en bucle a través de todas las frecuencias.
—Muerte a los traidores. Muerte a los traidores. Muerte a los traidores —coreaba a medida que avanzó.
Los destructores de los Guerreros de Hierro guerreros dispararon torpedos al paso de la Lección de las Edades. Pero seguía avanzando. Impactaron proyectiles en sus cubiertas, ardiendo a través de la armadura en gotas de plasma y metal fundido expulsado en el vacío. Aun así, seguía avanzando. Más en el interior del sistema, las naves más grandes se separaron de la órbita de Tallarn y comenzaron la larga maniobra de interceptar a este enemigo solitario. En las entrañas de las naves de los Guerreros de Hierro, marineros y sirvientes introdujeron torpedos frescos en los tubos de lanzamiento. Ellos dispararon de nuevo, los artefactos quemándose tan rápido como devoraban la distancia al objetivo. El fuego bañó la de proa y la parte posterior de la Lección de las Edades. Las explosiones sacudieron su piel agrietada. Aun así, seguía avanzando.
Los destructores de los Guerreros de Hierro comenzaron a salir de la trayectoria de la nave en llamas. La Lección de las Edades disparó. Los escudos de los destructores desaparecieron bajo el diluvio de los macro-proyectiles un instante antes de que sus cascos se derritieran y sus reactores estallaran.
Pese a que su casco exterior seguía ardiendo, la Lección de las Edades rugió hacia Tallarn. Dos horas más tarde, una segunda y tercera naves llegaron; la Lamento de Caliban y Destripadora de Bestias habían seguido la misma llamada de socorro de la Lección de las Edades. El mensaje había ondulado a través de la disformidad de Tallarn, su significado evidente incluso a través de la fracturación de las tempestades.
—Los Guerreros de Hierro están aquí. Este es el yunque sobre el que caeremos.
Vendrían más. Vendrían por odio. Vendrían a buscar gloria, pero la mayoría vendrían a ver la espalda de una legión romperse.
Tallarn ya no estaba sola.