Capítulo 5
―Se cancelan todas las citas ―le informé a Rosalyn a la mañana siguiente mientras me sentaba en el borde de la silla de su despacho.
Kate cruzó los brazos sobre el pecho y me miró boquiabierta.
―¿Te has vuelto loca?
¿Por qué tenía que rendirle cuentas también a ella? Éramos muy amigas, sí, pero ahora me estaba poniendo de los nervios. Alcé aún más la cabeza.
―Se saltó las normas y ése es el paso definitivo.
Rosalyn sonrió de lado. Estaba impresionada, a pesar de que tendría que tomarse el trabajo de buscarme una sustituta. Sabía que yo no era ninguna pusilánime y me respetaba más que a las demás, aunque trataba igual a todo el equipo.
Era Kate quien ponía problemas. Sus hombros se relajaron y sus cejas se unieron.
―¿Dónde tienes el cerebro, Chloe? Este tío es multimillonario. Tiene dinero suficiente para pagar las facturas médicas de tu padre y para pagarte la universidad. Es tu sueño, ¿te acuerdas?
―No lo he olvidado ―le dije con una mirada severa―. Por eso lo dejo.
Rosalyn se recostó con la boca abierta. Relajó los hombros de nuevo y sus labios esbozaron una sonrisa tranquila.
―Pero habías aceptado un último encargo. Cada encargo consiste en cuatro o cinco citas, tal vez más. ¿Crees que te habría permitido sustituir a Kate si hubiera sabido que te ibas a echar atrás después de una sola cita?
Me dolía la nuca. No me estaban escuchando. Lo intenté de nuevo, esta vez explayándome aún más.
―Estaba totalmente dispuesta a asistir a cuatro o cinco citas, pero tengo unos valores y el beso que me dio fue demasiado largo e incómodo. En mi ficha pone bien claro que no tomaría parte en ese comportamiento ―repetí.
Recordé cómo mi cuerpo había alcanzado tal temperatura que los poros se me habían abierto y había comenzado a sudar. Me había puesto tan nerviosa que me temblaban las manos al ajustarme el sujetador.
Kate agarró la mesa con una mano y se inclinó hacia mí.
―A ver si me ha quedado claro. ¿Lo dejas porque te dio un beso largo?
Intentó hacer que sonara estúpido, pero ¿acaso podía besar así a un tío diferente cada semana? Puaj. Tenía que marcar unos límites y me sorprendió que los de ella no fueran los mismos. Tragué saliva.
―Así es. Los besos largos están prohibidos.
Kate rechazó mi respuesta con un gesto de la mano, agitando sus rizos rubios.
―Pásamelo a mí, me lo follaré hasta dejarlo sin sentido.
Unos días antes estaba en la cama con bata y con fiebre.
―¿Tú no estabas enferma? ―Di un rápido respiro al tiempo que mi cabeza maquinaba―. Mira, en realidad no es mala idea. ¿Quieres hacer un cambio? Quédate con el puesto, de todas formas prefiero a tu aburrido señor Wilson.
―Calmaos, chicas ―nos interrumpió Rosalyn―. Nadie va a hacer ningún cambio ni a follarse a Jake hasta dejarlo sin sentido. Ha llamado esta mañana.
Me incliné sobre su escritorio. Aquella sí que era buena.
―Se disculpó por infringir las normas y se ofreció a pagar una multa… Un extra.
Luché por reprimir un grito ahogado y me senté al borde del asiento.
―¿Qué?
Sus ojos recorrieron mi cuerpo como si me estuviera evaluando.
―Diez mil dólares para la chica de azul.
Kate se relajó en su silla.
―Joder.
Rosalyn sonrió con satisfacción, manteniendo la boca abierta. Inclinó la cabeza hacia un lado y levantó el auricular del teléfono.
―¿Le digo que estás libre el viernes?
Mi mente, confusa, barajó las opciones que tenía. Cerré los ojos y me puse rígida. Con eso pagaría un montón de facturas. Volví a abrirlos y me centré en su cara remilgada.
―Sí, señora ―murmuré.
Sus ojos nunca pestañeaban. Ni siquiera un parpadeo.
―Pásalo bien, querida.
Mientras Kate y yo salíamos del despacho, las preguntas se agolpaban en mi mente. ¿En qué coño estaba pensando para pagar esa cantidad de dinero por una cita? No pude evitar fruncir el ceño. La adrenalina recorrió mis venas. «¿Se ha vuelto loco?»
Kate se detuvo en el vestíbulo.
―¿No ves lo que está pasando?
Levanté la mano para protestar y le dirigí una sonrisa desconcertada como respuesta a su brillante pregunta.
―No, no lo sé. Por favor, ilumíname, Einstein, tú que conoces todas las respuestas. Dime por qué un multimillonario cañón se ha gastado diez mil dólares en una cita con alguien a quien apenas conoce.
Abrió la boca para responder, pero luego la cerró de golpe.
―Espera un segundo. Estás disfrutando con esto, ¿no es así?
―No. ―Agité la cabeza enérgicamente―. Claro que no.
Se cruzó de brazos.
―Y una mierda, Chloe. Tienes que admitir que es algo excitante.
―Bueno, vale, me halaga. Es tan fascinante que me derrito en su presencia ―murmuré, enroscando un rizo de pelo en el dedo y luego dejándolo caer. Me sentí humedecer por las ansias e inmediatamente me arrepentí de las palabras que acababa de decir, pero continué―: Es como si el mundo se detuviera cuando me habla y cuando me susurra al oído comentarios excitantes. Sus besos son suaves y tiernos, pero al mismo tiempo exigentes.
Los ojos de Kate se abrieron como platos.
―Madre mía… Me pone sólo oírte hablar de él.
Di un profundo suspiro y recobré la compostura.
―Es un hombre poderoso, peligroso y manipulador, y eso hace que todo esto me dé mucho miedo.
Se rascó la frente.
―Mmm… ¿Qué tipo de hombre pagaría tanto dinero para ir a cenar sin ninguna garantía de que haya sexo?
Sentí una opresión en el pecho. Exacto, no había ninguna garantía de que hubiera sexo y yo no pensaba romper las normas por él. Ni siquiera un poco.
FIN DE LIBRO 1
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