Quinta parte

Pasaron muchos, muchos años.

Shimriti comprendió la esencia de cada uno de los tramos recorridos:

Cada uno de los caminos había estado allí desde siempre.

Cada uno podía estar en la vida de cualquiera.

Todos habíamos nacido en La Ignorancia.

Había sido necesario el amor del maestro para llegar al camino hacia Data y convertirse en una buscadora.

Había sido necesario mucho trabajo para volver a subirse al tren y mucho cuidado para no equivocarse cayendo en la tentación de correr camino a Nec o, sin saberlo, caer en la senda hacia Superlatus.

Había sido necesario mucho tiempo y mucha renuncia para emprender el camino hacia Gnosis y volverse una conocedora primero y una maestra después.

Finalmente, había un quinto camino, el camino a aquel lugar sin nombre: el camino a la Sabiduría.

Shimriti se alegró de todo lo vivido, porque sin eso jamás habría llegado tan lejos.

Ella recorrió el camino intentando alcanzar la verdad; nunca fue su deseo habitar entre los sabios; pero precisamente aquella persecución fue la que la había conducido hasta aquí, más allá y más acá de su motivo original.

Cuando pisó el destino final, como ella lo llamaba, se encontró con una agradable sorpresa.

Shimriti se alegró al reencontrarse con una sensación que creía perdida en su vida.

Otra vez, no sabía si sabía.

Otra vez, como cuando vivía en La Ignorancia, cuando alguien le preguntaba:

—¿Tú sabes?

Ella, sin humildad, contestaba sinceramente:

—No sé... No sé si sé...