El Ocaso de la
República
Aclaraciones
finales
Incesto entre Octavio y su hermana:
Esta historia fue un rumor persistente en Roma alimentado por los enemigos de Octavio. No hay constancia histórica de su veracidad.
Ubicación de la batalla de Munda:
Mucho se ha escrito al respecto. La ubicación exacta es desconocida hoy día. Pudo ser en los alrededores de Écija, al sur de Montilla, en las inmediaciones de la actual Monda o en Acinipo, conocida hoy en día como Ronda la Vieja, cerca de Ronda (Málaga). El autor ha optado por esta última opción por conocer el terreno personalmente y poder situar la trama en escenarios reales.
Discurso de César contra Híspalis:
El autor ha intentado transcribir de forma literal la parte que nos ha llegado de este discurso. Con las limitaciones de la traducción y la evolución del lenguaje, espera haber sido capaz de transmitir la dureza y rabia de Julio César en aquel discurso. La transcripción la ha tomado de Bello Hispaniensi, texto anónimo, aunque tradicionalmente atribuido al propio Julio César, que precisamente finaliza con este discurso.
Hostis vs. Enemicus:
Ambos términos hacen referencia a mandatos que podía ordenar el Senado contra una persona.
El declarado Hostis, era desposeído de todos sus bienes y condenado a muerte. Cualquier persona podía ejecutar esa sentencia y normalmente se establecía una recompensa para animar a los posibles seguidores del proscrito a traicionarle. Cayo Mario fue declarado Hostis, aunque nadie se atrevió a ejecutar su sentencia.
Por contrario, el término Enemicus daba derecho a un juicio en Roma y el proscrito mantenía sus posesiones e incluso parte de su dignitas. Sexto Pompeyo, a pesar de poner en jaque a Roma, tan solo sería declarado Enemicus.
Asesinato de Cicerón:
La única fuente de la época que nombra a los asesinos de Cicerón es Plutarco en su obra Vidas Paralelas. Dice que eran Herenio, del que no tenemos más referencias, y Popilio Laenas, descendiente del legendario Popilio Laenas, cónsul romano que en el año 168 a. n. e. se presentó con una escolta de doce lictores ante el rey Antíoco IV, que había invadido Egipto con un ejército de cien mil hombres. En el encuentro entre ambos, Popilio ordenó al rey retirar a su ejército de un país amigo y aliado del pueblo romano y Antíoco le dijo que debía discutirlo con su consejo real. En ese momento, Popilio trazó un círculo con una caña de azúcar alrededor del rey y le dijo: «Si sales de ese círculo, que sea para retirar a tu ejército del Nilo». Antíoco IV decidió retirarse y la familia Laenas consiguió por esta acción fama y prestigio.
Al autor se le hace difícil pensar que un descendiente de Popilio se hiciera cazarrecompensas. Conociendo las capacidades de Plutarco para adornar la historia, quizás quiso dotar al asesino de Cicerón con cierto abolengo para agrandar la figura del asesinado, aunque esto no es más que una opinión personal.
Mármol de Carrara:
Se desconoce cuándo empezó la explotación de las canteras de mármol de Carrara, pero está más que documentado que fue Octavio Augusto quien elevó exponencialmente su explotación y venta. Realmente el hallazgo contribuyó esencialmente al mantenimiento del poder de un empobrecido Octavio que, a raíz de este hecho, pudo aliviar la carga de impuestos en Roma y construir en secreto la flota que acabaría derrotando a Sexto Pompeyo.
Las canteras de Carrara aún se explotan hoy en día y obras como el David de Miguel Ángel, el Panteón de Agripa o la columna de Trajano están realizadas en mármol de Carrara.
Guardia Pretoriana:
La guardia pretoriana fue una invención de Octavio Augusto que tenía su origen en los lictores, pero que llegó a tener mucha más importancia. Sus miembros, los pretorianos, llegaron a poner y quitar emperadores unos años después y adquirieron tanta fortuna y prestigio que llegaron a ser una amenaza para imperio. Fueron varios los emperadores que intentaron desactivar su poder, entre ellos Trajano, pero la relación de simbiosis entre emperadores y pretorianos fue tal que lograron sobrevivir hasta su completa disolución en el año 312 por el emperador Constantino.
Juicio a Salvideno:
Poco sabemos en realidad sobre el juicio a Quinto Salvideno Rufo. Es Tito Livio quien nos cuenta en su Historia de Roma que el juicio se celebró en el Senado a puerta cerrada (un hecho más que insólito) y que Salvideno no salió vivo del proceso. Al celebrarse a puerta cerrada, no se levantó acta y si el acusado fue ejecutado o cometió la devotio es un misterio. El autor opta por esta última opción como gesto de magnanimidad del Senado dado que jugó papel fundamental en el ascenso del joven Octavio Augusto.
Viaje de Cornelio Galo alrededor de África:
Los historiadores no tienen dudas sobre la veracidad de este viaje. Si bien es cierto que las indicaciones y referencias de Cornelio Galo son bastante imprecisas y vagas. El romano fundó varias ciudades llamadas Octavia (al estilo de las Alejandrías de Alejandro Magno), allí donde encontró una reunión de más de cuatro casuchas. Rebautizó ríos con el nombre de Julio César, Octavio o Cayo Mario y nombró con más o menos acierto diferentes golfos y determinados territorios.
El problema es que al no realizarse posteriormente una romanización al uso, todos esos nombres fueron descartados por los habitantes oriundos y cayeron en el olvido. La única forma de seguir la ruta de Cornelio Galo, es calcular los tiempos de navegación entre las diferentes fuentes de agua dulce de las que va dando detalle en su relato. Por lo tanto, aparte del viaje en sí y de las funestas consecuencias que tuvo para Cornelio Galo, el resto de la travesía narrada en este relato forma parte de la imaginación del autor.
Corocutta:
Poco o nada sabemos en realidad de Corocutta.
El líder rebelde es nombrado por una única fuente, Dion Casio en obra cumbre Historia de Roma. En el apartado 56, 43, 3, dice:
«Tanto se irritó Augusto al principio contra un tal Corocutta, ladrón hispano muy poderoso, que hizo pregonar una recompensa de doscientos mil sestercios por su paradero; pero más tarde, como se le presentó espontáneamente, no solo no le hizo ningún daño, sino que encima le regaló aquella suma.»
Por lo tanto, de todo lo narrado sobre Corocutta en este relato, tan solo el más increíble de sus pasajes podría ser real.
En cualquier caso, la astronómica recompensa de 200.000 sestercios, unos 35 millones de euros al cambio actual, nos da una idea de los problemas que el tal Corocutta debió causar a las legiones romanas desplazadas a Hispania.
Todo lo que excede de su existencia y la anécdota de presentarse a cobrar su propia recompensa, incluyendo sus orígenes y cómo consiguió liderar a los diferentes clanes, se ha incluido en este relato para dar veracidad a la historia de Dion Casio y por la necesidad del autor de crear un enemigo a la altura del poderoso ejército romano.
Devotio:
Son varias las ocasiones en que se usa este término a lo largo del relato y el autor no ha querido sustituirlo por el actual suicidio por diversos motivos.
En primer lugar, el suicidio actual es un acto que, en general, consideramos reprobable y vergonzoso salvo en contadas ocasiones. La devotio era una forma de honrar a Roma, bien con la desaparición tras actos innobles para la república o el imperio, o para impedir que la propia supervivencia crease problemas en el futuro.
Los hombres que cometían la devotio eran respetados por su acto y en muchas ocasiones se les consideraba héroes.
Sí se utiliza el término suicidio cuando el autor se refiere al exterminio voluntario de alguna población antes de ser conquistada. En este caso, se entiende que los habitantes lo hicieron por evitar torturas, la esclavitud o, en definitiva, algún destino que consideraban peor que la propia muerte. En estos casos el concepto está más cerca del significado actual de la palabra.
Matrimonios en la familia imperial:
Es francamente complicado seguir la política matrimonial que impusieron Livia y Augusto a la familia imperial. Ya es difícil seguir la guardería de Octavia, pero las uniones, divorcios y frutos de aquellos matrimonios son verdaderamente laberínticos.
En esta obra, se ha intentado dar trascendencia a aquellos matrimonios cuyos frutos fueron más importantes para la historia en general y el propio relato en particular. Así, el autor se detiene varias veces en el improbable hijo de Druso, aquel sietemesino, cojo, sordo, etc. que no tiene gran importancia en el relato, pero que acabaría convirtiéndose en el emperador Claudio. Caso parecido es el matrimonio de Julio Antonio y Marcela, que será de enorme trascendencia para la caída en desgracia de Julia, o Druso y Antonia, que convirtió a Marco Antonio en abuelo de un futuro emperador.
El autor ha obviado e ignorado buena parte de la prolífica política matrimonial de los últimos años de la república y primeros de imperio, para facilitar la comprensión del relato y poder centrase en los personajes más relevantes.