Capítulo 9

—Papá está muy nervioso por lo que ha pasado en la feria —le comentó Daisy a Jess más tarde—. Ha estado hablando con la policía casi media tarde. Si no está llamando por teléfono está pendiente de Luke y de Rob. Pero están bien, ¿verdad, Jess?

—Sí, Daisy. Están bien —Jess estaba segura de que los niños estaban mejor que los adultos. Se habían llevado un buen susto. Al final no había pasado nada terrible y todo había salido bien. Rob ya se lo había contado por teléfono a los nuevos amigos que habían hecho en la feria.

Pero Dan tenía que averiguar por qué había sucedido y asegurarse de que alguien se hiciera responsable y de que no volviera a ocurrir. Entretanto, Jess tenía que dar de cenar a todo el mundo y acostar a los niños, al menos, a los más pequeños. Ése era su trabajo.

—He de preparar la cena. Confieso que también he estado un poco despistada. Me asusté mientras estaban allí arriba.

—Deberías darnos pizza —Daisy miró hacia la terraza, donde estaban Luke y Rob.

Los niños estaban hablando en lugar de montando en bicicleta. Quizá ya habían tenido bastantes emociones para ese día.

Daisy continuó hablando.

—Papá suele darnos algo especial si hemos tenido un día duro. Aunque él no querrá cenar hasta más tarde. Se le hace un nudo en el estómago cuando pasan cosas así.

Al final terminaron dándoles pizza a los niños. Jess dijo que prefería cenar un poco más tarde si a Dan le parecía bien. Él dijo que sí y desapareció en su despacho para tratar de poner al día su trabajo mientras Jess preparaba a los niños para meterlos en la cama.

Luke dejó la puerta de su habitación abierta. Cuando todos estaban en sus dormitorios, Jess dudó un instante y asomó la cabeza por la puerta.

—¿Está bien, Luke? ¿No tienes secuelas de la aventura de esta tarde?

—Sí, estoy bien —parecía un poco despistado.

El ruido de un bebé se oyó a través del interfono que Jess llevaba en el bolsillo.

—Será mejor que vaya a ver qué pasa. Me temo que a Ella le va a costar dormirse esta noche.

Jess fue a ver a su hija y después se ocupó de la colada y recogió la cocina antes de ir a ver a Dan. Lo encontró justo cuando él volvía de comprobar que los niños estuvieran bien.

—Están todos dormidos —dijo él, y se pasó la mano por el cabello.

—Pareces enfadado, y con motivo. ¿Qué te ha dicho la policía acerca del incidente de la feria?

—Que sancionarán a los dueños y probablemente les retiren la licencia. Al parecer han cometido una negligencia.

—Entonces espero que les pongan una buena multa. ¿Quieres que pida una pizza para nosotros, Dan?

—La he pedido antes de ir a ver a los niños. Debe de estar a punto de llegar. ¿Podremos cenar como si estuviéramos en una isla desierta sin que nada nos preocupe? Sabes, me encantaría tener un par de horas para poder relajarme de verdad —frunció el ceño—. Supongo que a ti también. Lo siento. Con lo que ha pasado con Luke y Rob me olvidé de que estabas esperando la llamada de mi abogado.

—Está bien. Creo que ya hemos tenido suficiente por hoy.

Jess intentaba que no fuera así, pero no conseguía dejar de fijarse en aquel hombre. No podía dejar de pensar en el beso que habían compartido y deseaba que volviera a suceder a pesar de que sabía que no debía ocurrir.

—No conozco ninguna isla desierta cerca de aquí —trató de sonreír—. Cuando Daisy quiere escapar se va a la casita del árbol.

En ese momento llamaron al timbre y Dan miró a Jess pensativo.

Fue a abrir la puerta y regresó momentos más tarde con la pizza.

—¿Por qué no? Hay una botella de mosto en la nevera. Nos comeremos la pizza y nos olvidaremos del día durante un rato.

Cuando Jess lo miró, añadió:

—Tienes el intercomunicador, y sabes que una vez que mis hijos se duermen haría falta una alarma de incendio para despertarlos, así que no te preocupes.

—Nunca he comido en una casa en un árbol.

Cuando subieron a la casita, Jess suspiró.

—Ya estamos aquí.

—Sí. Parece que Daisy ha invitado a alguien a tomar el té aquí arriba —Dan miró alrededor de la habitación y se quedó en silencio.

Jess se fijó en que había una manta de picnic extendida en el suelo, unos cojines y algunas flores del jardín en un bote de plástico.

—Qué vista tan bonita hay desde la ventana. Se ven un montón de estrellas —dijo Jess.

Jess fingió mucho interés por las estrellas mientras Dan dejaba las cajas de la pizza en silencio. Al cabo de un momento oyó que abría la botella de mosto y que servía un poco en unos vasos de plástico.

Cuando se volvió, Jess se fijó en que él tenía las orejas coloradas.

—No tenemos que hacer esto, Dan…

—Al menos aquí se está tranquilo —la interrumpió él, y le entregó uno de los vasos.

No era vino con alcohol, pero Jess solo podía pensar en que la besara otra vez.

En recostarse sobre esos cojines y que Dan la besara.

—Es agradable tanto silencio. Da mucha paz.

Debía dejar de pensar en aquel lugar como un sitio romántico. Era una simple casita en un árbol.

¿Cómo podía parecerle un sitio tan romántico?

Jess abrió una de las cajas de pizza.

—Tengo mucha hambre, ¿y tú?

—Huele bien —Dan agarró un pedazo de pizza.

Sus manos se rozaron.

«No pasa nada, Jess».

Comieron en silencio durante un par de minutos.

—¿Cómo va tu trabajo con el cliente de Sídney? —Jess no le había preguntado en los últimos días.

Por un lado no quería preguntárselo por si Dan le decía que ya casi lo había solucionado y que ya no la necesitaría mucho más tiempo. No estaba preparada para enfrentarse a otro problema económico. No estaba preparada para separarse de Dan.

Dan se terminó su pedazo de pizza y escogió otro antes de pasarle la caja a ella.

—Creo que mis clientes ya casi están completamente asesorados. La oferta de compra no debería estar muy lejos.

—Entonces no necesitarás mi ayuda durante mucho más tiempo —Jess se obligó a sonreír. Su hija y ella estarían bien y saldrían adelante aunque ella perdiera el trabajo, o incluso la casa.

—Al menos durante otro mes, Jess, si puedes —suspiró Dan—. Me las arreglaría sin ti si es que no puedes comprometerte tanto tiempo. No quiero interferir en otros planes que tengas, pero si pudieras quedarte otro mes yo tendría tiempo de solucionar este problema, los niños empezarán el colegio y, con un poco de suerte, todo se tranquilizará. Aprecio mucho tu ayuda, incluido todo lo que haces para mantener la casa.

—Espero poder encontrar suficiente trabajo para poder quedarme en Randurra, Dan. Eso es lo que intento. De hecho, me gustaría pedirte medio día de mañana para poder ir casa por casa buscando trabajo.

Él aceptó inmediatamente y Jess continuó.

—Me quedaré contigo otro mes si es posible —suspiró—. No me encuentro bien pidiéndote que me ayudes a averiguar cuáles son mis derechos con respecto a mi casa.

—Eres muy independiente. Lo comprendo —se fijó en el collar de madera que llevaba y en su escote antes de mirar a otro lado—. Pero a mí me resultaba fácil ayudarte y quería hacerlo.

—Gracias, Dan —Jess se estremeció como si Dan la hubiera acariciado. De pronto se percató de que lo único que se oía a su alrededor era el sonido de los insectos y de algún búho en la distancia. Estaban solos allí, aunque los niños estuvieran durmiendo en la casa. Estaban solos, y Jess creía que no era la única que era consciente de ello…

—Ha sido un rato agradable —Jess recogió los platos y los apiló sobre las cajas de pizza—. Llevaré esto a la casa, recogeré a Ella y me marcharé.

—Déjalo —Dan la detuvo cubriéndole la mano con la suya—. Puede quedarse aquí hasta mañana. Tienes razón, es hora de entrar en casa.

No podían quedarse allí más tiempo. Si se dejaban llevar acabarían besándose y ella no quería que él volviera a rechazarla.

Se dirigieron a la casa. Jess recogió a Ella y la metió en el coche. Poco después le mandó un mensaje a Dan diciéndole que habían llegado bien. Acostó a Ella y se metió en la cama tratando de autoafirmarse en su decisión mientras intentaba quedarse dormida.

Se había interesado demasiado por Dan y había relegado su preocupación acerca de perder la casa porque no quería pensar en las opciones que tenía para sobrevivir. Marcharse de Randurra. Buscar trabajo fuera del ámbito del cuidado infantil y separarse de Ella durante el día.

Jess tenía que ir casa por casa y ver qué otros trabajos podía encontrar. Tenía que prepararse para lo que le dijera el abogado de Dan y tener un plan para enfrentarse a lo que la vida le deparara.

Y tenía que olvidar todo lo que pudiera sentir por Dan y que no estuviera relacionado con su trabajo.

Jess podía hacerlo todo sola. Había sobrevivido sola y seguiría sobreviviendo. Por Ella. Su decisión no tenía nada que ver con separar a la gente de su lado para que no le hicieran daño.

Era a ella a quien Peter Rosche había rechazado y, al final, Dan estaba haciendo lo mismo con ella. Él la quería como niñera, pero no por ser quien era.

Bueno, Jess tampoco lo necesitaba a él de esa manera.

¡No lo necesitaba!