...Y colorín, colorado, estos sueños están casi acabados...
Las dos parejas de amigos se dirigían felices y algo nerviosos a la boda del hermano de Sonia. Allí estaría toda su familia y la de Mar. Ese día iban a ser presentados Manu y Carlos. Debido al poco tiempo que llevaban juntos, no habían encontrado el momento y pensaron que era un día perfecto, era especial y estarían todos.
—Bueno..., ¿algo importante qué decirnos antes de que entremos en la boca del lobo? —comentó Carlos para romper un poco la tensión mientras conducía camino de la iglesia.
—Creo que no, ambas familias son muy normalitas y como en todas hay para todos los gustos —respondió Mar.
—Lo único..., que os acribillaran a preguntas. Seguro que empezarán con el trabajo, seguirán con el tiempo que llevamos y conforme vayan pasando las horas preguntaran para cuando la boda y los niños —se rió Sonia a carcajadas ante la cara de susto de los dos chicos.
—Pero..., tranquilos, aún no se han comido a nadie, son buena gente, la más peligrosa es mi sobrina Raquel y ya la conoces —acabó de rematarlos Mar.
—Carlos relájate, no puede ser tan terrible, aunque..., pensándolo bien, no se los de Mar, pero los de Sonia, como ella haya cogido los genes de alguno de sus padres y sean tan guerrilleros, lo llevo claro —soltó una carcajada al tiempo que se llevaba un codazo en las costillas.
—Pues..., que sepas que no. Soy única en mi especie.
—¿Y la pareja....?, no sabemos nada de ellos —preguntó Carlos.
—Son ideales, como diría Sonia, son la típica pareja de libro romántico. Parecía que era un amor imposible y míralos ahí están, dentro de una hora, se darán el sí quiero.
—Sí, yo creo que a partir de ellos, comencé a creer en la magia, en que hay veces que las cosas pasan por algo —sonrió con ternura a Manu y le besó suavemente.
Las dos parejas bajaron del coche y llegaron cogidos de la mano a la puerta de la iglesia, no había forma de avanzar, cada paso saludaban a alguien y hacían las presentaciones oportunas, acompañadas, por supuesto, por alguna que otra pregunta.
Cuando consiguieron llegar a la entrada, se encontraron con la familia de Mar, todos se volvieron con una sonrisa en los labios para recibirlos y ser presentados.
La pequeña Raquel, abrió los ojos como platos y se tiró a los brazos de su tata, ante la sorpresa de todos.
—¡Bieeeeen! ¡Bieeeeeen! Os lo dije, estaba segura que cumpliría su palabra.
Carlos se acercó y la cogió entre sus brazos, no podría nunca agradecerle lo suficiente a esa enana lo que había provocado.
—Hola, soy Carlos, me han dicho que aquí había una preciosa niña a quien debía dar un mensaje —se acercó a su oído como para contarle un secreto y la pequeña con los ojos bien abiertos para no perderse detalle y sintiéndose importante prestó atención a lo que él le susurraba —. Un día recibí una visita de un mensajero de Papa Noel...
—¿Siiii? ¡Lo sabía! —le cortó entusiasmada, casi gritando.
—Y me dijo, que si quería ser el príncipe azul de tu tata. Yo, por supuesto, acepte. Es preciosa, divertida y muy buena. Pero..., tenías que estar de acuerdo, porque era lo que tú habías pedido —se separó un poco para verle la cara.
—¡Me encantas! Quiero que seas su príncipe azul y mi tito —volvió a gritar, lo que provocó las carcajadas de todos.
Cuando la dejó en el suelo, mirando a su madre y a su tata, se puso muy seria.
—¿Ves tata? Gracias a que no te hice caso y lo pedí, si no..., ¿ahora qué?, no tendrías a este príncipe tan guapo y tan simpático —le señalaba con el dedo acusador a Mar.
Ahora sí que no podían parar de reír, la pequeñaja había conseguido, por unos instantes, hasta hacerlos olvidar de porqué estaban allí.
Sonia aún no había podido llegar a la altura del novio, sabía dónde estaba por la gente que tenía alrededor, le hubiera gustado que Manu lo conociera antes de la celebración, pero de repente, se oyó el murmullo de la gente, ya era tarde, después de la misa se lo presentaría.
Se acercaba la comitiva de la novia. En el primer coche iban las hermanas de esta y Olga, el de atrás era el de la novia y el padrino.
Automáticamente todos se volvieron y la cara de Alex se transformó, estaba emocionado y nervioso, nunca hubiera podido imaginar, ni en lo más remoto de sus sueños, estar donde ahora se encontraba. Conseguir a la mujer que desde tanto tiempo había amado en silencio y que, por hacer lo correcto o por cobardía, había estado a punto de perder.
Ahora iban a comenzar una nueva etapa, iban a formar una familia, el segundo día de Reyes desde que estaban juntos, el maravilloso regalo se lo había hecho ella. Le había dicho que estaba embarazada.
Su primer año, habían compartido su vida y su trabajo, porque Maya había aceptado la propuesta de su padre de trabajar con ellos, y había sido maravilloso. Este segundo año deparaba muchos más momentos de amor y alegría compartidos con una personita que iba a ocupar sus corazones.
Sonia apretó la mano de Manu. Tuvo que contenerse para no soltar las lágrimas que estaban intentando correrle el rímel de sus pestañas. En esos momentos se sentía la mujer más feliz y completa de la tierra.
Manu sonreía ante sus pensamientos. Hace casi un año que él hubiera estado en la misma situación y, a pesar de lo mal que lo pasó en aquel entonces con la ruptura, ahora estaba feliz gracias a ese acontecimiento que en un principio lo marcó y lo hundió, pero que hubiera sido el error más grande de su vida. No podía imaginarse con otra que no fuera Sonia. Las palabras de Maya volvieron a su mente, lo más triste de todo esto es que había perdido a su amiga del alma por su orgullo, cuando ella estaba en lo cierto.
Descendió la novia del coche con cuidado, le rodeaban y ayudaban con el traje sus hermanas. Cuando por fin alzó la cabeza, Manu la pudo ver con claridad, se quedo pálido y todos los músculos de su cuerpo se tensaron, algo que enseguida percibió Sonia. Se giró para mirarlo, al tiempo que también vio como Carlos se soltaba de Mar, que con mirada preocupada observaba a su amigo.
—Es Maya... —se volvió hacia Sonia con cara de preocupación—. No debería estar aquí, no es correcto, es de mal gusto y no quiero empañar su día.
Sonia al principio no podía entender lo que pasaba, pero, enseguida unió las piezas. No habían hablado de ese tema demasiado, pero por los comentarios y algunas que otras alusiones a su pasado, sabía que había existido una ex que le había hecho bastante daño. Pinceladas de unos y otros que comenzaban a encajar con lo que ella sabía del futuro matrimonio. Se sintió rota pensando en que él todavía sintiera algo por la futura mujer de su hermano.
—Como quieras..., si crees que no eres capaz de ver cómo tu ex se casa con otro, mejor que te marches —dijo conteniendo las lágrimas en este caso de dolor.
—No es eso, en absoluto. Me alegro mucho por ellos y por mí. Si no hubiera sido así, ahora no estaría contigo, y tengo clarísimo que es con quien quiero estar, pero..., no quisiera que ella, o su familia, estén incómodos por mi culpa. Los conozco de toda la vida, son muy buena gente y se merecen que esta boda sea especial y maravillosa.
A Sonia le cambio la cara, le sonrió y supo que lo decía de corazón.
—Si es por eso..., tranquilo, no te preocupes. A ella, a Maya, lo único que siempre le ha entristecido y le ha pesado es como acabasteis. Somos más que cuñadas, somos amigas y cuando en alguna ocasión hemos hablado de ti, de Manuel, como ella te llamaba, no podía quitarse de la cabeza, que había perdido a su mejor amigo, que aunque no estabais hechos para ser pareja, si te quería como al amigo del alma y le dolía que hubierais acabado tan separados, que no perdonaras su traición, que aunque sabía que no estaba justificada, no podía dejar pasar al amor de su vida y cometer un error mayor casándose con alguien por el que no sentía lo mismo. Yo no sabía que eras tú, pero me alegro egoístamente, que fuera valiente y rompiera el compromiso, gracias a eso, nosotros ahora estamos juntos.
Por lo que..., sí tú estás de acuerdo, te vas a quedar, ya le he hablado de ti, de lo enamorados que estamos, de las coincidencias, casualidades que nos han unido, y seguro, que después del primer impacto, se alegrará por nosotros y haremos que este día sea todavía, si cabe, más feliz y lo mismo pasará con su familia.
—Jajajaja, eres única. Me quedó a tu lado.
—No esperaba menos, los deseos siempre se cumplen en Navidad.
Carlos que no había dejado de observarlos, se relajó. Le preocupaba la reacción de Manu ante esa situación aunque tenía claro que ahora sí que había encontrado a la mujer de su vida.
Se metieron en el interior de la iglesia y vieron desfilar por el pasillo central a los novios, Alex miró a su hermana y luego a su acompañante, estaban cogidos de la mano. Sonia sonrió ante la cara de este y acercándose un poco le susurró.
—Otra de las casualidades de la vida, ahora cada persona está con quien tiene que estar —le dio un beso en la mejilla.
Manuel vio como entraba la novia, estaba guapísima, irradiaba felicidad, y efectivamente sus ojos desprendían esas chispas que lo iluminaban todo.
De repente Maya fue consciente de la presencia de su ex con Sonia, y lo entendió todo. Sus ojos se dirigieron a los de este, que le regalo una sonrisa. Ella se acercó un poco a ellos y le dio dos besos efusivos a cada uno.
—Gracias por verlo a tiempo. Llevabas razón, vamos a volver a ser amigos y hasta nos iremos de copas juntos —se rió Manu.
—Me equivocaba, vamos a ser algo más, también cuñados, por lo que veo —volviéndole a dar un beso en la mejilla, volvió al pasillo.
Mientras Luis que llevaba del brazo a su hija y había escuchado todo, sintió una gran emoción.
—No puedes ni imaginarte, hijo, lo contento que estoy, veros así, me hace el hombre más feliz del mundo. Hoy no solo he ganado un hijo, he recuperado al que había perdido —soltó a su hija y abrazo a Manu fraternalmente.
Los presentes estaban un poco desconcertados, no sabían lo que estaba sucediendo y estaba siendo una entrada de los novios un poco atípica, pero observando la escena cualquiera podía percibir que había mucho amor en el ambiente.
En la primera fila se encontraba Olga con un pañuelo en las manos secándose las lágrimas que iba derramando.
—El que no creía en la "magia de la Navidad" —Carlos le susurró a su amigo con un tono irónico—. Pues estas han provocado verdaderas chispas.
La ceremonia fue preciosa y muy emotiva, cuando finalizó, ya estando en la calle para ir al banquete, Sonia vio que se aproximaban un matrimonio hacía ellos y Manu les sonreía.
—Creo cariño, que hoy tú tampoco te vas a librar de conocer a mis padres —soltó unas carcajadas ante la cara de susto que su pareja había puesto.