Estoy en deuda con el escritor y locutor Stephen Fry por sus comentarios; con Kim Harris y Sarah Williams por su impresionante buen gusto e inteligencia; con mi agente literario Anthony Goff, por su constante apoyo y aliento; con mi agente teatral Lorraine Hamilton, por no importarle que también tenga un agente literario, y con mi esposa Jo, por cosas que ocuparían un libro más largo que éste.