SONETO DEL ENVEJECER
Bosque y árbol y hoja y corteza,
Eran parte de nosotros, el arroyo, el estanque,
Rico era el mundo, y nosotros tan ricos,
Pues todo era lenguaje, era lenguaje para el niño,
Tenía color y, no obstante, ¡qué raro!, era pálido,
Dolorosamente desconcertante, extrañamente veloz;
Concebíamos la riqueza pero sólo como ciegos,
Abiertos y a la vez cerrados a la vida.
Ahora hay guerra, un ruidoso asesinato;
Sin embargo, por mucho que resuene fuera,
En nosotros se ha vuelto más callado,
Y nuestro lenguaje no es ya el mundo:
La riqueza del niño la perdimos,
Pues nos nació el yo en su lugar.
(1944)