V. El drama de los refugiados
LOS planes criminales de la reacción internacional arrastraron fuera de Hungría a muchos ciudadanos húngaros miserablemente engañados por la desenfrenada propaganda del imperialismo. Ellos vivieron el drama de los refugiados que, fuera de su patria, iban comprendiendo poco a poco y con profunda amargura la trampa en que habían caído, el engaño monstruoso de que habían sido víctimas.
Echemos un vistazo a la penosa situación de todos aquellos a quienes confundió y escarneció la propaganda fascista...
En la frontera austro húngara Por P. Efímov y M. Odinets, corresponsales especiales de PRAVDA
Gyoer Sopron, 24 de noviembre
EN LA CARRETERA de Budapest a Viena, a unos kilómetros de la frontera austro-húngara, nos encontramos con un grupo de personas. En sus demacrados rostros se notaba el cansancio. Algunas de ellas llevaban pequeños bultos y sus ropas estaban cubiertas del polvo. Helaba bastante fuerte y caminaban encogidas por el frío.
Nos acercamos al grupo y entablamos conversación. Resultaron ser vecinos de diversas ciudades y aldeas húngaras, que regresaban de Austria a la patria. Parte de los refugiados había venido a pie desde Viena hasta la frontera.
Los chóferes de Budapest Ferenc Slahta e Imre Radovan que habían estado en el campo para refugiados en las inmediaciones de la ciudad de Linz, nos contaron lo siguiente:
“No se pueden Uds. hacer idea de la situación en que se encontraban los húngaros honrados, que habían sido desorientados por la propaganda enemiga. Fueron encerrados como presos en los edificios del campo, custodiados por la policía. Dormíamos sobre paja y nos daban muy mal de comer. Nosotros comprendimos que nos habíamos equivocado y aprovechando el primer momento favorable nos escapamos del campo”.
Cerca de Sopron, situado a 7 kilómetros de la frontera austríaca, nos encontramos también a personas errantes con mochilas a la espalda. En el puesto fronterizo los guardafronteras húngaros nos dijeron que desde el territorio austríaco regresaban diariamente a sus hogares muchas personas.
Mientras conversábamos con los guardafronteras, de la parte de la ciudad austríaca de Eisenstadt apareció un joven delgado y se acercó al puesto. Enseñó sus documentos y declaró que era húngaro, vecino de la ciudad de Sopron y que regresaba de Austria a casa, pues había sufrido mucho durante los últimos días que anduvo errante.
Le rogamos a Fekete Pala, así se llama el joven, que nos relatase sus cuitas.
“Vengo del campo, nos dijo, instalado en Kischmarton. Cuando iba a Austria pensaba que encontraría allí un mundo verdaderamente libre. Más, todo resultó lo contrario. Concentraron a los húngaros en un lugar, los rodearon con un cordón de policías y durante mucho tiempo no los pusieron en libertad. En todas partes había cola para la comida, para el agua y para recibir un puesto en las barracas. Llegaban algunos elementos sospechosos y comenzaban a persuadir a la gente para ir a las plantaciones de América del Sur o alistarse en la legión extranjera francesa. El campo de concentración recordaba un mercado, en el que los esclavistas seleccionaban a sus esclavos. Y yo decidí escaparme”.
Mientras conversábamos, al puesto de control se acercaron otros dos húngaros que venían de Austria. Se llamaban Alois Rosenbergski y Tibor Tipoli. Ambos eran de Dunapentele y habían atravesado la frontera el 4 de noviembre. En cuanto traspusieron la zona fronteriza fueron detenidos y enviados a Rotshild Spital de Viena, como se llamaba el recinto donde concentraban a los refugiados húngaros. El campo estaba sometido a la severa vigilancia de la policía. Recordando la propaganda de la emisora Europa libre, Rosenbergski y Tipoli esperaban que por lo menos les darían de comer y una cama para dormir. Pero todas las promesas de la “Europa libre” resultaron completamente falsas. Para recibir un plato de sopa y un trozo de pan había que hacer cola horas enteras y pasaban las noches de pié o sentados en un local húmedo y frío. Entre los refugiados se mezclaron ciertas personas vestidas medio de militar medio de paisano, las cuales hacían interrogatorios e intimidaban a los que no querían ir a trabajar a las minas de Alemania Occidental. Por las noches desaparecían de repente grupos enteros de personas. Se corría la voz de que los enviaban a los yacimientos de plomo o a las minas de azogue de América. Después de pasar mil calamidades Rosenbergski y Tipoli decidieron huir del campo. Nos contaron que había muchos que deseaban escaparse del campo, pero los asustaban con invenciones de crímenes que ahora se cometen supuestamente en Hungría.
¿POR QUE fué asesinado este ciudadano? He aquí la prueba: sobre su cadáver, los asesinos colocaron un ejemplar de la revista Kommunist
Aquí mismo en Sopron nos encontramos con el periodista polaco Jozef Hibner, que a principios de noviembre había venido de Varsovia a Austria. Nos refirió lo que había visto en el campo de refugiados húngaros situado en Traiskirchen.
“Ese campo se encuentra bajo la custodia del Ejército austríaco”, nos dijo Hibner, y continuó: “Hay en él muchas personas, las cuales se pasan el día haciendo cola en diversos puntos de abastecimiento que allí hay. La mayoría de los refugiados son jóvenes de 16 a 25 años. Hay también familias de las aldeas fronterizas y bastantes estudiantes. Uno de estos últimos me contó que había participado en los sucesos de Hungría desde su iniciación. Temiendo que pudieran detenerle huyó a Austria. Ahora ese estudiante está arrepentido de haber huido al extranjero y desearía regresar a la patria.”
El campo está lleno de toda clase de reclutadores, añade nuestro colega, lo que incluso la prensa burguesa de Austria se ha visto obligada a reconocer.
Hibner dijo en conclusión:
“He conversado con muchos húngaros y he sacado la impresión de que la mayoría desearían regresar a la patria, mas están atemorizados, pues la jefatura del campo difunde rumores tendenciosos sobre detenciones en Hungría, deportaciones de la población húngara a Siberia, etc. Un gran papel en la difusión de dichos rumores desempeña la prensa burguesa reaccionaria”.
ESTE MUCHACHO fué colgado por los contrarrevolucionarios en una calle de Budapest
A los refugiados húngaros se les ofrece la posibilidad de regresar a la patria Entrevista concedida por Ferenc; Muennich, Ministro de Fuerzas Armadas de Hungría.
EL PERIODICO Nepakarat del 1 de diciembre ha publicado la entrevista concedida a un redactor suyo por Ferenc Muennich, Ministro de Fuerzas Armadas de Hungría.
Hablando de los huidos al Occidente señaló Muennich que una parte de ellos escapó por haber participado en la insurrección armada. Otros huyeron siendo presa de la desesperación. Muchos jóvenes se marcharon del país únicamente en busca de aventura. Son muy numerosos los que huyeron a Occidente por tomar en serio los rumores pánicos y dar crédito a las transmisiones instigadoras de las emisoras occidentales que prometían el oro y el moro a los refugiados.
En la actualidad regresan a Hungría cada vez más refugiados, después de chocar en el Oeste con el hecho muy sencillo de que les instalaron en campamentos mal acondicionados, debido a lo cual tuvieron que soportar no pocas privaciones. Diversos agentes sospechosos reclutan a refugiados para trabajos de mina, legiones extranjeras, etc., y hacen proposiciones humillantes a las mujeres. Claro que, con tales perspectivas, muchos refugiados recuerdan sus cómodos departamentos de Budapest y desean regresar a la Patria.
Los que sienten ya el haber abandonado imprudentemente la Patria acogen con alegría el que el Gobierno Revolucionario Obrero y Campesino Húngaro haya promulgado la ley de amnistía, con el plazo de vigencia hasta marzo próximo, y que las delegaciones diplomáticas y los órganos fronterizos húngaros presten pleno apoyo a los repatriados.
Ahora, prosiguió F. Muennich, regresan ya no sólo grupos aislados de refugiados. Llegan a la frontera húngara apoderados de varios campamentos, todos los habitantes de los cuales quieren regresar a la patria. En cada uno de esos campamentos están instalados varios miles de personas. Sabemos también que, bajo la influencia de las transmisiones de las emisoras occidentales deseosas de desacreditar el decreto de amnistía del Gobierno húngaro, muchos vacilan todavía y no saben si van a repatriarse o no.
OTRO testimonio gráfico que figura en el Libro Blanco del Gobierno húngaro sobre el terror desencadenado en el país por la contrarrevolución
Reciben a los repatriados, dijo como conclusión Ferenc Muennich, organismos gubernamentales húngaros. A las personas que llegan del extranjero, ante todo, se les da de comer, después, desde los puestos de distribución les envían al lugar de residencia. Los que han regresado ya a la Patria pudieron cerciorarse de que no se pone obstáculo alguno a los repatriados en virtud de la amnistía, ni se instruye ningún proceso contra ellos y de que tienen la posibilidad de regresar inmediatamente a sus casas.
Carta a la Asamblea de la ONU del clero y los creyentes de Transcarpatia
25 de noviembre de 1956
EMINENTES HOMBRES del clero de Transcarpatia han enviado una carta a la Asamblea General de la Organización de las Naciones Unidas, en la que expresan su protesta contra las intervenciones provocativas de las delegaciones de algunos países en la actual Asamblea General de la ONU, M. Motcharco, presbítero superior del consejo de los cristianos baptistas evangélicos de la región de Transcarpatia, F. Kovacs, presbítero de la comunidad de los cristianos baptistas evangélicos de la ciudad de Mukachovo y J. Trogak, presbítero de la comunidad de los cristianos baptistas, evangélicos de la ciudad de Beregovo, escriben en su carta lo siguiente:
“Nosotros y todos los creyentes de nacionalidad húngara que habitamos en las proximidades de la frontera húngaro-soviética, estamos indignados por las intervenciones de los delegados de algunos países que tienen lugar en la Asamblea General de la ONU, que afirman que a los húngaros se les deporta fuera de Hungría. Como verdaderos cristianos hacemos oír nuestra voz en aras de la verdad, contra toda calumnia. Nadie ha visto en las estaciones de empalme el transporte de húngaros por ferrocarril o por otros caminos. Protestamos contra las emisiones calumniosas de la llamada emisora “libre” La voz de América. Es la voz de Judas que traicionó a Jesucristo. Esta voz tiene el aliento mortífero y causa mucho daño a la vida cristiana. Rogamos se haga callar esas voces hostiles, puesto que las emisiones de La Voz de América son un veneno para el pueblo”.
A. Guentchi, Obispo de la Iglesia reformada de la región de Transcarpatia, también ha enviado a la ONU la siguiente carta:
“Del Obispo de la Iglesia reformada de la región de Transcarpatia, de 67 pastores reformados y de 95.000 creyentes reformados húngaros.
Con gran indignación hemos leído en los periódicos y hemos escuchado por la radio las informaciones sobre la intervención de la delegación de Cuba en una sesión de la ONU. Esta delegación ha declarado que ciudadanos húngaros procedentes de Hungría se deportan a la Unión Soviética. Semejante afirmación es infundada y no corresponde a la verdad. Desde el 23 de octubre de 1956 hasta el día de hoy no hemos advertido ni visto transporte alguno de ciudadanos húngaros a la Unión Soviética por ferrocarril o por otros caminos. La intervención de la delegación de Cuba no sirve a la causa de la paz y siembra el odio y la guerra entre los pueblos.
Nosotros, creyentes reformados, como los creyentes de toda Hungría, rezamos por el restablecimiento rápido del orden en Hungría y porque Hungría vaya por el camino de la paz, la democracia y el socialismo”.
De la iglesia católica de Lituania
“Las fuerzas que defienden la paz y las que encienden la guerra entran en la fase decisiva de la lucha. Todos los que preparan la guerra no escatiman los medios. Invenciones, mentiras, calumnias: es la lógica conocida de los incendiarios. Antes de enviar los aviones de bombardeo, envían a los calumniadores.
Hoy día Hungría es la víctima de su calumnia. Los incendiarios de la guerra han resuelto, probablemente, crear allí un foco de guerra. Para justificar ante la opinión pública mundial sus bombardeos en Egipto, propagan rumores calumniosos sobre la deportación de húngaros a la Unión Soviética.
Pero la mentira y la calumnia nunca trajeron suerte a la humanidad. No es con las destrucciones, asesinatos e incendios de la invasión, sino con un trabajo honrado y laborioso en condiciones de paz, con lo que se crea la vida.
Como representante de la religión cristiana y miembro de los comités de la URSS y de Lituania de defensa de la paz insisto en nombre de Dios en que todas las cuestiones vitalmente importantes se resuelvan entre los Estados por medio de conferencias, con justicia y en paz”.
Doctor I. Stankiavichus Canónigoy Gerente de las diócesis de Kaunas, de Kaishiadar y de Vilkavish, miembro de los comités de defensa de la paz de la URSS y de Lituania
Declaración de Palladi arzobispo de Lvov y Ternopol
“Sabemos que los hostigadores de la desconfianza y la enemistad entre los pueblos presentan graves e injustas acusaciones contra nuestra Patria, divulgando rumores absurdos y falaces de que últimamente se efectúa la “deportación” de ciudadanos húngaros, sobre todo de jóvenes, de Hungría a la Unión Soviética.
En nombre del clero y de los creyentes de las regiones occidentales de Ucrania atestiguo que los residentes en la proximidad de la frontera húngara, que se comunica con la Unión Soviética únicamente por el ferrocarril de Lvov, no conocemos caso alguno de deportación forzosa de habitantes de Hungría a la Unión Soviética, en relación con los recientes sucesos en Hungría.
Para nosotros está claro que tales rumores tienen por objeto calumniar a nuestra Patria, crear una atmósfera de desconfianza en torno de ella y emponzoñar con esa desconfianza la conciencia del pueblo húngaro hermano.
Levantando la voz en defensa de la verdad expresamos la firme certidumbre de que el Dios justiciero bendecirá con la paz al pueblo hermano de Hungría y le devolverá la alegría de la unidad interna y del trabajo creador en bien de su tierra y del fortalecimiento de la paz en ella y en el mundo entero”.
PALLADI Arzobispo de LvovyTernopol