Los cadáveres brutalmente mutilados de varias adolescentes aparecen abandonados en parajes apartados de Vizcaya. No hay pistas sobre el asesino, nadie sabe nada del misterioso asaltante y lo único que tienen en común todas las víctimas es que son jóvenes solitarias.
La investigación lleva a la joven forense Natalia Egaña y al inspector de homicidios Carlos Vega a descubrir que el asesino contacta con sus víctimas a través de Internet. Usando el sobrenombre de Caronte se acerca poco a poco a ellas, descubre sus secretos más íntimos y las enamora hasta conseguir una cita que será fatal para ellas.
En esta novela se reúnen elementos clásicos de la novela negra, como la investigación policial y la psicología criminal, con las más modernas técnicas de piratería informática, en una obra en la que la tensión emocional aumenta con cada nueva aparición de Caronte.