APÉNDICE

INSTRUCCIONES PARA EL USO «PERORATA DEL APESTADO»
por GESUALDO BUFALINO[2]

Sibi et suis

LOS PERSONAJES

El protagonista, aquel que dice Yo: perplejo entre una muerte sublime y una salvación mediocre. Sensual, hipócrita, retórico. A fin de cuentas un muchacho conmovedor…

Doble mental del autor, un stuntman o especialista, o sea, que se arriesga en lugar suyo, pero sólo se le parece de espaldas. El autor se sirve de él unas veces como brazo secular, otras como amanuense; o también lo condiciona, lo posee, lo encamina a la perdición. En suma, sus relaciones son borrascosas y amorosas.

El Flaco: un mediocre mago de Atlante, un pasable Mefistófeles. Pero también un cirujano y charlatán hoffmaniano, con las hopalandas y la logorrea que el papel requiere.

Marta: klimtiana, si tuviera que visualizarla. Tal vez a mí me acuciaba instalar en el centro de un verano de diablos mediterráneos una mitología diferente, lombarda o centroeuropea, y ver qué ocurría. Por otra parte, ahora me doy cuenta de que ninguno de los personajes principales es siciliano, el propio Flaco es de origen hispano y ha estudiado en Viena. En cuanto al protagonista, ha leído demasiado para poder ser éticamente aceptable.

Padre Vittorio: una improbable y querida sombra. Me gustaría encontrarle, agarrarlo del brazo…

Recurrencias mítico-heroicas: Orfeo, Eurídice, Alcestes, Filoctetes, Agamenón rey…, arquetipos vagos, fantasmas culturales… Y entonces Sesta podría ser (muerta, quemada, insalvable) una Eurídice perdida para siempre; y Marta una Eurídice socorrida sólo fingidamente por un Orfeo malvado que se vuelve intencionadamente (él sólo quería visitar el Hades…), o un Alcestes que paga vicariamente por el hombre; en cuanto a Filoctetes era, como se sabe, un soldado apestado.

LA ESCRITURA

Elección de una lengua arqueológica, difunta, obediente a un proyecto de restauración señorial, de una recuperación del alto registro del lazareto donde estaba confinada. Con la atenuante de que se busca, a través de la tensión del timbre, esquivar el peligro de la toilette académica; y con la justificación de que la condición de condenados autoriza a los personajes, como a los paroxismos, a las lágrimas, y así a enfatizar golosamente gestos y palabras.

Técnicas de escritura usuales:

La elipsis: de nadie se acaba de saber todo. Tanto aquel que dice yo como los demás dejan en manos del lector sólo fragmentos de su pasado, o alguna magra alusión. De Marta se deduce que tal vez fue una kapo (una hebrea colaboracionista) sólo por una frase del médico, no se sabe hasta qué punto fiable (pág. 116); en otro lugar (págs. 78, 149) el nombre de Garance, que presupone el conocimiento de un film rodado en 1943 pero presentado sólo después de la guerra, supone una visión privada, quién sabe cómo (pero Arletty era en aquellos años la amante de un oficial nazi…) y abre una rendija de un milímetro en un destino desconocido.

La alternativa ininterrumpida: con abuso de correcciones que crecen perpetuamente sobre sí mismas, de repropuestas inagotables (como quien limpia cada vez unas gafas empañadas).

La dilación viciosa: según una práctica habitual en los juegos amorosos, y con la idea de que la literatura es también una variante del eros.

El solo cantable: abandono y confianza en la palabra. Sí, el universo verbal es el único del que realmente me fío. Nomina sunt consequentia rerum? Es cierto lo contrario, en cambio, y las cosas son invenciones y sueños, y las palabras epitafios de sueños.