ESTUDIOS HISTÓRICOS.

POR fin acaban de aparecer los Estudios Históricos y reproduzco aquí su prólogo: es una verdadera página de mis Memorias, porque contiene mi historia en el mismo momento en que escribo:

PRÓLOGO.

Acordaos para no perder de vista el rumbo del mundo, que en esta época (la caída del imperio romano)... había ciudadanos que registraban como yo los archivos de lo pasado, en medio de las ruinas de lo presente; que escribían los anales de las antiguas revoluciones entre el estruendo de otras nuevas; ellos, como yo, tenían por mesa en el edificio que amenazaba hundirse, la piedra que había caído a nuestros pies, esperando la que debía deshacernos la cabeza.

(Estudios históricos tomo V, página 175.)

«No quisiera, para lo que me queda que vivir, volver a comenzar los diez y ocho meses que acaban de trascurrir. Jamás podrá formarse una idea exacta de la violencia que he tenido que hacerme: me he visto obligado a conservar mi espíritu en completa abstracción, diez, doce, y hasta quince horas diarias, de cuanto pasaba en derredor mío, para dedicarme puerilmente a la composición de una obra de que nadie leerá una línea. ¿Quién en efecto se entregará a la lectura de cuatro abultados tomos, cuando cuesta trabajo el leer el folletín de un periódico? Escribía la historia antigua, y la moderna estalla llamando a mi puerta: en vano la gritaba: «aguardad, que ya voy» pasaba acompasada del estruendo del cañón; llevándole tres incineraciones de reyes.

«¡El tiempo concuerda felizmente con la naturaleza misma de estos estudios!... Derriban la cruz y persiguen a los sacerdotes: en todas las páginas de mi narración se habla de reyes y de sacerdotes: destierran a los Capetos, y publico mi historia en que los Capetos ocupan ocho siglos. El último y más largo trabajo de mi vida, el que me ha costado más indagación es, afanes y años, y en el que quizá he presentado más ideas y hechos, aparece cuando no puede encontrar lectores: es lo mismo que si le arrojasen un pozo en donde quedará sepultado entre los escombros que le seguirán. Cuando una sociedad se compone y se descompone, cuando se trata de la existencia de todos y de cada uno, cuando nadie tiene asegurado un porvenir de una hora, ¿quién se ocupa en lo que hace, dice y piensa su vecino?... Se trata bien de Nerón, Constantino, Juliano, de los apóstoles, los mártires, los padres de la iglesia, de los godos, los hunos, los vándalos, los francos, de Clodoveo, Carlo Magno, Hugo Capelo y Enrique IV; se trata bien del naufragio del antiguo mundo, cuando nos hallamos empeñados en el naufragio del mundo moderno. ¿No es una especie de chochez, una especie de debilidad de ánimo el ocuparse de letras en este momento? Es cierto, pero esa chochez no depende de mi cerebro, proviene de los antecedentes de mi mala fortuna. Si no hubiese hecho tantos sacrificios por las libertades de mi país, no me habría visto obligado a contraer compromisos, que acaban de completarse en circunstancias doblemente deplorables para mí. Ningún autor ha sufrido semejante prueba: gracias a Dios, ya toca a su término: ya no tengo más que sentarme sobre las ruinas y despreciar esta vida de que tan poco caso hacia en mi juventud.

«Después de estas quejas, que, aunque naturales se me escapan involuntariamente, me consuela un pensamiento: he comenzado mi carrera literaria con una obra, en la que consideraba al cristianismo bajo las relaciones poéticas y morales; y la concluyo con otra, en que considero a la misma religión bajo sus relaciones filosóficas e históricas: he comenzado mi carrera política en tiempo de la Restauración, y la concluyo con ella. Tengo una secreta satisfacción en verme tan consecuente conmigo mismo.»

París, mayo de 1831.

«No he abandonado la resolución que adopté en los momentos de la catástrofe de julio. Me he ocupado de los medios de vivir en tierra extranjera, medios difíciles, pues que no tengo nada. El comprador de mis obras ha hecho bancarrota, y mis deudas me impiden encontrar quien quiera prestarme.

«Sea como fuere, voy a marchar a Ginebra con la suma que me ha producido la venta de mi último folleto (De la Restauración y de la Monarquía electiva). Dejo poder para vender la casa en donde escribo esta página por orden de fechas. Si encuentro quien me compre mi cama, buscaré otra fuera de Francia. Con estas incertidumbres y movimientos, hasta que esté establecido en cualquiera parte, me será imposible el proseguir mis Memorias, volviéndolas a tomar desde el punto en donde las he interrumpido »